Por algunos comentarios y escritos que he hecho sobre la guerra en Ucrania he recibido críticas, también apoyos. Parece que a estas alturas de la película algunos todavía no se han enterado que soy de izquierdas; pues sí lo soy, y para mayor concreción comunista.
Voy a intentar aclarar más, si cabe, mi postura sobre el conflicto. En primer lugar remito a que lean un reciente artículo mío publicado en esta misma revista titulado Putin no es el único malo de la película.
Mantengo mi postura de que apoyo el envío de armas a Ucrania. Esto a algunos les parece que es una postura belicista y aliada de la OTAN. Pues bien ni lo uno ni lo otro. Soy anti-OTAN declarado, desde que se planteó en el famoso referéndum de Felipe González en donde además de votar que no a la entrada hice campaña a favor del voto negativo. Esto no significa que entienda que si ha estallado un conflicto se ayude al agredido para defenderse del agresor.
Evidentemente suscribo el NO A LA GUERRA, pero la cuestión es que cuando esta ha estallado, ¿qué hacemos? ¿Nos ponemos con los cartelitos delante de los tanques? Está claro que esto no serviría de nada. Lo único que podía provocar es un ataque de risa a la tripulación del carro de combate.
Yo hago una pregunta a todos ustedes. Imagínense que van a ser atacados por una persona que esgrime una navaja, está claro que es que atendiera a las razones que le damos y no se produjera el enfrentamiento; pero resulta que el agresor nuestros argumentos se los pasa por el arco del triunfo, ¿no preferirían ustedes tener otra navaja para al menos defender en igualdad de condiciones?
Otra de las frases que se viene escuchando es que no se ha tratado igual a los ucranianos que a los palestinos o a los yemeníes. En eso estoy de acuerdo, forma parte de la hipócrita política de Europa –de EEUU ya ni me molesto en hablar-, y por supuesto estaría de acuerdo en armar al pueblo palestino para defenderse de las constantes agresiones de Israel, y también de ayudar a los yemeníes en su lucha contra Arabia Saudí y su gran aliado EEUU. Pero una cosa no quita a la otra.
Algunos defienden que con las sanciones económicas es bastante. El problema es que mientras están hagan efecto en la mente enferma de Putin, si es que lo hacen, que lo dudo, el ejército ruso sigue masacrando a civiles ucranianos, hombres, mujeres, ancianos, niños que no pueden defenderse.
Otra crítica que hacen algunos “progresistas de toda la vida; neohippies; y demagogos varios” es que a los refugiados ucranianos se les están dando todas las facilidades para entrar en Europa occidental, y que esto no se hizo con los refugiados por la guerra de Siria. Evidentemente lo que se hizo con los refugiados sirios fue una bochornosa vergüenza, ¿entonces qué queremos, repetirla?
Parece que estos superprogres olvidan que Putin ha apoyado a todos los grupos de extrema derecha europea, incluyendo Vox –aunque ahora Abascal se ponga muy estupendo-. Olvidan que el señor Putin no tiene absolutamente nada de comunista –sobre todo los nostálgicos de la URSS- y sí bastante de nazi.
En las críticas que se están haciendo al gobierno por el envío de armas a Ucrania, no he escuchado ni una sola vez que estos críticos hayan dado una solución alternativa. Y estimados lectores; criticar sin dar una solución es simple y llanamente demagogia.