Déjame el «Ser» en paz

La proposición espontánea de que los dioses no existen es tan antigua como el teísmo mismo, y la idea de que no hay dios es tan antigua como el monoteísmo y el henoteísmo.

Tanto en Europa como en Asia, el surgimiento del ateísmo puede situarse a finales del siglo VI a. C. En Asia, la vida contemplativa no centrada en la idea de los dioses comenzó en el siglo VI a. C. con el taoísmo (en China) y con el crecimiento del jainismo, el budismo y algunas corrientes ateas de la medicina áiurveda (en la India).

En el jainismo se cree que el mundo es eterno y carece de principio. No existe una divinidad personal, y todas las posibles divinidades, «las almas de los perfectos sarjat»(divinidades humanas), por ejemplo, no son emanación ni manifestación de ninguna divinidad apofántica ni de ninguna Unidad (el Todo o Absoluto), conceptos y realidades que son igualmente negadas y rechazadas en el jainismo junto con la de un dios creador.

Luego, dentro de las doctrinas astika (ortodoxas) del hinduismo, tanto la escuela sankhia como la mimamsa, no aceptan un dios creador.

La escuela fue a la vez dualista y atea. Ellos creían en una existencia dual de prakriti (naturaleza) y Púrusha (varón, espíritu) y no tiene lugar para Íshvara (el mejor dueño, el más grande controlador, Dios), argumentando que la existencia de Íshvara no puede demostrarse y por lo tanto no puede admitirse que exista.

Después está el pensamiento filosófico taoísta, que surge en la antigua China  aproximadamente en el siglo VI a. C., de la mano del sabio Lao-Tsé, quien planteaba una línea de pensamiento contemplativa y retrospectiva sobre la base de la observación de los fenómenos cosmológicos que lo llevaron a desarrollar una concepción metafísica naturalista.

Siendo la Energía (chi), el motor universal de la constante fluidez del cambio, puede entenderse a la energía, como la forma en que se manifiesta el Tao, la propia forma de la naturaleza en su esencia más pura, y de la cual se conformó la materia física por sus propias transformaciones naturales, y no por la intervención de alguna deidad ni de ninguna otra personificación teísta, motivo por el cual el taoísmo se muestra en contra de la lealtad al mandato del cielo que autoproclamaban los monarcas chinos para justificar su derecho divino de gobernar.

Diágoras de Melos, es conocido como el primer ateo. Hacía públicos los misterios eleusinos y desanimaba a la gente a ser iniciada, por lo que fue condenado a muerte por blasfemia… (Primera persecución a los ateos).

Poco después, los atomistas Leucipo y Demócrito, intentaron explicar el mundo de una forma totalmente materialista, sin hacer referencia a lo espiritual o lo místico. (También fueron perseguidos). Más adelante en la historia, cuando la religión se impuso totalitariamente los cargos de ateísmo, con el significado de subversión religiosa, se usarían frecuentemente al igual que los de herejía e impiedad como un arma política para eliminar enemigos. A lo largo de la historia de la humanidad, ha habido grandes filósofos y pensadores que confirmaron su ateísmo, expongo solo algunos:

Alrededor del 300 a. C. el filósofo cirenaico Teodoro de Cirene negó la existencia de los dioses en su libro sobre los dioses. Evémero (330–260 a. C.) publicó su opinión sobre que los dioses sólo eran gobernantes deificados, conquistadores y fundadores del pasado, que sus cultos o religiones eran en esencia la continuación de reinos desvanecidos y estructuras políticas pasadas. Su visión del mundo no era atea en el sentido estricto y teórico, porque él consideraba que los dioses primordiales eran eternos e imperecederos. Los fenómenos naturales como el viento, el Sol y la Luna eran divinos, por tener «origen eterno y eterna continuación».

Otra figura importante en la historia del ateísmo fue Epicuro (alrededor del 300 a. C.).
Próximo a las ideas de Demócrito y los atomistas, expuso una filosofía materialista en la cual el universo estaba gobernado por las leyes del azar sin la necesidad de la intervención divina. El objetivo de los epicúreos era alcanzar la paz mental exponiendo que el miedo a la ira divina era irracional. Existe una palabra griega antigua para denominar el ateísmo: «atheoi» (aquellos sin dios) en la Epístola a los efesios.

Ya, en la Europa medieval cristiana, las cinco vías tomistas y el argumento ontológico de Anselmo de Canterbury intentan responder intelectualmente al cuestionamiento de la existencia de Dios. Pero las autoridades religiosas persiguen a los que discrepan de sus creencias acusándoles de herejía, especialmente en los países donde está activa la Inquisición. El cargo de «ateísmo» es usado frecuentemente para atacar a los adversarios políticos o religiosos. (Y dale con la persecuciones…)

En las demás religiones, como en el islam medieval, los teólogos reconocen el concepto de ateísmo y también frecuentemente, atacan a los infieles. Una figura notable fue el intelectual del siglo IX Ibn al-Rawandi, que criticó la noción de profecía religiosa, incluida la de Mahoma, y mantuvo que los dogmas religiosos no eran aceptables por la razón y debían ser rechazados. Otros críticos a la religión en el mundo islámico fueron también atacados, como el médico y filósofo Abu Bakr al-Razi  y el poeta Al-Maʿarri.

La acusación de ateísmo desde siempre era peligrosa, también en la Europa Moderna, como ilustran los ejemplos siguientes:

Étienne Dolet fue estrangulado y quemado en 1546, y Giulio Cesare Vanini que sufrió un destino similar en 1619.  En 1689 el noble polaco Kazimierz Łyszczyński, que escribió un tratado filosófico, De non existentia Dei, en la que cuestionaba la existencia divina. Fue condenado a muerte en Varsovia por ateísmo, se le decapitó tras arrancarle la lengua con un hierro al rojo y quemarle las manos lentamente. De forma similar en 1766 el noble Jean-François de la Barre fue torturado, decapitado y su cuerpo quemado por la acusación de destruir un crucifijo. (Este caso se hizo célebre porque Voltaire intentó sin éxito que la sentencia fuera revocada).

Año 1675, el filósofo Spinoza tuvo por precaución que renunciar a publicar su obra «La ethica«, que era considerada como blasfema y atea por los teólogos. Por el mismo motivo la mayoría de sus obras fueron prohibidas y sólo pudieron ser publicadas tras su muerte.

Denis Diderot (1713-1784), uno de los más prominentes filósofos de la Ilustración y editor de la Enciclopedia, también fue acusado de ateo por desafiar los dogmas religiosos, en particular el católico, y escribió:

«La razón es la virtud del filósofo como la gracia lo es del cristiano. La gracia determina las acciones del cristiano, la razón la del filósofo». Bueno, pues Diderot fue encarcelado durante un periodo breve y sus escritos prohibidos y quemados.

Uno de los  primeros en negar la existencia de Dios y proclamar su ateísmo desde la época clásica fue el barón d’Holbach, que escribió  la obra llamada «Système de la Nature» (Sistema de la naturaleza), y grandes intelectuales notables de la época le seguían, entre los que estaban Denis Diderot, Jean Jacques Rousseau, David Hume, Adam Smith, y Benjamin Franklin. Aun así, su libro fue publicado bajo el seudónimo de Jean-Baptiste de Mirabaud, y fue incluido en el Index librorum prohibitorum (índice de libros prohibidos).

Seguimos, la Revolución Francesa (1789) catapultó al pensamiento ateo hacia la política, al abrir el camino para los movimientos intelectuales del siglo XIX como el racionalismo, el librepensamiento y liberalismo, así como también al anticlericalismo radical y el laicismo. (Aun así, la persecución siguió…)

El poeta Percy Bysshe Shelley fue expulsado de la universidad de Oxford en 1811, por presentar ante el decano un panfleto anónimo titulado “La necesidad del ateísmo”.

Hubo otros destacados pensadores ateos del siglo XIX, como Arthur Schopenhauer, Karl Marx  y Friedrich Nietzsche. Metidos ya en el siglo XX, el ateísmo encontró el reconocimiento en una gran variedad de corrientes filosóficas tales como el existencialismo, el objetivismo, el humanismo secular, el nihilismo, el empirismo lógico o el marxismo.

Partidarios tales como, Bertrand Russell, Alfred Jules Ayer, y Lévi-Strauss.
También, Naturalistas y materialistas tales como John Dewey que consideraron el mundo natural como la base de todas las cosas, negando la existencia de Dios o inmoralidad.

Y por último en la actualidad, continúa el asentamiento del laicismo y el ateísmo en las sociedades occidentales y han aparecido movimientos como «El movimiento Brights«. Es un movimiento social que tiene como objetivo promover la comprensión pública y el reconocimiento de la visión naturalista del mundo, incluyendo la igualdad de derechos civiles y aceptación de las personas que comparten dicha visión del mundo. La visión naturalista del mundo no implica la pertenencia a ninguna ideología en particular. Ser bright significa simplemente defender un mundo libre de elementos sobrenaturales o místicos, y postular una filosofía naturalista. Es ante todo una postura individual.

Reflexiones:
Realizado un estudio de las religiones te das cuenta de que en todas ellas siempre ha habido un elemento en común, el enfrentamiento a todo aquel individuo que no piense como él. Son dañinas y perjudiciales por definición. Por eso, me pregunto ¿Cuántas formas hay de no creer en Dios? Entre los ateos y agnósticos hay desde activistas antirreligiosos hasta no creyentes que, sin embargo, cumplen ciertos ritos religiosos.

La idea principal que quiero destacar, es que la cantidad de no creyentes es ontológicamente diversa, es decir, la naturaleza del ser, la existencia y la realidad, tratando de determinar las categorías fundamentales y las relaciones del «ser» son infinitas.

Isabel Bailo Domínguez
Isabel Bailo Domínguez
Profesora de educación infantil, técnica fitosanitaria cualificada, técnica medioambiental y forestal, madre a tiempo completo, actualmente estudiante de grado de historia y Rebelde con causa

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