Si en estos momentos tuviera que catalogar al actual Gobierno con un solo adjetivo este no sería otro que el de cobarde. No se asusten los amables lectores, pasaré a explicarme.
Ante el brutal incremento que se está dando en los contagios por el Covid-19, y que en muchas comunidades está superando las cifras de marzo y abril del pasado año, el Gobierno no tiene la valentía de ordenar un confinamiento total, a pesar de que cada vez son más voces de los sectores que tienen relación con la sanidad que lo están pidiendo. Prima la economía, sin pensar que si se llegara al colapso sanitario los perjuicios que esto ocasionaría al sistema económico serían mucho mayores que los que provocaría un confinamiento total por unas semanas. Pero al Gobierno parece no importarle que en el camino miles de ciudadanos estén perdiendo la vida; lo importante siempre ha sido, primero salvar el verano, luego salvar las Navidades, y ahora ¿qué pretenden salvar? ¿El IBEX 35?
La realidad es, estimados lectores, que los que verdaderamente mandan en este país son las grandes empresas, y que el verdadero presidente del Gobierno no se llama Pedro Sánchez, sino Ana Botín. Si tienen alguna duda les daré más detalles.
Ante una de las mayores oleadas de frío que se recuerdan, las tarifas de la luz han subido un 27%. La vicepresidenta cuarta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera ha tenido la poca vergüenza de decir que La factura de la subida luz se notará muy poco en la factura de la luz. Posiblemente ella no la notará, pero que le pregunte a los pensionistas que tienen una pensión de miseria, o aquellos que están viviendo con poco más de 400 euros de ayuda social. También ha dicho que contar con una energía pública no solucionaría nada. ¿Qué habrá pensado el «brillante» vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias, que en campaña electoral prometió la creación de una empresa pública de energía y que se evitaría que subiera el recibo de la luz?
Estoy escribiendo este artículo el lunes 11 de enero mientras escucho una entrevista en la cadena SER a la vicepresidente tercera y ministra de Asuntos Económicos Nadia Calviño; las respuestas que está dando a las preguntas sobre el incremento del precio de la energía, me están revolviendo el estómago. Está dando una lección magistral de cinismo y poca vergüenza.
La ministra de Trabajo Yolanda Díaz, prometió por activa y por pasiva que se subiría el salario mínimo interprofesional un 0,9%; misma subida que han tenido los sueldos de los funcionarios, y las pensiones. Argüía la ministra que no sería comprensible que se subiera ese porcentaje a funcionarios y pensionistas y no a los que tienen un salario más bajo. Pues si no lo entiende la señora ministra, se lo voy a explicar: la subida de los funcionarios y las pensiones las paga el Estado; la del salario mínimo corre a cargo de los empresarios; es decir, y me reitero, a los que verdaderamente gobiernan el país. Como todos saben la subida del salario mínimo propuesta se ha quedado en agua de borrajas. Ante este desprecio la única solución valiente es decir señores que les vaya bien que yo me bajo de este tren. Pero no, a seguir en el sillón.
Nunca estuve de acuerdo en que UP entrara en el Gobierno de Pedro Sánchez. Siempre he mantenido que desde donde le pueden apretar las clavijas a las políticas de un gobierno es desde fuera, porque de los contrario te vuelves cómplice del mismo ya que, no lo olvidemos, las decisiones de un gobierno son asumidas por todos los miembros del mismo.
Ante todos estos hechos que he expuesto tengo muy claro que ante estos «supuestos» amigos, para que quiero enemigos.