La serie de artículos que dan comienzo están en relación con el ciclo de conferencias que estoy impartiendo en el CAUM de Madrid. La razón de ser de este trabajo de investigación es, por un lado, dar a conocer a las nuevas generaciones que tuvieron la suerte de no tener que vivir una larga noche que invadió España durante casi cuarenta años. El otro objetivo es desmontar las mentiras que constantemente difundió el régimen para tratar de justificar el golpe de Estado que habían perpetrado y que acabó con el período más democrático que había vivido España hasta entonces, y para enmascarar la realidad que estaban viviendo los españoles; una vida llena de muerte, vejaciones, penurias y falta total de libertad.
Para empezar, es necesario ponernos en contexto y saber cómo llegó Francisco Franco al poder. El 24 de julio de 1936 se formó la Junta de Defensa Nacional. Estaba presidida por el general Miguel Cabanellas, más a título honorífico que otra cosa, ya que Cabanellas era de los generales golpistas que menos poder real tenía. La Junta la formaban los generales Mola, Saliquet, Ponte, Dávila, y los coroneles Montaner y Moreno Calderón. En su primer decreto establecía que la Junta asumía todos los poderes. En realidad, sólo tenía poder en la zona controlada por el general Mola, ya que Queipo de Llano iba por libre en Andalucía, mientras que Franco era el jefe de las fuerzas del Protectorado español en Marruecos.
Franco y Mola decidieron en una reunión mantenida en Burgos el 16 de agosto que debía crearse un mando único. A tal efecto Kindelán, con el beneplácito de Franco, solicitó una reunión de la Junta para el día 21 de septiembre. Ese día se reunieron en los barrancones de una finca propiedad del ganadero taurino Antonio Pérez Tabernero. Asistieron todos los miembros de la Junta, más los generales Orgaz, Germán Gil y Yuste, y Kindelán.
En esta reunión se decidió nombrar a Franco jefe del ejército, es decir generalísimo, hasta que se tomara Madrid. Todos los generales votaron a favor excepto Cabanellas, que avisó al resto de miembros de la Junta: Ustedes no saben lo que han hecho, porque no le conocen como yo, que lo tuve a mis órdenes en el Ejército de África, como jefe de una de las unidades de la columna a mi mando; y si, como quieren, va a dársele en estos momentos España, va a creerse que es suya y no dejará que nadie le sustituya en la guerra ni después de ella, hasta su muerte. Proféticas palabras de Cabanellas.
Ya se había decidido el mando único militar, faltaba nombrar el político. El 27 de septiembre de 1936 fue tomado el Alcázar de Toledo, en ese momento el general Yagüe adelantó lo que sucedería el día siguiente: Mañana tendremos en él [Franco] a nuestro generalísimo, el jefe del Estado; que ya era hora que España tuviese un jefe de Estado con talento.
El mismo día 27 por la tarde Nicolás Franco y Kindelán prepararon el borrado que presentarían el día siguiente. Algunos generales como Mola, Queipo y Orgaz no se mostraron muy receptores a que se debatiera que poderes políticos se le iban a dar a Franco. Kindelán reconoció que la lectura del borrador, en el que se nombraba a Franco: Jefe del Estado mientras dure la guerra, fue poco apoyada y tuvo mala acogida. En una conversación con Cabanellas, Queipo le dijo que Franco era un canalla [1], mientras que Mola le comentó que no veía otra salida, pero que el acuerdo debería ser revisado cuando finalizase la guerra.
A pesar de las reticencias Franco fue nombrado jefe de Gobierno y de Estado el 28 de septiembre de 1936, siendo investido el 1 de octubre [2]. En el decreto que le nombrada jefe de Gobierno y Estado, sus redactores, Nicolás Franco y José Yanguas Messía, se suprimió el párrafo mientras dure la guerra, y al nombramiento como Jefe del Gobierno del Estado Español, se añadió quién asumirá todos los poderes del Estado [3].
Como hemos mencionado no todos los miembros de la Junta estaban muy de acuerdo con este nombramiento. Por ejemplo, Mola se inclinaba por un directorio militar que presidiría Sanjurjo, la muerte de este en un accidente aéreo, echó por tierra esta idea.
Los que más presionaron para que Franco fuera elegido como mando único fueron: Nicolás Franco y los generales Orgaz, Yagüe, Millán Astray y, sobre todo, Kindelán. El apoyo de este último, ferviente monárquico y amigo personal de Alfonso XIII, venía de la creencia que Franco, una vez finalizada la guerra, restauraría la monarquía.
Según Kindelán [4], Franco fue elegido porque era el más ponderado y el de mayor prestigio en el Ejército; por ello lo propusimos Orgaz y yo.
Los partidarios de Franco no dudaron en organizar actos «espontáneos» de apoyo a Franco, como el celebrado el día 27 en Cáceres –donde Franco tenía su cuartel general en el Palacio de los Golfines de Abajo-, el mismo día que se reunía la Junta. Nicolás Franco y Yagüe reunieron a numerosos falangistas, requetés y soldados que lanzaron aclamaciones a Franco. Amén de esta presión a la Junta para que eligiera a Franco, hubo algunos elementos externos que ayudaron a su elección: el apoyo de alemanes e italianos –Alemania negociaba con Franco, no con la Junta, el envío de armas-, y la toma del Alcázar de Toledo. Por otro lado los otros posibles candidatos tenían algún elemento negativo: Cabanellas era sospechoso de ser masón, Queipo de Llano se había alzado contra la dictadura del general Primo de Rivera y era consuegro de Alcalá-Zamora y tiempo atrás se había declarado republicano, por su parte Mola no había tenido tantos éxitos militares como Franco, había amenazado a Juan de Borbón con fusilarle si volvía a intentar regresar a España para unirse a los sublevados, y también porque el propio Mola no deseaba ocupar el cargo; finalmente el que estaba destinado para ocupar el mando, el general Sanjurjo había muerto en un accidente aéreo.
El 3 de octubre de 1936 en El Diario Palentino se da noticia del nombramiento de Franco: el hombre de Estado a quién las circunstancias han encomendado la difícil tarea de dirigir la reconstrucción de España, en el momento en que termine esta cruenta guerra civil se está librando en la nación[5]. La cita no deja lugar a dudas de que Franco no tenía intención de dejar el poder absoluto una vez finalizada la guerra.
No es casualidad que Franco no se refiriera a él mismo como dictador, ni apareciera en tal sentido, o el de dictadura, en ningún documento, ya que la dictadura suele ser sinónimo de temporal, y Franco no pensaba en ningún memento en ser un jefe pasajero, desde el principio tenía claro que nunca dejaría el poder.
El 4 de junio de 2019 el Tribunal Supremo dictó una de las resoluciones más vergonzosas tomadas por este tribunal desde la instauración de la democracia. Dentro del auto que paralizaba la exhumación de los restos del dictador del Valle de los Caídos, se reconocía a Franco como jefe del Estado desde el 1 de octubre de 1936 hasta su muerte. El Tribunal Supremo venía así a legitimar el golpe de Estado, cuando aún existía el legítimo gobierno de la II República, obviando que el único jefe de Estado legítimo en aquellos momentos era Manuel Azaña. Una prueba más de que el franquismo no murió con Franco.
Incluso después de acabar la guerra algunos militares pidieron a Franco que dejara el cargo. Esto sucedió cuando cayó Mussolini. Varios tenientes generales enviaron una carta a Franco solicitándole que se planteara un retorno de la monarquía, Franco nunca los recibió, e incluso negó haber recibido esa carta. En diciembre de 1945, el monárquico general Varela escribía: Hay muchas personas que tratan de convencer a Franco de que se vaya… pero esos son unos novatos, son gente ingenua que no saben que Franco es admirable en la actitud de dar un paso adelante, dar dos pasos atrás, y acabar por no irse nunca[6].
El primer franquismo es la época del hambre, de una sangrienta represión, del aislamiento internacional, de una política económica basada en la autarquía y, finalmente, de un irrecuperable retroceso cultural.
¿Por qué, a pesar de lo expuesto, duró tanto el franquismo? Abdón Mateos[7] lo explica de manera bastante acertada: […], la explicación de la larga duración de la Dictadura franquista reside en ser producto de una cruenta guerra civil cuyas heridas no fueron curadas ni superadas por los españoles durante mucho tiempo; en la habilidad camaleónica de Franco para adaptarse a los tiempos utilizando su poder personal; en la política represiva que trajo actitudes sociales de miedo y sumisión para sobrevivir; y en el espaldarazo de los Estados Unidos en 1953 que permitió la incorporación de España en el orden occidental de la Guerra Fría, la racionalización administrativa y la superación del colapso económico de la autarquía.
Otra explicación, no excluyente de la anterior, se la dio José Mario Armero[8] a José Luis Villalonga[9]: […] El franquismo se mantenía vivo por el señor que había negocios respaldado por un miembro del Gobierno, por el diplomático que aceptaba puestos sabiendo que no tenía competencia para ocuparlos; por el militar que ascendía rápidamente sin librar batalla alguna; y el propietario que seguía pagando salarios de miseria a sus obreros agrícolas. Franco nos corrompió a todos […] Repito que nos corrompió a todos: a los unos con dinero, a los otros con honores, cerrando los ojos a las ilegalidades que se cometían en el mundo de las altas finanzas, repartiendo a diestro y siniestro prebendas, puestos o eso que el pueblo llama más sencillamente «enchufes» […]; somos todos culpables del franquismo. Franco fue nuestra creación. Nosotros lo hemos creado y nosotros lo hemos mantenido donde estuvo durante cuarenta años. Franco era un pobre hombre que sin nuestro apoyo, jamás habría existido. Lo peor de toso es que mucho de nosotros sabíamos que no valía nada.[10]
El régimen franquista fue el más personalista de los existentes en Europa, sin la figura de Franco no hubiera sido posible. De hecho, es el único régimen totalitario que se conoce por el nombre de la persona que lo dirigía, no como el nazismo o el fascismo.
Algunos han intentado hacer diferencias dentro del franquismo. Para ellos hubo un franquismo negativo: el de la autarquía, y uno positivo: el que propició el «milagro» económico; e incluso, los más osados, dicen que esta modernización económica fue la que hizo posible la llegada de la democracia. Estos forman parte del revisionismo retrogrado que nos invade. Solo hubo un franquismo; el que escribió las páginas más negras de la historia de España.
También los hay que pretenden olvidar el franquismo, así como la guerra civil, en post de una supuesta reconciliación. Olvidar sería volver a torturas, vejar, asesinar a todos los que sufrieron la actuación de Franco desde 1936 a 1975.
Bibliografía mencionada
- ESLAVA GALÁN, Juan (2008): Los años del miedo. La nueva España (1939-1952). Barcelona. Edición digital.
- PINO ABAD, Miguel (2016): Apuntes sobre el ceremonial de nombramiento de Franco como jefe del Estado, en Estudios Institucionales, vol. 3, nº 4, pp. 63-78.
- TUSELL, Javier (1986): El primer franquismo, 1939-1957, en Anuario Instituto de Estudios Zamoranos; 1985, pp. 721-735.
[1] Según ha publicado el hijo del general Cabanellas, Guillermo Cabanellas de Torres.
[2] Ese mismo día Largo Caballero presentaba en el Congreso al muevo gobierno. ¿Casualidad?
[3] Para conocer con detalle la elección de Franco como jefe de Estado ver, Miguel Pino Abad: Apuntes sobre el ceremonial de nombramiento de Franco como Jefe del Estado, en Estudios Institucionales, vol. 3, nº 4, 2016, pp. 63-78.
[4] Alfredo Kindelán, La verdad de mis relaciones con Franco Barcelona, 1981, p. 29.
[5] Citado por Pino: 69.
[6] Citado por Tusell, 1986: 730-731.
[7] Abdón Mateos: 211.
[8] Fue presidente de Europa Press.
[9] José Luis Villalonga, Memorias no autorizadas, vol. IV, 2003, pp.: 451-453.
[10] Citado por Eslava: 40.