Sin duda, el ginebrino Jean-Jaques Rousseau (1712-1778) ha sido uno de los pensadores más influyentes y originales de su época. Nació, vivió y murió en un siglo, el de las luces de la “Ilustración”, que fue una auténtica revolución en el mundo de las ideas, la ciencia y el conocimiento en general
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La relación de Rousseau con los ilustrados de su tiempo fue, como poco, peculiar. No fue indiferente a ninguno de los genios de su época, siendo además el filósofo menos “racional” y más pasional del siglo de la “Razón”. Sin embargo, su influencia se extendió a muchas otras corrientes con sus originales y revolucionarios planteamientos. La mejor forma de entender su pensamiento es a través de sus obras, polémicas como ninguna en su época y que abrieron la mente hacia unos planteamientos nunca antes imaginados.
“Discurso sobre las ciencias y las artes”
En 1750 Rousseau se presenta en la Academia de Dijon, la cual había creado un concurso de ensayos (muy típicos de esa época) con el tema de: ”¿Han sido las ciencias y las artes beneficiosas para la moral de la humanidad?”. Rousseau ganó el concurso con un ensayo pesimista y que sin duda marcó sus posteriores obras e ideas. Criticó duramente las ciencias y artes por haber sido las culpables del abandono por parte del hombre de su “estado natural”.
Planteó esta crítica desde una hipótesis que chocaba frontalmente con el pensamiento imperante de la época, representado por Hobbes y su famosa frase del “hombre es lobo para el hombre”, y con la cual se justificaba que existiera un gran monstruo controlador, “El Leviatán”, un estado todopoderoso, para poder convivir unos con otros. Este planteamiento fue utilizado para que pareciera necesario el sistema político imperante: el poder absoluto del monarca.
Como ya criticó en su anterior discurso, el origen del estado social es la propiedad. Para proteger la propiedad se crean las leyes, y para que éstas se cumplan, aparece la autoridad
Rousseau, a diferencia de Hobbes, no pensaba que el hombre fuera malo por naturaleza, sino todo lo contrario. El hombre es bueno e inocente por naturaleza, lo que le corrompe es la sociedad. El “buen salvaje”, concepto que utilizaba mucho, vivía feliz hasta que aparece el egoísmo, hasta que un buen día aparece el ansia de riqueza, es decir, la propiedad y con ella la sociedad y la injusticia.
“Discurso sobre el origen de la desigualdad en los hombres”
En 1754 vuelve a escribir otro ensayo polémico, una durísima crítica a las instituciones y sociedad del momento como corruptoras del hombre libre y natural. El racionalista Voltaire llegó a decir que le parecía un texto “contra el género humano” y que le “entraban ganas de andar a cuatro patas” cuando lo leyó.
En este discurso, Rousseau analiza el origen de la transición del “estado natural” al «estado social”, un proceso que considera de degeneración.
En 1762 escribe sus dos mejores obras, «El contrato social” y “Emilio”. En ellas establece ya unos planteamientos más maduros de su visión de la civilización
Como ya criticó en su anterior discurso, el origen del estado social es la propiedad. Para proteger la propiedad se crean las leyes, y para que éstas se cumplan, aparece la autoridad. Es así como el hombre pierde su libertad y su bondad natural. La aparición de la propiedad, y su acumulación, hace que aparezcan dos “tipos” de personas: las ricas, con propiedades, y los pobres, sin propiedades.
Al hacerse las leyes para proteger a los ricos = propietarios, los pobres = no propietarios, se convierten en auténticos esclavos de los primeros, con leyes injustas y “no naturales”. Habría que recordar que este análisis es un planteamiento filosófico y no un estudio antropológico o histórico; Rousseau no construye más que una hipótesis, una especie de “sueño” para intentar explicar la realidad.
En 1762 escribe sus dos mejores obras, «El contrato social” y “Emilio”. En ellas establece ya unos planteamientos más maduros de su visión de la civilización, pero no sólo eso, aporta las posibles formas para poder cambiar al mundo y sus individuos. Cree que hay dos soluciones para poder llegar a una nueva sociedad, a través de la educación y de la transformación del orden social, una transformación desde el interior de la sociedad misma y sin violencia.
«El Contrato Social»
Rousseau nos plantea una sociedad en la que volvamos a un estado parecido al que teníamos en nuestro estado natural. Su pensamiento se resume en su célebre frase “el hombre nace libre, pero en todas partes se encuentra encadenado”. Para evitar esto, cree que la mejor forma es crear un pacto social en el que cada uno se une a todos; el contrato se formaliza con la comunidad, un pacto entre la comunidad y el individuo. Este pensamiento se oponía claramente al contrato entre individuos de Hobbes, el liberalismo de Montesquieu, o el contrato bilateral de Locke.
Dentro de esta comunidad se creará una “voluntad general”, distinta a la suma de las voluntades individuales, y que es el fundamento de cualquier poder político. De este poder emana la “soberanía popular”, la cual es indivisible (otra vez en contraposición a los liberales políticos y sus teorías de división de poderes). Pero ¿cómo puede el hombre ser libre y a la vez renunciar a parte de su libertad dentro de la comunidad?. La respuesta se explica con el sometimiento al “interés común”, a la “voluntad general” y a las leyes “morales”.
La moral, concepto muy analizado en este siglo, es entendido por Rousseau como lo “justo”, y lo justo es lo que beneficia al interés común. En ese momento ya no importa ceder parte de nuestra libertad y derechos personales pues la comunidad nos dará parte de la suya. El simple hecho de dudar, en Francia, de la soberanía total del monarca le costó un nuevo exilio, terminando finalmente en Inglaterra con su amigo, el empirista, David Hume.
“Emilio”
Escrita al mismo tiempo que El contrato Social, en el Emilio trata un tema del que casi nunca se había escrito antes: la educación a los niños. Para Rousseau la educación era imprescindible para lograr el “nuevo estado social del hombre”, “un nuevo hombre para una nueva sociedad”, y así evitar que los niños perdieran la inocencia y bondad natural con la que nacen.
Hasta entonces no existía la “Infancia”, es decir, los niños eran tratados como pequeños adultos, no había un trato especial para ellos, siendo por tanto los más marginados de la sociedad. Cualquier niño o niña empezaba a trabajar cuando era capaz físicamente, mientras que los niños acomodados eran obligados a estudiar con el mismo método que los adultos.
En este ensayo vuelve a plantear sus ideales a través de la imaginación, en donde Emilio es un niño, imaginario, al cual le va enseñando un educador o él mismo. Su idea principal, como dijo literalmente, es que “el niño es un ser sustancialmente diferente al adulto, y sujeto a sus propias leyes y evolución; el niño no es ni un animal ni un hombre, es un niño”.
Partiendo de esa base, plantea que la educación debe adecuarse a cada momento de las etapas de crecimiento del niño. Así nunca hay que atribuirle al niño conocimientos que no tiene o razonamientos totalmente incomprensibles para él. La mejor manera para empezar a educar a los niños será hacerles descubrir el mundo exterior a través de sus sentidos, y con ellos practicar la observación y experimentación de forma natural y sin prejuicios, donde además los juegos tienen una gran importancia en este desarrollo.
Lo más importante no es enseñarles, sino estimularles el deseo de aprender. En esta etapa es absurdo intentar explicar el entorno a través de libros o explicaciones, pues son incomprendidas por un niño que todavía no utiliza la razón. El fin de este método sería crear hombres libres de verdad, el primer paso para cambiar el mundo.
A Rousseau no deberíamos tomarle como un “revolucionario”, nunca pasó del plano teórico; sin embargo, sus novedosos planteamientos abrieron muchas mentes para que en el siguiente siglo se pusieran en práctica gran parte de sus ideas. Su influencia fue determinante en la formación de los ideales de los movimientos sociales y políticos revolucionarios que se dieron a finales del XVIII y en el Siglo XIX (Revolución Americana, Francesa, Comuna de París, socialismo, anarquismo, etc..).
Pero no sólo influyó en estos crepúsculos revolucionarios, sino que a partir de sus obras también se empezó a valorar la vida sana en la naturaleza, mal vista hasta entonces, con una nueva forma de ver y respetar el medio ambiente. Y como también hemos explicado con él apareció una nueva forma de tratar el desarrollo intelectual de los niños, que modificó en parte los métodos educativos empleados hasta entonces.
Sin duda un gran pensador.