Hace pocos días publiqué en esta misma revista un artículo titulado España democracia de tercera regional. Los hechos ocurridos ayer en Madrid y Barcelona no hacen sino reforzar mi idea de que en España sufrimos un sistema que cada vez tiene menos de democrático.
En Madrid se prohibía y reprimía con una dureza sin parangón una manifestación en apoyo al rapero Hasél, por orden del delegado del Gobierno en la Comunidad; porque estimados lectores es el delegado del Gobierno, no la presidenta de la Comunidad o el alcalde los que autorizan o no manifestaciones; y es el delegado del Gobierno el que da las pautas a la policía de cómo actuar. Es el delegado del Gobierno el que autoriza una manifestación de nazis sin intervención policial aunque se estaban dando gritos de odio racial, se animaba a que los allí presentes se pasaran por el arco del triunfo las normas anti-Covid, y otras lindezas.
En Madrid estos «ejemplares» policías –que muy bien describió la serie Antidisturbios, aunque molestara al estamento policial; por algo sería-, se emplearon a fondo. Existe un vídeo en el que se ve y escucha como un gorila con uniforme de policía llama «puta de mierda» a una manifestante, para luego perseguirla y apalearla.
En Barcelona, una mujer ha perdido un ojo por el impacto de una pelota de goma lanzada por los Mossos d’Escuadra, otros que deberían hacérselo mirar, porque no es la primera vez ni será la última. Y estos son los cuerpos de antidisturbios que tenemos, que parece ser que el requisito indispensable que deben demostrar para entrar, es ser lo más bestias posibles y no tener escrúpulos.
Pero estos mismos «ejemplares», como menciono en líneas anteriores, no aparecieron en la manifestación de unos nazis hijos de siete padres que se produjo el domingo en el cementerio de la Almudena. No tomaron acción, no sea que el 99% de los allí presentes les gritasen «¡¡que soy compañero!!».
Y todo esto en un país que la mayoría de los políticos, la casi absoluta mayoría de los medios de comunicación, y los millones de encefalogramas planos que tenemos en España –si volasen estaría todo el día nublado-, dicen que disfruta de una democracia ejemplar. Pues estimados lectores, permítanme que tome una frase del inmortal Fernando Fernán Gómez: váyanse a la mierda.