Pandemias y COVID 19. Reflexiones desde las Ciencias Sociales

Vivimos en una pandemia con repercusiones sanitarias, económicas, sociales, políticas, culturales, del pensamiento, y como no, demográficas ya a corto plazo. Se construyen, a velocidad vertiginosa, relatos sobre el coronavirus, sobre sus consecuencias, sobre las ciencias aplicadas, sus avances.

Las Ciencias Sociales han sido puestas en valor, acompañando a las ciencias biomédicas, por la OMS en octubre de 2020 para “ayudar en la respuesta a la pandemia” (6 de octubre declaración a la prensa del Dr. Hans Henri P. Kluge, Director Regional de la OMS para Europa: “Abogo por involucrar a expertos más allá de los sectores médico y de salud pública para discutir medidas y restricciones. En Alemania, el gobierno ha consultado a filósofos, historiadores, científicos sociales….”.)

La pandemia ha demostrado su virulencia en su dimensión social. Las Ciencias Sociales, sus investigaciones, ayudarían, sin lugar a dudas, a  mantener vivas esperanzas y voluntades, opinan diversos expertos en ellas.

En octubre de 2020, en España, diferentes asociaciones académicas relacionadas con las Humanidades firmaron un manifiesto denunciando el abandono que desde la gestión de la COVID 19 se ha hecho de estas ramas del conocimiento humano.

Pongamos desde este humilde artículo nuestro grano de arena: Nihi novum sub sole?

“Todo tiempo pasado fue actual”. Esta frase entresacada del libro publicado en 2019 por Emilio de Miguel Martínez, Catedrático de Literatura de la Universidad de Salamanca, “Paseo entretenido por textos medievales”, nos pone en el camino para introducirnos en la razón de ser del presente artículo, para introducirnos en la actualidad a través de la Historia.

Desde que tenemos registros las enfermedades contagiosas han sido recogidas estableciéndose en la historiografía una distribución de las enfermedades en tres periodos históricos:

1⁰. El de las grandes epidemias.

2⁰. El de las enfermedades sociales infecciosas.

3⁰. El de las enfermedades crónicas y los accidentes.

Más allá de la efectividad rigurosa de  determinadas fuentes, de sus sesgos, la realidad de dichas enfermedades transformadas en epidemias o en pandemias son hechos históricos. Sin querer ser prolijos, las pandemias de peste, gripe, cólera, lepra, viruela,  sífilis, polio, tuberculosis son de todos conocidas.

PESTE

Conviene recordar que el nombre peste deriva de una palabra latina que significa “azote”, o su sustitución por el de “morbo epidémico”, sinónimo interpretado por algunos historiadores como una forma de reflejo al temor que despertaba su mero nombre. No siempre correspondía a la enfermedad actualmente así conocida, por entonces recibían esta denominación todas las enfermedades de carácter epidémico, contagio rápido y elevada mortalidad. No obstante, ya en la Alta Edad Media, la verdadera peste en sus formas bubónica o neumónica resultaban bien conocidas e identificadas por los médicos de la época (Contreras Mas, A. “Enfermedades y Santos Protectores en la Mallorca medieval”1999)

El Imperio Bizantino, a finales de la primera mitad del siglo VI, se vio devastada durante dos años por esta pandemia. (Giorgio Pirazzini “La peste que asoló el Imperio de Justiniano”)

Durante los siglos VII y VIII la peste volvió en oleadas generacionales, desapareciendo hasta su regreso en 1346, y extendiéndose por toda Europa hasta 1353. A España llegó en 1348 (es la más estudiada por un mayor desarrollo de la historiografía desde el siglo XV por frailes historiadores). Causó numerosas pandemias (152) a lo largo de la Alta y Baja Edad Media y durante toda la Edad Moderna. Y la bacteria responsable, la Yersina pestis,  la misma que golpeó a Asia a finales del siglo XIX, y la responsable de los casos de peste que actualmente afectan a miles de personas en todo el mundo (en 2017 hubo una epidemia en Madagascar).

VIRUELA

Conocida desde el mundo antiguo, en los diferentes territorios que geográficamente componen el continente europeo, fue transmitida al continente americano con las sucesivas conquistas en la Edad Moderna. Europa vivió una gran pandemia de nuevo en el siglo XVIII. La vacuna de E. Jenner contra esta enfermedad, finalmente, consiguió que  la viruela fuera considerada erradicada. En 1977 se registró el último caso de contagio del virus.

CÓLERA

La última gran pandemia fue en 1885. Hubo numerosas olas a lo largo del XIX por toda Europa y América, sin registros en África ni en Asia. Hoy día subsiste en India, Mongolia, Irak, Uganda, fachada sudamericana del Pacífico y en la frontera entre Zaire y Ruanda.

POLIO

En el siglo XIX y XX  azotó a los EEUU y Europa. Recomiendo el libro de Oshinsky, D. “Polio: An American”. Gracias a la vacuna, en 1955, quedó eliminada del hemisferio occidental en 1994. En la actualidad, sin embargo,  los países endémicos son Afganistán, Nigeria y Paquistán, produciéndose contagios ocasionales a los países vecinos.

GRIPE

La primera conocida fue en 1170. Dos grandes pandemias en el siglo XVI: 1530, 1580 (El Gran Catharro). Siglos XVII-XVIII: epidemias anuales y diferentes pandemias mundiales con intervalos de tres décadas.  Durante el siglo XIX asistimos a varias olas pandémicas mundiales, especialmente virulentas en Europa, con gran morbilidad, la de 1830-33, con complicaciones pulmonares severas y prolongadas convalecencias. Desde finales del XIX: 1889-90 (mal llamada gripe rusa),  1918-20 (mal llamada gripe española), 1957- 59 (gripe asiática con origen en Pekín),  1968 o gripe de Hong-Kong, 1977-78 o gripe soviética. Todas las referidas fueron pandemias mundiales pero sin registros en África y escasos en Asia. (AA.VV, Universidad de Cantabria, Universidad de Valencia, facultades de Geografía y Ciencias de la Salud ,2016).

Podríamos extendernos, descriptivamente hablando, dado que las enfermedades contagiosas, desde que el ser humano comenzó a organizarse en sociedad, tomaron un importante protagonismo. Las pandemias se comenzaron pronto a documentar en la Historia de la Humanidad[1].

Propiciaron cambios, produjeron respuestas de las que a continuación y sucintamente nos ocuparemos.

En el presente artículo, dadas las similitudes en las pandemias históricas, nos vamos a centrar en las respuestas a la Peste Bubónica, el Cólera y la Gripe de 1918.

En todas ellas se emplearon como primeras medidas las CUARENTENAS.

La primera evidencia histórica la tenemos con la plaga de Peste de Justiniano, en el Imperio Bizantino. Sin un control sanitario, se aislaban en sus CASAS a los contagiados hasta que fallecían o sanaban.

De manera pública y oficial será en el siglo XIV cuando se establezcan y generalicen desde Italia las “Quarentenas” (40 días era el ciclo de la peste desde el contagio al fallecimiento), iniciándose en Ragusa en 1377, la actual Dubrovnik. Poco a poco las “Quarentenas” fueron extendiéndose por toda Europa y América hasta el siglo XIX con la construcción de CENTROS DE CUARENTENAS.

A mediados del XIX se dotó de base científica a las cuarentenas en las enfermedades infectocontagiosas. Evidentemente esta medida fue aplicada en las pandemias de Cólera y Gripe.

La efectividad de la misma resultó ser prácticamente nula hasta finales del siglo XIX por no ir acompañada de medidas sanitarias y profilácticas. En realidad las cuarentenas fueron una herramienta de EXCLUSIÓN SOCIAL, de alejar sin atención alguna a los seres humanos infectados, para creer así, alejar la enfermedad (Duncan MC Lean, History Today).

Ejemplo maximizado de exclusión social lo encontramos en 1907 en Nueva York. Mary Mallon, cocinera, fue identificada como la paciente cero del brote de tifus de aquel momento. Fue cuarentenada en la isla de North Brother durante 25 años. Hubo más casos de personas imprudentes pero solo ella fue procesada y condenada. La historiadora Judith Leavitt, autora de “Typhoid Mary: Captive to the public’s health”, concluye que influyeron los prejuicios contra ella al tratarse de una mujer e inmigrante.

A partir de la segunda mitad del siglo XX los antibióticos y las vacunas relegaron a las cuarentenas como herramienta del pasado. Pero llegó el SARS en 2003, el Ébola en 2014 y el SARS COV 2 en 2019/20.

A lo largo de la Historia, hasta nuestro mundo Contemporáneo, se realizaron en barrios alejados de la ciudad. ¿Por seguridad sanitaria? No funcionó. Pero sí condujo al abandono social. ¿No estamos realizando, con motivo de la actual pandemia, un sofisticado protocolo de exclusión con nuestros mayores, especialmente los que viven institucionalizados así como con las personas dependientes también institucionalizadas? Mi  respuesta es sí. Remito al lector al Informe de Médicos sin Fronteras de agosto de 2020 (“Poco, tarde y mal. El inaceptable desamparo de las personas mayores en las residencias durante la COVID 19 en España”). De igual manera, remito a los tres informes de Amnistía Internacional, más recientes: “Abandonadas a su suerte. La desprotección y discriminación de las personas mayores en residencias durante la pandemia COVID 19 en España” de diciembre de 2020. Dos estudios de investigación hechos sobre la Comunidad de Madrid y Cataluña, así como un tercero, el realizado sobre la Comunidad de Castilla y León con fecha de 21 de enero de 2021.

Las medidas sanitarias

Documentos históricos muestran la existencia de hospitales en la India en el siglo III a.C. En el siglo IV se fundan hospitales en el Imperio Romano destacando los de Cesárea y Roma.

En la Alta Edad Media el desarrollo de las órdenes monacales dio lugar a la creación de hospitales, como lugares de caridad para atender a los necesitados y enfermos, con medidas muy restrictivas adoptadas por la Iglesia con respecto al ejercicio de la medicina que abarcó desde el siglo VI hasta el siglo XII.

A partir del XII y hasta el XIV, primó la medicina escolástica, proliferaron las fundaciones hospitalarias, y, sobre todo, se produjo una perdida del monopolio didáctico-monástico que conllevó una laicización progresiva de la medicina… comenzaron a funcionar con la ideología de la salud… A mediados del siglo XV se produjo una verdadera medicalización de los centros hospitalarios” (Gallen, M “ Historia e Historia de los Hospitales” Universidad de Valencia)

En el siglo XVIII se comenzaron a crear los primeros hospitales municipales, aumentando su número a partir del XIX. En el siglo XX, con la aparición de los sistemas públicos de salud, a ritmo diferente e inversiones diferentes, según países y su desarrollo, se fue asistiendo a la paulatina mejora de la asistencia hospitalaria.

Durante las pandemias de peste en Europa se habilitaron escasos hospitales. Durante las pandemias de cólera sucedió lo mismo. La última gran pandemia, a finales del XIX, con mejor infraestructura hospitalaria no obtuvo mejores resultados que las anteriores. Los domicilios seguían siendo mayoritariamente los lugares donde se aislaban a los enfermos, siendo “visitados” por un médico.

Durante la gripe del 18 los hospitales se vieron colapsados (frase hoy desgastada). Los enfermos permanecían en sus domicilios y se produjeron numerosos fallecimientos en ellos. Sobre todo en Europa y América.

La atención sanitaria pública se mostró insuficiente. La inversión del Estado era mínima, dejando la responsabilidad económica  en manos de Diputaciones y Ayuntamientos (esto en lo que a España se refiere). Era una Sanidad basada en la Ley de Beneficencia (20 junio de 1849) y en la ley Orgánica de Sanidad (diciembre de 1855) que priorizaba a la atención domiciliaria frente a la hospitalaria, más barata que construir hospitales públicos. La población asalariada española tuvo vetada la asistencia hospitalaria hasta la segunda mitad del siglo XX.

El Gobierno de Maura, por poner otro ejemplo, destinó 18 millones de pesetas para Sanidad durante los años de la pandemia de la Gripe, 175 millones de pesetas para el Ministerio de Guerra y 35 millones para Culto y Clero. This’s Spain.

Paralelo a todo lo anterior, con el desarrollo lento de la Medicina y de las Ciencias biosanitarias, la humanidad ha afrontado las diversas pandemias con resultados curiosamente muy semejantes: con hospitales o sin ellos, con médicos que desconocían aquello a lo que se enfrentaban, con cuarentenas institucionalizadas o intuitivas, sin medidas profilácticas o con ellas, sin medicamentos adecuados, sin vacunas o con ellas más tarde o más pronto en la historia ya reciente y en el actual momento, con políticas públicas sanitarias de escaso desarrollo hasta bien avanzado el siglo XX.

La mirada antropológica ante las pandemias: variantes y similitudes

Las respuestas que hemos conocido históricamente ante las pandemias por parte de las sociedades afectadas, con mayor información documental para Europa y el continente americano, giran en torno a una similitud de medidas en el tiempo, en el espacio, en cuanto al desconocimiento científico de los  patógenos causantes de dichas enfermedades y también en cuanto a los modus operandi con las personas afectadas:

  • Aislamiento de enfermos. Cuando se realizaba en las casas los grupos económicamente más débiles (viviendas pequeñas, poco higiénicas, etc…) manifestaban escasas posibilidades de recuperación.
  • Habilitación de hospitales
  • Colapsos hospitalarios
  • Falta de personal sanitario
  • Cierres de actividades económicas. Medida muy controvertida. Pongamos un ejemplo: durante la última gran pandemia de cólera en España en 1885, el conservador Cánovas del Castillo no declaró inicialmente la epidemia en nuestro país por las presiones de la poderosa Unión Mercantil de Madrid. Ésta, incluso, forzó una huelga de comerciantes y hosteleros contra el Gobierno, cuando el mismo el 22 de junio, ante la gravedad sanitaria de España, publicó una Real Orden de declaración de cólera en toda España, a la par que el Ministerio de Gobernación dictó medidas sanitarias y profilácticas que no fueron prácticamente atendidas por la población, provocando la dimisión de Romero Robledo.

La COVID 19 ha puesto en el tablero sanidad versus economía. La economía capitalista ha producido una jerarquía de valores pervertida que pone al ser humano por debajo de la propiedad. Es, en palabras de Eric Fromm, “el uso (la explotación) del hombre por el hombre….Es un conflicto entre dos principios de valor: el mundo de las cosas, y su acumulación, y el mundo de la vida y su productividad” (“The Sane Society” págs. 94-95).

El último paradigma en la segunda o tercera ola: “Salvar la Navidad”. O lo que es lo mismo, una de las patologías sociales derivadas del capitalismo, el consumismo. En tiempos de incertidumbre, de libertades recortadas por las medidas sanitarias, de insatisfacción generalizada, el consumo se presenta como la satisfacción de necesidades que realmente no pueden ser  satisfechas. Pero este campo está ya muy abonado. Demos al pueblo “Panem et circenses” (Juvenal , Sátira X).

  • Cierres de centros educativos: La OMS ha mantenido desde los años 70 que en los centros educativos se producen el 50% de los contagios de las enfermedades infectocontagiosas. Llega la COVID. Y los centros abiertos a toda costa. El tema es de tanta importancia que será motivo de un próximo artículo.
  • Reparto de alimentos y elementos de primera necesidad entre las personas más necesitadas cuyo aumento siempre ha resultado exponencial a la virulencia y duración de la pandemia. Comprensible esta medida en Estados sin medidas sociales, basados en la caridad y la beneficencia. Incomprensible en Estados que, aprobada una RMI no la ha hecho efectiva, caso de España. En un continente donde se sigue luchando por una Renta Básica Incondicional.
  • Afectación mayor de las clases trabajadoras, barrios periféricos o extramuros de las ciudades, colectivos más desfavorecidos. La COVID está afectando en mayor medida a barrios obreros, a los colectivos inmigrantes con trabajos sin contratos, para los que no trabajo implica no poder pagar las necesidades básicas. Los que utilizan masivamente los transportes públicos, a los que les resulta muy complicado cumplir con las normas sanitarias.
  • Las clases acomodadas, la burguesía en su momento, abandonaba las ciudades. En la última pandemia de cólera de 1885 en España las fuerzas del orden dificultaron las salidas de las clases populares de sus barrios. (Equivalencia con los confinamientos por zonas de centros de salud intentados durante la segunda ola de la COVID por ejemplo en Madrid).
  • Proliferación de actos religiosos: misas, Te Deum.Desde la Antigüedad la enfermedad se entendió como un castigo divino. Y así hasta fechas relativamente recientes, siguiendo los ejemplos proporcionados por la Ilíada o Los Salmos Bíblicos. Consecuencia de este pensamiento fue buscar amparo e intermediación con la Virgen María y determinados santos de especiales capacidades según los relatos hagiográficos. Por ejemplo San Esteban o los Ángeles Custodios. Actos religiosos por los fallecidos. Actos de Estado.( España COVID 19)
  • Caída de la esperanza de vida. España en 1916 tenía una esperanza de vida media de 44 años. Tras la pandemia de 1918-20 bajó a los 30 años (Borja de Riquer Antón “ Pandemias y responsabilidades políticas”.)
  • Cadáveres en plazas y calles (imágenes recientes con la COVID en Guayaquil, imágenes de fosas comunes de diversas ciudades sudamericanas, Nueva York, fake new de Madrid de la Gran Vía)
  • Funerarias desbordadas, (Madrid: traslados de féretros a Burgos para la cremación, habilitación del Palacio de Hielo como morgue, retrasos inhumanos en los funerales con la COVID 19).
  • A lo largo de la Historia se repite una y otra vez la separación física de familias: hijos que voluntariamente, por miedo, no ven a sus padres, nietos que no ven a sus abuelos. Con la COVID, y por primera vez, son las autoridades las que “recomiendan” no realizar las visitas.
  • Bulos: Parece que con el desarrollo de las redes sociales, el auge de los mass media polarizados, las fake news son producto de la sociedad actual. Llegó la COVID a nuestro país y determinados sectores políticos vinculados a las derechas poco o nada democráticas españolas, bombardearon como el origen de la extensión de la pandemia la manifestación del 8 de marzo de 2020, imitando sin saberlo, suponemos, a Iehan Platina (1421-1481) quien culpó al Jubileo en Roma de la Peste en Italia durante los dos años que duró.
  • Directrices políticas aparentemente tardías, no garantistas, informaciones gubernamentales que no inspiraban confianza,  sino incredulidad, vaivenes en las medidas políticas.  Sirva otro ejemplo: el Gobierno quiere implantar una Dictadura: expresiones generalizadas en la prensa española con motivo de la gripe de 1918 (“La epidemia de gripe de 1918 y los profesionales de la Enfermería. Análisis a través de la prensa española” Almudéver Campo, L. Universidad de Valencia, 2016.) En la actualidad, repetimos! Asistimos con motivo de la actual pandemia a un apedreamiento del Gobierno de España desde el primer minuto por una “criminal” oposición, apoyada por sus incondicionales medios de comunicación y sus apoyos sociales en las redes sociales.
  • Aparición de las ligas Anti Mask en EEUU a raíz de la Gripe de 1918 junto a movimientos negacionistas de las pandemias ya desde mediados del siglo XIX.
  • Actitudes de intolerancia en la búsqueda de responsables:

En el siglo XIV contra los judíos y los viajeros, peregrinos. Con el VIH contra los homosexuales, con el Ébola y el SARS contra los emigrantes, con la COVID 19 agresiones a chinos en Europa, Trump hablaba del virus chino, también agresiones o rechazo a europeos o africanos en China.

En España se culpa a los gitanos, a los madrileños (en vez de a la pésima gestión del Sr. Martínez Almeida y de la Sra. Ayuso), se apedrea a un autobús de ancianos que los traslada de una residencia a otra por contagios en la de origen, en La Línea de la Concepción, se producen rechazos de sanitarios por sus vecinos (en muchas ciudades españolas durante las pandemias de Peste se tapiaban las casas de los convecinos enfermos condenándoles a una muerte del todo segura.)

Responsabilizamos también a nuestros convecinos. Ciertamente vemos con nuestros ojos actitudes irresponsables fruto de la falta de información adecuada, del cansancio, del “carpe diem” no reflexionado, de una cultura cortoplacista, de satisfacción inmediata de lo material y descuido de lo inmaterial. Sin duda también de una falta de solidaridad y empatía que todo lo anterior lleva aparejado.

Albert Camus, en “La Peste” nos enseñó mucho. Quizás nos puso cara al espejo viéndo que en situaciones de crisis, sale a la luz lo peor de la sociedad: insolidaridad, egoísmo, inmadurez, irracionalidad. Pero también emergen los mejores. Y son muchos.

Conclusiones

Hoy también construimos el relato del Coronavirus. Se cumplirá un año en marzo, desde que esta pandemia trastocó nuestras vidas. La catástrofe ha sido desde entonces la línea conductora del día a día. Una línea conductora que los mass media están dirigiendo magníficamente, con el miedo como mástil de proa y alguna migaja formativa como disimulo.

Seamos benévolos pues con ello, quizás, entendamos una parte de ese comportamiento y podamos vivir con más calma esta etapa incierta. La base de nuestra cultura es la cultura clásica. Desde entonces, con ella, la introducción de lo catastrófico se realizó a través de relatos que recogían los miedos, los terrores que provocaban cualquier “incidente” social. Lo desconocido, las enfermedades que amenazaban a los grupos humanos descontroladamente, las guerras, la muerte,  construyeron un modo de pensar, de entender que han llegado hasta nuestros días.

Nuestra prosa ha cambiado, no podía ser de otra manera, pero no la forma de interpretar y comprender los sucesos que nos sobrepasan. Todo ello imbuido de una cultura cristiana y en el caso español, por ceñirnos más, la católica.  Imprescindible Delumeau, J. “El miedo en Occidente”.

Las ideas que se van formando proceden pues tanto de las terribles experiencias que vamos viviendo como del imaginario que nuestras mentes crean con la avalancha informativa, debates de boquirrotos, bulos, etc. Nuestra imaginación juega un gran papel también en nuestras percepciones y si no somos conscientes de que aquella es más subjetiva que real, que es más una interpretación que una realidad, el terror, la angustia, el cóctel perfecto, en definitiva, lo tenemos servido.

En ese imaginario, nuestros sesgos cognitivos (cómo vemos el mundo en que vivimos) influyen en la interpretación de la realidad. Pensemos en como Petrarca,  Boccaccio o Schedel vieron la Peste, la muerte.

Hemos comparado actuaciones, de manera muy general, entre las pandemias y el SARS COV 2. La Peste, el Cólera, la Viruela, quizás algo menos la Gripe, son diferentes al SARS COV 2. Algo tendrán todas en común, pandemias a parte, modos de gestión y la manera de contarlas nos preguntaremos.

Algo más interno, más allá del superficial análisis realizado, de la sabida globalización, del desarrollo de las comunicaciones, de los inacabables intercambios económicos, de la destrucción de los ecosistemas (no es baladí, analizarlos supondría cientos de artículos). Eso interno es el encontrarnos ante lo desconocido, un desconocido que desmorona la vida tal y como la teníamos concebida, invariable, lineal, “segura” (no generalicemos, ¿verdad?), las democracias tambaleantes, los autoritarismos próximos (las elecciones en Portugal, un ejemplo, este 24 de enero de 2021: revalida Rebelo de Sousa  pero la ultraderecha, el partido Chega, se posiciona en tercer lugar no tan lejano en votos de los socialdemócratas en segundo lugar. Vayamos tomando nota)

El relato en definitiva se está construyendo, sobre realidades vividas filtradas por el tamiz de la mentalidad de nuestra época y  de la cultura heredada. Pasado un tiempo, las generaciones venideras fijarán otro relato. Y esto en toda Europa.

“Domine beate Sebastiane magna et fides tua intercede pro nobis ad benedictus Iesus Xristus ut a peste sive morbo epidemie liberemur et triumphet” Breviario Maioricense, folio XXIII del Santoral.

Para y por todo ello, a ti lector no te hace falta el consejo, dieta informativa, buenas y grandes lecturas de Ciencias Humanas, y formación suficiente en buenas fuentes científicas.

Bibliografía

-Cipolla , C.M. “ Contra un enemigo mortal e invisible”. Ed. Crítica, 1993.

-Davis, K.C. “More deadly than war: the hidden History of the Spanish Flu and the First World War”. New York Times. 2018. Se puede descargar en PDF/ ebook.

-Harper, K. “El fatal destino de Roma: cambio climático y enfermedad en el fin de un Imperio”. Ed. Crítica, 2019.

-Macip, S. “Las grandes epidemias modernas”. Ed. Destino, 2010.

-Ruffié Sournia, J. “Les épidémies dans l’Histoire de l’homme, de la Peste au SIDA”. Ed. Flammarion, 1989.

-Spinney, L. “ 1918: La epidemia que cambió el mundo”. Ed. Crítica, 2018.

[1] Ver referencias bibliográficas a pie del artículo.

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