Sin duda alguna en esta época hubo una expansión agrícola, en parte, por la presión de los señores sobre sus siervos o colonos, para, evidentemente, apropiarse de los excedentes. También destaca en este crecimiento una mejora de las condiciones ambientales, con un clima más suave y menos húmedo que beneficiaba los cultivos. Otro gran factor que hizo aumentar la producción fue una nueva expansión demográfica, población nueva que necesitaba alimentarse.
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Los Campesinos
Hacia el siglo XI es evidente, a pesar de la dificultad de demostrarlo con datos escritos, que en este nuevo marco feudal hay una clara tendencia al aumento de población. Esta progresión demográfica parece estar basada en aspectos tales como un ligero aumento de la longevidad media (pasó de sobre 40 años a 50), pero sobre todo por un gran aumento de la natalidad, a pesar de la altísima mortandad infantil.
Las principales características de este aumento de población hay que buscarlos en el descenso de ataques exteriores, la implantación del orden feudal, e incluso, por los nuevos valores de paz incluidos por la Iglesia, aunque las guerras entre señores rivales eran bastante comunes.
Sin embargo, el principal elemento de este proceso fue, sin duda, un incremento de la producción agrícola, debido a su vez al aumento de la mano de obra campesina. Esto no alivió, ni mucho menos, las penurias alimenticias de la mayoría de la población, las capas bajas (la mayor parte de la población) seguían padeciendo una malnutrición crónica, hecho avalado por la creación de numerosos hospitales e instituciones de caridad promovidos por la Iglesia. Así se puede afirmar que estos nuevos excedentes no fueron aprovechados para alimentarse mejor, sino para alimentar a la nueva población.
Otro de los principales elementos de este proceso demográfico fue la transformación jurídica de muchos trabajadores. El señor, que todavía poseía esclavos domésticos, se dio cuenta que eran más productivos dejándoles una parcela a una pareja para roturar, creando también mejores condiciones para la reproducción.
Como sabemos de otros capítulos anteriores, estos esclavos terminaron fusionándose con el resto del campesinado libre, lo que provocó que se empezaran a dar matrimonios mixtos (antes no permitidos), y, por tanto, un nuevo impulso a la natalidad.
Estos nuevos excedentes demográficos hacían que los núcleos familiares estuvieran saturados, por lo que los jóvenes debían buscar nuevas tierras, en gran parte promovido por los señores, que no deseaban ningún cambio en la propia estructura agraria. Al final los señores muchas veces tuvieron que ceder ante esta presión y aliviar los núcleos familiares aceptando la división de las parcelas entre los herederos, así como la entrada de una cierta economía monetaria, que estimuló un mercado de la tierra.
Así, se podría afirmar que este impulso económico estaba basado en gran parte en la disgregación del gran dominio esclavista, que provocó un crecimiento poblacional, asociado además a un perfeccionamiento de los útiles agrarios, imprescindible para aumentar la productividad.
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La vida en el mundo rural campesino y el factor técnico
Como ya comentamos en capítulos anteriores, realmente no conocemos cómo eran los útiles de labranza, solamente sus nombres, pues en los pocos documentos escritos relacionados nunca se describe estos artilugios, tan cotidianos para la gente de esa época. Sin embargo, los útiles de trabajo se debieron mejorar ligeramente.
Respecto a la alimentación, también muy poco conocida, parece que se fue imponiendo el modelo romano de cereales, gracias en gran parte al impulso de muchas órdenes eclesiásticas, en especial los benedictinos y su famosa regla. Así, este aumento continuo del pan hizo que aumentara considerablemente el uso del molino, que a partir de ahora desempeñará un importante papel en la economía rural.
Sin embargo, la construcción de los molinos requería grandes esfuerzos y medios, como la fabricación de las muelas y piezas de hierro. Así la iniciativa de construir estos edificios correspondía a la única persona que por su poder podía hacerlo, los señores.
Aquí aparece una nueva forma de explotación campesina, los señores vieron pronto las posibilidades económicas de los molinos, así, obligaban a todos los campesinos de su dominio a utilizar su molino, aunque estuviera lejos y hubiera otros más cerca.
El aumento de la producción no parece que fuera provocado en gran parte por una mejora de los métodos de cultivo, sino más bien por su expansión a nuevas tierras.
Algunas pequeñas mejoras fueron la siembra de dos “tiempos”, es decir, cereales de invierno y de verano (que ya se usaba) junto con la introducción de leguminosas, que, aparte de ser un gran complemento alimenticio, reconstituía los suelos agotados por los cereales. También parece que, al aumentar la tierra cultivable, se podían dejar los terrenos más utilizados en barbecho, dejando el tiempo suficiente para su regeneración.
Parece demostrado que se debieron mejorar los útiles de trabajo. Aunque no hay pruebas fehacientes, el arado (aratrum y carraca) seguramente que se adaptó para remover más profundamente la tierra. En esta época hubo un gran progreso en la industria metalúrgica, en principio estimulado por la aristocracia y sus equipos de combate, pero que hizo más corriente el uso del metal, lo que en el caso del arado se tradujo en un reforzamiento de las partes de madera, aumentando su eficacia.
Además, aumentó el uso de los animales de tiro, sobre todo el buey, mejora imprescindible para un aumento de la producción. En algunos sitios se introdujo también el uso del caballo, mucho más rápido que el buey, pero también mucho más caro de alimentar y mantenerlo.
Todos estos elementos tuvieron una influencia clara sobre el campesinado. Los señores aumentaron su poder y presión sobre los campesinos. Las mejoras del ganado de tiro y del arado, fueron en gran parte proporcionados por los propios señores, tanto con el préstamo, y la consiguiente amenaza de retirarles el “favor”, como con el crédito por parte del señor al campesino, lo que le convertía en su deudor, y, por tanto, una forma más de controlar su vida.
Otro factor importante fueron las nuevas desigualdades aparecidas entre los propios campesinos. Aunque las antiguas diferencias basadas en el origen del campesino, esclavo o libre, habían casi desaparecido, ahora se establecía una nueva diferencia, basada en la desigualdad económica. No todos los campesinos pudieron mejorar sus equipamientos, por falta de capital, y, por consiguiente, siguieron con sus arados ligeros y sus cosechas menos productivas, como consecuencia habrá campesinos más ricos (o menos pobres) que otros.
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Las nuevas tierras
Roturar nuevas tierras era una operación muy corriente en toda la Alta Edad Media, cuando se agotaban las tierras de cultivo había que abandonarlas y crear nuevas para mantener el nivel de rendimiento, esto era inevitable ante la falta de abonos.
Sin embargo, ante el aumento de población, la roturación de nuevas tierras se convirtió en una necesidad aún mayor. Se puede decir incluso que la ampliación de nuevas tierras fue la gran expansión económica del siglo XII.
La escasez fue el auténtico motor de este proceso, llevado a cabo sobre todo por los hijos que no podían encontrar alimentos en las tierras familiares, a pesar de los progresos técnicos.
Al principio se roturaban las tierras aledañas a la aldea, aumentando el “claro aldeano”. Esta fue también la forma más común de aumentar tierras de cultivo, pues el señor podía controlarlas y así aumentar sus beneficios.
Otro caso fue el de las roturaciones en núcleos de población nuevos, se elegía un pequeño claro dentro de una zona forestal y desde el interior se empezaba a suprimir todos los obstáculos naturales, aquí tenemos, además, el principio de la futura deforestación de Europa Occidental. Este modelo, sin embargo, se especializó en recolección forestal y pastoril, sobre todo ante las nuevas demandas alimenticias de carne, madera, lana, etc…
La forma de expansión que más conocemos, al estar muchas documentadas por escrito, fue la fundación de nuevas tierras. Éstas, sin embargo, fueron promovidas por los señores en tierras de su propiedad pero que ocupaban el yermo (tierras no aptas para la agricultura). Aquí, sin embargo, el interés del señor iba dirigido más al aumento de tributos y derechos de justicia, que de beneficios propiamente agrícolas. Realmente les interesaba más controlar el territorio y sus gentes, y así poder colaborar en la defensa de posibles ataques externos, dicho de otra forma, aumentar su poder político.
Resumiendo, el proceso de nuevas roturaciones fue avanzando desde el siglo X, muy lentamente, coincidiendo con un aumento poblacional y una posterior innovación técnica, que aumentó la presión demográfica y provocó un aumento de las roturaciones, siendo ya estimulado por los propios señores.