Hace unos días nuestro compañero Alberto Jiménez publicó, en esta misma plataforma, un excelente artículo sobre la nueva Ley de Educación o Ley Celaá. No pretendo, aunque quisiera no podría, llegar a su nivel de erudición, pero sí quiero desmontar algunas de las mentiras que sobre la ley están prodigando desde las derechas cavernícolas.
La primera mentira es que la nueva ley desmonta la educación concertada. La nueva ley en ningún momento se refiere a la eliminación de los colegios concertados. Lo que sí hace es potenciar la escuela pública, es misma escuela que la derecha se ha dedicado sistemáticamente a destrozar con el fin de potenciar la enseñanza privada y/o concertada para que sus colegas pudieran hacer negocio y obtener beneficios con algo tan imprescindible para la sociedad como es la educación.
La segunda mentira es que se elimina el castellano como lengua vehicular. Sería importante recordar que esta explicitación del castellano como lengua vehicular solamente ha existido en la anterior ley de educación o ley Wert –de infausto recuerdo-, en su afán de evitar que los niños catalanes, vascos o gallegos recibieran educación en sus lenguas vernáculas. Que el castellano no aparezca como lengua vehicular no significa, ni de lejos, que se deje de enseñar; se mantendrá como lengua lo que hará que en las comunidades en las que coexistan dos lenguas los niños acaben el colegio con el gran beneficio de conocer dos idiomas. Por cierto estos ultramontanos castellanos no dicen que en las pruebas que se hacen todos los años a los escolares para ver su conocimiento de la lengua, los catalanes sacan las mejores notas en conocimiento del castellano, digo yo que por algo será.
Otro motivo por el que han salido las huestes «visigodas» a la calle para protestar por la nueva ley es que la religión deja de ser una asignatura con incidencia en el curriculum académico. Se olvidan estos carpetovetónicos que España es un país aconfesional, como así queda reflejado en la constitución, otra cosa es que la realidad sea bien distinta; y que sigamos regalando a la iglesia católica once mil millones de euros de las arcas públicas, para mayor regocijo de los estómagos de cardenales, obispos. Que la asignatura de religión –en la que sólo se daba la católica, faltaría más- tuviera valor académico era una vergüenza, y una clara discriminación hacia las otras religiones que existen y se siguen en España. No acaban de enterarse que la España de los Reyes Católicos y la Inquisición ya no existe.
Por último me referiré a la poca vergüenza que tienen algunos periodistas, juntaletras, contertulios de televisión, etc., que no se cansan de repetir que una ley de educación tiene que llevarse a cabo por consenso. Estos bocachanclas, no decían lo mismo cuando la ley Wert se aprobó con los únicos votos del PP, que entonces tenía mayoría absoluta, siendo rechazada por el resto de partidos políticos. Por favor más memoria y menos mentiras, que ya tenemos demasiados pinochos en el país.