Un verano para leer 2

Los libros también son para el verano


Leer, leer, leer…qué mejor forma de pasar un buen verano que con un libro. Tanto si se puede salir de casa porque hay reservas y motivación, como si no, los libros son, por sí mismos, un seguro de viaje. Con ellos se camina en el tiempo a épocas lejanas, presentes o futuras. Se entablan conversaciones, que pueden llegar a conectar todas nuestras neuronas y hacerlas brillar como las luces de colores de una noria en plena noche y también nos permiten conocer personajes imperdibles. Algunos son pura magia, y quedan instalados en nuestra memoria como oníricos espacios que se pueden visitar en un parpadeo. Hay veranos memorables que guardo dentro por los libros que leí, que me llevaron mucho más lejos de lo que me permiten todas mis posibilidades.

Montada a lomos de la pluma de Baricco abracé a Hervé Joncour, que “recorrió a caballo dos mil kilómetros de estepa rusa, superó los Urales, entró en Siberia, viajó durante cuarenta días hasta llegar al lago Baikal…” y descubrí con él la ruta de la Seda, en pasajes inolvidables que me han metido en la cabeza que tengo que hacer ese viaje físicamente antes de desaparecer de este mundo.

En otro tiempo, corrían los noventa del pasado siglo, pasé una noche entera con Antonio José Bolívar Proaño, un Viejo que leía novelas de amor dictadas por Luís Sepúlveda. Recuerdo que hacía un calor pringoso, propio de una noche ecuatorial como esa, en la que Proaño me relató que “a los cinco años de estar allí supo que nunca abandonaría aquellos parajes. Dos colmillos secretos se encargaron de transmitirle el mensaje. De los shuar aprendió a desplazarse por la selva pisando con todo el pie, con los ojos y los oídos atentos a todos los murmullos y sin dejar de balancear el machete en ningún momento”.

Últimamente retorno con frecuencia a maravillosos paisajes tocados con la maestría de palabras de poetas, “he vuelto a ver los álamos dorados,/ álamos del camino en la ribera/ del Duero, entre San Polo y San Saturio/ tras las murallas viejas/ de Soria -barbacana/ hacia a Aragón en castellana tierra-./ Estos chopos del río, que acompañan/ con el sonido de sus hojas secas/ el son del agua cuando el viento sopla/. Siempre Don Antonio en mi corazón y en mi memoria, porque estos versos me los recitaba mi padre en las tardes felices de los veranos de mi infancia. Y como escribí por ahí, la infancia es un lugar al que se acude, para no perderse una de sí misma.

Gracias a los libros también se conocen personas que se instalan para siempre en el corazón, con las que se puede incluso llegar a dialogar, como me pasa con Nino y con el Portugués, los fabulosos protagonistas de El lector de Julio Verne, para mí la mejor novela de Almudena Grandes, con los que de vez en cuando me pongo a charlar o me doy un refrescante baño en su río de la sierra de Jaén en lo más tórrido del verano sin moverme de cualquier hamaca, tumbona, silla o toalla de playa si es que hay suerte y he podido abandonar el sofá de mi casa.

Como se avecina un verano incierto, con la gasolina disparada, igual poniendo el ventilador, con una buena jarra de cerveza fría -tal como hará seguro José Luis Garrot, quien me ha liado en esto de las recomendaciones de lecturas veraniegas- y bien acomodadas, a viajar con buenas lecturas se ha dicho. Ahí van mis recomendaciones:

El Evangelio según María Magdalena. Cristinas Fallarás, Penguin Random House, Barcelona, 2021.

“Yo María, hija de Magdala, llamada la Magdalena, he llegado a esa edad en la que ya no temo el pudor que nunca tuve. Yo María Magdalena, aún conservo sin merma la furia que me enfrentó y me enfrenta a la idiotez, a la violencia y al hierro que imponen los hombres sobre los hombres y contra las mujeres (…). Yo conocí al Nazareno. Fui la única que jamás se separó de su lado. Jamás. No es vanidad”. Cristina Fallarás, Zaragoza, 1968, es una de mis autoras favoritas. Siempre la leo en prensa, por su estilo decidido y sin concesiones, por sus denuncias de esta realidad aterradora, por su forma de señalar lo que no está bien, siempre la leo. En literatura también. Su Honrarás a tu padre y a tu madre me conmovió, es un libro que se me ha quedado dentro. Con El Evangelio me ha pasado igual, lo tengo dentro y me habla. Qué decir de este libro. Es un tratado feminista sobre la historia de Jesús de Nazaret, un revolucionario de su época que decidió darlo todo, también la vida, para cambiar las cosas…y para trascender. Fallarás habla desde las tripas de María de Magdala, desde su repulsa a la guerra, al poder, a la propiedad de los ricos, de los mercaderes, de los poderosos de su época…en realidad habla de todas las mujeres de cualquier época, que nos enfrentamos al poder cada día para asegurar las cosas de comer y de seres revolucionarios que deciden llegar hasta el final, aunque ese final sea el fin y lo vean, los sepan, y aún así decidan seguir. La diferencia entre ellas, entre las Magdalas y ellos, los Nazarenos, es que ellas se suelen decidir primero y ante todo por la vida, aguantan la vida, con lo que venga. Cuando caen los héroes, se levantan las mujeres, mi abuela lo tenía clarísimo, siempre la vida.

Magdalena dice: “no existe sobre esta tierra arma más poderosa que un pensamiento contrario al poder, a la injusticia”. (…) “No podían permitir que siglos de represión y siembra de barbarie terminaran de un plumazo. Era tal la fuerza que sentíamos, alimentábamos, contagiábamos, que emprendimos aquella locura de peces y panes sin dudar ni un instante de que tendría éxito”. Esta frase la podría perfectamente haber dicho Alexandra Kollontai unos cuantos siglos después, unas cuantas revoluciones después.

María de Magdala decide acompañar al Nazareno y vivir para contarlo: “Yo ya he optado sin reservas por lanzar un relato al futuro de la misma forma que otros lanzan una estirpe” y dice de él: “Los sacerdotes del templo habían decidido asesinar al Nazareno y nada les detendría, mucho menos el propio condenado, idiota resuelto a entregar la vida para engendrar un mensaje que trascendiera”. Y sentencia: “No resulta fácil aceptar que, ante la muerte, desaparece eso que llaman discípulos, leales seguidores, y solo quedan las mujeres”.

Este libro es una reflexión muy valiosa, a flor de carne, sobre aquella revolución del Nazareno y sobre cualquiera de las que emprendamos. Cuando lo leí, vi paralelismos con momentos políticos actuales, era como si Fallarás los gritara desde sus palabras sin concesiones. Observad y no aflojéis. Si amáis la literatura…y la política, no dejéis de leer El evangelio según María Magdalena.

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El orden del día. Éric Vuillard, Tusquets Editores, Barcelona 2020

El 20 de febrero de 1933 tuvo lugar una reunión secreta en el Reichstag. Se reunieron “24 gabanes de color negro, marrón o coñac (…). Las sombras penetraron en el gran vestíbulo del palacio del presidente del Parlamento; pero muy pronto no habrá ya Parlamento, no habrá ya presidente y, dentro de unos años, no habrá ni siquiera edificio del Parlamento, tan solo un amasijo de escombros humeantes”.

El grupo de gabanes sombríos en la reunión secreta del Reichstag, que no figuraba en el orden del día, tenía nombres y apellidos. Sus portadores fueron presagio y preludio de una masa ingente de muerte, una muerte espesa y negra que asoló Europa y el mundo durante la Segunda Guerra Mundial. De eso va este fabuloso libro de Vuillard, escritor y cineasta francés que recibió el Premio Goncourt por este libro que está a caballo entre la novela histórica y el ensayo político y que narra en memorables escenas, casi cinematográficas, los entresijos del ascenso de Hitler al poder.

Los portadores de los elegantes gabanes eran los industriales alemanes más importantes del momento, entre los que se hallaban los dueños de Opel, Krupp, Siemens, IG Fabren, Bayer, Telefunken, BASF, Allianz Agfa y Varta, que apoyaron con fondos y divisas, donando ingentes cantidades de dinero a Hitler, para contribuir a crear el nuevo régimen nazi.

El relato en forma de crónica novelada de Vuillard es espeluznante, porque pone ante el espejo del lector la inmoralidad política abrumadora de unos detentadores de capitales, que no dudan en apoyar el nazismo en lo que el autor califica de “momento único en la historia patronal”, y que es un ejemplo histórico de cómo el capital es capaz de aliarse con la misma muerte, si es preciso, para hacer negocio, en un entramado en el que “la corrupción es una carga ineludible en el presupuesto de las grandes empresas; recibe distintos nombres: lobbying, gratificación, financiación de partidos”. Vuillard señala algo que hoy hay que tener muy presente, y que duele e incluso hiere al leerlo, y es que todos estos industriales alemanes “sobrevivirán al régimen y financiarán en el futuro a numerosos partidos a tenor de sus beneficios”.

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Aquí no hemos venido a estudiar. Enric Juliana, Arpa, 2020

“La pasión política es la voluntad de intervenir en los engranajes que te pueden triturar. Adivinar la dirección del viento, olerla. Dudar o decidir. Actuar o esperar. Desistir o resistir. Creer o estudiar. La dificultad de captar los cambios cuando apenas comienzan a manifestarse. Esto pasó en 1946. Esto pasó en 1962. Esto vuelve a pasar ahora”. Con esta nota de autor comienza Enric Juliana Ricart (Badalona, 1957) una extensa, apasionada -y un punto melancólica-, profunda y analítica crónica política novelada de unos acontecimientos históricos que marcarán el eje del debate de las izquierdas en España, de sus entendimientos entre ellas y del entendimiento del propio tiempo político y cómo abordarlo.

La historia comienza en junio de 1947 en las calles de Granada, que están a rebosar para ver pasar a Eva Perón. Un cura de pueblo, el “Cura Pitillo” se salta en cordón y le da a Evita una carta con una petición de clemencia. El hombre para el que esa carta pide clemencia es uno de los protagonistas de un debate ideológico que tuvo lugar en la cárcel de Burgos, llamada la Universidad de Burgos, en 1962. Un debate sobre oportunidad política y estrategia, ejemplo de un dilema de ayer cuyo análisis sirve para entender la política hoy. Ese hombre se llamaba Manuel Moreno Mauricio, de origen andaluz, hijo de pastelero de Vélez-Málaga, obrero de la industria del motor en Badalona, comunista, guerrillero y corredor de fondo.

Me fascina como está escrito este ensayo novelado, con un tono de crónica política periodística, exquisitamente documentada, expresado con una agilidad en el uso del lenguaje que transporta a las lectoras de un hecho a otro, conectando sucesos que van iluminando estancias oscuras de nuestra historia, que toman sentido a medida que avanza la narración. Siempre me ha parecido una delicia leer a Juliana, más allá de que pueda o no compartir alguno de sus análisis, porque tiene esa capacidad de comunicar con eficacia, relacionando hechos que dan todo el sentido a sus tesis.

El debate en Burgos durará dos años, en esa cápsula de tiempo y de espacio que es el penal más duro del franquismo, cual Caverna de Platón. Dos años para discernir entre dos posiciones encontradas, la del vasco Ramón Ormazábal, que predica su “¡aquí no hemos venido a estudiar!” y la de Manuel Moreno Mauricio, recluido desde 1947, que no está de acuerdo. Él piensa que los presos tienen que prepararse intelectualmente para la libertad y defiende una resistencia a largo plazo. Con este debate de telón de fondo, Juliana aprovecha para contextualizar el momento político en España y en el mundo, narrando hechos jugosísimos de los entresijos de la política y las relaciones internacionales que no dejan indiferente. Como, por ejemplo, cuando recoge un pasaje de las memorias de Fernando Claudín en las que narra una reunión de la cúpula del PCE -formada por Pasionaria, Carrillo y Francisco Antón- en el Kremlim en 1948, invitados por Stalin, en la que el mandatario soviético quiere hablar de “la cuestión de por qué los comunistas españoles no trabajaban en las organizaciones franquistas, especialmente en las sindicales. (…) Ustedes organizan guerrillas. Está bien. ¿Pero por qué no trabajan en las organizaciones de masas legales? La experiencia bolchevique prueba que debe hacerse. Lenin nos enseñó que hay que aprovechar las posibilidades legales, por mínimas que sean. Hay que tener paciencia. -Y Stalin repetía: ‘Terpenie, terpenie’-, luego sean fuertes golpeen (…) Pasionaria y carrillo argumentaron que los sindicatos verticales estaban desprestigiados, los obreros los repudiaban, trabajar en ellos era desacreditarse, pero Stalin repetía: ‘Lenin nos ha enseñado…’…”. Unos cuantos años después, bastantes, el PCE por fin decide penetrar los sindicatos verticales, dando origen a las Comisiones Obreras. Más vale tarde que nunca. También decide otras fórmulas de entrismo, como la protagonizada por las mujeres del Movimiento Democrático de Mujeres (MDM) en las asociaciones de Amas de Hogar de la Sección Femenina de Falange. Pero, esta es otra historia.

Como digo, este libro no tiene desperdicio, y en él se explican muchas cosas, que conviene conocer para entender el presente.

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Memoria del frío. Miguel Martínez del Arco, Hoja de Lata, Xixón, 2021

Manuela de Arco fue una puta roja. Miguel Martínez del Arco (Madrid, 1961) escribe, “Hace mucho tiempo. Una mujer pasó diecinueve años en la cárcel. En el franquismo. Con otras muchas. Era mi madre. Mantuvo una relación con un hombre que paso diecinueve años en otra cárcel. Con otros muchos. Era mi padre. Luego ‘salieron’. Y regresaron. A otra cárcel. Con otros. Esta es su historia. No. Claro que no. Esto es solo una exploración. Un vieje. Tras las palabras de unas cartas”. En concreto, 5.463 cartas.

Entre algunas de mis obsesiones se encuentra entender el por qué o los porqués de la brutal represión sobre los vencidos, especialmente sobre las mujeres, que efectuó el franquismo. Las mujeres sufrieron una represión política, social, económica y de género, tal como desgrana muy bien el historiador José Luis Garrot Garrot en su libro La represión franquista sobre la mujer. Guerra civil y pstguerra. Garrot hace análisis con datos históricos para no perderse y para saber, para tener memoria cierta del horror a golpe de dato.

Miguel del Arco hace un ejercicio de memoria desde lo pequeño, desde la individualidad de la vida de represaliada de su madre y de sus compañeras penadas, narrando desde lo emocional hechos que hieren el cuerpo social, y el propio, el de hijo de penada.

Desde la historiografía y desde la novela, hay que seguir contando la historia.

La naturaleza egoísta con usura de la muerte, de la maquinaria ajustada y perfecta de la represión, causando un miedo atroz sobre la población española, ha marcado todas las generaciones posteriores a la guerra con un peso que no somos capaces de aligerar. Leo para entender, para aclarar mi cabeza, para obtener respuestas sobre la crueldad, sobre el origen del mal, que en España se dibuja como un reaccionarismo atávico propio del capitalismo rentista, ligado a la Iglesia, tan fascista, tan macho blanco misógino y tradicionalista, un mal social que carcome nuestra tierra aun hoy.

Memoria del frío es un recordatorio, sensible, humano, real. La narración de hechos que nunca debieron producirse. Escarnios a mujeres cuyo delito fue pensar, querer ser libres, autónomas, propias, no dependientes, opinantes, deseantes…mujeres diversas y alegres, mujeres modernas de su tiempo, lectoras, audaces, políticas, trabajadoras, estudiantes…las quitaron todo… o lo intentaron. Las marcaron, y marcándolas a ellas nos marcaron a las restantes generaciones, que aun hoy peleamos para desentrañar la profundidad del mal, estudiando capas y capas de memoria, nuestra memoria, la de todas, la de todos. Sin leer cada página de nuestra memoria es difícil entender, saber, conjurar, frenar de nuevo a los monstruos.

El libro de Miguel podría ser una distopía, como El cuento de la criada de Margaret Atwood, pero no lo es. Es la pura realidad de miles de mujeres en España, que movieron sus cuerpos de cárcel en cárcel, si haber cometido ningún delito. Porque todos los delitos los cometieron ellos. Y lo taparon con barbarie y con silencio. Este libro es un aviso. No podemos bajar la guardia ni un segundo, el mal no descansa, el mal acecha. Se lee del tirón, a veces con un hueco negro en la garganta, que hay que tragar y seguir, porque hay que saber y ser conscientes. Es mejor saber… y ser conscientes.

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Termino este hilo de recomendaciones de lectura con un cómic. Porque desde mi preadolescencia no hay verano que se precie sin buenos cómics, ¿verdad señor Barrios? Cuántas tardes de calor veraniego soportamos tú y yo entrando y saliendo de El garaje hermético, de Moebius. De tu mano padre, de adentré también en la Feria de los inmortales, esa distopía extraña de Bilal, que aún me come la cabeza. Y por supuesto fuiste tú, quien me presentó a Corto Maltés, cuando Pratt susurraba su Balada del mar salado, ¿quién si no? Tardé cero coma viñetas en enamorarme para siempre, sin medida y sin remedio, de ese marino elegante y misterioso. Sigo navegando con él en navíos de tinta y tiempo. Gracias padre, eso que me llevo.

Pues allá vamos, este también puede ser un verano de cómics.

Contrapaso. Los hijos de los otros. Teresa Valero. Norma Editorial, Barcelona, 2021.

Gacetilleros de sucesos en la España negra de los años cincuenta. Contrapaso es novela negra construída viñeta a viñeta, es también un eficaz retrato social de época y memoria de un Madrid oscuro, reprimido, censurado, recorrido por dos periodistas que no se gustan, es más, son antagónicos, que buscan la verdad sobre asesinatos espeluznantes de mujeres, aunque no puedan nunca llega a publicar sus pesquisas. Ambos tienen que contar con la inestimable ayuda de una dibujante muy intrépida.

Esta novela gráfica de Teresa Valero se lee sin descansar, como quien ve una película de cine negro, sin apartar los ojos de cada fotograma, en este caso de cada viñeta, porque no puedes permitirte ningún despiste por nimio que sea. Ánimo, a leer, a disfrutar, a entender. Ah, y no os comáis las uñas, entrar en cada una de las viñetas y recorrerla con ojos de detective. Madrid está ahí.

Carmen Barrios Corredera, 25 de junio de 2022.

Carmen Barrios Corredera
Carmen Barrios Corredera
Comenzó en Mundo Obrero en los 80, de allí saltó de medio en medio, de gabinetes de comunicación a revistas y viceversa, hasta que llegó a la revista Temas. Ha recibido varios premios de literatura y de fotografía, y realizado diversas exposiciones de fotografía en la Fundación Antonio Gala de Córdoba y el Ateneo de Madrid, entre otros lugares. Ha publicado libros de poemas y fotografías con el epígrafe Espacios Comunes. Ha dirigido el documental "Por mí y por todas mis compañeras, mujeres en lucha", que ganó la II edición de las becas Residencia Artística UNED. Es autora del libro de relatos "De palabras como lenguas en tu boca" (2019), pero si algo la ha colocado en la primera plana de la narrativa es sin duda su saga de «Rojas»: "Rojas. Relatos de mujeres luchadoras" (2016), "Rojas, violetas y espartanas" (2018) y "Rojas y trabajadoras" (2021).

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