Hasta hace poco el número de voluntarios extranjeros que vinieron a luchar a España ha sido un tema de amplias discrepancias. Por diferentes razones se aceptaban cifras muy altas que en las últimas investigaciones han quedado obsoletas, sobre todo las cifras infladas que dieron franquistas y neofranquistas, como De la Cierva, que llegaban hasta 90.000 combatientes
Sin embargo, y después de que se abrieran al público los archivos de la antigua URSS y la Comintern, los historiadores Lefebvre y Skoutelsky documentaron a 32.356 voluntarios, que se alistaron a las diferentes brigadas mixtas para extranjeros con sede en Albacete. Pero aquí solo estarían los voluntarios inscritos oficialmente en las BBII, pues también habría que añadir a los extranjeros que luchaban en columnas totalmente españolas (POUM, CNT-FAI o el propio Ejército Popular), aviadores o personal auxiliar (donde hubo cientos de mujeres en servicios médicos, conductores de ambulancias y médicos).
La cifra más aceptada actualmente rondaría los 36.000 voluntarios extranjeros en todas las diferentes divisiones militares y personal auxiliar. Aun así, nunca más de 15.000 estuvieron al mismo tiempo, pues las estancias no eran muy largas por las cuantiosas bajas o por las normas que les obligaban a volver al ser heridos por segunda vez. En cualquier caso, nunca fue un número que pudiera considerarse decisivo para el transcurso de la guerra, pues el Ejército Popular de la República llegó a tener 750.000 combatientes.
Donde sí tuvieron un efecto muy importante fue en el aumento de la moral, tanto de la población civil como de las milicias populares y posterior ejército regular. Después de la desastrosa decisión de las democracias occidentales (Reino Unido y Francia) de abandonar a la República a su suerte, el sentirse apoyados y arropados por tan variopintas nacionalidades sin duda que incrementó el espíritu de resistencia. Su actitud solidaria y heroica fue mitificada dentro y fuera de España.
Ideología
En cuanto a adscripción política e ideológica, si bien la mayoría eran comunistas (se calcula que sobre el 80%), también había socialistas, sindicalistas y en general de partidos y organizaciones de izquierdas de cualquier tipo. Muchísimas asociaciones apoyaban a la joven democracia española y se organizaban colectas de apoyo a los voluntarios para alistarse.
Destacaron entre otras Socorro Rojo, el Comité de Ayuda Internacional al Gobierno de la Republica Española o la Organización Internacional de Resistentes a la Guerra (IRG), para apoyar a la República en armas desde tareas civiles auxiliares. Aunque los partidos comunistas locales se encargaban del reclutamiento y traslado a Francia de los que querían combatir.
A todos les unía el rechazo al fascismo y nazismo, y la motivación ideológica era sin duda la más importante.
En el caso de los servicios médicos, muchos y muchas no tenían una adscripción política clara, pudiendo haber simplemente gente que ayudaba humanitariamente contra la barbarie fascista.
Origen social
El origen social predominante sin duda era la clase obrera. Trabajadores de fábricas o astilleros, estibadores, mineros, estudiantes, escritores, periodistas, etc. Aunque también atrajo a muchos aventureros e intelectuales de perfil más burgués. La edad media del brigadista era el de una persona joven , con alguna excepción, como el estadounidense Manuel Rosales con 60 años.
Por lo tanto, su formación militar era casi inexistente, exceptuando a los más maduros que habían luchado en la Gran Guerra, y cuya experiencia fue esencial en los primeros momentos de combate.
Origen geográfico
En cuanto a su procedencia vinieron de todas partes del mundo, estando documentado de 53 países. Muchos ya estaban en España, exiliados de las dictaduras fascistas que se adueñaban de Centroeuropa, por lo que fue fácil y casi inevitable que se alistaran. Este fue el caso de muchos alemanes, austriacos y polacos, muchísimos de ellos judíos.
Dependiendo de las fuentes las cifras varían un poco, pues como explicamos anteriormente no todos los extranjeros estaban en las BB.II, pero las estimaciones quedarían así:
El grupo más numeroso fue sin duda el de los franceses, entre 9.000 y 13.000, sobre 3.000 y 4.000 alemanes, también entre 3.000 y 4.000 italianos, sobre 2.500 británicos, unos 2.600 norteamericanos, entre 8.000 y 10.000 provenientes de Europa del Este, siendo el país con más voluntarios Polonia, con unos 4.000. También se ha documentado la existencia de 493 argelinos, unos 200 marroquíes y otros tantos palestinos. Y así hasta 54 nacionalidades diferentes.
Prácticamente vinieron de todos los países latinoamericanos, un ejemplo los 110 cubanos que perdieron su vida en los frentes de batalla, o los numerosos argentinos (unos 600). Hasta de China llegaron unos 100 voluntarios y un japonés, Jack Shirai, miembro de la Brigada Lincoln.
También dentro de la Lincoln combatieron católicos irlandeses, de la parte más izquierdista del IRA, inscritos en la Columna Connolly. Muchísimos vinieron también de las zonas industriales del Ulster, donde el sindicalismo obrero era muy fuerte.
Habría que destacar a los 6.000 judíos de diversas nacionalidades que lucharon en diferentes brigadas. Al estallido del conflicto, la comunidad judía internacional se posicionó en bloque a favor de la República. El régimen republicano no sólo había consagrado la libertad de culto, sino que también ayudaba a salir de Europa a las comunidades judías amenazadas en Centroeuropa y Europa Oriental por el antisemitismo creciente.
De hecho, y como anécdota, se llegó a formar en diciembre de 1937 una Compañía exclusivamente con judíos de diferentes naciones, La Compañía Botwin, la que sería la única unidad militar creada con criterios religiosos.
Las bajas
Las pérdidas humanas fueron tremendas. Fallecieron en el frente entre 10.000 y 13.000, a los que habría que sumar 7.000 más entre prisioneros, heridos, desertores y desaparecidos.
La razón de este nivel tan alto de bajas era que siempre actuaron como tropas de asalto, a la vanguardia en casi todas las batallas. Su compromiso e implicación en cada frente ayudó a engrandecer su mitificación romántica.
En total, fallecieron más de 2.600 franceses, unos 1.000 alemanes y otros tantos italianos, seguramente superando el millar de polacos y resto de eslavos, 500 ingleses, 500 norteamericanos, 480 belgas, etc.
Voluntarios relevantes
La lista de voluntarios reconocidos, dentro o fuera de las Brigadas Internacionales, y que tuvieron una posterior trascendencia política, social o artística es casi interminable.
Escritores e intelectuales destacados serían Ralph Fox (escritor y político británico que murió en Jaen), Charles Donnelly (poeta irlandés muerto en el Jarama), John Cornford (escritor británico), Gustav Regler (novelista alemán), Christopher Caudwell (intelectual y escritor británico), George Orwell (famosísimo novelista británico que luchó con las milicias del POUM), Ludwig Renn (escritor e intelectual alemán), Nat Cohen (productor de cine británico), Bodo Uhse (escritor y periodista alemán), Pablo de la Torriente (escritor y periodista cubano), Tom Wintringham (periodista británico), Bernard Knox (intelectual y experto en cultura clásica), Cecil Day-Lewis, o el también periodista irlandés Frank Ryan. En la batalla de Lopera murieron tantos escritores británicos que actualmente hay una dedicatoria en el llamado Jardín de los Poetas Ingleses. A todos ellos los llamaron los “voluntarios con gafas”.
Resaltar a los oficiales negros, como el norteamericano Oliver Law, primer oficial negro de la historia, que dejó su vida combatiendo en Brunete. Otro oficial negro fue el martiniqués Iván Dinah, que comandó un batallón en la ofensiva del Ebro.
Muchísimos se convirtieron posteriormente en políticos que tuvieron altas responsabilidades, como Willy Brandt (Canciller de la república Federal Alemana), Josip Broz “Tito” (presidente de Yugoslavia), o Enver Hoxa (presidente de Albania). A los que habría que unir muchísimos más cargos de inferior responsabilidad en administraciones públicas y partidos políticos de toda Europa, sobre todo del este.
De las brigadas médicas destacaría sin duda el médico canadiense Norman Bethune, creador del Instituto de Transfusión Hispano-canadiense, pionero a la hora de aplicar las bolsas de sangre en las transfusiones.
Y a las cientos de enfermeras, como entre otras Aileen Palmer o Salaria Kea, que introdujeron importantes avances en medicina militar, como la cooperaron en la organización de hospitales móviles lo mas cerca posible de la línea de fuego y en el cuidado de los combatientes internacionales y de la población civil afectada por la guerra. Destacaron también conducrores y conductoras de ambualancias, como Evelyn Hutchins, entre otras.
.En general el papel de las mujeres fue muy destacado en varios ámbitos.
La vuelta a casa
Habría que destacar que a su vuelta la mayoría de ellos tuvieron grandes problemas con sus países de origen. Los polacos, italianos, búlgaros y polacos no podían volver sin ser arrestados al instante. Pero tampoco las democracias occidentales les trataron mucho mejor, y tuvieron serios problemas por haber luchado en un ejército extranjero.
Si bien durante la II GM su experiencia y compromiso contra el fascismo fue aceptada de buena gana, al terminar el conflicto pronto fueron vistos en Occidente como peligrosos por su pasado en un “ejército de Stalin”. Un buen ejemplo fue la “Caza de brujas” de los años 50 en EE. UU. En los países socialistas también tuvieron muchos problemas, al estar metidos de lleno en las purgas estalinistas, que afectaron cruelmente a muchos combatientes.
Por suerte, en la actualidad hay miles de recordatorios y monumentos por todas las ciudades del mundo que enviaron voluntarios a España. Recuerdan el generoso compromiso y valentía de miles de mujeres y hombres que no dudaron en dar todo lo que tenían por ayudar a un pueblo que deseaba libertad y progreso.
Ese sacrificio ha quedado como legado universal de generosidad. Una lucha romántica hasta la muerte, pues era en defensa de la dignidad del ser humano en cualquier parte del mundo y por encima de cualquier nación o raza.
En el siguiente capítulo veremos las batallas más importantes en las que participaron y dejaron su huella.