El general Gonzalo Queipo de Llano, es sin duda uno de los personajes más siniestros de la historia contemporánea de España. Un individuo sin un atisbo de empatía por el resto de los seres humanos, lo que entraría dentro de la definición de psicópata. Persona en la que únicamente primaban sus intereses personales; de ahí que pasará de participar en el levantamiento de Jaca y Cuatro Vientos contra la dictadura de Primo de Rivera, a convertirse en un enemigo acérrimo de la República por el simple hecho de que estimaba que no se le concedían los cargos que según él merecía.
Consuegro del presidente de la República Niceto Alcalá-Zamora; ocupó importantes cargos durante la II República: Capitán General de Madrid, jefe del cuarto militar del presidente de la República, abandonó este cargo por las críticas recibidas por su injerencia en la vida política y, sobre todo por su ineptitud. Y esto jamás lo perdonó el general africanista. Él mismo corroboró con una frase los ideales que le motivaban: Mis únicas lealtades van hacia quienes me son útiles.
Desde el primer momento estuvo en la conjura contra la República, junto Mola y Sanjurjo. Dirigió el golpe del 18 de julio en Sevilla, y partir de ese momento se convirtió en el dueño y señor de Andalucía, por lo que era conocido como el «Virrey de Andalucía».
Nada más hacerse con el poder inicio un período de terror que abarcó toda la Andalucía que había caído en manos de los sublevados. Solamente en Sevilla, entre julio de 1936 y enero de 1937 se asesinó en Sevilla a 3.028 personas [1]. Para este menester se rodeó de dos personajes que le prestaron su entusiasta colaboración; el comandante del Estado Mayor José Cuesta Monereo y el capitán de la Legión Manuel Díaz Criado, al que nombró Delegado de Orden Público en Sevilla. De ambos hablaremos largo y tendido en capítulos posteriores.
Otros imprescindibles colabores de Queipo en la capital andaluza fueron los auditores Felipe Acedo Colunga , Francisco Bohórquez Vecina –ellos redactaron el bando de guerra proclamado en Sevilla- y su amigo y terrateniente Pedro Parias González, al que nombró gobernador civil de Sevilla.
Queipo de Llano eligió bien a los que serían los ejecutores de sus órdenes en Andalucía y Extremadura; algunos de estos fueron:
- Badajoz: Manuel Gómez Cantos, Manuel Carracedo Blázquez, Manuel Pereita Vela, más todos los mandos de la Columna de la Muerte.
- Córdoba: Ciriaco Cascajo Ruiz, Luis Zurdo Martín, Bruno Ibáñez Gálvez.
- Huelva: Gregorio de Haro Lumbreras.
- Granada: José Valdés Guzmán, José Nestares Cuéllar, Antonio González Espinosa.
- Sevilla: Santiago Garrigós Bernabéu.
- Málaga: Francisco Alted, Carlos Arias Navarro.
- Cádiz: Eduardo Valero Valverde, Pedro Jevenois Labernade, Adolfo de la Calle Alonso.
Ya en el bando de guerra, proclamado el 18 de julio, dejó bastante claro cuáles eran sus intenciones, en el apartado 2, se decía: Queda prohibido terminantemente el derecho a la huelga. Serán juzgados en juicio sumarísimo y pasados por las armas [reconociendo que la sentencia ya estaba dictada antes de celebrarse el simulacro de juicio, y eso cuando lo había, que era las menos de las veces], los directivos de los Sindicatos, cuyas organizaciones vayan a la huelga o no se reintegren al trabajo los que se encuentren en tal situación a la hora de entrar el día de mañana. En el apartado 3, se leía: Todas las armas, largas o cortas serán entregadas en el plazo irreductible de cuatro horas en el puesto de la Guardia Civil más próximo. Pasado dicho plazo serán igualmente juzgados en juicio sumarísimo y pasados por las armas, todos los que se encuentren con ellas en su poder o en su domicilio. En el apartado 4 más amenazas: Serán juzgados en juicio sumarísimo y pasados por las armas los incendiarios, los que ejecuten atentados por cualquier medio a las vías de comunicación, vidas, propiedades, etc., y cuantos por cualquier medio perturben la vida del territorio de esta División.
Por si no habían quedado claras las órdenes dadas en el bando del 18 de julio, el 23 del mismo mes volvió a emitir otro bando: Que en vista del poco acatamiento se han prestado a mis mandatos, advierto y resuelvo que toda persona que resista las órdenes de la Autoridad o desobedezca las prescripciones de los Bandos publicados o que en lo sucesivo se publiquen, serán también fusilados sin formación de causa [2].
Queipo tenía prisa por ejecutar la «limpieza», el 4 de agosto de 1936 dio instrucciones al gobernador militar de Cádiz, López Pinto, de cómo debía actuar: ¡Esto se acaba! Lo más que durará serán diez días. Para esa época es preciso que hayas terminado con todos los pistoleros y comunistas de esa [3]. Según parece el ritmo de ejecuciones en Cádiz no era del agrado de Queipo por lo que se personó en esa ciudad el 4 de agosto de 1936, aprovechando que el general de Brigada José Enrique Varela, responsable de la sublevación en la «Tacita de Plata» marchó al frente de Córdoba. Ordenó que inmediatamente comenzaran las ejecuciones, aunque los expedientes aún no habían sido cerrados por el juez militar.
En las instrucciones que Queipo dio a las distintas columnas el punto 6 decía: Se extremará la energía en la represión, sobre todo en aquellos individuos que se consideren peligrosos de acción, los que hayan empuñado las armas contra la fuerza pública, o los que hayan cometido desmanes [4].
No fueron pocas las ocasiones en las que Queipo dio orden personalmente de fusilar a determinadas personas. Una declaración de Fernando Zamacola, prueba este hecho: Como en nuestra marcha de avances cogimos prisioneros a siete carabineros, los llevaron a la playa para la entrega al comandante del Batallón, pero en el trayecto nos encontramos con el Excelentísimo Señor General del Ejército del Sur, quién nos preguntó que quién era esa gente y al contestarle que prisioneros carabineros me ordenó de inmediato fusilamiento de los mismos, que se efectuó [5].
Luis Mérida, abogado cordobés que luchaba en las filas franquistas, contó a Ronald Fraser: Al regresar a Sevilla con un camión cargado de armas y munición, los hombres oyeron decir a su líder, miembro de la prominente familia cordobesa Cruz Conde […] ¿A cuántos habéis fusilado en Córdoba?, preguntó Queipo. A ninguno. Pues bien, hasta que hayáis fusilado a un par de centenares no habrá armas para vosotros [6].
También dio la orden directa para asesinar a Federico García Lorca. Debido a la fama mundial del poeta granadino, Queipo fue consultado sobre qué hacer con Lorca, la contestación de éste fue Darle café, mucho café, lo que equivalía a su sentencia de muerte.
Existen varios ejemplos sobre las prisas que tenía Queipo para acabar con aquellos que se habían mantenido fieles a la República, Hasta el 23 de julio a los militares que no se habían sumado al golpe y a las autoridades republicanas detenidas, el auditor Bohórquez les estaba abriendo procedimientos judiciales; a partir de ese momento Queipo decidió que la cuestión iba despacio y ordenó que se les fusilara sin llevar a cabo procedimiento alguno.
Queipo no conocía la palabra perdón, su enfermo cerebro no era capaz de asimilarla. Muchos clérigos y personas de derechas que habían salvado la vida gracias a la intervención del gobernador civil de Huelva, Diego Jiménez Castellanos, enviaron telegramas a Queipo intercediendo por la vida del político republicano. La respuesta de Queipo fue: Lamento muchísimo no poder acceder a su petición de indulto reos condenados última pena, ya que circunstancias críticas que atraviesa España obligan no entorpecer justicia, para lograr no solamente castigo culpables, sino ejemplarizador [7]. Diego Jiménez Castellanos, el teniente coronel Julio Orts Flor y el teniente coronel de carabineros Alfonso López Vicencio fueron fusilados en la tarde del 4 de agosto de 1936.
Desde su feudo sevillano Queipo no obedecía ni siquiera a Franco. El general Miguel Campins, comandante de la región militar de Granada, se negó a sumarse al golpe, pero envió un telegrama a Franco –amigo personal suyo- poniéndose a sus órdenes. Queipo ordenó su detención, mencionando que si hubiera sido menos cobarde se habría suicidado. Campins fue condenado a muerte el 14 de agosto de 1936 y fusilado dos días más tarde, a pesar de las cartas que envió Franco a Queipo pidiendo clemencia.
Cuando llegó a Almería el 11 de abril de 1939 dijo que la ciudad debía hacer acto de contrición, acto seguido los falangistas asaltaron la prisión provincial asesinando al menos a tres reclusos. En Almería fueron ejecutadas unas 375 personas.
Tras la toma de Carmona (Sevilla) se vanaglorio de la represión llevaba a cabo en el pueblo: En Carmona se han realizado hechos que merecen ejemplares castigos, y yo he de imponerlos de tal modo que hagan época y que Carmona se acuerde por mucho tiempo de los Regulares [8]
Ya hemos mencionado la desmesurada egolatría que tenía Queipo, pero veamos algunos otros rasgos de su personalidad para hacernos una idea más completa del personaje. Se suele decir que Queipo era abstemio, lo que era es alcohólico como señaló un colaborador suyo, Cuesta Monereo: No bebía, era un enfermo de hígado. ¿En cuantas ocasiones, yo, que no bebo, le quité la copa de la mano, a punto de brindar, por saber el daño que le producía? El día que cayó Toledo, Queipo, tras su alocución radiofónica, no se dio cuenta que el micrófono seguía abierto, y se le oyó decir: ¡Venga vino, coño![9]Sobre su ideología, por si alguien aún tiene dudas, recogemos una declaración que hizo al ABC de Sevilla el 6 de agosto de 1936: En cuanto que nos llamen fascistas, enhorabuena, aceptamos muy orgullosamente el calificativo.
Fue costumbre homenajear a los vencedores de la guerra con títulos, medallas, homenajes y, en no pocas ocasiones con importantes regalos materiales. Es conocido el «regalo» del Pazo de Meirás a Franco –que afortunadamente no hace mucho se ha revertido en parte-; pues bien, a Queipo de Llano le fue regalado por el pueblo de Sevilla en 1937, o mejor dicho por el que entonces era alcalde la capital hispalense Ramón de Carranza, el conocido como Cortijo de Gambogaz, con una extensión de 550 hectáreas más el cortijo construido en la finca. La finca fue puesta a su nombre entre 1943 y 1945, tras varias maniobras no muy claras, ya que no hay documento alguno que acredite la donación, en las que participó el auditor Bohórquez. En la actualidad está explotado por la Fundación Benéfica Social Agraria Queipo de Llano, que de benéfica tiene bien poco, y que deja pingües beneficios a los herederos del «Virrey de Andalucía». Pues a día de hoy la finca sigue estando en poder de los Queipo de Llano.
Si ya es indignante que la familia de Queipo siga manteniendo la titularidad de una finca arrebatada al pueblo sevillano, esta indignación aumenta cuando el sanguinario militar sigue ostentando el título, otorgado por Franco en 1950, de marqués de Queipo de Llano, y que se le continúe manteniendo como Hermano Mayor de La Macarena, excusa por la que sus restos siguen reposando en la iglesia sevillana de La Macarena. Imaginamos que a los descendientes de las miles de personas asesinadas por orden de este indigno representante del ser humano, no les hará ninguna gracia. Pero ya saben Spain is different.
Afortunadamente el Ayuntamiento de Sevilla le retiró la medalla de oro de la ciudad el 18 de julio de 2008, con la abstención del PP y Ciudadanos. Asimismo la Diputación de Sevilla le quitó el título de hijo adoptivo de la ciudad el 30 de octubre de 2008.
Las charlas de Queipo
Son conocidas las largas charlas que daba diariamente Queipo de Llano desde los micrófonos de Unión Radio Sevilla, charlas que era obligatorio en los periódicos del día siguiente; tal era la virulencia de las mismas que el ABC sevillano editaba las mismas «suavizando» en lo posible el lenguaje empleado por Queipo. Esta edición de sus charlas se debió a la orden que dio otro implacable ejecutor, Cuesta Monereo el 7 de septiembre de 1936 enviando una orden a los periódicos: Instrucciones para la censura de prensa: En las charlas radiadas del General, suprimir todo concepto, frase o dicterio que, aún cuando ciertos, debido a una vehemencia y exaltada manifestación patriótica, no son apropiadas ni convenientes para su publicación… Las galeradas relativas a dichas charlas no deben dejar de remitirse a la censura por ningún concepto [10] En 18 meses dio más de 600 charlas. Estas charlas duraron hasta febrero de 1938, en que fueron suspendidas por órdenes emitidas desde Salamanca.
Las charlas nos sirven para conocer de primera mano la indignidad del personaje que nos ocupa. Veamos algunos retazos de ellas.
La misoginia de Queipo queda, permítanme la expresión, asquerosamente plasmada en la siguiente plática: Nuestros valientes legionarios y regulares demostrando a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y, a la vez, a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen. En otra ocasión: Mañana vamos a tomar Peñaflor, vayan las mujeres de los rojos preparando sus manteles de lujo. El 29 de agosto, refiriéndose a la captura de unas mujeres: ¡Que contentos van a ponerse los regulares y que envidiosa la Pasionaria!
De su insaciable sed de sangre también tenemos testimonios. El 18 de agosto de 1936, tras una matanza llevada a cabo en Santa Lucía, dijo: El ochenta por ciento de las familias de Santa Lucía están de luto. Y no vacilaremos en adoptar medidas más rigurosas para asegurar nuestra victoria.
[…] del diccionario quedarán borradas las palabras perdón y amnistía. Se les perseguirá a los rojos como fieras, hasta hacerles desaparecer a todos.
¿Qué haré? Pues imponer un durísimo castigo para callar a esos idiotas congéneres de Azaña. Por ello faculto a todos los ciudadanos a que, cuando se tropiecen a uno de estos sujetos, le callen de un tiro. O me lo traigan a mí, que yo se lo pegaré.
Ya conocen mi sistema: por cada uno de orden que caiga, yo mataré a diez extremistas por lo menos, y a los dirigentes que huyan, no crean que se librarán con ello; les sacaré de debajo de la tierra si hace falta, y sí están muertos, los volveré a matar.
Queipo que presenció el bombardeo de la gente que huía de Málaga en dirección a Almería, se vanaglorio de la matanza que se estaba llevando a cabo: Para acompañarles en su huida y hacerles correr más deprisa, enviamos a nuestros aviones que bombardeó, incendiándose algunos camiones.
Queipo se enteró de que en Nueva York a un obrero agitador de huelgas, lo habían embadurnado de brea y cubierto el cuerpo de plumas, Queipo comentó el hecho en su alocución del 11 de agosto de 1937: Esto es un castigo precioso, que debemos copiar los españoles: coger a los comunistas, untarlos con brea, emplumarlos y después arrojarlos, si no por la roca Tarpeya, que está muy lejos, si por el Tajo de Ronda, para ¡Que volen, que volen! [11]
Eximia a los que cometieran asesinatos indiscriminados: Yo os autorizo a matar, como a un perro, a cualquiera que se atreva a ejercer coacción ante vosotros: Que si lo hicieran así, quedareis exentos de toda responsabilidad.
También utilizó sus proclamas radiofónicas para lanzar amenazas: estamos decididos a aplicar la ley con firmeza inexorable ¡Morón, Utrera, Puente Genil, Castro del Río!, id preparando sepulturas!, y cumplió su palabra en todos estos pueblos se llevaron a cabo autenticas matanzas.
Miaja también se vio amenazado por Queipo, que tenía en su poder a la mujer y los seis hijos del general republicano: Miaja, tenemos a tu familia en nuestro poder y todos ellos pagarán con sus vidas en represalia por lo que tú hagas. En otra ocasión le avisó que con su piel iban a hacer carteras o petacas.
Creo que he dejado claro quién era Queipo de Llano; una persona sin un atisbo de calidad humana, y uno de los mayores asesinos que existió durante la guerra civil.
Bibliografía reseñada en el capítulo
ESPINOSA MAESTRE, Francisco (2006): La justicia de Queipo, Barcelona.
ESPINOSA MAESTRE, Francisco y GARCÍA MÁRQUEZ, José Mª (2013): La represión judicial militar en Huelva (1936-1945), en Mirta Núñez Díaz-Ballart (coord.), La gran represión. Los años de plomo de la posguerra, Barcelona.
FRASER, Ronald (1979): Recuérdalo y recuérdalo a otros, t. 1, Barcelona.
GARCÍA MÁRQUEZ, José Mª (2007): La represión militar en la Puebla de Cazalla (1936-1943), disponible en https://www.centrodeestudiosandaluces.es/datos/publicaciones/ediciond_cazalla.pdf
GARCÍA MÁRQUEZ, José Mª (2011): Andalucía: otra tierra, otra guerra. Los mecanismos de la represión, en Memoria antifascista del Baix Llobregat. La represión fascista en Andalucía, nº 11, pp. 5-9.
PRESTON, Paul (2011): El holocausto español, Barcelona.
ROMERO ROMERO, Fernando (2011): La represión fascista en la provincia de Cádiz, en Memoria antifascista del Baix Llobregat. La represión fascista en Andalucía, nº 11, pp. 15-22.
RUIZ VILAPLANA, Antonio (2012): Doy fe… Un año de actuación en la España nacionalista, Sevilla.
[1] En Sevilla y provincia se estima el número de asesinados en 14.000 personas; entre el 18 de julio y el 31 de diciembre de 1936 se produjeron en Sevilla 2.971 enterramientos innominados; mientras que para Andalucía se baraja la cifra de 50.000 entre 1936 y 1951. Según los datos ofrecidos por la Consejería de Justicia del Gobierno de Andalucía en 2011, los asesinados en Andalucía fueron: Sevilla, 12.507; Córdoba, 9.579; Málaga, 7.471; Huelva, 6.019; Granada, 5.500; Cádiz, 3.021; Jaén, 2.879; Almería, 373. Señalar la dificultad que hay para conocer el número exacto de asesinados, ya que Queipo ordenó que la muerte de estos no se inscribiera en los Registros Civiles. Concretamente a Queipo se le atribuye la desaparición y/o muerte de 48.349 andaluces.
[2] Tomado de García Márquez, 2011: 7.
[3] Tomado de Romero Romero, 2011: 17.
[4] Tomado de García Márquez, 2007: 55.
[5] Tomado de Espinosa/García Márquez: 305.
[6] Fraser: 219.
[7] Tomado de Preston, 2011: 223.
[8] Tomado de Preston, 2011: 223.
[9] Tomado de Preston, 2011: 447.
[10] Tomado de Espinosa, 2006:285.
[11] Tomado de Ruiz Vilaplana: 173