Las próximas elecciones a la Comunidad de Madrid son sin duda las más transcendentales de esta joven región. En éstas se juega si el trumpismo español se consolida, en ese tándem que ya forman PP-Vox, en una región devastada por un ultraliberalismo que amortiza como nadie la destrucción de los servicios públicos y que querrán exportar a otros lugares, como ya sucede en Murcia.
Este “movimiento” está personalizado en Isabel Diáz Ayuso, un experimento del Sr. M.A. Rodríguez que ha sabido leer muy bien cómo llevarse al huerto a clases sociales variopintas y contradictorias, y en donde se busca con ahínco la desmovilización de las clases populares con más ímpetu incluso que convencer a los suyos (que ya están convencidos por otra parte).
El espectro social que abarca este proyecto neoliberal va desde las rentas más altas hasta el obrero de derechas, pasando por machistas que odian el feminismo porque saben que dinamitan sus privilegios, maltratadores que saben con quién lo tendrán más fácil, borrachos de barra que saben quién les ha mantenido los bares abiertos, gente mayor aterrada con los ocupas; también racistas, homófobos, monárquicos serviles, franquistas, fascistas, empresarios y trabajadores del ocio y hostelería, policías y militares (Ayuso les beca la comida de los niños en el colegio), especuladores, los interesados en la sanidad y educación privada subvencionada o pequeños negocios que dependen de una economía en crecimiento.
En fin, un elenco de miseria intelectual y estercolero moral mezclado con desidia, desesperación por la crisis económica, desinterés por la política o ignorancia, pero que incluyen como mínimo a la mitad de la población. Una auténtica horda de “cuñaos” que se enfrentan al “comunismo” como quien baja a tomarse unas copas. Intolerantes con la diversidad, los vulnerables y la pobreza, pero muy tolerantes con la corrupción y las desigualdades.
Esta es la explicación de que este tenebroso personaje tenga una gran atracción, 26 años de políticas liberales han dejado a una buena parte de la población fuera de cualquier oportunidad de salir adelante. El precio de la vivienda, el abandono de los servicios públicos (sanidad y educación) provocan una desidia tal en estos estratos de población que ni creen que la política les podrá mejorar la vida (o los políticos como dicen ellos), y si lo hacen es para echarse a los brazos del populismo de turno. Y peor todavía, una pérdida total de valores humanos y cuidado de lo común, los cuales son ya casi ridiculizados. Las consecuencias son evidentes, los barrios populares doblan en abstención a los de rentas altas.
A esto le unimos unas campañas mediáticas crueles, falsas y continuas que hacen que mucha gente, como poco, desconfíe de la política. Recordemos como una “abuelita” que fue alcaldesa de Madrid era presentada poco menos que una aberración de los infiernos, cuando su moderación era evidente.
Una característica de esta nueva musa de la derecha rancia, y que copia de su modelo norteamericano, es la alta frecuencia de frases estúpidas, sin sentido ni relación, mensajes ridículos enarbolando “libertades” inventadas con el simple fin de alimentar emocionalmente a ciertos grupos. No es que sea tonta ni tenga dificultades cognitivas, está hecho intencionalmente por una simple razón, quiere que la entiendan las personas a las que va dirigida, y el nivel intelectual acorde. Analicemos un poco a esta gente:
Los ricos. Aquí se unen las viejas clases altas herencia del franquismo (habitualmente rentistas) junto a esos “nuevos ricos” dedicados sobre todo a las finanzas y labores ejecutivas, en un porcentaje muy alto por la gran cantidad de grandes empresas en Madrid. Si algo ha caracterizado históricamente a la derecha española es su escaso interés por la intelectualidad y derechos humanos, siempre fue bruta, integrista y recelosa del conocimiento (a diferencia del resto de Europa). Ayuso les promete que pagarán menos impuestos (todavía) y hacerles sentirse cómodos en una ciudad de «derechas» con los típicos alardes franquistas anticomunistas. Ni qué decir que les tiene a todos en el bote (a repartir con Vox, eso sí).
Las clases medias (trabajadoras). Aquí la cosa está repartida. En la mitad que pesca Ayuso el esteriotipo es una mezcla de fachilla de pulserita y asalariado con la vida medio resuelta. Muy defensores del régimen del 78, que hasta parece que todos iban detrás de los grises. No suelen tener la menor empatía por mejorar la vida de la gente en general (individualismo), y se ven siempre (o aspiran) como una clase superior a la que realmente pertenecen. Pueden pasar del “todos los políticos son iguales” al “viva España” , “putos catalanes” y «mira Venezuela» sin despeinarse, eso sí, son muy “demócratas”. Sus ridículos miedos van desde que piensan que les subirán los impuestos a ellos hasta que les pueden ocupar su casa mientras van a por el pan, por eso apuesta por los que les prometen “mano dura” con los “malos”.
Jubilados. En el lado derecho se caracteriza por recibir información “veraz y objetiva” del programa de AR, Jiménez Losantos o Carlos Herrera. Personas vulnerables y sensibles a cualquier miedo sugerido sin la más mínima sutilidad, llegando incluso a creerse un mundo que no existe. Es un voto de miedo de libro.
Clases populares y obreras. Aunque no son mayoría los que votan derecha sí es un porcentaje alto, y lo que es peor, la abstención dobla al resto. Esto quizás sea lo más desgarrador de todo, gente votando para tener más precariedad, y sus hijos menos futuro y oportunidades. Ya expliqué en otro artículo (El obrero de derechas: víctima o tonto del culo) las causas de esta incomprensible actitud.
Pero las garras del populismo son fuertes y han aprovechado el que sin duda es la gran asignatura pendiente de la izquierda madrileña y su principal error: haber abandonado a la clase obrera y la calle, así como perder el relato democrático e histórico. El intento repugnante de apropiarse de la palabra libertad nos debería hacer pensar ya muy en serio. Se me abren las venas al oír como el fascismo sigue blanqueado y consentido, mientras el comunismo que derrotó a los nazis y participó plenamente en las democracias europeas sea visto ahora como algo diabólico, algo incomprensible en Europa Occidental.
Aunque sin duda el principal frente será evitar el desmantelamiento y privatización de los serviciós públicos, que es realmente lo que buscan para no poder volver a atrás.
Así pues ya solo quedan dos opciones: comunismo o “cuñaos”