Organización y desarrollo
El 6 de octubre de 1936 se celebra en Bujaraloz un pleno de la Regional de la CNT, en el que se crea, tras bastantes discusiones, la creación del Consejo Regional de Defensa de Aragón (CRDA). La idea había surgido del Pleno de Regionales de la CNT celebrado en Madrid el 15 de septiembre de 1936, en donde se propone crear Consejos Regionales de Defensa vinculados a un Consejo Nacional, que sería una especie de gobierno central. Al pleno de Bujaraloz acudieron 154 delegados representando a 159 pueblos, además había miembros de algunas columnas como la Durruti, Los Aguiluchos, la centuria Malatesta; y lógicamente el Comité Regional de la CNT.
Lógicamente la creación del Consejo no fue bien visto por el gobierno republicano que lo veía como una institución demasiado independiente, aunque en principio se viera obligado a reconocerlo debido a la fuerte implantación de la CNT en tierras aragonesas. Tampoco fue bien visto por la Generalitat que, de alguna forma, pretendía controlar también Aragón; y por supuesto siempre tuvo un enemigo acérrimo en el PCE.
El 18 de octubre el Consejo hace su primera declaración pública en Fraga, en ella explica el porqué y cómo se creó el consejo, aludiendo también a sus diferencias con la Generalitat catalana: La Generalitat se creó de acuerdo a unas normas constitucionales y a las características de una región. Nosotros hemos nacido sin pedir permiso a nadie más que al pueblo soberano (…) La actuación de este Consejo no tendrá matiz partidista. Defenderá por igual a republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas.
La primera sede se establece en Fraga, pero muy pronto el Consejo cambia su sede a Caspe, notificando el cambio de sede en el primer boletín[1] publicado por el Consejo el 28 de octubre de 1936.
En principio se crearon siete departamentos: Economía y Abastos (Adolfo Arnal), Justicia y Obras Públicas (Adolfo Bollano), Trabajo (Miguel Chueca), Transportes y Comunicaciones (Francisco Ponzón), Agricultura (José Movilla), Información y Propaganda (Miguel Jiménez), e Instrucción Pública (José Alberola). Como presidente fue elegido Joaquín Ascaso, actuando de secretario Benito Pabón; todos ellos miembros de la CNT.
Como forma de oficializar la creación del Consejo una comisión formada por Joaquín Ascaso, Miguel Chueca, Benito Pabón y el presidente de la Diputación de Huesca José María Viu, acuden a entrevistarse con Largo Caballero[2].
En dicha reunión hacen entrega al Presidente del gobierno de un documento que llevaba por título El Consejo de Defensa de Aragón. Motivos de su constitución. En el documento se enumeraban las funciones que iba a ejercer el Consejo: 1) las funciones que competen a los gobernadores civiles y las diputaciones provinciales, 2) las delegadas por el gobierno central, 3) aquellas que impongan las circunstancias. También se señalaba Como finalidades concretas el Consejo tendrá: 1º control del orden público, 2º reconstrucción económica de la industria y la agricultura, 3º ayudar por todos los medios al mando militar. Se nombrará un delegado del Consejo en el Estado Mayor del frente de Aragón. Disposición de una fuerza a sus órdenes para atender el orden público.
El documento entregado a Largo Caballero terminaba: Con los señalados propósitos y dentro del mayor respeto al Gobierno de la República, recogiendo los anhelos del pueblo aragonés, este Consejo, en estrecha unidad con las representaciones oficiales de otras regiones hermanas, luchará por la justicia social y por la libertad contra la traición fascista. Madrid, 31 de octubre de 1936.[3]
Como se verá hay diferencias con la Generalitat, que prácticamente suplantó al gobierno republicano. El Consejo reconoció desde el primer momento al gobierno central, asumiendo las funciones de forma muy similar a los actuales gobiernos autónomos
Alguno autor[4] señala como motivo principal la creación del Consejo de Aragón el intentar frenar los excesos revolucionarios y controlar a las milicias provenientes de Barcelona. No creo que esta fuera la principal causa, sí una de ellas. La creación del Consejo, primero con consejeros exclusivamente anarquistas y posteriormente abierto al resto de organizaciones del Frente Popular, fue asumir las funciones que, debido al descontrol de los primeros momentos tras el golpe militar, en los que prácticamente el gobierno central había perdido el control de la situación.
Pero leyendo a Carrasquer y viendo el primer manifiesto del Consejo, asalta la duda de si se referían, cuando hablaban de los abusos de las columnas anarquistas, o a las de otros partidos, que supuestamente hacían requisas por donde pasaban, destituían comités, etc.
Para Julián Casanova (2006: 193) el Consejo de Aragón se creó con la expresa intención de poner fin a los excesos cometidos en ese territorio, armonizar «las necesidades de guerra y retaguardia» y dirigir «las actividades sociales, económicas y políticas». El primer objetivo nunca lo consiguió porque los representantes de las columnas que acudieron al Pleno, dirigentes de las CNT de Cataluña, se negaron a otorgarle poder de decisión en asuntos de guerra. Por lo que respecta a su pretensión de organizar la sociedad rural bajo los principios libertarios, es evidente que logró algo más de que sus muchos críticos han reconocido.
Juan Zafón Bayo, único catalán miembro del Consejo, veía a esta institución como un regulador y organizador de las colectividades, más que como un gobierno en el estricto sentido de la palabra. Es cierto que el Consejo tuvo una actitud muy intervencionista respecto a las colectivizaciones. En lo que también tuvo un fracaso parcial fue en no lograr acabar totalmente con las requisas de las columnas de milicianos, incluso después de la militarización del frente de Aragón en la primavera de 1937[5].
Bandera del Consejo de Aragón[6]
En el reconocimiento del Consejo por parte del gobierno central tuvo mucho que ver el recién nombrado ministro de Industria, Joan Peiró, la intervención del Comité Nacional de la CNT y el que los anarquistas aceptaran nombrar consejeros de otras organizaciones políticas.
Tras el reconocimiento del Consejo por el gobierno central, los comités locales fueron sustituidos por Consejos Municipales, en los que participaban tanto partidos políticos como sindicatos –es cierto que en muchos pueblos esta sustitución no se llegó a llevar a efecto-; este cambio era una manera de quitar poder a las columnas de milicianos.
Entre las milicias que querían controlar estaba la columna Carlos Marx, creada por José del Barrio, y que tenía como asesor militar a un personaje bastante controvertido, el coronel José Villaba Rubio[7]. En la segunda quincena de septiembre dividieron el Comité de Guerra de Sariñena creando otro en Barbastro con la excusa de unificar el mando para la toma de Huesca, hecho que llegó a producirse. Esta fue otra de las razones para la creación del Consejo de Aragón.
Cierto es, como señala Helen Graham (: 255) que el Consejo llevó a cabo algunas iniciativas que no siempre se correspondían con los intereses generales de la República, al controlar recursos y disponer de divisas que no solían utilizarse mirando la utilidad general.
El 19 de noviembre de 1936 el Consejo traslada su sede a Caspe, instalándose en la sede administrativa en el Colegio Compromiso de Caspe, mientras que Ascaso estableció su residencia en la Casa Plazuelo Barberán de Carp.
Ya en Caspe se remodeló el Consejo aumentando el número de departamentos y dando entrada a miembros de otras formaciones del Frente Popular. El nuevo Consejo quedó, formado el 7 de diciembre de 1936, de la siguiente forma:
- Presidente: Joaquín Ascaso (CNT)
- Orden Público: Adolfo Ballano (CNT)
- Información y Propaganda: Evaristo Viñuales (CNT)
- Agricultura: Adolfo Arnal (CNT)
- Trabajo y vicepresidente segundo[8]: Miguel Chueca (CNT)
- Transportes y Comunicaciones: Luis Montoliu (CNT)
- Economía y Abastos: Evelio Martínez (CNT)
- Justicia: José Ignacio Mantecón (IR)
- Hacienda: Jesús Gracia (IR)
- Cultura: Manuel Latorre (UGT)[9]
- Obras Públicas y vicepresidente primero: José Ruiz Borau (UGT)[10]
- Sanidad y Asistencia Social: José Duque (PCE)
- Industria y Comercio: Custodio Peñarrocha (PCE)[11]
- Secretario: Benito Pabón (Partido Sindicalista)
Algunos miembros del Consejo en Caspe a finales de 1936[12]
Las que seguían sin tener presencia en el Consejo eran las mujeres. Al parecer las mujeres no eran aptas para los cargos de responsabilidad. La única mujer que ocupó un cargo de cierta relevancia entre los anarquistas fue Carmen Gómez, vicesecretaria de las Juventudes Libertarias. En la utopía de la igualdad libertaria la mujer seguía sin tener un puesto.
El 15 de enero de 1937 el Consejo aprobó la formación del Tribunal Popular de Aragón, con sede en Caspe. Cuatro días después apareció en el Boletín nº 14 la única declaración política que hará el Consejo durante toda su existencia: El Consejo Regional de Defensa de Aragón aparece por voluntad del pueblo aragonés liberado del fascismo, como exponente de su propia y singular personalidad, que resurge, a través de siglos de sometimientos a un poder despótico y centralizado. En él forman representantes de las organizaciones sindicales y políticas que luchan contra el fascismo, unidas por un afán común: el vencer y, sobre la base de la victoria, estructurar una nueva sociedad justa y humana.
Ese mismo día el Consejo emitía un decreto en que se sustituían los comités revolucionarios por consejos municipales. Se tienen datos de 375 consejos de los 400 ayuntamientos bajo el control del Consejo: en 174 de ellos dominaba la CNT, en 91 la UGT, en 23 compartían el poder ambas centrales sindicales, y en el resto eran los partidos republicanos o del Frente Popular los que tenían el control; es resaltable que en ninguno había un predominio del PCE[13].
El 26 de febrero de 1937 se aprobó la creación del carnet de identidad aragonés, detalle que sí podría tomarse como un rasgo de independencia. Era de uso obligatorio para todas las personas comprendidas entre los 14 y 65 años.
Una de las cuestiones que más preocupaba al Consejo era la cuestión del orden público. Se crearon 38 comisarias repartidas por todo el Aragón republicano. Una meta era acabar con las brigadas y «coches de la muerte», casi todos anarquistas, que iban sembrando el terror allí por donde pasaban. No lo tuvieron fácil ya que muchos jefes de columna y algunos miembros de otras organizaciones cuestionaban su autoridad. Para llevar a cabo este propósito se crearon las Fuerzas de Seguridad de Aragón, una especia de Guardia de Asalto, al mando del teniente Pardo. Se crearon cuatro compañías que estaban compuestas por 150-200 hombres. Su presentación se llevó a cabo en la plaza de la República de Caspe el 31 de marzo de 1937.
El 18 de junio de 1937 desapareció el Departamento de Orden Público del Consejo, al poner en marcha el gobierno central la Comisaría general integrada por miembros de la Dirección General de Seguridad (DGS). Para algunos analistas este es el principio del fin del Consejo de Aragón.
A pesar de las críticas que recibía por todas partes[14], que aumentaron tras los hechos de mayo en Barcelona, en julio de 1937 se firmó un pacto entre las organizaciones del Frente Popular, la CNT y el Consejo de Aragón, en donde se apoyaba a este último como órgano regional oficial. Los firmantes del pacto fueron: J. Acero (PCE), Arsenio Gimeno (Federación Socialista Aragonesa), J. Morlás (CNT), Alberto Pérez (UGT), Manuel Soler (JSU), A. Ruig Estrada (IR) y Joaquín Ascaso como presidente del Consejo de Aragón.
En un acto celebrado el 19 de julio de 1937 en Caspe, Joaquín Ascaso dio un discurso en el que hacía una declaración de intenciones: El Consejo de Aragón que ha de ser un entusiasta colaborador del gobierno legítimo de la República, intensificara la producción en la retaguardia, movilizará todos los recursos de la región para el mejor desarrollo de la guerra, avivará el espíritu antifascista de las masas para que estas trabajen y luchen de cara constantemente a l aguerra; a tal fin desarrollará una intensa depuración de las zonas liberadas, imponiendo un orden implacable y persiguiendo a los fascistas emboscados, a los derrotistas especuladores y a todos los que justifiquen debidamente sus actividades y representen un peligro para la consecución de nuestro triunfo[15].
En realidad el acuerdo no sirvió absolutamente de nada porque las críticas y reservas sobre el Consejo continuaron. De hecho Joaquín Ascaso en una alocución radiofónica a través de Radio Caspe, el 25 del mismo mes, defendió a las colectividades aragonesas de las acusaciones de los comunistas; el discurso se reprodujo en el diario Nuevo Aragón el 27 de julio: […], es natural, que la obra de las colectividades creadas con la inteligencia sana, pero rudimentaria del campesino aragonés no fuera ni justa ni hermosa en su totalidad […] Mas, a pesar de las torpezas o equivocaciones en la iniciación de las colectividades, no se pueden admitir los ataques indignos que se les endosa (citado Vela: 78).
No fueron pocas actuaciones que llevó a cabo el Consejo de Aragón, como la creación de periódicos, es el caso del diario Nuevo Aragón cuyo primer número vio la luz el 20 de enero de 1937. Una constante preocupación del Consejo fue la difusión de la cultura, creando brigadas de alfabetización que recorrían los pueblos enseñando a leer y escribir a los lugareños; construcción de escuelas, creación de bibliotecas móviles. También creó el Jurado de Urgencia, controlando de alguna manera el aparato judicial, control que hasta entonces ejercía el Tribunal Popular con sede en Caspe, sobre el cual el Consejo no tenía ningún tipo de poder.
Otro sector en el que se implicó fehacientemente fue en el económico, aparte del fomento de colectivizaciones y ayuda a las mismas, organizó el comercio con otras zonas como Cataluña y Valencia, cambiando los excedentes de cereales, aceite y frutos secos, por leche, pescado o legumbres. Julián Casanova (2006: 203) abunda en este tema, señala que el Consejo no era, como decían algunos el feudo de cuatro pistoleros; era mucho más El Consejo, además de controlar la producción y el consumo y asegurar el orden revolucionario, reguló salarios, colectivizó la maquinaria agrícola en período de cosecha, canalizó la exportación a través del puerto de Tarragona al importar cantidades de aceite, almendra y azafrán e importó productos agrícolas que no podían obtener en el campo aragonés.
No hay duda que el Consejo de Aragón llevó a cabo actuaciones que merecen todos los elogios, aunque también algunas sombras se cernieran sobre sus actividades. El Consejo de Aragón no pretendió en ningún momento suplantar al gobierno central-lo que sí hizo la Generalitat como he comentado anteriormente- sino organizar la vida económica y social de una zona que era frente de guerra y donde el poder del gobierno central no llegaba siempre. Por otro lado tenía un significativa peculiaridad que remarcó José Luis Ledesma (:77) Lo inédito en la historia es que un organismo de ese tenor y entidad, que controlaba un amplio territorio y una población cercana a los 400.000 habitantes, estuviera bajo el control en exclusiva primero y mayoritariamente después de organizaciones e individuos identificados con el anarquismo.
Algunos historiadores siguen sin ver casi nada positivo en la actuación del Consejo de Aragón, como mi admirado Paul Preston (: 255) El Consejo pronto se vio preso en el dilema de intentar proporcionar una estructura coherente a una serie de cuerpos locales con un alto grado de desorganización, sin por ello interferir en su «espontaneidad». Finalmente se vio forzado a emprender una centralización económica, abandonando en consecuencia el principio anarquista de gobierno local autónomo. Las cosas llegaron al extremo de que el Consejo de Aragón fue atacado por otras organizaciones del Frente Popular por su intervencionismo, en espacial respecto a la fábrica azucarera de Monzón y el seno de la propia CNT se le acusó de «actividades contrarrevolucionarias» y que los comunistas denunciaran al Consejo por imponer una «tiranía de gánsteres»
Con todo respeto al grandísimo historiador británico, estimo que en este aspecto mezcla, como decimos castizamente, churras con merinas. El Consejo no tuvo nunca el beneplácito del Gobierno, aunque lo reconociera; en cuanto a la CNT no criticó al Consejo de forma global; algunas colectividades si tuvieron roces con el consejero de agricultura por temas de competencias. En cuanto a las acusaciones de gansterismo por parte del PCE, la actuación de Líster estuvo bastante más cerca de ese término. Es cierto que el Consejo fue intervencionista pero nunca llegó al extremo que por ejemplo llegó el IRA con respecto a las colectivizaciones. Creo que fue consecuente en todo momento ya que si bien actuaba con bastante autonomía en el orden territorial siempre se mantuvo fiel al gobierno central. Por ejemplo nunca interfirió en cuestiones militares, como si hicieron sus vecinos catalanes.
La disolución del Consejo de Aragón
El principio del fin del Consejo puede ubicarse en el pleno del Frente Popular de Aragón celebrado en Barbastro el 1 de agosto de 1937; en las resoluciones finales se alude al Consejo aragonés: Nosotros consideramos que el Consejo de Aragón, a través de ocho meses de actuación, ha fracasado; que este organismo es impopular; que no ha resuelto ningún problema fundamental y es causa de muchos conflictos y los problemas que en Aragón han surgido y surgen todos los días. Consideramos, pues, que debe ser disuelto por el Gobierno de la República y modificado si el Gobierno así lo cree[16].
Una persona que estuvo presionando constantemente al presidente del Gobierno Juan Negrín para que se disolviera el Consejo fue el presidente de la República Manuel Azaña; también pedía que se encarcelara a sus dirigentes. A ello se unieron las voces del Comité Nacional del PSOE –reunido en Valencia el 17 de junio de 1937- o el pleno del Frente Popular de Aragón, ya mencionado, a petición del PCE.
El 9 de agosto Negrín hace llamar a Joaquín Ascaso a Valencia pidiéndole que disuelva el Consejo; Ascaso le replica que eso no lo puede decidir el, que tiene que ser un pleno del Consejo quién lo decida. Dos días después el Gobierno firma el decreto de disolución del Consejo.[17] Ese mismo día es nombrado Gobernador General de Aragón José Ignacio Mantecón.
Inmediatamente es enviada a Caspe la XI División al mando de Enrique Lister con la orden de acabar con el Consejo. En la mañana del 5 de agosto Lister se entrevista con Indalecio Prieto comunicándole el ministro que se había decidido suprimir el Consejo y que como había fuerzas anarquistas en la zona, iría allí con la XI División para asegurarse que se cumplía la orden. Según Lister Prieto le dijo que no habría ninguna orden por escrito de la misión que recibía, ni luego habrá órdenes ni parte sobre el cumplimiento de la misma; que se trataba de un secreto entre el Gobierno y yo, que liquidase sin contemplaciones ni trámites burocráticos ni legalistas a todo el que creyese conveniente, que detrás de mi tenía al Gobierno en pleno (Lister: 263-264). Hay que señalar que Lister no es precisamente una fuente fiable. Con esta confesión parece querer quitarse responsabilidad sobre lo que ocurrió en Aragón cuando entró con sus tropas; haciendo ver que el Gobierno le había dado carta blanca para cometer todas las atrocidades que llevó a cabo.
Según Lister la misión era de alto secreto ya que ni el coronel Sánchez Plaza, jefe del XII Cuerpo de Ejército, al que se había agregado, ni el general Pozas, jefe de la IV División orgánica, ambos superiores jerárquicos de Líster, tenían ni idea de la misión que le habían encomendado. Aunque el propio Líster reconoce que el jefe del Estado Mayor del Ejército del Este, el teniente coronel Antonio Cordón le dijo que Pozas sí estaba al tanto, y esto debía ser cierto porque fue Pozas quién el día 10 por la noche le dijo a Líster que al día siguiente saldría publicada la disolución del Consejo.
¿Porqué se envío a Líster a Aragón, cuando, según Carrasquer, allí había tres divisiones del Ejército: la de Lenin –del POUM- bajo el mando de Rivas y de Arqués; la de Maciá-Companys –ésta dirigida por el fatídico Pérez- y la 27, llamada Carlos Marx bajo la jefatura de Trueba y Barrios. Y digo esto porque las tres se distinguieron por su aversión a las colectividades y por su acción violenta contra ellas[18]. La respuesta pudiera ser que era de sobra conocido la falta de escrúpulos de Lister y el odio visceral que profesaba a los anarquistas. Con un jefe así el Gobierno se aseguraba que el Consejo sería liquidado sin miramientos.
El Gobierno puso como excusa para el envío de las tropas comandadas por Líster la inminencia de una ofensiva sobre Zaragoza. Era una simple excusa su objetivo era otro bien distinto.
Tras la toma de Caspe por las fuerzas de Lister, se dio comienzo a una dura represión, con cientos de personas detenidas, muchas más de las que reconoce Lister, que habla de poco más de 120. Algunos detenidos cayeron en trampas realmente ignominiosas como la que preparó el gobernador general de Aragón José Ignacio Mantecón que convocó a miembros de la CNT y de las Juventudes Libertarias a Caspe para que firmaran la adhesión al nuevo órgano rector de Aragón y nada más llegar fueron detenidos.
El día 12 las tropas enviadas por el Gobierno tomaron todos los locales de los partidos y los sindicatos[19] –excepto los del PCE-, la sede del Consejo y todos los edificios relacionados con la administración. Fueron detenidos todos los consejeros y cuatro miembros del Comité Nacional de la CNT que estaban ese día en Caspe. Los consejeros fueron encerrados momentáneamente en Torre del Bosque a 9 kilómetros de Caspe.
Amén de los cientos de detenidos en diciembre de 1937 aún quedaban en la cárcel de Caspe 64 detenidos, entre ellos el consejero de Orden Público Adolfo Ballano, y el delegado general de Orden Público Francisco Foyos. También hubo numerosas víctimas mortales, unas en enfrentamientos armados, otras directamente asesinadas.
Antes del día 15 son ocupados por las fuerzas de la XI División: Barbastro, Monzón y Angüés, entre otras poblaciones. Entre el 15 y el 18 Montalbán, Utrillas, Escucha y Mas de las Matas. La dura represión que seguía a la toma de una población provocó denuncias de los habitantes en muchas poblaciones, como en las turolenses Cañizar del Olivar, Castellote, y Calanda.
Para acabar con todo rastro del extinto Consejo el Boletín del Consejo Regional de Defensa de Aragón fue sustituido por el Boletín Oficial de Aragón, y el órgano de comunicación del Consejo, el diario Nuevo Aragón, por el diario El Día, muy próximo a los comunistas.
Al Consejo de Aragón le acusaron de todos los males habidos y por haber; por ejemplo Juan Modesto le señala como una de las causas de la caída de Largo Caballero por su permisividad con las acciones de la CNT en los pueblos aragoneses. Una reflexión que no tiene mucha sustentación, y que posiblemente lo hace para añadir una nota negativa más sobre la CNT: En Aragón la conducta de la CNT-FAI, originó daños irreparables. A ellos se empezaría a poner fin tras la salida de Largo Caballero del gobierno. Sólo entonces podría el Frente Popular, en su reunión de Barbastro, agosto de 1937, acordar la disolución del tristemente célebre Consejo de Aragón, antes de la llegada de las fuerzas del V Cuerpo y otras grandes unidades a las riberas del Ebro para realizar la operación de Belchite. En la disolución del Consejo de Aragón, la presencia de la 11ª División que recibió de Prieto aquella misión, desempeñó un papel decisivo (Modesto: 98)
De los protagonistas de aquellos hechos del que mas información tenemos es de Enrique Líster, si bien es cierto que con referencia a la disolución del Consejo de Aragón, como a todo lo que cuenta sobre la guerra civil en sus memorias, hay bastantes más mentiras que verdades y constantemente intenta escaparse de responsabilidades achacándole las culpas de los hechos que pueden ser censurables a otras personas.
Las acusaciones que hace Líster del Consejo de Aragón en algunos casos son verdaderas infamias, sin aportar ninguna prueba de sus afirmaciones, solamente tomando informes de comunistas o socialistas tan acérrimos enemigos de las colectivizaciones como él; porque hay que señalar que Líster no sólo eliminó colectividades en Aragón, también lo hizo en Madrid, Guadalajara y Toledo.
Lo que parece manifiesto es que el gobierno central cuando decidió acabar con el Consejo de Aragón no fue solamente porque viera en él un órgano que le restaba poder en Aragón; su verdadero objetivo –en contra de lo que piensa H. Graham (:337)- era acabar con las colectividades aragonesas, que mantenían su autonomía no siguiendo las directrices que marcaban ni el ministerio de Agricultura ni el IRA.
No se puede hacer un verdadero balance la gestión del Consejo de Aragón debido al poco tiempo que duró. Lo que sí es cierto es que no fue tan malo como lo pintaron, llevando a cabo actuaciones que fueron muy positivas tanto en el orden económico como social; aunque tampoco fue una institución que lo hiciera todo bien. Si se me pide una valoración general personalmente creo que tuvo más cosas positivas que negativas.
ANEXO
Bibliografía citada
- CARRASQUER, Félix (1986): Las colectividades de Aragón (edición digital).
- CASANOVA, Julián (2006): De la calle al frente. El anarcosindicalismo en España (1931-1939), Barcelona.
- GRAHAM, Helen (2006): La República española en guerra. 1936-1039, Barcelona.
- LEDESMA, José Luis (2012): El Consejo de Aragón (1936-1937): una mirada 75 años después, en Rolde. Revista de cultura aragonesa, nº 140, pp. 74-87.
- LISTER, Enrique (1977): Memorias de un luchador, Madrid.
- MODESTO, Juan (1974): Soy del Quinto Regimiento, Bucarest.
- PEIRATS, José (1971): La CNT en la revolución española, 3 vols., París.
- PRESTO, Paul (2016): La Guerra Civil española, Barcelona.
- VELA SEVILLA, David (2013): ¿Economía de guerra o revolución social? Las colectividades agrarias libertarias durante la Guerra Civil en Aragón 1936-1938; trabajo fin de Máster.
[1] Hasta el número 11 los boletines se editaron en Fraga, a partir del número 12 se lleva a cabo su publicación desde Caspe.
[2] Antes de acudir a Madrid, representantes del Consejo con Ascaso a la cabeza fueron a Barcelona a entrevistarse con Companys y Azaña, que no los recibieron de muy buen grado.
[3] El Consejo de Aragón fue reconocido por el Gobierno central el 23 de diciembre de 1936.
[4] Catalán: 25.
[5] En el Boletín nº 4 de 5 de noviembre de 1936 Joaquín Ascaso hizo una dura crítica de la actuación de las milicias, pidiéndoles que no se entrometieran en la vida política y social de Aragón.
[6] La bandera creada por el Consejo ondeó por primera vez el 5 de abril de 1937. La nueva bandera fue duramente criticada por el fundador del partido Estado Aragonés (partido creado en diciembre de 1933), Gaspar Torrente: Han sustituido la bandera y el escudo de Aragón por otros emblemas que nada tienen de aragonés y no representan para nada a nuestro pueblo.
[7] Ex legionario, era hijo de José Villaba Riquelme –uno de los fundadores de la Legión-. Sus cinco hermanos combatieron en el bando franquista. En principio estaba de acuerdo en sublevarse, cambiando de opinión en el último momento –en aquellos momentos era el jefe de la 2ª Media Brigada de la 1ª Brigada de montaña, con sede en Barbastro-. Fue juzgado por un consejo de guerra y absuelto otorgándole el mando de las tropas que asediaban Huesca. En febrero de 1937 es nombrado Jefe del Ejército del Sur; ocupando este cargo abandonó Málaga desoyendo la orden del ministerio de la Guerra para que volviera a la capital de la Costa del Sol. Fue juzgado por traición junto a los generales Asensio Torrado, Martínez Monje y Toribio Martínez. Permaneció en prisión casi hasta el final de la guerra. En enero de 1939 salió de prisión y es nombrado comandante militar de Gerona en febrero. En 1950 regresó a España, fue juzgado, condenado y posteriormente indultado por: Clara desafección al bando rojo, que el procesado auxilió en momentos críticos a personas afines a la Causa Nacional y que había manifestado en numerosas ocasiones que no compartía las ideas predominantes en la zona de nuestra patria que estuvo bajo la dominación roja. Se le reconoció el grado de coronel en la reserva, concediéndosele la correspondiente pensión.
[8] Tanto Chueca como Ruiz Borau fueron nombrados vicepresidentes en la primera reunión del nuevo Consejo celebrada el 12 de enero de 1937.
[9] El 23 de marzo de 1937 causa baja por enfermedad, le sustituye Melquíades Gil (UGT), que es sustituido a finales de junio de 1937 por Arsenio Gimeno (UGT).
[10] Sustituido en febrero de 1937 por Ángel Roig Estrada (IR), que dimite el 11 de junio de 1937 siendo sustituido por Jorge Cajal.
[11] En abril de 1937 le sustituye Conrado Diarte (PCE) que fallece en un accidente de automóvil el 9 de junio de 1937, sustituyéndole Manuel Almudí (PCE).
[12] En la foto se pueden ver entre otros a José Ruíz Borau, Ángel Roig, Luis Montoliu, Francisco Ponzán, Miguel Chueca y Miguel Jiménez.
[13] Ver Casanova, 2006: nota 23 página 197.
[14] Julián Zugazagoitia le llamaba gobernillo aragonés, y Josep Tarradellas: pseudo consejo.
[15] Citado Peirats vol. 2: 276
[16] Citado Vela: 79
[17] Ver anexo.
[18] La División Lenin (29ª División) se creó por el POUM en abril de 1937 en el frente de Aragón, estaba bajo el mando del comandante José Rovira Canales. Rovira fue detenido y el mando pasó al mayor de milicias Miguel García Vivancos. Participó, no muy gloriosamente en la ofensiva de Huesca. En agosto de 1937 fue disuelta y reorganizada en febrero de 1938 bajo el mando del comandante Antonio Rúbert de la Iglesia y destinada al frente de Extremadura. No he logrado averiguar quiénes eran ni Rivas ni Arqués. La columna Maciá-Companys se creó en septiembre de 1936, con milicias de ERC y Estat Catalá, partieron de Barcelona a la zona de Montalbán (Teruel), el 5 de septiembre al mando del teniente coronel Jesús Pérez Salas. En 1937 se transformó en la 30ª División. La 27ª División –Carlos Marx- estaba formada por milicias del PSUC y UGT, la crearon José del Barrio Navarro y Manuel Trueba Mirones, disponiendo como asesor militar al comandante de Infantería Enrique Sacandell. Partieron de Barcelona el 25 de julio de 1936, desplegándose en Huesca, teniendo su cuartel general en Tardienta. En abril de 1937 se convirtió en la 27ª División
[19] Según Peirats el asalto al Comité Regional de la CNT se produjo el día 12. Las fuerzas que ocuparon el local las mandaba el comandante Royo y un comisario de la 100 Brigada Mixta perteneciente a la XI División.