Los verdugos de Franco en la Guerra Civil. Los verdugos de Andalucía (VII) Cristóbal Recuerda, Luis Redondo, Jerónimo Redondo, etc…

En la mayoría de los trabajos relacionados con la represión franquista se ha incidido en las víctimas, estos artículos ponen nombres y caras a los responsables directos de las atrocidades que cometieron



RECUERDA JIMÉNEZ, Cristóbal. Era el comandante del puesto de la Guardia Civil de Fernán Núñez (Córdoba). Ya antes de la guerra Recuerda había cometido todo tipo de desmanes en la localidad cordobesa. Tal es así que en el pleno del Ayuntamiento celebrado el día 24 de julio de 1931, se pidió al alcalde Antonio Romero que solicitara su traslado; gestión que llevó a cabo ante el ministerio de la Gobernación: pidiendo traslado de esta línea de la Guardia Civil del Alférez jefe de la misma D. Cristóbal Recuerda Jiménez, por creerlo incompatible con este vecindario, con el que más de cuatro veces ha tenido enfrentamientos violentos que, de repetirse, pueden costar un día de luto, al pueblo. Le falta a este Alférez prudencia y amor al pueblo necesarios, y únicamente despliega celo cuando hay que defender a la clase adinerada, pero, cuando se encomiendan servicios para hacer que los patronos, cumplan con las bases, todo son dificultades para servir a la autoridad, y por esto la odiosidad del pueblo [1].

Recuerda lideró la sublevación en Fernán Núñez, deteniendo ese mismo día a 22 personas. Poco duró el triunfo de los sublevados porque los republicanos del pueblo volvieron a hacerse con el control de este obligando a los guardias civiles a atrincherarse en su cuartel.

El día 25 el Comité Local hizo llegar una nota al cuartel, la llevaron dos mujeres: Dorotea García Cuesta y María Antonia Jiménez Alcaide «La Fina», en la nota se les pedía que salieran desarmados del cuartel, garantizándoles que se respetarían sus vidas. Posteriormente el haber sido portadora de la nota le costó la vida a María Antonia y a la sirvienta del cuartel, Antonia Núñez.

El mismo día 25 tomó el pueblo una columna facciosa dirigida por el comandante Aguilar tomando el pueblo y liberando a los guardias civiles atrincherados en el cuartel. Antes de salir de la población los milicianos dieron muerte a 13 derechistas que tenían prisioneros en la Escuela de Vilches. Recuerda salió del cuartel disparando y matando gente mientras gritaba ¡Canallas, ahora piden auxilio! [2] Recuerda, buen conocedor del pueblo dirigió la represión, el mismo día 25 se asesinó a 74 personas. En total en Fernán Núñez hubo 150 víctimas.

Entre las víctimas ya hemos citado a María Antonia Jiménez, por haber actuado de emisaria, también fue asesinado su esposo Fernando Valle; a Antonia Núñez y a su esposo Nicolás Blázquez se les fusiló por no haber llevado agua al cuartel mientras este estaba asediado. No fueron las únicas mujeres asesinadas, también ordenó ejecutar a Dulce Nombre Sánchez y a una de sus hijas.

Al día siguiente Recuerda, que parece ser que aún no había saciado su sed de sangre, entró en Montilla al mando de un grupo de falangistas y guardias civiles. Recuerda y el falangista León Torrellas Calzadilla, son los máximos responsables de la muerte de al menos 33 personas en este pueblo cordobés. El mayor número de asesinados se produjo el 16 de agosto, cuando doce personas fueron ejecutadas en la Fuente de la Higuera.

Campesinos de Fernán Núñez esperando ser fusilados

En él también pueblo cordobés de Rute, actuando domo delegado gubernativo, se asesinó a 51 personas; en esta ocasión contó con la ayuda de otro sanguinario asesino, Francisco Roldán Espejo.

El historiador Francisco Moreno[3] ofrece una fidedigna imagen de este cruel verdugo: En Montilla fusilaban a bastantes de Fernán Núñez, y el artífice de aquellas redadas y matanzas era el teniente Cristóbal Recuerda, que deambulaba, deteniendo y matando gente, no sólo en el término de Fernán Núñez, sino por todos los entornos. Fue uno de los típicos matarifes del franquismo, de los que el odio y el furor se mezclaban con la enajenación mental.

REDONDO GARCÍA, Luis. Cuando estalló el golpe era comandante retirado[4]. Reconocido monárquico participó en la Sanjurjada como jefe de las milicias carlistas sevillanas. Tras el fallido golpe de Sanjurjo, Redondo fue encarcelado, compartiendo prisión con el general Varela[5]. Queipo le encargó que organizara una columna que tendría como objetivo llevar a cabo la represión en los pueblos situados al sudeste de la capital hispalense, y de tomar los pueblos situados al norte y al este de Huelva. Por donde pasó Redondo dejó un reguero de sangre, destrucción y terror.

Redondo estuvo al mando de los tercios de Requetés, Virgen de los Reyes de Sevilla, Virgen del Rocío de Huelva, Virgen de la Merced de Jerez, y San Rafael de Córdoba.

Redondo al frente de su columna de requetés

Repasemos algunas de las poblaciones que asoló Luis Redondo. En Nerva (Huelva) asesinaron a 288 personas, en El Saucejo (Sevilla) hubo 75 víctimas. Cuando entró en Riotinto, al ver que el pueblo estaba prácticamente desahitado porque la población había huido al monte, ordenó que se prendiera fuego a toda la población. Participó en la toma y posterior represión en muchos pueblos andaluces, cabe citar Utrera, Lora del Río, Osuna, Puente Genil, Ronda, El Cerro de Andévalo.

Redondo flanqueado por dos correligionarios

El 28 de agosto tomó Aroche, pueblo de la serranía onubense. En esta población se había ejecutado a diez derechistas; la represión, como se pueden imaginar, fue feroz; se asesinó a 143 personas, entre ellas diez mujeres, asimismo se cometieron numerosas violaciones, saqueos, vejaciones…El párroco de la población fue anotando meticulosamente los asesinatos que se estaban llevando a cabo: El día 10 de agosto al detener a uno que estaba en combinación con los rojos, e cual cuando fue conducido quiso escaparse fue preciso aplicarle el bando de guerra [ejecutado sin juicio]; poco después se le aplicaba a otro que se escapó de la cárcel. El día 21 del mismo mes, a la una de la madrugada, se le aplicó también el bando de guerra a 28 hombres, que según se dice estaban complicados en un complot para facilitarle a los rojos la entrada en el pueblo. El día 29 se aplicó a cuatro hombres y cuatro mujeres, el día 13 de septiembre a dos hombres, el día 20 a un hombre, el 27 de octubre a dos hombres y tres mujeres y el día 14 de diciembre de 1938 a un hombre. A partir de ese momento comenzó a mejorar la situación, pues los rojos tuvieron un encuentro con las fuerzas nacionales a los que hicieron muchas bajas y se vieron precisados a abandonar la tierra y los pocos del pueblo que se quedaron fueron cazados poco a poco, hasta que quedó completamente limpio y así renació la calma […][6]. El meticuloso sacerdote no debía andar muy bien en matemáticas, porque fueron muchos más de los que él anotó los que fueron asesinados.

De las «hazañas» de Redondo tenemos cumplida cuenta gracias a las memorias del jesuita Bernabé Copado, que acompañaba a la columna Redondo, eso sí siempre con una pistola al cinto, por si había que echar una mano. Sus memorias las tituló Con la columna Redondo, combates y conquistas.

RIVERO SÁNCHEZ, Jerónimo.  Sargento de la Guardia Civil y comandante de puesto de Iznájar (Córdoba). El día 19 de julio se unió a la sublevación haciéndose rápidamente con el control del pueblo. Desde el primer momento se dedicó a la detención de aquellos vecinos que entendía eran desafectos, ejecutando a 50 de ellos.

No contento con la masacre llevada a cabo en Iznájar, marchó a El Remolino, junto a los guardias civiles bajo su mando y algunos falangistas, a estos se unieron un grupo de guardias civiles y falangistas de Rute. En El Remolino cometieron atrocidades difíciles de calificar. A Francisco Guerrero, un guarda de campo jubilado, después de fusilarlo le cortaron los testículos y las orejas. A Antonio Hinojosa le cortaron los testículos y se los entregaron a su padre diciéndole: aquí tiene usted los testículos de su hijo[7].

Por el asesinato de tres vecinos de El Remolino fueron juzgados el guardia civil de Iznájar, Benjamín Trigo Díaz y el falangista Rodrigo Salas Bote. El hecho de que fueran detenidos y juzgados, algo prácticamente insólito, se debió a que uno de los asesinados era el tío del jefe de Falange de Iznájar, Salvador Luque García. Ambos fueron condenados a muerte, pero el auditor Bohórquez y Queipo de Llano evitaron que se llevara a efecto la máxima pena, Finalmente solamente estuvieron en prisión un año y ocho meses[8].

ROMÁN ÉCIJA, Francisco. Teniente de la Guardia Civil, fue el responsable de la muerte de decenas de personas en varias poblaciones cordobesas. El 3 de agosto de 1936 entró en Priego formando parte de la columna que dirigía José Tomás Valverde Castilla. Una vez tomado el pueblo, Roldán fue nombrado comandante militar de la plaza, sustituyendo al anterior al que se consideraba «demasiado blando». El día 4 comenzaron los asesinatos en Priego, se calcula que el número total asciende a unas cien personas.

Continuó Roldán con sus correrías por pueblos cercanos. El 10 de agosto llegó a Fuente Tójar, al mando de un grupo de guardias civiles y falangistas, en esta población fueron asesinadas diez personas. En Almenidilla, fueron asesinadas, que hayan sido identificadas, 16 personas, aunque el número total se cree que ascendió a veinte. En Rute, localidad de la que era originario, asesinó a cuatro personas en el kilómetro 3 de a carretera Lucena- Jauja. En total se calcula que entre Priego y los pueblos cercanos fueron asesinadas en torno a las ochenta personas[9].

Una vez finalizada la guerra Roldán continuó con sus actividades mortales. Entre 1947 y 1949 –ya como comandante- fue encargado de la represión de la guerrilla del Levante. En Morella aún se recuerda su paso por esta localidad castellonense. Sus palizas y torturas a detenidos, las ejecuciones llevadas a cabo aplicando la ley de fugas –al menos 84 personas perdieron la vida por esta práctica-; otras tantas murieron a causa de las torturas recibidas en el cuartel de la Guardia Civil de Morella. Moreno Gómez calificó este cuartel de «centro de exterminio»[10].


Bibliografía reseñada en el capítulo.

BÉDMAR GONZÁLEZ, Arcángel (2007): El Remolino, una historia de la represión (I y II), en Cuadernos para el Diálogo, no 20 y 21, pp. 38-47 y 18-29.

MORENO GÓMEZ, Francisco (2009): 1936: el genocidio franquista en Córdoba, Barcelona.


[1] Tomado de Moreno, 2009: 226-227.

[2] Tomado de Moreno, 2009: 229-230.

[3] Ver Moreno, 2009: 236.

[4] Tras finalizar la guerra fue ascendido a general de Brigada y posteriormente a teniente general.

[5] Según P. Preston (2011: 59), fue el que convirtió a Varela en carlista.

[6] Tomado de Solé i Sabaté: 197-198.

[7] Testimonio de Antonio Montilla, testigo de los hechos, recogido por Bedmar.

[8] Para más detalles ver Bedmar, 2007.

[9] Ver Moreno, 2009: 292-294.

[10] Ver Moreno, 2009: 293-294.

José Luis Garrot Garrot
José Luis Garrot Garrothttps://asambleadigital.es
Historiador y arabista. Profesor de la UCM

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