En los últimos años se han celebrado unos centenarios tan aclamados que han hecho olvidar otros posiblemente tan importantes, aunque no tan mediáticos
En el 2005 se recordó continuamente que en 1605 se había publicado la primera edición de la primera parte de El Quijote de Miguel de Cervantes. Por este motivo se decretó año cervantino y se llevaron a cabo un sin número de actividades para recordar tal efemérides.
El 26 de noviembre de 1504 moría en Medina del Campo la reina Isabel I de Castilla. La conmemoración del V Centenario de esta muerte se había comenzado unos cuantos años antes para culminar en el 2004 con toda serie de actos culturales, seminarios, cursos, congresos, nuevas publicaciones, reediciones de obras clásicas sobre la Reina, exposiciones, etc. etc.Estos magnos acontecimientos, a cuya preparación se había dedicado atención desde el año 2000, ocuparon el 2004 y dieron paso a los fastos del 2005 aniversario de El Quijote.
Todo ello oscureció un hecho de tanta trascendencia intelectual como la publicación en Francia y en francés de Le libre de la citê des dammes de Christine de Pizan el año 1405. Esta autora era italiana, educada en la corte del rey de Francia Carlos V con sumo cuidado por su padre, el bibliotecario real, que profesaba fielmente los principios humanistas y defendía que tanto niñas como niños debía recibir una misma educación e instrucción.
El mismo puso en práctica su doctrina con su hija Christine, de tal manera que cuando ella quedó viuda, con sus tres hijos, su madre y hermanos a su cargo y llena de las deudas, que fue la herencia de su padre y marido, optó por dedicarse a escribir, trabajar para mantener a su familia. Con sus escritos logró el mecenazgo de la corte francesa y, gracias a su trabajo, pudo hacer frente a las deudas y mantener a su familia.
Su actitud y decisión no eran lo habitual en aquella época para una mujer. Christine a lo largo de su vida trabajó incansablemente, primero estudiando y luego escribiendo y legó una obra importante y coherente que le permitió ser la primera persona, que siendo mujer, lograba mantener a su familia gracias a su trabajo como escritora.
Entre toda la obra de Pizan, sin duda El libro de la Ciudad de las Mujeres es la más famosa y la que ha sido más veces editada y difundida y se consideraba fundamental en la Querella de las Mujeres. Todos sus escritos, de forma especial éste, han sido claves en el desarrollo del pensamiento feminista por lo que sigue estudiándose y analizándose con gran interés. Esto se debe a la trascendencia que para la consideración sobre las mujeres y sus posibilidades sociales ha tenido dicho texto.
El análisis de la obra de Pizan, especialmente La ciudad de las Damas o de las mujeres, hace una referencia clara al movimiento feminista que se conoce como “Querella de las Mujeres” en el que el pensamiento y la obra de Pizan fueron definitorios. La Querella supone una fuerte contestación al pensamiento misógino dominante en la Edad Media e inicios de la Moderna, por parte de una serie de mujeres que escribieron defendiendo la inteligencia, el valor y la probidad femeninas.
Aunque en un principio y desde unos planteamientos muy estrictos la Querella se circunscribe a los siglos XIV, XV y XVI, que técnica y tradicionalmente se han considerado como los propios en los que se desarrolló este movimiento, como debate literario, intelectual y, sobre todo, social y político, pronto se plantea la necesidad de comparar y, sobre todo, poner en relación los textos escritos entonces con otros posteriores e, incluso, de épocas actuales, para profundizar en la trascendencia y proyección de este movimiento y su posible relación con el surgimiento y desarrollo del pensamiento feminista.
Por ello, la extensa obra de Pizan, en la que destaca La Ciudad de las Damas, debe relacionarse no solo con textos propios de aquella época, sino con otros de tiempos mucho más modernos, pues la situación de las mujeres sigue siendo de subordinación a los hombres de su mismo grupo social, en la mayoría de las sociedades actuales. La obra de Christine de Pizan iniciaba la respuesta a la desautorización de las mujeres llevada a cabo en los últimos siglos medievales, en los que se había desarrollado un pensamiento que consideraba a las mujeres como seres carentes de inteligencia, malvadas, perezosas, pero que conquistaban a los hombres con su belleza.
Sin duda, la defensa de la bondad, inteligencia y probidad de las mujeres fue iniciada por Christina de Pizan y seguida por otras muchas escritoras, que con sus actuaciones defendían a las mujeres, a este movimiento se ha denominado “Querella de las Mujeres” y fue el fundamento de un pensamiento que valoraba a las mujeres, sobre el que se construyó en siglos posteriores el feminismo. De todo el importante legado intelectual y político, iniciado por la obra de Christine de Pizan y seguido por las actuaciones y escritos de tantas otras mujeres, es deudora la actual sociedad.
Es necesario insistir que Christine de Pizan ha sido injustamente olvidada, igual que sus escritos de trascendencia destacada para el desarrollo del pensamiento feminista, que fueron apreciados por otras mujeres en su tiempo y en siglos sucesivos. Un ejemplo de ello considero que es una posible relación entre la escritora y la reina Isabel I de Castilla, una mujer, también excepcional como Christine de Pizan, puesto que su actuación política superó lo que era habitual en una reina, ella quiso el poder, lo ocupó y lo ejerció.
Por tanto, puede plantearse un vínculo intelectual entre estas dos mujeres, la reina y la escritora. Mientras Christine expone bella e inteligentemente un pensamiento nuevo en defensa de las mujeres, Isabel escribía con su propio cuerpo y actuación la misma defensa de la inteligencia y capacidad de las mujeres para intervenir en la sociedad con voz propia. Es necesario recordar que la reina tenía en su biblioteca obras de la escritora, lo cual demuestra que conocía y comulgaba con las ideas que en ellas se expresaban.
Por ello, Isabel, una mujer que luchó por conseguir el poder político y lo ejerció, demostraba con sus actos que La citê, la ciudad de las mujeres no era sólo una ginecotopía, sino una aspiración de muchas mujeres, que sólo algunas lograban expresar o llevar a la práctica, como la escritora y la reina de Castilla. Puede establecerse una continuidad entre la obra de ambas mujeres. Pizan publicaba un texto en el que insistía en el valor intelectual de las mujeres y en su capacidad para construir una ciudad en la que ellas se encargaban de atender a su gobierno y todo funcionaba perfectamente.
Unos cuantos años después, pero en el mismo siglos XV, la Reina luchaba por el poder y lograba ejercerlo como hacían las mujeres en la utópica ciudad creada por Pizan. No es arriesgado suponer que Isabel fue la plasmación en la realidad política de las teorías de la escritora. Insisto en que la Reina tenía entre sus libros escritos de la humanista.
No obstante, la vida, los hechos y los escritos de Christine de Pizan no han tenido el reconocimiento que se merecen, ni la difusión debida, por ello considero que se debe hacer énfasis sobre autora tan trascendente en la creación de un pensamiento diferente al patriarcal dominante. Ella defiende la bondad, inteligencia, abnegación, probidad… de las mujeres y en su obra aporta numerosos y muy variados ejemplos de hechos heroicos de mujeres o de sus aportaciones cotidianas a la sociedad. La propia Christine es un ejemplo de inteligencia, valentía, trabajo y abnegación al hacer frente a la calamitosa situación familiar heredada de su padre y marido y, con su trabajo, mantener a su familia y pagar las deudas heredadas de ambos hombres.
La “Querella de las Mujeres”
A partir del siglo XII se inició en Europa un pensamiento que desvalorizaba a las mujeres, a las que se consideraba como seres bellos pero carentes de inteligencia e, incluso, malignas como fruto de las corrientes y movimientos intelectuales, en los que el tomismo tuvo una importante participación, que fueron dando lugar a la formación de un estado de opinión por el que se consideraba a las mujeres como seres débiles física e intelectualmente, bellas y malignas, que debían ser continuamente reprimidas por sus parientes masculinos, el padre primero y luego el marido, para que de “Evas”, su naturaleza originaria, tendieran a imitar a María, cuyo culto se desarrolló de forma creciente desde dicho siglo, gracias a la obra de Bernardo de Claraval, en la que se preconizaba el culto mariano.
Junto con este nuevo culto coincidía el predominio del amor cortés como expresión caballeresca de las relaciones entre hombres y mujeres, propia de la sociedad feudal. Los caballeros se debían comprometer con una dama bella necesitada de protección por su debilidad física pero también de pensamiento y voluntad. Todo ello representa una objetualización de las mujeres a las que no se reconoce como sujetos sociales.
Durante el siglo XIII la escolástica impuso las doctrinas aristotélicas como pensamiento oficial y único, que contaba con el beneplácito de los poderes eclesiásticos. Las monarquías comenzaban a afianzar su dominio, mientras que las ciudades se constituyeron como un nuevo poder en el que estaba afianzándose una nueva clase social, la burguesía, que pretendía imitar las formas de vida de la nobleza feudal, para lo que, entre otras cosas, encerraba a sus mujeres en sus casas, para asegurar que la herencia familiar pasaba a un hijo legítimo.
Este pensamiento dominante dio lugar a una coyuntura crítica para la realidad social de las mujeres, para sus vidas, y se configuró una determinada opinión dominante sobre ellas, que se expresó en un texto de gran trascendencia y difusión, Le roman de la rose, cuya primera parte se escribió en los inicios del siglo XIII por Guillaume Lorris y la segunda posiblemente entre 1268-1278 por Jean de Meun.
Si en la primera parte, que es, sobre todo, un Arte Amatorio, las mujeres son presentadas como seres débiles mental y físicamente pero bellas, en lo escrito por Meun la misoginia se acentúa y la desvalorización del sexo femenino es muy acusada, pues las mujeres, además son consideradas como seres malignos y carentes de inteligencia.
Las dos partes de este texto tuvieron una gran difusión y éxito, por lo que la infamante opinión sobre las mujeres era la dominante en la sociedad finimedieval. Frente a este pensamiento misógino, comenzaron a surgir voces que defendieron a las mujeres, alguna masculina, pero sobre todo femeninas, entre las que destacó, sin duda, la de Christine de Pizan, que afirmaba en sus escritos el valor intelectual y moral de las mujeres.
Se entabló, entonces, un debate entre defensores y detractores del sexo femenino, que se ha conocido con el nombre de “Querella de las Mujeres” e igualmente se ha considerado que la impulsora de este pensamiento fue Christine de Pizan, gracias, sobre todo, a su importante texto El Libro de la Ciudad de las Damas. En este texto la autora construye una ciudad imaginaria habitada sólo por mujeres, en la que todo funciona admirablemente. La mayor parte de estas mujeres son históricas, algunas son legendarias, pero todas ellas hicieron actos heroicos en defensa de su familia, su pueblo o su nación.
De esta manera Christine de Pizan ponía en valor a las mujeres, pero siempre de forma positiva, sin criticar a los hombres. La Querella de las Mujeres es un debate intelectual, con cierta incidencia social, todavía no suficientemente valorada, pero con una fuerte incidencia política, pues la Querella cuestionaba el orden social dominante, el patriarcal. El tiempo histórico al que se circunscribe la Querella es considerado, según planteamientos estrictos, del siglo XIV al XVI. En este tiempo, además de las obras de Pizan, hubo otra serie de textos escritos favorables a las mujeres, en los que se insistía en el valor moral de las mujeres, para desautorizar opiniones malignas sobre ellas.
En los textos en defensa de las mujeres se insistía en las virtudes que preferentemente las acompañaban como la laboriosidad, la abnegación, la solidaridad… Igualmente en su capacidad para gobernarse y gobernar como se demostró en varias ocasiones cuando algunas mujeres tuvieron ocasión de hacerse con el poder, por tanto hay referencias múltiples a reinas que gobernaron acertadamente en la Antigüedad.
No obstante, los textos de otras épocas escritos por mujeres, algunas muy alejadas de los siglos XV y R. XVI, reproducen elementos formales, teorías y modelos, que pueden relacionarse con la Querella, o con su contenido ideológico, pues suponen una defensa de las mujeres y una crítica a las opiniones maliciosas sobre ellas, muy frecuentes en la opinión generalizada y en la literatura misógina.
Por tanto, aunque no se correspondan con los siglos indicados, propios de la Querella considero que también puede interpretarse la Querella, de una forma más lasa, como la respuesta de las mujeres a las críticas y falsas opiniones vertidas sobre ellas. Por ello, valorando la obra de Pizan y de otros escritos de mujeres en el tiempo del Renacimiento, se encuentra que en todos ellos hay una regresión en la libertad y valoración femenina, que era la idea fundamental aportada por Pizan y la Querella, representa una base teórica firme para conocer el rechazo al pensamiento dominante, totalmente misógino, al que muchas mujeres se opusieron de esta forma, con sus escritos, pero también con sus actos.
Bien es cierto que Christine de Pizan y las autoras que escriben en defensa de las mujeres no critican lo negativo que sobre ellas se vierte, sino que opone un modelo femenino positivo en el que se insiste en la capacidad intelectual de las mujeres, en su bondad y en su dedicación al bien público. Generalmente se desdeña la comparación con lo masculino, ya que es una manera de reconocerlo como referente, en cambio se hace una afirmación de los valores de las mujeres.
En sus escritos Pizan inicia la transformación de los modelos sexuales tradicionales hacía la creación de una mujer nueva a la que se reconocen capacidades, junto una decidida valoración de la inteligencia femenina, así como de su valor moral y su participación en los diferentes trabajos, Christine fue escritora y con sus obras consiguió mantener a su familia. Al final de sus días, Christine se retiró al monasterio de Poissy, cercano a París, que todavía hoy puede visitarse, donde estaba su única hija como monja, allí estuvo en silencio, o por lo menos no se conocen escritos suyos desde 1420 hasta 1429.
En esa fecha rompe su silencio y escribe un largo poema, Le Ditié de Jeanne d’Arc. La actuación de Juana de Arco, en defensa de Francia hizo a Christine romper su silencio, era una demostración de la bondad y la preocupación de las mujeres por la sociedad en la que vivían. Christine alaba a Juana y Christine murió al poco tiempo de escribir (1430) unos meses después Juana muere en Ruan, quemada en la hoguera por la jerarquía cristiana, que no aceptaba que una muchacha campesina hubiera intervenido con éxito en la guerra contra los ingleses, en defensa de la sociedad francesa. Christine escribiendo en defensa de las mujeres y Juana formando parte del ejército francés, en defensa de su país, se estaban “querellando” contra una sociedad que no reconocía el valor, ni la inteligencia, ni la probidad de las mujeres.
BIBLIOGRAFIA
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