Hubris, un síndrome arrastrado desde los tiempos de la mitología griega

En 2008, el político y médico británico David Owen publicó el libro En el poder y en la enfermedad, en el que, atraído por el comportamiento y el perfil psicológico de ciertos políticos (parlamentarios, dictadores…), acuña el término ‘síndrome de hubris’ (SH) para describir a los mandatarios que creen estar llamados a realizar grandes obras; muestran tendencia a la grandiosidad y la omnipotencia y son incapaces de escuchar, mostrándose impermeables a las críticas. Para Owen, el SH está indisolublemente unido al poder y alimentado por el éxito. Lo describe como un trastorno adquirido y reversible (puede remitir al desaparecer el poder).
Al explicar el síndrome de Hubris, Owen afirma que los políticos y las personas que ostentan poder desarrollan un comportamiento irresponsable próximo a la inestabilidad mental, a la grandiosidad y al narcisismo ¿De qué me suena esto?
Una persona intoxicada por el poder puede tener efectos devastadores, porque no siempre el poder está en manos del más capaz, pero quien lo ostenta cree que sí, que de él se esperan grandes hechos, y cree saberlo todo y en todas las circunstancias. Existen grandes ejemplos de políticos famosos que tenían el SH; desde Stalin, Hitler, Roosevelt, Franco ,Bush, Blair etc… y en el mundo de las finanzas, los casos de Lehman Brothers y el Royal Bank of Scotland son un ejemplo ampliamente conocido de cómo el comportamiento ‘hubrístico’ de sus líderes causó la quiebra de sus instituciones. Este síndrome está muy presente en nuestro mundo real. Infinidad de reyes, emperadores, gobernantes de toda índole, políticos, militares, grandes empresarios y directivos lo han padecido y lo padecen.
¿De dónde viene Hubris?
La palabra ‘hubris’ proviene del griego ‘hybris’ (desmesura), en referencia a las acciones crueles, vergonzosas y humillantes que los poderosos cometían por mero placer, volviéndose rígidos, egocéntricos, prepotentes y en el fondo irracionales. Y en la mitología griega, existe la diosa Némesis que castiga dicha desmesura: dirige los destinos humanos y se encarga de mantener el equilibrio entre los extremos de la felicidad o infelicidad.
La verdad, Hubris y Némesis han trascendido los siglos porque son conceptos referentes a la naturaleza humana y no nos podemos escapar  de estos. «El corsi recorsi«, o acción y reacción, no es solo una especulación filosófica o herencia mitológica, sino ley del universo que habitamos y del cual no nos podemos abstraer fingiendo ignorancia. Ya en tiempos, Cicerón, llegó a la conclusión de que un mal temperamento, “perverso” para usar su vocablo, conduce a una vida miserable.
También el psiquiatra español Manuel Franco hace una semblanza de lo que en nuestro país se denomina ‘síndrome de la Moncloa’, que consiste en un auténtico trastorno delirante crónico o paranoia, en el que la persona trata de aislarse cada vez más de su entorno, reduce su mundo a las personas que le dan la razón y todo error o problema lo atribuye a causas externas. En algunos casos extremos, la inducción de la psicosis puede alcanzar a la casi totalidad de una sociedad, como sucede en el liderazgo totalitario. Si se perpetúa en forma de dictadura, puede llevar, en su locura compartida por miles o millones de personas, a la ruina de un país, (casos como el nazismo, son un claro ejemplo).
Para prevenir este síndrome, debemos mantener los pies en la tierra, ser humildes y ser consciente de nuestras limitaciones.Ya en la época Romana lo tenían presente, a los generales que llegaban a la entrada de Roma victoriosos, se les concedía una corona de laurel y un esclavo, que ante los vítores del pueblo le susurraba unos pasos más atrás
 «memento mori«,( recuerda que eres mortal) para recordarle las limitaciones de la naturaleza humana, con el fin de impedir que incurriese en la soberbia.
Tenemos que entender que nos necesitamos unos a otros para contrarrestar la oscuridad, para resguardarnos del frío, para dar sentido a nuestra existencia.  Los seres humanos somos seres sociales y cuando estamos con otras personas encontramos lo cálido, lo interesante de la vida.
Para que desperdiciarla entonces con soberbia, altivez y majadería?.
Isabel Bailo Domínguez
Isabel Bailo Domínguez
Profesora de educación infantil, técnica fitosanitaria cualificada, técnica medioambiental y forestal, madre a tiempo completo, actualmente estudiante de grado de historia y Rebelde con causa

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