Es tres de agosto, pero hace frío.
El sol cae sobre el horizonte
sin borrar la madrugada.
Y entre muros de agonía
trece mujeres sollozan
mientras esperan el alba.
Negra; muy negra es la noche
de las presas en capilla.
Un duermevela en silencio,
unos pasos que se acercan,
unos goznes que chirrían,
una puerta que se abre
y un murmullo que se apaga:
“El paredón nos espera”.
Fueron trece las mujeres
llevadas al cementerio.
Caminan con paso lento
y un murmullo en la garganta
que quiere levantar el vuelo.
Ese negro amanecer,
trece mujeres caminan
con el temblor en sus cuerpos.
II
Bien ordenados esperan
unos hombres sin piedad,
hombres recios, silenciosos,
que esperan la voz,
“disparen”.
No habrá un momento de olvido,
ni una duda, ni un perdón
que impida la orden dada.
Manos que no se acobardan,
Dedos que firmes esperan …
y matan.
La Sangre brota con furia,
tiñen de rojo sus cuerpos,
y en el último latido
intactos quedan sus sueños.
Es tres de agosto.
Y una fragancia de rosas
envuelve la madrugada
Trece;
son trece las mujeres asesinadas.
Teresa Galeote Dalama