Los verdugos de Franco en la Guerra Civil. Aragón la colectivización de la muerte: Terraza, Cabanellas, Pareja, etc…

En la mayoría de los trabajos relacionados con la represión franquista se ha incidido en las víctimas. Pero no a quiénes habían llevado a cabo estos crímenes. Esta serie pone nombres y caras a los responsables directos de las atrocidades que cometieron


Parte de Aragón cayó rápidamente en manos de los sublevados gracias al triunfo del golpe de Estado en Zaragoza. Otra parte quedó en manos republicanas, con predominio de las fuerzas anarquistas que llegaron a crear  el Consejo de Aragón, llevando a cabo una política bastante autónoma respecto al gobierno central republicano, y donde se llevó a cabo el más avanzado estado de colectivización de la tierra que se había dado en España. En ambas partes se sufrió una represión feroz.

BENITO TERRAZA, Gregorio. General del Ejército fue el que dirigió la sublevación en Huesca. Fue el inductor de llevar a cabo una violencia extrema. Debido a la gran cantidad de detenidos hubo que habilitar el Instituto de Segunda Enseñanza de la capital oscense como prisión auxiliar. Muchos de los estaban presos fueron sacados de su encierro para ser asesinados.

Benito Terraza leyendo el bando de guerra

Se estima que en Huesca hubo 1.500 víctimas de la represión; entre ellos 76 mujeres, cuyo único delito era ser familiares de hombres que habían huido de la represión. Entre los asesinados se encuentra el artista Ramón Acín, amigo personal de Lorca y de Luis Buñuel.

Ramón Acín

Sucedió a Mola en el mando de la 6ª División Orgánica, siendo sustituido en Huesca por el coronel Luis Solans, que continuó con la durísima represión.

CABANELLAS FERRER, Miguel. Personaje muy conocido, supuestamente con ideas republicanas[1] y miembro de la masonería. Cabanellas dirigió la sublevación en Zaragoza. Nada más llevarse a cabo el golpe, ordenó la detención de 350 dirigentes del Frente Popular, incluyendo al gobernador civil.

Otro cínico mentiroso ya que dos días antes de la sublevación había jurado a Azaña que sería leal a la República. Ya iniciado el golpe el gobierno republicano envió al general Miguel Núñez de Pardo  a Zaragoza para que intentara convencer a Cabanellas de que desistiera de continuar con la sublevación. Nada más llegar Cabanellas ordenó que fuera detenido y posteriormente ejecutado.

Miguel Cabanellas

Nombrado presidente de la Junta Nacional de Defensa se trasladó a Burgos. Como presidente de la Junta fue el que firmó el 28 de julio la declaración del estado de guerra. Cuando se restableció el Código de Justicia Militar el 31 de agosto de 1936, Cabanellas aún era el presidente de la Junta. En el preámbulo escribió: es necesario en los actuales momentos, para mayor eficacia del movimiento militar y ciudadano, que la norma en las actuaciones judiciales castrenses sea la rapidez. Esta es la razón por la que todos los consejos de guerra sumarísimos se hicieran de urgencia, y si ni siquiera se iniciaban mejor, mayor rapidez en la eliminación del enemigo. Cuando Franco fue nombrado Jefe de Estado, éste le nombró Inspector General de Hospitales, que en el fondo era una sutil forma de quitárselo de encima.

Supuestamente en una visita a Zamora el 30 de julio de 1936 dijo: ¡No hay sangre! ¡Quiero más sangre!; detalle que no he podido contrastar en su totalidad. Lo que sí parece cierto es que pidió a José María Pemán que le ayudara a escribir un decreto prohibiendo llevar luto a los familiares de las víctimas de la represión.

Se ha dicho hasta la saciedad que Cabanellas se oponía a la designación de Franco como Jefe de Estado, quizás como forma de que no pareciera tan implicado con la sublevación. A los generales que habían elegido a Franco les dijo: Ustedes no saben lo que han hecho porque no le conocen como yo, que lo tuve a mis órdenes en el ejército de África […] Si ustedes le dan España, va a creerse que es suya y no dejará que nadie le sustituya en la guerra o después de ella, hasta su muerte. Acertó de pleno.

Cabanellas estaba en la lista de encausados por el juez Garzón por crímenes de lesa humanidad durante el franquismo.

PAREJA ARENILLA, Dionisio. Comandante del Ejército y delegado de la UME[2], dirigió la terrible represión que se llevó a cabo en la población oscense. En Jaca estaban instalados desde hacía tiempo los ideales republicanos. Allí se inició la sublevación contra la monarquía en 1930, que fue la antesala de la proclamación de la República. Jaca también fue el primer municipio de España en donde se izó la bandera tricolor tras el abandono del país por parte de Alfonso XIII.

Pareja y el capitán Enrique Cabrerizo Castellón fueron los que organizaron la sublevación en Jaca. Este último ya se había destacado por su odio hacia las clases trabajadoras. El 1 de mayo de 1936, interrumpió la manifestación obrera con un grupo de soldados, amenazándoles con una ametralladora. Posteriormente fue apresado por gentes del pueblo, no fue linchado gracias a la intervención del alcalde Julián Mur[3].

La represión en Jaca fue aterradora con decenas de asesinados. Por otro lado, hay que señalar que muchos jacetanos acabaron en campos de concentración nazis.

Según Paul Preston[4] Pareja había recibido órdenes desde Zaragoza de depurar de una vez y para siempre los elementos indeseables.

PIZARRO CENJOR, Manuel[5]. Combatiente en la guerra civil en el bando sublevado, se destacó como represor tras el final de la contienda. Fue gobernador civil y jefe Provincial del Movimiento en Granada. Desde mayo de 1946 a mediados de 1947 estuvo al mando del 41º Tercio de la Guardia Civil dedicado a combatir a la guerrilla asturiana[6]. El 27 de julio de 1947 es destinado a Teruel, ocupando los mismos cargos y con la misión de acabar con el maquis.

Manuel Pizarro Cenjor

El 28 de septiembre de 1947, un grupo de guardias civiles bajo el mando de Pizarro Cenjor encarceló, y torturó a 24 hombres, acusados de colaborar con la guerrilla. Tras ser detenidos fueron llevados al cuartel de la Guardia Civil de Alcalá de la Selva, allí sufrieron todo tipo de torturas y vejaciones. Posteriormente los dividió en dos grupos, la mitad los envió a Mora de Rubielos, y la otra mitad a Guidar. Todos ellos, menos uno que logró escapar fueron asesinados. Una vez ejecutados colgaron sus cadáveres de unos pinos para que sirvieran de escarmiento y aterrorizar a la población. Fueron enterrados en dos fosas comunes cercanas a los lugares donde se cometieron los asesinatos[7].


Bibliografía reseñada en el capítulo

GARCÍA LANDA, José Ángel (2010): Historia de algunos asesinos, gente de orden, en http://vanityfea.blogspot.com/2010/02/historia-de-algunos-asesinos-de-orden.html

GARCÍA PIÑEIRO, Ramón (2017): Luchadores del ocaso, Oviedo.

PRESTON, Paul (2011): El holocausto español, Barcelona.

VAREA, Ramiro (2009): Entregados los cuerpos de 12 fusilados en Teruel, en https://especiales.publico.es/hemeroteca/229094/entregados-los-cuerpos-de-12-fusilados-en-teruel


[1] Cabanellas, al igual que Queipo de Llano, estuvo implicado en la sublevación de Jaca y Cuatro Vientos, motivo por lo que fue detenido.

[2] Unión Militar Española.

[3] Julián Mur murió durante un tiroteo. Su cadáver fue llevado a Jaca el 29 de noviembre de 1936, Los mandamases fascistas del pueblo colocaron su cadáver en la puerta del Ayuntamiento, diciéndoles a la gente ¡Ahí lo tenéis! Ver García Landa.

[4] Preston, 2011: 596.

[5] Abuelo del diputado del PP y expresidente de Endesa, Manuel Pizarro Moreno.

[6] En el órgano de la guerrilla asturiana Ataque, se publicó en junio de 1937 una reseña de Pizarro, se le catalogaba de sádico verdugo del pueblo asturiano (ver García Piñeiro: 945.

[7] Ver Varea.

José Luis Garrot Garrot
José Luis Garrot Garrothttps://asambleadigital.es
Historiador y arabista. Profesor de la UCM

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