La Radio, un arma de propaganda durante la guerra internacional en España. Parte 1: Introducción

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Desde la primera emisión en 1924, EAJ-1 Radio Barcelona, la radio no se populariza en toda España hasta mediada la posguerra. Los españoles descubrirán la radio con la insurrección militar y la guerra

Ramón Serrano Súñer, yerno de Franco y Ministro de Gobernación, se inspira en la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler para elaborar su Ley de Prensa de 1938, cuyo carácter “provisional” de censura previa dura casi 28 años (hasta 1966 con Fraga).

Dice Súñer: “Después de esta guerra, en que la radio ha alcanzado una importancia enorme y donde, sin exagerar, se puede decir que ha ganado batallas, no cabe duda que el Estado del Caudillo dará a la radiodifusión toda la importancia que merece.”

Era una Radio controlada por las autoridades militar, falangista y religiosa; con su soniquete característico al encenderse el dial  y empezar a calentarse las válvulas unos segundos, para las generaciones de aquellos duros años de posguerra.

El marcial cornetín del Parte de noticias del día, y todas las emisoras conectando con Radio Nacional de España.

Contó en antena el locutor Luis del Olmo, con ocasión de celebrarse el 13 de febrero el Día internacional de la Radio, que sus padres no apoyaban su pasión radiofónica juvenil, porque en aquellos años les parecía “una profesión de folclore”.

Y fue folclórico el  fenómeno sociológico de este desarrollo espectacular de la radio en aquella España partida entre el “No pasarán” de Dolores Ibarruri “Pasionaria”, y el “Ya hemos pasao” chotis de Celia Gámez al vencido Madrid de Prieto y don Lenin;  tuvo su origen más popular en la agitación y propaganda guerrera iniciada en la propia contienda militar.

Porque para este estudioso de las ciencias sociales, el único gran Protagonista de la guerra ha sido históricamente el propio hombre: VENCEDOR Y VENCIDO.

Sin embargo hay que poder manipular sus emociones más básicas, como el miedo y la rabia; o más sociales como la solidaridad y la compasión; también sus sentimientos humanitarios.

Y para vencer esos instintos más pacíficos se genera la Propaganda, con mayúscula, en grandes dosis hasta ocasionar adición guerrera.

Es la persuasión de las masas a través de la comunicación radiofónica.

El paradigma fue la versión patria de los encendidos discursos belicistas de Goebbels y Hitler (allí en Radio Berlín), de Mussolini (allá en Radio Roma).

Las arengas de los generales sublevados Queipo de Llano, Mola o el propio Franco (aquí en la España insurgente), tan vibrantes a micrófono abierto, siempre tan tremendas, retumbando como apocalíptico trueno nacional por todos los valles de nuestra maltratada piel de toro.

Y este contenido puramente castrense, de cochambre cuartelera y rancia, tan del gusto del Generalísimo Franco, se mantuvo militarmente hasta su fallecimiento en 1.975.

Algún historiador del medio sitúa el origen del hoy tan famoso y conocido formato de “tertulia radiofónica”, en las primeras greguerías leídas ante la alcachofa de Unión Radio por Ramón Gómez de la Serna, acompañado por López Rubio y Jardiel Poncela, hace más de noventa años.

La derrota de la República por el Fascismo nacional y foráneo, tuvo un efecto desbastador también para el desarrollo de la comunicación radiofónica.

En resumen, la radio fue la imaginación, la fantasía de las clases populares españolas sojuzgadas durante aquellos gélidos años de plomo; por el poder hegemónico de las Fuerzas vivas en los pueblos, del Movimiento nacional en las ciudades.

Nos referimos a la música de Radio Andorra para bailar en las verbenas y las peticiones del oyente; de la audiencia enganchada al sorteo del Gordo, al folletín novelesco, o la pasión del partido de fútbol radiado desde el estadio.

Quizá para muchos también fue el tiempo de escuchar la BBC, Radio París o Radio España Independiente (estación Pirenaica) con el receptor de onda corta camuflado bajo el Sagrado Corazón de Jesús.

En el siguiente capítulo veremos el origen de la radio en España.

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