BATURONE COLOMBO, Manuel; actuó en el frente de Andalucía, como comandante, en 1939 ascendido a coronel, en 1942 a general de brigada, y en 1954 a teniente general. El historiador Francisco Moreno Gómez le califica como el genocida de Palma del Río. Esta población cordobesa fue tomada el 27 de agosto de 1936.
El mismo día en que fue tomado el pueblo se asesinó a 350 personas, lo que representaba casi el 10% de la población; en los meses siguientes se ejecutó a 32 personas más. Palma del Río había intentado resistir a las tropas franquistas, y lo pagó caro. En la plaza del pueblo fueron reunidos los jornaleros y los terratenientes iban señalando los que debían ser ejecutados. Uno de estos fue Félix Moreno Ardanuy que iba gritando ¡Voy a matar a diez jornaleros por cada toro muerto!
En vista de lo eficaz que había sido en la represión; en 1945 fue enviado al Ampurdán para acabar con el maquis antifranquista. Su actuación en la comarca catalana dejo un rastro de muertes, violaciones y torturas.
BOHÓRQUEZ VECINA, Francisco; su principal labor fue actuar como auditor de de Queipo de Llano, es decir era el que señalaba en última instancia quienes debían ser fusilados. Sin temor a equivocarse se podría decir que era el principal lugarteniente de Queipo de Llano para la represión. Su firma rubricaba las sentencias de muerte.
Según el historiador Francisco Espinosa: Bohórquez llegó a dar instrucciones a la Fiscalía de las Audiencias Provinciales sobre el porcentaje de las penas que debían dictarse. Bohórquez ordenó que todos los milicianos rojos debían ser procesados y fusilados, así como a sus familiares más próximos.
Tal era su arbitrariedad en el cumplimiento de sus funciones que el fiscal de la Audiencia Provincial de Cádiz, Felipe Rodríguez Franco [1], envió una carta el 28 de mayo de 1937, documentando la monstruosidad jurídica que se estaba llevando a cabo con las órdenes que estaba dando el auditor Francisco Bohórquez.
Rodríguez Franco aceptaba las repercusiones que pudieran traerle sus manifestaciones: cualquier responsabilidad que pudiera derivarse del contenido del presente escrito en homenaje a la idea que lo inspira, que no es otra que comunicar confidencialmente a la Autoridad actuaciones que estimamos perjudiciales en grado sumo para la buena marcha de nuestro movimiento [2].
Una de las instrucciones de Bohórquez era especialmente surrealista: Todos los apoderados e interventores del Frente Popular en las llamadas elecciones de 1936, tendrán que ser procesados determinándose en el acto del juicio oral, por la impresión que en el Tribunal produjese la cara de los procesados, quiénes debían ser condenados y quienes absueltos.
En su misiva Rodríguez Franco continuaba: Ya es de por si grave que en los momentos presentes […], haya personas que, imitando los métodos representativos del funesto Frente Popular, se crean con facultades para remover a los miembros de un Tribunal de Justicia que no han cometido otro delito que aplicar la ley en toda su pureza no aceptando sugestiones de nadie; pero mucho más grave resulta que se quebranten los más elementales principios de derecho.[3]
Como en otros tantos casos aún existe un ignominioso recuerdo de este despiadado verdugo. Amén de que también está enterrado en la iglesia de la Macarena, junto a su querido jefe Queipo de Llano; un retrato suyo continúa presidiendo una de la salas del Archivo Militar de Sevilla.
BUIZA FERNÁNDEZ PALACIOS, Francisco; comandante del Ejército; sustituyó a Castejón cuándo este se incorporó a la Columna Madrid (Columna de la Muerte), continuando con la labor represiva que había llevado a cabo éste, y contando con la inestimable colaboración de Ramón de Carranza, cuando se incorporó a su columna.
Comandando una columna junto al comandante Rafael Corrales Romero, participó en la toma de La Algaba, Alcalá del Río, Constantina y Cazorla de la Sierra. Murió en combate el 27 de abril de 1937.
Era hermano del almirante Miguel Buiza, que se mantuvo fiel a la República, llegando a ser el jefe de la Armada republicana; fue el que entregó la flota a los franquistas tras el golpe del coronel Casado.
CAÑERO BAENA, Antonio; no fueron pocos los que provenientes del mundo taurino se incorporaron a las filas franquistas. Uno de ellos fue el rejoneador Antonio Cañero. Generalmente estos individuos formaban escuadrones de caballistas que tenían como principal misión «limpiar de rojos» los campos andaluces. A tal efecto Cañero organizó en Córdoba un grupo conocido como Escuadrón de Cañero; otro nombre con el que era conocido este escuadrón era Columna del Amanecer, porque era este momento del día el que solían elegir para salir de «cacería».
Con su escuadrón se integró en el Batallón Gran Capitán –formado por falangistas, jóvenes de Acción Popular y terratenientes, llevando a cabo operaciones de exterminio en los alrededores de Córdoba, y en poblaciones como Espejo, Castro del Río, Montemayor, Nueva Carteya y Baena; la mayor masacre la llevó a cabo en la segunda toma de Almodóvar del Río por los sublevados; en donde entró el 20 de agosto de 1936 integrado en el Batallón Gran Capitán que comandaba con el coronel retirado Pedro Luengo Benítez.
El día 30 de agosto de 1936 en el órgano de las milicias jienenses se publicó una parodia sobre un poema que se había escrito en honor del rejoneador-verdugo; lo firmaba PEPE TITO, uno de Caballería: Cañero/ Ya que has caído tan bajo,/ponle una moña a Cascajo,/en lo alto del lucero./Entre los cuernos fascistas,/Cañero rejonea./ Entre cornudos de pista,/ la jaca caracolea./Capitán de chulería./Señorito picador,/si afino la puntería,/no habría rejoneador./Llena las calles de Córdoba,/con regodeos de los finos;/fascistas de a caballo,/entre escuadrón de asesinos./Matador de cuatro patas,/caballista de tronío,/comandante de las ratas,/traidor de mucho sonío./Todo los debes al pueblo; hasta la noche Cañero,/prepárate a devolverle/nombre y vida, majadero. [4]
En 2015 el político socialista Juan Pablo Durán se refirió a él como un ser humano despreciable, responsable del genocidio franquista en Córdoba. Es vergonzoso que por decisión de un juez se haya tenido que volver a poner su nombre a una calle de Córdoba.
CARRANZA GÓMEZ-PABLOS, Ramón de (marqués de Soto Hermoso). Este terrateniente [5], capitán de navío y militante de Renovación Española [6], fue nombrado alcalde de Sevilla por Queipo de Llano, cargo que ocupó entre 1936 y 1938 [7]. Amén de sus labores al frente de la alcaldía sevillana, dirigió una cuadrilla que participó activamente en la represión de los barrios obreros sevillanos como Triana, Nervión o Macarena. Recorrió el barrio de Triana con un megáfono ordenando que se limpiaran de las paredes todas las pintadas a favor de la República, dio diez minutos para llevar a cabo la limpieza, tras los cuales los que aún tuvieran pintadas en sus casas serían fusilados. En este mismo barrio ordenó fusilar a un cabo por desobedecer una orden suya, aunque él no tenía ninguna autoridad alguna para dar esa orden.
Posteriormente con el grupo de voluntarios que dirigía, formado por aristócratas [8], terratenientes, señoritos y caballistas principalmente, se dedicó a llevar a cabo razzias por diversas provincias andaluzas. La primera de sus salidas la llevó a cabo el 24 de julio de 1936, partiendo de Sevilla en dirección a Huelva. En Huelva le pusieron el nombre de Servicio de Saneamiento de Campos a su grupo.
Muy diligente en sus actividades represoras fue elogiado por Queipo de Llano en una de sus alocuciones radiofónicas: He de notificar que el alcalde, D. Ramón de Carranza, más guerrillero que marino y que alcalde, con una columna de Falange y de Guardia Civil, está desarrollando una brillantísima labor. Es un bravo que manda un grupo de bravos […].
Fue en cargado de tomar diversos pueblos sevillanos y onubenses: Cazalla, Constantina (en donde se llevó a cabo una masacre), La Campana, El Coronil, todos ellos de Sevilla; de Huelva se encargó de tomar Hinojos, Rociana, La Palma del Conde, Bonares, Lucena del Puerto, Almonte, Lepe, Isla Cristina y Ayamonte [9]. El 1 de agosto se incorporó a la columna Castejón, llevando a cabo la matanza de Puente Genil (Córdoba).
En todos los pueblos por los que pasaba seguía el mismo procedimiento; detenía a las autoridades republicanas, nombraba sus sustitutos elegidos entre la «gente de orden», cerraba los locales obreros, metía a los prisioneros en un camión y los enviaba a Sevilla para ser ejecutados, excepto a los que eran asesinados en el mismo momento.
Repasemos algunas de sus siniestras actuaciones. En El Pedroso (Sevilla), entró Carranza al mando de un grupo de 120 hombres. En esta población no había habido ninguna víctima de derechas; a pesar de eso inmediatamente comenzaron los saqueos y las ejecuciones. Al día siguiente salió de la población dejando encargado al comandante Francisco Buiza que continuara la represión. Entre 1936 y 1945 se ejecutó en El Pedroso a 120 personas, entre ellas ocho mujeres.
El capitán Mencos López, fue testigo de la actuación de Carranza en Lora del Río, dijo de Carranza: en él se sumaba a sus pretensiones nobiliarias una ignorancia y una brutalidad desmedida. En Lora del Río fueron asesinadas entre 600 y 1000 personas, varias de ellas mujeres, dos de ellas embarazadas.
Su afán de protagonismo le llevó a tener algún enfrentamiento con militares, como el que tuvo con Castejón, que le recriminó haber entrado en Palma del Condado antes que él. Al parecer se disputaban quién empezaba antes a asesinar.
CASCAJO RUIZ, Ciriaco. Coronel del Ejército [10]; fue la máxima autoridad militar de Córdoba durante toda la guerra. Cascajo fue el organizador del golpe en la capital califal, y pronto comenzó con su labor represiva. A los pocos días de haberse producido el golpe ordenó fusilar al alcalde republicano de la ciudad Manuel Sánchez Badajoz. No le importó que el día 24 de mayo hubiera estado con él en la inauguración de unas salas del museo Julio Romero de Torres. Otra de sus víctimas más conocidas fue Gregorio Azaña Cuevas, fiscal de la Audiencia Provincial y sobrino del presidente de la República Manuel Azaña.
El 20 de julio publicó un bando recordando a los empresarios que tenían que presentar: relación de los trabajadores o empleados de sus casas, que no se han presentado hoy al trabajo, con los nombres y apellidos de los mismos. Aquellos dueños o encargados que no lo hagan, serán pasados por las armas antes de las seis de la mañana... Se pueden imaginar los lectores para que querría tener Cascajo estas listas.
El 2 de agosto de 1936 publicó un bando, tras un bombardeo realizado sobre Córdoba por la aviación republicana, en el que anunciaba que por cada víctima que causaran los aviones serían fusilados diez marxistas. Al perecer cumplió su promesa, porque ese mismo día se fusiló a 100 personas. Según algunas fuentes en Córdoba se asesinó a unas 4.000 personas, y a unas 11.000 en toda la provincia.
Guillermo Cabanellas, hijo del general Cabanellas, y nada sospechoso de ser un izquierdista redomado, escribió sobre el personaje que nos ocupa en su obra La guerra de los mil días: [era] hábil y sanguinario en la represión, pero tímido, vacilante y falto de condiciones militares para la guerra […] Desde la primera hora sumerge a Córdoba en un baño de sangre que habría de durar largos días e interminables noches. El suyo es un raro problema de clínica mental. En otro párrafo continúa hablando de Cascajo: En Córdoba como ya dijimos, se destacó por su actuación sanguinaria el coronel Cascajo Ruiz […] A su orden directa, con facultades absolutas de jefe de policía, actuaba el teniente coronel de la Guardia civil Bruno Ibáñez. Entre ambos vaciaron la ciudad, pues fusilaron a varios millares de personas [11].
Con Cascajo Ruiz se ha producido otro de los muchos insultos a las víctimas del franquismo. En Córdoba se llevó a cabo una «colecta popular» para construirle un chalet en agradecimiento por su labor. El chalet se encuentra en pleno centro de Córdoba, en la Avenida de la República Argentina.
CASTRO SAMANIEGO, Luis (teniente Polvorilla). Teniente de la Guardia Civil, fue decisivo en el golpe en Lucena (Córdoba), que dirigió el comandante militar de la plaza, el teniente coronel Juan Tormo Revelo. El mismo día 18 se hizo con el control del Ayuntamiento y de la Casa del Pueblo, ordenando la detención de unas cuarenta personas.
Ya antes de la guerra había tenido algunos enfrentamientos con vecinos del pueblo. Ordenó el asesinato de varias personas; también era muy amigo de simular fusilamientos. En Lucena se asesinó a 90 personas. Participó en la toma represión de localidades como las Navas del Selpillas, llevada a cabo el 20 de julio, asesinando a una docena de personas; también participó en la masacre de Puente Genil y en otros pueblos cordobeses y malagueños.
Nombrado comandante militar de Montilla en agosto de 1937, continuó con su labor de insaciable represión. En esta ciudad organizó el Escuadrón de Caballistas Aracetilanos, formado por unos cincuenta caballistas que tenían como misión perseguir a las personas que hubieran huido al campo. Este grupo era conocido como el Escuadrón de la Muerte, por la cantidad de personas que asesinó.
Bibliografía reseñada en el capítulo
MORENO GÓMEZ, Francisco (2009): 1936: el genocidio franquista en Córdoba, Barcelona.
NÚÑEZ CALVO, Jesús (2005): La represión y sus directrices sevillanas en la provincia de Cádiz, en Almajar. Revista de Historia, arqueología y Patrimonio de Villamartín y la Sierra de Cádiz, nº 2, pp. 195-208, disponible en https://todoslosnombres.org/content/materiales/la-represion-sus-directrices-sevillanas-en-la-provincia-cadiz
[1] Que como no podía ser de otra manera fue destituido de su cargo tras la queja presentada contra Bohórquez.
[2] Tomado de Núñez Calvo, 2005.
[3] Tomado de Núñez Calvo, 2005.
[4] Tomado de Moreno, 2009: 191.
[5] Era propietario de 2.300 hectáreas en los términos de Chiclana y Los Barrios.
[6] El partido creado por José Calvo Sotelo.
[7] En noviembre de 1938 fue destituido por orden de Serrano Suñer.
[8] Como Rafael Medina Villalonga, duque de Medinaceli, que plasmó sus hazañas en el libro Tiempo pasado, publicado en 1971.
[9] No es casualidad que en la mayoría de estos pueblos tuvieran propiedades los miembros de su cuadrilla.
[10] Posteriormente ocupó el cargo de gobernador civil de Sevilla. Al finalizar la guerra fue ascendido a general de brigada.
[11] Tomado de Moreno, 2009: 568.