La situación política que hemos estado sufriendo estos años podríamos describirla como rocambolesca
El Partido Popular, que gobierna desde el año 2012, enfangado de corrupción aumentando la desigualdad, recortando derechos, libertades y cuyo funcionamiento económico describe una sentencia del Tribunal Supremo como más propia de la mafia que de un partido democrático.
Ciudadanos, el «nuevo» partido diseñado como recambio del sistema y que, hasta ahora, sólo ha servido para apuntalar al bipartidismo…. ese partido oportunista que organiza la Plataforma de la España Ciudadana y sólo rema a favor de las élites de este país.
Por otro lado, resulta por lo menos curioso el panorama actual de la izquierda española. Durante el 15M de 2011, muchas pensábamos que el fin del bipartidismo estaba cerca tras organizarnos en asambleas y dándonos un baño de optimismo e ilusión. Pero el PP en las siguientes elecciones volvió a ganar las municipales y autonómicas, IU subió un poco, y poco cambiaron las cosas.
En enero de 2014 un nuevo proyecto político nace, ilusionando a muchísima gente, rompiendo el anquilosamiento de los viejos partidos de izquierda. Miles de personas se organizaron en Círculos, y aunque el protagonismo de Pablo Iglesias parecía excesivo, la gente pensaba que Podemos era el proyecto que realmente iba a hacer cambiar las cosas.
Cuatro años más tarde, las principales ciudades del país están gobernadas por las confluencias del cambio, lo que significó un rayo de esperanza que quedó truncada al no producirse el «asalto a los cielos» en las dos elecciones generales de 2015 y 2016, en parte por la impresionante campaña de todos los poderes fácticos contra Unidos Podemos y también por los errores en la gestión política y de imagen de sus dirigentes.
Es, en este actual panorama incierto, cuando Pedro Sánchez termina presidente por una moción de censura al PP y Rivera vira hacia un patriotismo que nos recuerda demasiado el discurso de José Antonio Primo de Rivera. Ciudadanos que ha sido el único partido que votó al lado de los corruptos ha quedado en evidencia.
Ahora se abre un nuevo panorama, marcado por el intento del PSOE de recuperar su perdido protagonismo político para encabezar un cambio aparente que vuelva a restaurar y barnizar el envoltorio del régimen podrido del 78.
La generación que puso en evidencia las vergüenzas del bipartidismo en el 15M corre el riesgo de verse deslumbrada por una ilusión social ficticia y por un crecimiento económico artificialmente creado, que esconde una nueva burbuja y que deja, además, a amplios sectores de la población, en la exclusión y el precariado. La elección de los ministros lo demuestra, los cargos más importantes relacionados con la economía y el poder económico van a seguir las mismas normas neoliberales que marca la UE. Sin embargo, el aire fresco de gente del siglo XXI frente a la carcoma pepera del siglo XIX puede hacer pensar a mucha gente que ya todo está resuelto con echar a esos carcamales franquistas.
Desde esta revista, que siempre ha luchado por una democracia real para este país, queremos advertir del riesgo de desilusión y retroceso que puede producirse y apostamos por la unidad de las fuerzas comprometidas por el cambio creando dinámicas lo más horizontales posibles, creando sociedad política.
Nos gustaría que se produjera un proceso real de confluencia donde se construyeran espacios amables en los que nadie sobrara, donde no cupieran los vetos ni los personalismos, donde existiera una clara voluntad de unión, de escucharnos de reconocernos en la diversidad y donde se trabajará en la construcción de liderazgos colectivos.
La nueva política debe retomar la idea, quincemayista, de dar más importancia a las decisiones en común y huir de liderazgos unipersonales cuyas decisiones en el ámbito de lo privado pueden perjudicar al movimiento.
Antonio y Ainhoa Granero