«Renovables SÍ, pero NO así»

La transición energética se fundamenta en el actual Cambio Climático, fruto de las emisiones desaforadas de Gases de Efecto Invernadero, debidas al aumento exponencial de gasto de energía asociado al crecimiento económico. Eso son hechos probados por la ciencia, innegables y contrastables, no debemos perder la perspectiva de qué motiva esta necesaria transición.

El furor con el que se están promoviendo los macroproyectos tanto eólicos, como fotovoltaicos requiere una profunda reflexión, un análisis serio desde los actores sociales y políticos, ante la evidencia de que se está (de nuevo) promoviendo el crecimiento por otras vías, cuando precisamente ese crecimiento es la fuente de los problemas, como (una vez más) queda evidenciado desde el empirismo científico, el cuál deja de manifiesto que el crecimiento económico es insostenible(1)

La demanda eléctrica española está cubierta con las infraestructuras vigentes, la transición debe desarrollarse como un proceso de sustitución de las formas de generación con más emisiones, y no una forma de aumentar nuestra capacidad de generación.

Los últimos años se ha aumentado la generación de Solar y Eólica, sin embargo, la producción basada en Gas se ha mantenido inalterable, mientras se ha reducido la del carbón en mucha menor medida que el aumento de renovables,…, esto no es sustitución, esto vuelve a ser crecimiento…

Redoblar esfuerzos en aumentar en exceso las formas de generación fotovoltaicas y eólicas es un error, puesto que el punto débil de nuestra tecnología está, primero en las emisiones, pero después en la intermitencia, y nada hay más intermitente que estas formas renovables de generación.

Todos los esfuerzos deberían estar volcándose, primero en encontrar alternativas a las formas de generación que sirven de respaldo a la nuclear para mantener la estabilidad de la red, las de ciclo combinado de gas y carbón (grandes emisoras de CO2). La intermitencia inherente de las formas fotovoltaicas y eólicas hace que no sean especialmente útiles como formas de respaldo a la nuclear, cuyo funcionamiento es estable y bajo en emisiones de CO2 (téngase en cuenta que la nuclear, al igual que las renovables, es baja en emisiones siempre que no se tenga en cuenta los procesos de minería y otros necesarios para su funcionamiento, si se tienen en cuenta externalidades, como debería hacerse, la cosa cambia).

Sin embargo, desde el actual gobierno podemos ver cómo implementan herramientas legales para obviar las normativas preexistentes, incluso eludir la decisión democrática desde los plenos de los ayuntamientos, con el único fin de «agilizar» créditos extraordinarios a cargo del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, como el Real Decreto-ley 6/2022, de 29 de marzo:

Ahora vienen las prisas, pero ni siquiera para tomar medidas valientes y en la línea de las necesidades: arrebatar de las manos de grandes fondos de inversión y oligopolios la capacidad de monetizar y especular con los servicios y devolverle ese poder al estado y al pueblo (nacionalizar y potenciar el autoconsumo, y no los grandes macroproyectos).

Muchos de los Planes Generales de Ordenamiento Urbano (PGOU) de los municipios españoles ni siquiera contemplan la implementación de este tipo de proyectos, deberían sufrir las modificaciones pertinentes, ya que la Ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases del Régimen Local (LBRL)(2) establece el urbanismo como una de las competencias municipales.

https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1985-5392

Así deberían desaparecer, en primer lugar, las formas de generación asociadas a “quemar cosas” (no hay nada más ineficiente que quemar cosas): gas, carbón, y oye, a mi me gusta incluir “biocombustibles”, seguido de la nuclear, y todo mientras se sustituyen por alguna tecnología (que aún está por desarrollar) en combinación de las actuales renovables (pero tirando más bien por el autoconsumo)

Estos proyectos, además de que no son una solución definitiva, crean amplias zonas de sacrificio, puesto que tienen un impacto muy negativo para la biodiversidad(3), sin contar las externalidades, su mera implementación supone un cambio de uso de suelo, algo que en sí mismo ya conlleva un aumento de emisiones de CO2(4), además del sacrificio de un sumidero de dicho GEI (el propio suelo).

Existen, en España, más más de 500 proyectos fotovoltaicos y más de 200 plantas eólicas en distintas fases de aprobación(5). Esto, está claro, que no va de sustituir formas de generación de altas emisiones por otras mas limpias, ni tampoco que nos quita el sueño la enorme preocupación por el problema que tenemos en ciernes, a mi parecer es una autentica locura, que tiene más que ver con las fiebres especulativas que nos han traído a esta encrucijada, que a una sana intención de transicionar a formas más sensatas (y acordes al medio que nos sostiene) de vivir.


(1) https://eeb.org/library/decoupling-debunked/

(2) https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1985-5392

(3)https://ucm.es/data/cont/media/www/pag-33471/2006_Ecosistemas_2_3.pdf

(4) https://digital.csic.es/handle/10261/171583

(5)https://sede.miteco.gob.es/portal/site/seMITECO/navServicioContenido

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