La Radio, un arma de propaganda durante la guerra internacional en España. Parte 3. Principales misiones de la radio durante la guerra

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Fueron varias las misiones que cumplía la radio en ambos lados, veamos las principales:

Sostenimiento de la moral del propio bando, tanto en el frente como en la retaguardia

Las emisoras transmitían dentro y para los grandes núcleos urbanos, a pesar de los continuos cortes periódicos de electricidad y parrilla de programación bastante escasa. Se alternaban algunas noticias del frente, siempre victoriosas, con mucha música folclórica, patrióticos himnos políticos y marchas militares.

La escucha más activa, cooperativa y social, de manera pública, se hacía en bares y cafés, sindicatos, partidos, casinos y locales  equipados con receptores con altavoz. Se seguían las noticias de los distintos  frentes de la guerra en un silencio reverente y sepulcral. En privado, se usaban las radio de piedra de galena sin válvulas, con un auricular de baquelita.

A diferencia de la información escrita (prensa, octavillas, folletos, carteles, libretas y libros) la radio no necesita ni proceso de confección, ni de imprenta, ni de distribución física de ejemplares, y tampoco de un papel cada vez más escaso en ambos bandos. Todo esto le daba un gran valor según avanzaba la guerra y las restricciones.

Paradigmática en la defensa de Madrid fue la vibrante arenga de la Pasionaria del ¡No pasarán!, ya citada, difundida por radio antes de la batalla y que aumentó considerablemente la moral de los defensores.

Otro fenómeno fue el de la “radio fantasma”. Un transmisor que emitía detrás de las líneas enemigas valiosas informaciones para la población afín situada en el «otro lado», sin ningún control ni censura del enemigo y con la intención de intentar mantener su moral y movilización en territorio hostil.  Ser localizada y neutralizada cualquier radio fantasma era prioridad en la retaguardia, y una sentencia de muerte segura si eran apresados los operarios.

También la Guerra Civil fue el nacimiento de la guerra electrónica. Se creaban interferencias sobre los transmisores enemigos y se luchaba por el control de las emisoras y mejores cotas altas para emitir. Para ello se ocupaba la misma frecuencia, y por eso solo se escuchaba el emisor más potente en esa zona, territorio comarcal o provincial.

Propaganda emitida para socavar la moral del enemigo

El gran objetivo militar era poder derrumbar la moral del enemigo para que huyera, desertara o se entregara prisionero.

El ya citado brutal Queipo de Llano, en EAJ-15 Radio Sevilla, inaugura el tratamiento multimedios de la información, al publicar simultáneamente su charla radiofónica en el diario ABC de Sevilla del día siguiente. El perfecto maridaje de la radio y el periódico en la guerra psicológica fue captada rápidamente por este comunicador “nato”.

Franco suprime estas insultantes emisiones en 1938, obligado por el daño internacional que provoca esta verborrea exigiendo todo tipo de excesos, atropellos y tropelías por las tropas fascistas en los frentes nacionales de guerra, eso sí, después de más de 600 emisiones ininterrumpidas.

Otros famosos locutores durante la contienda fueron el alicantino Carlos Palacio, el republicano Barea, el franquista El Tebib Arruma, el legionario José Millán Astray y José María Pemán, también por los sublevados.

Tuvieron un pequeño papel radiofónico algunos pocos sacerdotes no franquistas, religiosos que hacían propaganda antifascista en sus pláticas a favor de la república y los obreros.

Destacaron también de los conocidos portavoces de cada bando: Augusto Fernández Sastre (en la gubernamental Unión Radio Madrid) y Fernando Fernández de Córdoba (insurgente), precisamente fue el soldado locutor que comunica el último y conocido parte de guerra del 1 de abril de 1939.

Muchas veces, deliberadamente, se intercalaban informaciones falsas y rumores insertos en la información, sabiendo que los oyentes contrastaban la información oficial de su bando con la captada en la radio del enemigo.

Esta misma técnica militar de desinformación, denominada “información, basura, información” fue utilizada por la BBC en la Segunda Guerra Mundial.

En muchos ayuntamientos se hizo “requisa” de aparatos en poder de particulares depositándolos en un local municipal vigilado para evitar “escuchas” del enemigo durante la contienda.

Durante muchas batallas ambos lados movilizaban enormes altavoces móviles, con un alcance de más de 10 kilómetros a la redonda, para reproducir a distancia emisiones que pudieran socavar la moral de la tropa enemiga.

Por último, la propaganda por la radio utilizaba testimonios falsos, obtenidos por coerción de los soldados capturados, sobre el excelente trato a los prisioneros, animando a la tropa a la  deserción y pasarse de bando.

Apoyo a la población que quedó detrás de las líneas enemigas

Siempre detrás de las líneas del enemigo sobrevivían simpatizantes de la propia causa. Un caso singular fueron las transmisiones de misas los sábados por la noche por la radio insurgente.

Igualmente singular, en el otro bando, fue la transmisión de emisoras andaluzas republicanas detrás de las líneas nacionalistas, después de la caída de Andalucía occidental en poder de los rebeldes fascistas.

Existían también los espacios para las llamadas de socorro, mensajes solicitando información sobre parientes, mensajes de difusión de órdenes, claves y consignas, etc.

En todo caso escuchar emisiones enemigas o propagar rumores escuchados en las mismas, era severamente sancionado con el máximo rigor en ambos bandos: ejecución inmediata.

Sostener o derrumbar la moral de tropas extranjeras y mercenarias

La presencia de combatientes extranjeros, como los voluntarios de 53 naciones de la Brigadas Internacionales y los mercenarios fascistas, condujo a destinarles emisiones en su lengua materna. Cada bando se dirigía a sus tropas en el bando opuesto, para desmoralizarlas, y a las del propio para motivarlas.

Los extranjeros solían tener sus momentos sobre todo por la noche. Se emitía en sus lenguas incluyendo música y noticias desde su país.

A diferencia de la Primera Gran Guerra, ahora el enemigo también era una voz melodiosa que salía de un altavoz y sobrevolaba las trincheras en plena batalla.

La radio en onda corta hacia y desde el exterior

La EAQ, tanto republicana como nacionalista, destinaba emisiones en onda corta a países extranjeros, para hacer propaganda de sus causas respectivas.

Sin embargo el efecto de estas emisiones por onda corta en la población española era limitadísimo, pues solo muy escasos y caros aparatos tenían esta onda y además había que conocer el idioma extranjero en el que se emitía la programación.

Y sobre la opinión pública extranjera también fue muy limitado, pues las transmisiones eran muy cortas y casi sin audiencia.

Resumiendo, la gran batalla propagandística de la radio se libra dentro de España, en las ondas medias, con transmisiones de baja y media potencia.

La propaganda gráfica

El “cartelismo” español vive su peculiar edad de oro durante la guerra como medio de transmisión de los mensajes. Era sencillo, un lema, un eslogan, una idea. Propaganda para el frente y para la ciudad.

Así, para el republicano Renau, “un cartel debía ser un grito pegado en la pared”. Homenaje al realismo soviético de su época, capaz de mover conciencias y voluntades de masas. Y en el bando franquista, la inspiración vino del totalitarismo fascista anclado en Alemania e Italia. Las dos principales ideologías de la época igualmente enfrentadas en la imagen gráfica.

Al final de la contienda los supervivientes se vieron reconvertidos en dibujantes de tebeos para jóvenes (Capitán Trueno, Hazañas Bélicas), de grandes carteleras de películas de cine, y desarrollo de la propaganda visual en general.

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