No es justicia, es venganza

Ayer Oriol Junqueras decía, desde la prisión, las palabras con las que encabezo este artículo al conocer la sentencia del Tribunal Supremo sobre el asunto conocido como el «procés». Y no tengo por menos que darle toda la razón.

Porque desde el primer momento todo lo relacionado con el juicio por el referéndum de independencia de Cataluña ha sido cualquier cosa menos un proceso justo. Según el diccionario de la R.A.E., sedición es el alzamiento colectivo y violento contra la autoridad, el orden público o la disciplina militar, sin llegar a la gravedad de la rebelión. El mismo tribunal reconoce que no hubo una violencia institucionalizada y por tanto descarta el delito de rebelión, como pedía la fiscalía. Entonces, ¿cómo se entiende que no hubo rebelión institucionalizada para la rebelión y sí para la sedición?

Todo el proceso judicial ha sido una farsa, desde la posición del juez instructor, la de la fiscalía y por la composición del tribunal –con la elección de su presidente a la cabeza-. Un proceso que ha hecho que la vía judicial se entremeta en algo que no debía de haber salido jamás de la vía política.

La misma sentencia reconoce que tanto el referéndum como la declaración unilateral de independencia no era sino una maniobra para poder sentarse a negociar con una cierta fuerza. Es decir, reconoce que en realidad la declaración de independencia (DUI) era una mera postura y no una realidad.

Pero lo que más indigna, con ser indignante la sentencia, es la actitud de determinados personajes, empezando por los líderes políticos franquistas/fascistas del PP, C’s o Vox; o la del propio presidente en funciones, un personaje que no pasará a la historia precisamente por su buen hacer, sino posiblemente por ser un mentiroso compulsivo –entre otras cosas, y ninguna buena-. El Sr. Sánchez ha manifestado que las penas se cumplirán íntegramente. En primer lugar el no es quién para decidir esto –para eso están los jueces-; en segundo lugar, al negar cualquier posibilidad de indulto, se olvida de dos correligionarios suyos –como recordaba Pablo Iglesias– Barrionuevo y Vera, condenados por ejercer el terrorismo de Estado –con muertos de por medio- e indultados. O se olvida de los golpistas –estos sí ejercieron la violencia- del 23F indultados –hace pocos días vimos a Tejero en un acto dar vivas a Franco-.

Es indignante que estas mujeres y hombres que llevan dos años en prisión por intentar ejercer el derecho más democrático que existe, que es la celebración de un referéndum, pasen ni un día más en prisión. Mientras hay personajes que han robado millones y que están en la calle, o que disfrutaban de celdas que más parecían apartamentos de lujo, o que simplemente, por apellidarse de una determinada manera se han ido de rositas. Pero estos no eran catalanes; y ese es el problema.

No soy independentista, como mis asiduos lectores saben, todo lo contrario; pero en estos momentos me solidarizo con cientos de miles de catalanes y me paso por el forro a este país, a los de las banderitas en los balcones, a los patrioteros, y a los analfabetos políticos que sin tener ni idea de que va la cosa se limitan a repetir como si fueran un coro robótico las consignas de sus líderes, al igual que los hooligans alientan a sus equipos.

Y de la actitud de los periodistas hablaré otro día, porque hay para escribir un libro.

José Luis Garrot Garrot
José Luis Garrot Garrothttps://asambleadigital.es
Historiador y arabista. Profesor de la UCM

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