El oro azul

Cada vez queda más patente la urgencia de medidas radicales para afrontar las Crisis Climática y Energética (de hecho ya llegamos décadas tarde). Medidas que se encuentran en las antípodas de la dirección hacia la que nos lleva la endiablada inercia del voraz e insaciable sistema capitalista. No sirve con llenar los campos de paneles fotovoltaicos, no, tampoco con sustituir el parque móvil mundial con coches eléctricos (eso es mas bien un suicidio ecológico), ni hacerle la acupuntura a la tierra emergida con molinos aerogeneradores, o las promesas del hidrógeno verde, que no son más que mitología tecnológica, por ahora.

Por supuesto, sin un fuerte decrecimiento (una honda crisis económica inducida, igual que un coma a un paciente muy grave), estas medidas no nos llevarían más que a ahondar los problemas.

Uno de estos problemas, que tendremos que afrontar en el medio plazo, y del que no se habla tanto (pero está estrechamente relacionada con la climática), es la crisis del agua.

En las regiones mas ricas del planeta hacemos un uso infantil de este recurso, inconscientes de que, después del hoy, vendrá el mañana. Lo malgastamos por puro divertimento de minorías (piscinas, campos de golf, mega centros comerciales absurdos…).

Para ponernos en contexto, empecemos por definir de qué recurso estamos hablando: la hidrosfera está compuesta por los mares y océanos (97% es agua salada), los casquetes polares son apenas el 2,2% del agua dulce del planeta, reduciéndose en favor del 97% anterior debido al Cambio Climático. Por último está el agua potable, del 3% del agua dulce, el 0,3% sería agua superficial (ríos, lagos y pantanos).

El continuo aumento de demanda de este recurso esencial tan preciado, junto con los cambios en el clima que ya estamos sufriendo, hacen que nos asomemos a un futuro donde el agua potable será un bien muy escaso (en algunas regiones ya lo es, y ahí deberíamos estar mirando).

Las fuentes renovables de agua potable llevan unos cuantos años reduciendo su capacidad, y no parece que esta tendencia vaya a cambiar. Para variar, y como algo novedoso, deberíamos hacer un ejercicio colectivo e individual de responsabilidad.

Esto ocurre por el aumento de la demanda del agua, pero también por la reducción de las precipitaciones y nevadas en algunas regiones, así como el aumento de las temperaturas en las mismas. Por ejemplo, en España, AEMET pone el punto focal de los efectos del Cambio Climático no tanto el descenso de las precipitaciones como en el aumento de las temperaturas.

Es de sentido común pensar que estos incrementos de temperatura aumentarán la evotranspiración, esto a su vez provocará un aumento de la demanda de agua en los cultivos. En España, más de dos terceras partes de la península son zonas de alto riesgo por desertificación (incendios forestales, agricultura, ganadería,…), proceso que aumenta la escorrentía, que retroalimenta y acelera a su vez los de desertización.

Fuente AEMET

Siendo como somos un país potencialmente muy vulnerable a la escasez del líquido elemento deberíamos concienciarnos de un especial cuidado a las reservas de agua.

En nuestro caso, el 71% del agua de abastecimiento lo consumen los hogares, el 10% es para usos industriales, 9% en usos municipales, 4% en usos turísticos y recreativos, solo un 0.7% en agricultura y ganadería (fuente: datos de distribución de agua registrada del INE). Por tanto, a nivel individual, desde nuestras casas, tenemos una importante responsabilidad en el cuidado del agua.

Desde lo público también tenemos los deberes pendientes, tanto por fiscalizar el uso del agua que hace lo privado, o cosas como la buena gestión de parques y jardines. También la mejora en la reutilización de las aguas residuales tratadas, puesto que, de los 13 millones de metros cúbicos/día tratados, tan solo se reutilizan 1.5 millones m3/día (solo un 11%).

Es especialmente lamentable el pésimo control y mantenimiento en las líneas de distribución: según el Instituto Nacional de Estadística, 1 de cada 6 litros del agua conducida en las redes de distribución se desperdicia por pérdidas reales en las conducciones de abastecimiento.

Fuente INE
Fuente INE

Merece una mención especial las promesas del Hidrógeno verde, algo utópico a fecha de hoy, utópico y peligroso en el contexto del cuidado del agua. La obtención de hidrógeno a partir del agua dulce consumiría cantidades inasumibles del líquido elemento. Siempre queda obtenerlo a partir de hidrocarburos (contaminante al fin y al cabo) o de agua de mar, pero entonces tampoco será muy «verde» que digamos, puesto que el proceso cloroalcalino para separar el hidrógeno, también genera cloro y sosa caústica, algo poco limpio, creo yo.

Por último y no menos importante, es esencial no olvidar a los parásitos/especuladores, cuyas costumbres nos han traído hasta aquí, mientras no se cierren los edificios de la bolsa, se prohíban y persigan a los «inversores» y la especulación, blindar el agua como un derecho humano fundamental se hace urgente, puesto que los grandes capitales llevan años amenazando, dispuestos a parasitar tan preciado tesoro, incluso la FAO (esa organización bolchevique…), alerta del peligro de los mercados.

Tenemos mucho trabajo por hacer y urgente, estas crisis nos pisan los talones, algunas voces desde el ámbito científico afirman que hemos rebasado el punto de no retorno, y que el daño está hecho. Ahora depende de nuestro tiempo de reacción, el que este daño sea mayor o menor (e insisto, estar prevenidos contra quien nos quiere vender humo). Mucho está en juego, espero que sepamos reaccionar a tiempo y educar a la próxima generación como seres lo bastante racionales para pedirnos explicaciones por nuestra responsabilidad en su presente (nuestro futuro).

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