¿Y si pasamos de ellos?

Las últimas semanas desde la formación del nuevo gobierno están siendo especialmente intensas, aunque no precisamente porque haya pasado algún acontecimiento especial. Con un gobierno de coalición, el primero desde la etapa democrática de la II República, que está asentándose y poniéndose al día, parecería que nuestro país debería estar en un momento tranquilo a la espera de las primeras acciones del ejecutivo.

Pero no, desde hace semanas vemos atónitos como mensajes, discursos y propuestas ridículas, cavernícolas y típicas de mentes poco “formadas” invaden telediarios, tertulias, redes sociales, prensa, etc.

Al son de un partido/os ultra en todo, nos vemos envueltos en discusiones grotescas, dándole la categoría de opiniones discutibles o respetables a auténticas estupideces lejos, muy lejos, de los temas que son realmente urgentes y necesarios, como son la crisis climática, la igualdad de género y las terribles desigualdades económicas que se acentúan día a día en nuestro país y planeta.

No es que sean tontos, aunque lo parezcan, es que simplemente no quieren cambiar un modelo anacrónico en el que se sienten muy a gusto, un mundo de ricachones evasores de impuestos y criados dóciles que gastan su tiempo y poco dinero en casas de apuestas, alabando la caza y la grandeza de España mientras llevas en bicicleta una ensalada por 5€ a otro criado en un día invernal.

En un mes los aliados de Trump, Bolsonaro, Orban, Salvini, Le Pen, etc… (que parece que ya vienen corruptos de casa) junto a los que incompresiblemente les siguen el juego (por mucho que se quieran llamar constitucionalistas) ya han gastado todos los comodines principales: Cataluña, ETA y Venezuela. No creo que dejen a un lado sus temas favoritos, pero necesitan más necedades día a día para apartar a la opinión pública de los temas que mucha gente quiere oír: más sanidad y enseñanza pública de calidad, más servicios sociales, erradicar la violencia de género, que los ricos paguen impuestos, etc. Ellos saben que apostar por lo público y la igualdad real es su ruina, y lucharán como gatos panza arriba.

Por desgracia están teniendo consecuencias graves en algunos temas vitales, como que han aumentado terriblemente los acosos e insultos a inmigrantes y otros colectivos, y ya han empezado algunos padres a negarse a que se den temas “sensibles moralmente” a sus hijos en la escuela (cuando realmente no saben ni de lo que hablan). Y esto es el principio, seremos testigos de actos y discursos sobre Derechos Humanos que hace veinte años ni concebiríamos.

También es verdad que ver estas memeces incesantes une y mantiene en guardia a la izquierda y gente normal con inquietudes, una izquierda que se desmoviliza fácilmente pero que al ver a este pseudofascismo totalmente desbocado parece que reacciona y no se queda en casita viendo series. Sin embargo, no creo que esta sea la mejor manera de mantenernos unidos, el miedo nunca ha sido nuestro elemento transformador, y sí la ilusión de cambiar a un mundo justo. Mejor no caigamos en su trampa de llevarlo a lo emocional, pues la RAZÓN está con nosotros.

Hay que hablar claro y sin complejos, la derecha tradicional española es paleta, inculta (parece mentira tanto colegio privado para nada), inhumana, rancia, viejuna, insolidaria, acrítica, servil, sumisa a los poderosos (en estos casos solo serían los obreros de derechas) o patriotas de pulserita y dinero en paraísos fiscales. Vamos una joyita. Ni de largo parecida a la derecha europea, bien diferenciada de los discursos de sus respectivas ultraderechas, que también las tienen, pero las combaten políticamente creando cordones sanitarios para que sus ideas no salgan de la marginalidad pintoresca.

Pues sí, sin complejos TENEMOS TODA LA SUPERIORIDAD MORAL sobre ellos, entre otras cosas porque rebatirles es muy fácil. Porque sabemos que la alternativa este mundo no es volver a una Edad Media del siglo XXI.

Hemos visto renacer a ETA, torpedear el diálogo con el independentismo catalán, crear un problema inexistente con la formación de los jóvenes en clase, utilizar a Venezuela como arma política de una forma vergonzosa, negar la violencia machista, negar el cambio climáticos, etc.… esta es su maravillosa agenda, y yo no la compro. Nosotros a lo nuestro, pasando de ellos.

Francisco Javier García Martínez
Francisco Javier García Martínezhttps://asambleadigital.es
Licenciado en Historia. Técnico superior en electromedicina. Activista, defensor de los DDHH y la justicia social

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