Podemos hace tiempo que parece que ha perdido el norte, el sur, el este y el oeste. Comenzó con los ataques gratuitos a Yolanda Díaz, por parte de algunos líderes de la formación morada, entre ellos “el sumo sacerdote” Pablo Iglesias o su tocayo Pablo Echenique. Venían a decir que quién era políticamente Yolanda Díaz; incluso el señor Iglesias tuvo, para mí, la desvergüenza de decir que sin él, la vicepresidenta del Gobierno no sería nada. Olvidaba el líder podemita que Díaz llevaba en política bastante más tiempo que el.
El señor Iglesias, en un gesto más de su prepotencia, abandonó su escaño y su puesto en el Gobierno de la nación porque estaba convencido de que iba a arrasar en las elecciones madrileñas. Todos conocemos el resultado. Se alabó en algunos círculos lo que parecía iba a ser su retirada de la primera fila de la lucha política. Yo no me lo creí, conociendo al personaje; y no me equivoqué. El señor Iglesias sigue siendo el líder indiscutido de Podemos, y no es otro que el quién marca la estrategia a seguir; los demás ejecutan fielmente, yo diría que incluso servilmente, las órdenes emanadas del sumo sacerdote.
La estrategia de Iglesias parece ser obligar al PSOE a que, ante los ataques cada vez más virulentos de la formación a la política de un Gobierno del que forman parte, rompa la coalición y así aparecer como los únicos y genuinos representantes del voto progresista. Ejemplo claro de lo anterior son los ataques al PSOE a cuenta de la famosa ley del Sí es Sí. Parémonos un momento en esta ley.
La ley la presenta la ministra de la ministra de Igualdad Irene Montero, una persona a la que, en mi subjetiva opinión personal, es, y ha sido siempre, política e intelectualmente mediocre. La ley contenía errores que han supuesto que muchos condenados por violencia de género hayan visto reducidas sus condenas e incluso, en algunos casos, estén en libertad. Es de primero de Derecho saber que cuando una ley se modifica, las modificaciones que beneficien a los condenados anteriormente se aplicarán automáticamente. La primera reacción, en lugar de hacer un ejercicio de modestia y reconocer que se había equivocado, es decir que el problema es de los jueces, que son todos unos fachas y que están concediendo estos beneficios para atacar al Gobierno.
Estoy de acuerdo en que gran parte de la judicatura española es rancia y conservadora, manteniendo bastantes vestigios del franquismo. Lo que me da más la razón, ya que si sabes que puedes tener los jueces en contra no puedes dejarles el más mínimo resquicio para que puedan perjudicarte con sus sentencias.
La incontinencia verbal de la señora Montero, de su mano derecha la subsecretaria Ángela Rodríguez Martínez –que cada vez que abre la boca sube el pan-, Ione Belarra, y en general todos los miembros de Podemos con alguna responsabilidad o influencia política ha sido manifiesta, y más parecido a una rabieta de niños, a los que ha regañado por hacer algo mal, que a una evaluación política real.
No acaba aquí el desvarío de Podemos. Ahora ante las gestiones que está haciendo Yolanda Díaz para sacar adelante su proyecto Sumar, vuelven a dar constancia de su prepotencia, haciendo saber que Podemos no va a sentarse en una mesa para seguir los pasos de un líder, es este caso lideresa, y que quieren primarias para decidir quién dirige la nueva formación de izquierdas. Es decir quieren dirigir un proyecto que no es de ellos, pero que parece que les puede quitar a hegemonía del espacio político a la izquierda del PSOE.
Y todo esto que expongo –hay muchas cosas más pero sería muy largo enumerarlas en tan corto espacio- no es sino una demostración más de que el señor Iglesias no puede permitir que haya alguien que esté por encima de él. Su prepotencia y su ego no tienen límites, para mayor desgracia de la izquierda.
Por si alguno de los amables lectores, piensa que soy miembro o votante del PSOE, o un infiltrado del PP/Vox, quisiera comentarles que con 19 años ingresé en el PCE (1972), Tengo setenta años y siempre que he sido, soy y seré comunista hasta el fin de mis días. Por eso me duele de forma especial que alguien, que ya se cargó el movimiento del 15-M, se cargue ahora el proyecto que lidera la mejor baza que tienen las izquierdas ante las próximas elecciones.