La protagonista de este artículo es una mujer de la que, por desgracia, tenemos información escasa. Apenas nos ha llegado algún fragmento de la obra de esta poeta, de la que incluso se discute la época en la que vivió.
Corina de Tanagra es una poeta lírica griega del siglo V a.C., originaria de Tanagra, en la ciudad de Beocia. Se dice también que fue discípula de la poeta Mirtis.
El autor Pausanias nos cuenta cómo se había erigido un monumento conmemorativo en Tanagra en honor a Corina, así como la existencia de un retrato en el que aparecería con una cinta ceñida a su cabeza señalando su victoria en alguna competición.
Por otro lado, su datación no es tan clara como hemos reflejado, ya que varía desde finales de la época arcaica hasta época helenística.
Rivalidad con Píndaro
Dependiendo de a que nos atengamos, hay quienes la sitúan en época contemporánea a Píndaro, es decir, finales de la época arcaica, y con quien supuestamente se enfrentaría en un concurso y ganaría. Sí, una mujer, a uno de los grandes poetas líricos de la Grecia antigua. Ya de partida, eso dice mucho de ella.
Es más, es el propio Pausanias el que nos cuenta dicha victoria de Corina sobre Píndaro, aunque claro, el historiador es del S. II d.C. y todo se puede deber a una recreación literaria en la que compara dos grandes iconos de la poesía griega. Plutarco, por su lado, también nos relata como Corina echa en cara a Píndaro la falta de uso o el uso excesivo de mitos en sus composiciones.
En cambio, otras versiones nos transmiten que, en base a los rasgos dialectales del beocio con el que escribía, además de la falta de referencias tempranas a esta autora, en realidad pertenecería a época helenística.
Cabe destacar que, fuera como fuere, las fuentes antiguas no dudaban de la contemporaneidad y la rivalidad entre Corina y Píndaro, sino que el debate sobre la veracidad de esta ha surgido recientemente.
Además, sea cierto o falso, algo podemos sacar en claro de ello, Píndaro era considerado uno de los grandes poetas griegos de la Grecia Antigua, un poeta de renombre al que pocos llegaban a parecerse en talento. No obstante, y es más impresionante teniendo en cuenta la época, a Corina, una mujer de la que nos ha llegado poco más que el nombre y algún fragmento de su obra, era comparada con él, incluso que le superaba, puesto que ya los antiguos pensaban que la poeta había vencido al genio en competiciones.
En la literatura posterior
Además de los ya nombrados, Corina ha influido en diversos autores de época posterior a ella, como en Atípatro de Tesalónica (s. I a.C.), quien llevó a cabo un canon en uno de sus epigramas y donde la incluyó como una de las nueve musas de la lírica antigua, donde situaba, según su criterio, las de mayor calidad.
También se puede ver esta influencia en Ovidio, el que se puede considerar, junto con Virgilio, el poeta latino por excelencia. Ya cuando hablamos de Safo o de Clodia mencionamos una tendencia que tienen algunos poetas latinos a la hora de incluir a sus amadas en sus poemas, como en el caso de Catulo, y es que les cambian el nombre, como es el caso del propio Catulo, que en honor a Safo de Lesbos, llama a Clodia en su poesía Lesbia.
Pues algo parecido pasa en Ovidio, y es que la amada de este poeta en su obra Amores se llama Corina, en honor a esta autora lírica. También este es un tema de controversia, pues se cree que esta supuesta Corina, amante de Ovidio, nunca existió, y que es un recurso que usa el poeta en sus elegías de contenido amoroso. Aún así, el nombre que escoge es el de Corina, y no otro.
Además, no nos tenemos que ir a autores de la Antigüedad para encontrar referencias a Corina como una poeta de gran talento; bastaría con remontarse al Siglo de Oro español, en concreto a Lope de Vega, donde este autor, al que le sobran presentaciones, cita en su poema Laurel de Apolo a Ana de Castro Egas como la “nueva Corina”.
También aparece nombrada en la Suda, enciclopedia bizantina de carácter histórico, donde aparecen otras dos Corinas más y que nos ha transmitido anécdotas.
Reflexión
Aún así, y tras todo lo dicho, es sorprendente ver lo poco que nos ha llegado de ella, y es que tan solo tenemos su nombre, algunas anécdotas, de las cuales se duda su veracidad, así como su datación, con el mismo problema, y escasos fragmentos.
Y es que de aquí podemos deducir una vez más que los privilegiados de la historia en su mayoría son hombres, pues, para bien o para mal, sus nombres nos llegan, aunque solo sea para odiar a tal personaje histórico.
O quizá no sea para odiarlo.
Pero las posibilidades se reducen infinitamente en las mujeres, y Corina es un claro ejemplo de ello. Corina, una poeta a la altura de Píndaro, aún así enormemente perdida.
Mi pregunta es, ¿por qué no al revés? ¿Por qué no “Píndaro, un poeta a la altura de Corina”?
Dicen que la historia la escriben los vencedores, yo digo que no debemos perder de vista que normalmente dentro de los vencedores, la escriben los hombres. Hombres además de una época en la que la mujer era poco más que (miento, igual a) una herramienta. Y es que, probablemente, si Corina hubiera sido hombre, aunque no hubiéramos tenido mucha más información que la que tenemos, se hablaría mucho más de ella.
Así, lo que nos queda es darles voz a todas esas mujeres que como Corina, la historia trató de enterrar, en ocasiones consiguiéndolo, en ocasiones dejado vestigios, pero nunca consiguiendo olvidar del todo.