Este libro nos relata una serie de historias entrelazadas con un personaje central en común, Santiago Zavala, hijo de una rica familia peruana que entre la rebeldía y el nihilismo describirá una trayectoria vital cuanto menos curiosa. A través de esta obra podemos sumergirnos en el Perú gobernado por el autócrata Odría, tratando temas como el racismo, la prostitución, el clasismo, la corrupción, el periodismo… pero todos de forma anecdótica y superficial, sin moralismos baratos. Una obra de un hondo realismo (sin historias de fantasmas que rompan el relato), en momentos cruda y en otros más dulce.
A través de esta novela Varas Llosa trata de mostrarnos la vida de su país en los instantes en los que aún no se “jodiera” definitivamente, tal como afirma el protagonista (en el que se podría encontrar ciertas trazas autobiográficas).
Uno de los temas centrales de la primera parte de la obra será el que recuerda el flirteo del joven Llosa con grupúsculos izquierdistas. Ciertamente se nos da una imagen bastante verídica de lo que debía ser la militancia “política” en estos años, con personas de las clases medias y altas en partidos que decían representar a la izquierda pero que se encontraba tan alejado del movimiento obrero como Plutón del Sol.
Esto, a raíz de la eclosión posterior al mayo del 68, sería el que Clouscard denominará “ideología del deseo”, los cimientos del posterior “neofascismo” que abalará a la revolución conservadora. De este modo el joven protagonista entrará en la “militancia” por amor, pero no a una causa revolucionaria, si no de una hermosa joven que conoce en la facultad de San Marcos.
Tiene gran valor que el autor se decida a relatar este curioso episodio de su vida de modo novelado, ya que lo hace sin prejuicios y sin caer en la idealización vana de la juventud. De este modo describirá la resolución de su situación amorosa, pero para descubrir esto ya os tendréis que internar en la lectura de la obra.
Al mismo tiempo se relata el funcionamiento interno del régimen autoritario de Manuel A. Odría (1948-1956), y su “revolución restauradora”, que estaría coronada con el lema “Salud, Educación y Trabajo”. Pero el autor no entra en la caracterización ideológica del régimen, si no que describe los mecanismos internos del mismo: las diferentes facciones dentro del poder, la corrupción y el clientelismo, la importancia del ejército, etc.
El fracaso del régimen, abandonado por ciertos sectores derechistas que antes lo apoyaban, es muy significativo para entender este tipo de fenómenos, ya que como dice Cayo Bermúdez al padre del protagonista, la dictadura hizo la labor de escoba, “limpiaron” el país y sacaron la basura, por lo que al cumplir su función ya dejaron de tener utilidad.
Un libro para iniciados, ya que la narración no sigue una línea cronológica, dando continuamente saltos espaciotemporales, además de que la mezcla de diferentes diálogos al mismo tiempo puede resultar algo caótica, pero en el fondo el propio título del libro ya nos indica de lo que se trata: una conversación en La Catedral.
De este modo lo más interesante no se sitúa en el final de la obra, si no en los detalles cronísticos, de gran interés para cualquiera que le interese la historia contemporánea del Perú y de América Latina. A pesar de esto el autor consigue mantener la tensión narrativa hasta el final, manteniendo el interés de un modo continuo y no cayendo en el recurso fácil de la exageración o la vulgaridad.
Quizás uno de los pocos peros que se le puede poner a la obra es su ausencia en el relato de la clase trabajadora, ya que el autor alude abordarla con tal (algo que cuadra bastante con su ideología y su preferencia por un neorrealismo torticero) y cuando pretende hacerlo suele recurrir a la figura del trabajador que sueña con ser futuro empresario, o al simple recurso del lumpen idealizado.