La Comuna de París de 1871 ha sido sin duda uno de los mayores acontecimientos revolucionarios de la Historia. Por primera vez las clases más populares (sobre todo el nuevo proletariado industrial) fueron capaces de derrocar el poder establecido, formar sus propios órganos de gobierno y reemplazar al estado liberal-capitalista que imperaba en Francia a finales del siglo XIX. Esto nunca lo perdonaron las asustadas élites del momento, que vieron en la Comuna la posibilidad de perder todos sus privilegios económicos y sociales.
La consecuencia fue una fortísima represión sufrida por los “communards” (con miles de fusilados), y que gran parte del mundo lo terminara viendo como una simple revuelta de “vagos” proletarios tras una impresionante campaña internacional de desprestigio interesado.
Esto provocó que un hito tan importante fuera olvidado por los libros de historia, considerada como una simple anécdota de la Guerra Franco-Prusiana que derrocó a Luis Napoleón III, que trajo la conservadora III República francesa y la unión definitiva de Alemania. Espero que estos renglones ayuden a recuperar la memoria histórica de un movimiento valiente y digno de ser recordado.
Precedentes
La Revolución de 1789
Ningún acontecimiento histórico se produce espontáneamente. Así, los orígenes de la Comuna se podrían buscar casi un siglo antes, en la Revolución Francesa de 1789. En estos años se produjo el principio del fin del estado absolutista con privilegios feudales, el llamado Antiguo Régimen. Sin embargo, los beneficiados por esta revolución no fueron los más desfavorecidos (campesinos, artesanos, profesionales, etc.…), sino los burgueses que buscaban sobre todo la libertad…económica, es decir, el desmantelamiento de los privilegios hereditarios de la nobleza que impedían el crecimiento de sus intereses económicos.
Al principio la burguesía y clase trabajadora fueron de la mano, los “sans culotte” (literalmente los “sin calzón” por ser pobres) fueron decisivos en el apoyo a los jacobinos frente a la presión de las potencias monárquicas europeas y de los contra-revolucionarios. Sin embargo, en cuanto el liberalismo económico se aseguró el poder, no tardó en reprimir duramente a esta nueva mano de obra barata nacida de la incipiente revolución industrial.
Por primera vez las clases populares obreras aparecen como un nuevo elemento en las disputas políticas. Al final Napoleón Bonaparte apareció como salvador de la “Revolución”, y aunque al final se auto proclamó emperador expandió la revolución liberal por toda Europa.
La Revolución de 1830
La derrota de Napoleón en 1815 devolvió a Europa un nuevo periodo de represión reaccionaria absolutista. Se creó una “Santa Alianza” entre las potencias monárquicas, sobre todo Austria, Rusia y la nueva Francia de los restaurados Borbones, todos ellos bajo la atenta mirada de Inglaterra.
En principio fue una reacción antiliberal, pues se fueron suprimiendo constituciones y reformas económicas, y a la Iglesia le fue devuelto gran parte de su anterior poder.
Sin embargo, el motor económico seguía siendo la burguesía, que no soportaba cómo se la excluía de la vida política otra vez. Como consecuencia de este proceso, en 1830, hubo en Europa una nueva “fiebre revolucionaria”, esta vez fueron los republicanos, unidos a obreros y estudiantes los que llevaron en Francia el peso de la Revolución de 1830.
En las luchas entre el Parlamento (elegido por Sufragio Censitario, es decir, solo votaban los ricos) y el Rey (por mantener el privilegio de los aristócratas), se inclinó rápidamente por los primeros, grandes propietarios burgueses.
Carlos X, el último Borbón de Francia, huyó y se instauró una monarquía constitucional con Luis Felipe de Orleáns, aunque se aumentó el censo de votantes (según los bienes de propiedad) pronto las clases populares y pequeños propietarios quedaron decepcionados ante su nueva exclusión de la vida política e influencia social.
Los veinte años siguientes fueron una edad de oro de la gran burguesía, se aumentó espectacularmente la acumulación de capital a la par que el tejido industrial crecía imparable. Un sistema de acumulación basado en materias primas baratas provenientes de las colonias, carbón autóctono y sueldos ínfimos a los nuevos proletarios de las ciudades. Así, aunque la renta nacional de los países liberales subía constantemente, la clase trabajadora recibía una pequeñísima parte de este pastel.
Pronto se vio que los problemas sociales no solo no se resolvían en Occidente, sino que aumentaban, a esto se unió el emergente nacionalismo de Europa Central y Oriental ante la decadencia de los imperios autoritarios (Estados alemanes y Austria), lo que se tradujo en una nueva oleada revolucionaria en toda Europa en 1848.
Las revoluciones de 1848
Nunca el Viejo Continente había vivido una revolución tan universal como en 1848, solo Inglaterra y el Imperio Ruso se salvaron de la vorágine revolucionaria. Sin embargo, los movimientos en cada región o país fueron independientes unos de otros, aunque coincidían en ideales no se unieron y pronto fueron derrotados bajo una fortísima represión militar, fortaleciendo además las tendencias más conservadoras de los burgueses-capitalistas.
En Francia se produjo la llamada Revolución de “Febrero” de 1848. Las disputas por el aumento del censo entre monárquicos y reformadores provocaron la huída de Luis Felipe de Orleans y la proclamación de la República. Esto fue posible gracias al poder adquirido por los “Radicales” (republicanos sociales), republicanos-burgueses e incipientes socialistas.
Destacó en esta etapa revolucionaria la creación por Louis Blanc de los Talleres Nacionales, una especie de fábricas públicas para dar trabajo a la gran masa de parados que trajo la primera gran crisis capitalista de 1847.
Además se instauró el sufragio universal masculino para la formación de la Asamblea Constituyente. Sin embargo, este avance fue contradictorio, pues se manifestó uno de los grandes problemas de Francia desde 1792: la diferencia entre los “radicales” de París y el resto del país formado por burguesía provinciana y campesinos conservadores, entre ellos prácticamente no había intereses comunes. En las elecciones las provincias consiguieron mayoría.
En junio era evidente la falta de compromiso de la Asamblea con una república social, tal y como pedían las clases populares parisinas. Más tarde los obreros de los Talleres Nacionales se sublevaron. Durante tres días las calles de París fueron un campo de batalla en la que al final se impuso la asamblea burguesa y su fiel ejército. El resultado 10.000 muertos y 11.000 deportados a las colonias.
Estos hechos son de gran importancia pues se puede considerar como la primera gran lucha de clases. Los obreros a partir de entonces confirmaron su odio a la burguesía y su convencimiento de que deberían luchar solos por sus derechos. Los burgueses y clases acomodadas fueron presa del pánico, dominados por un sentimiento de terror provocado por lo cerca que estuvo el levantamiento popular de triunfar, esto provocó una deriva todavía más represiva y autoritaria frente al incipiente movimiento obrero.
Napoleón III
A pesar de este vuelco conservador se mantuvo la república ante las irreconciliables posturas de las diferentes facciones monárquicas (Borbones y Orleans). Pero se optó por crear una presidencia fuerte, que hiciera frente a posibles nuevas revoluciones y disturbios. En las siguientes elecciones, con sufragio universal masculino, salió elegido un tal Luis Napoleón Bonaparte, sobrino del antiguo emperador corso y visto como un personaje independiente y con cierto cariz social.
La II República Francesa estaba gobernada realmente por antirrepublicanos, los reaccionarios vieron en Luis Napoleón un freno a los socialistas, mientras que republicanos y el pueblo llano le veían como un freno a los reaccionarios monárquicos y grandes terratenientes. Esta confianza se tradujo en que en 1851 diera un auto golpe de estado sin oposición. Proclamado como Napoleón III formó un gobierno autoritario pero en el que afirmaba que él estaba por encima de las clases sociales.
Los primeros años de su reinado fueron de gran expansión económica, también a nivel mundial, esto provocó la aparición de grandes corporaciones, sobre todo de ferrocarriles, en donde se enriquecieron muchas personas y se crearon grandes capitales. Como compensación el emperador-dictador estableció leyes de carácter social, como la legalización de los sindicatos e incluso el derecho de huelga. Estas contradicciones hicieron que al final se creara una gran oposición desde todos los bandos, pero que nunca fueron lo suficientemente fuertes para derrocarle.
Al final lo que hizo caer a Napoleón III fue la guerra contra Prusia. Desde 1851 hasta 1870 Francia entró en guerra varias veces (Rusia, Austria, Italia o Méjico) por su afán de demostrar el gran poderío de la Francia moderna e industrial. En 1870 declaró la guerra a la Prusia de Guillermo I y Bismarck, ante las intenciones de crear un Imperio Alemán y por la posible subida al trono de España (por entonces vacante tras Isabel II) de un rey alemán, lo que dejaría a Francia rodeada de enemigos.
La guerra fue un desastre para los franceses. En la Batalla de Sedán prácticamente todo el ejército galo cayó prisionero de los prusianos, incluido el emperador. Francia terminó ocupada en parte por los prusianos, quedándose a las puertas de París y declarando la creación del Imperio Alemán en el propio Versalles. Francia se quedó sin emperador, sin gobierno y sin ejército.
La Comuna de París
En octubre de 1870 se empezaron a producir en París manifestaciones para continuar la guerra contra los prusianos, a pesar de la caída del emperador. Ante el temor de nuevas revueltas proletarias, las clases dirigentes (tanto monárquicos como republicanos burgueses) formaron un gobierno provisional rápidamente que pactó un armisticio con los ocupantes, trasladándose además la capital a Versalles para evitar al pueblo parisino. Así mismo se debían organizar unas elecciones a principios de 1871 para la creación de una nueva Asamblea Nacional.
En el París sitiado esta rendición se vio como una traición por parte del proletariado y clases populares, pues la burguesía capitalista pactó con los ocupantes precisamente para evitar revueltas sociales. Tras esto el pueblo se hace con las armas de los arsenales y organiza la resistencia. En el resto de Francia, sin embargo, estos acontecimientos provocados por los proletarios y la pequeña burguesía parisina se vieron como otro intento de revolución, como en 1848. Ante este aislamiento se organiza el pueblo y empieza a gestionar la ciudad directamente.
Esto provocó una reacción y en las elecciones de febrero de 1871 los monárquicos y conservadores fueron mayoría, frente a una minoría de diputados de izquierda (republicanos radicales y socialistas). La nueva asamblea se proclama en III República sin reconocer a la república popular de París y elige a Thiers, político conservador, como jefe de Gobierno para librar la contrarrevolución frente a los “radicales” parisinos.
Su primera acción fue intentar desarmar a la población de París, para lo cual pacta con Bismark la devolución de prisioneros de guerra para realizar la represión. Ante este intento el pueblo de París, junto a la Guardia Nacional que se había sublevado del gobierno de Thiers, les hace frente hasta incluso tener la posibilidad de tomar Versalles.
Sin embargo los comuneros optaron por la moderación, fuertemente criticada posteriormente, e incluso se permitió en la ciudad la movilidad libre de grupos conservadores, prensa monárquica y toda la libertad que se podía pensar, París era una ciudad abierta. La Francia dominada por Thiers, sin embargo, se caracterizaba por la represión de cualquier simpatizante de la Comuna y, por supuesto, por un control policial absoluto de los alrededores de la ciudad para que no se expandiera el virus revolucionario a otras ciudades, o incluso otros países como la nueva Alemania unificada (por ello fue siempre apoyado por Bismark).
El 26 de Marzo de 1871 se realizan elecciones libres en la ciudad y se proclama oficialmente la Comuna de París el día 28, invitando al resto de ciudades a hacer lo mismo y luchar contra Thiers, su llamamiento no tuvo respuesta ante la falta de comunicaciones con el exterior. En estas elecciones fueron elegidos toda clase de ideas y personas: anarquistas, blanquistas, proudonistas, socialistas de la I Internacional, etc.…, e incluso hubo representantes de los barrios burgueses que más tarde se retirarían y huirían.
El hecho de ser la primera revolución propiamente socialista no es por el predominio de ciertos miembros socialistas, sino por la iniciativa colectiva de creación de una organización político-administrativa, establecida casi de forma espontánea, con la unión de todas las ideologías representadas, y con la intención de crear un modelo democrático real.
La organización de la Comuna
Pronto se vio que era imposible aprovechar el antiguo entramado administrativo heredado del Imperio de Napoleón III, a lo que se unió la presión del sitio y embargo a la ciudad y la destrucción de gran parte de la industria en la guerra contra los prusianos.
El principal organismo fue el “Consejo de la Comuna”, coordinado por una “Comisión Ejecutiva”, con poderes legislativos y ejecutivos. Así mismo se crearon las “Comisiones” (Ejército, Salud Pública, Trabajo, Justicia, etc….) que aplicaban la política correspondiente a su actividad, aunque siempre respondían ante el Consejo. También se reorganiza la Justicia, la cual pasa a ser gratuita, y los magistrados se elegirían por votación. Una de las primeras medidas que se toman es la abolición de la guillotina, en concordancia con el espíritu de humanidad que inspiraba el movimiento.
Otras importantes medidas de la Comuna fue disolver al ejército regular (resquicio del orden aristocrático), sustituyéndolo por la Guardia Nacional, un cuerpo democrático en el que participaba toda la población. Otra decisión sorprendente fue el respeto de la propiedad privada de los que se quedaron, expropiándose solo a los que huyeron, habitualmente los grandes propietarios. Y más todavía sorprendió que nunca llegaran a utilizar los depósitos del Banco de Francia, no sólo su dinero si no también el posible uso político de éste pues la burguesía se hubiera visto obligada a pactar con los comuneros.
A pesar del cerco militar, la Comuna invierte rápidamente en la ejecución de trabajos públicos, con la creación de un nuevo sistema de correos y de un sistema sanitario universal , que garantizara la salud del pueblo y de las tropas de la Guardia Nacional en lucha.
Los pequeños industriales fueron respetados, aunque en un nuevo marco de relaciones laborales, en la que el trabajador tenía sus derechos. Se prohibió el trabajo nocturno y adoptaron políticas de higiene. Los alquileres empezaron a estar controlados por la municipalidad, fijándose un tope máximo. Como ejemplo, los miembros del gobierno se pusieron un sueldo igual al sueldo medio de los trabajadores, teniendo prohibido la acumulación y aprovechamiento propio por sus cargos.
La educación pasó a ser laica, gratuita y obligatoria. Los programas de estudios pasaron a ser realizados por los propios profesores, los cuales garantizaban el carácter científico de las disciplinas. También se creó una Formación Profesional en donde los obreros daban gratis las prácticas a los alumnos. Se crearon guarderías para cuidar a los hijos de las trabajadoras. También en el plano educativo destacó la Asociación Republicana de Escuelas con el propósito de crear en las universidades un estímulo basado en el conocimiento científico.
En el mundo del arte y cultural aparecen gran cantidad de asociaciones para la promoción del teatro y las bibliotecas. París se llena de acontecimientos culturales.
La Libertad
Una de las principales característica de la Comuna fue la aplicación sin contemplaciones del concepto de Libertad. De ésta se podían beneficiar todos, incluso los partidarios del gobierno de Versalles. Había libertad de prensa, de reunión y asociación.
Se decretó que las detenciones deberían ser por orden judicial, y los prisioneros tenían todos sus derechos garantizados, incluso el castigo era fuerte para los casos de detenciones injustas. La libertad de asociación hizo aparecer a muchos grupos y “clubs” de todas las ideologías, las cuales se podían expresar libremente.
Esta libertad hizo que los reaccionarios se movieran libremente por la ciudad, provocando muchas veces actos de sabotaje. Solamente al final, cuando la situación se hizo difícil, se empezó a detener a los saboteadores y todo aquel que se resistiera por la fuerza, aún así durante toda la comuna no murieron más de cien personas a manos de la Comuna (saboteadores, espías y un obispo), datos totalmente insignificantes comparados con la represión posterior sobre los ciudadanos que defendieron a la Comuna..
La contrarrevolución y represión
Ante el temor del propio Bismark a que el fenómeno comunero se contagiara al resto de Europa, le devuelve a Thiers todas las tropas que todavía mantenía retenidas, para la eliminación de los comuneros. Así, el 21 de Mayo de 1871 un ejército de 180.000 hombres se lanza a la conquista calle por calle.
La defensa se organizó en barricadas, en las que luchaban tanto hombres como mujeres. La lucha fue desigual ante el poderío militar del ejército regular, sin embargo los comuneros lucharon hasta muerte. La batalla duró una semana, hasta el 28 de Mayo, cuando cae la última barricada defendida por un solo comunero por la muerte de todos sus compañeros.
Como era de esperar la represión fue brutal. Desde los primeros días los fusilamientos eran cotidianos (incluidos mujeres y niños. No sólo lo sufrieron los “communards”, sino que muchos burgueses huidos aprovecharon para denunciar a sus rivales y acreedores.
Se estima que unos 30.000 obreros y simpatizantes de la Comuna fueron fusilados o murieron en su defensa, a los que habría que sumar unas 40.000 personas enviadas a las colonias, con trabajos forzosos, en donde gran parte murió de enfermedades. Esta represión casi consiguió eliminar el movimiento obrero en Francia, hasta el mismo Thiers, disfrutando de su victoria llegó a afirmar que: “ El socialismo ha sido eliminado por un largo tiempo”.
Conclusiones y visiones críticas
Aunque los socialistas de la I Internacional apoyaron y defendieron el movimiento no tuvieron un papel destacado, aun así los gobiernos burgueses y autoritarios europeos no tardaron en responsabilizarlos de todo lo ocurrido. Con esta excusa el movimiento obrero estuvo perseguido fuertemente durante bastante tiempo.
Sin embargo, la Comuna no sólo fue criticada por los conservadores, lo cual en cierto modo es normal, si no que recibió muchas críticas desde las diferentes visiones revolucionarias de la época.
Marx y Enguels, aunque siempre admiraron la valentía de los comuneros, pensaban que no se daban todavía las condiciones históricas y económicas para desarrollar una revolución socialista. También criticaron la debilidad organizativa, debido muchas veces a la diversidad ideológica, que hizo que en los momentos decisivos no se tomaran las decisiones más rápida y correctamente.
El anarquismo por su parte vio en principio con buenos ojos la Comuna, pues en cierto modo es como consideraba Bakunin que llegaría la revolución (de forma espontánea), además había representados varios anarquistas en el movimiento. Sin embargo, pronto vieron que no se ajustaba a su forma de organizarse. La Comuna, según ellos, se quedó corta pues no se abolió el estado, y se organizó de “forma jacobina” al mantener un gobierno representativo. El pensador anarquista más crítico fue Piotr Kropotkin: “no rompieron con la tradición del estado, de gobierno representativo, y no trataron de lograr dentro de la Comuna esa organización de lo sencillo a lo complejo que había inaugurado al proclamar la independencia y la libre federación de comunas”.
Ambas ideologías criticaron el exceso de “liberalidad” que aprovechó Thiers para derrocar el movimiento, sin embardo, en mi opinión, esto fue debido a una visión humanista amplia, aunque bastante ingenua. Quizás fue un pensamiento demasiado pacifista para su época, pero que no deja de ser encomiable. Desde mi punto de vista el error más grave fue el no controlar el Banco de Francia y todas sus reservas, las cuales no sólo no utilizaron si no que Thiers consiguió financiar su ejército a través de los funcionarios que sacaban el dinero a escondidas del Banco.
No todo fue un desastre, aunque Thiers y la mayoría de los gobernantes de la época pensaron que con la derrota de la Comuna tenían controlado el proletariado para siempre, Bismarck supo ver las grandes deficiencias sociales por las que la mayor parte de la población obrera se sublevó. Así, para evitar casos parecidos en el nuevo Imperio Alemán (II Reich), se crearon unos niveles básicos de asistencia social, con horas máximas de trabajo y seguros sociales en caso de accidente y jubilación. Este fue el principio de lo que más tarde sería “el estado del bienestar”.
En Francia, la unión de intereses entre conservadores-aristocráticos y burgueses volcó la balanza definitivamente hacia la forma de república autoritaria y conservadora (La III República). Pensaban que este era el mejor sistema para controlar el estado, nunca más habrá reyes ni emperadores en Francia.
En general este movimiento revolucionario fue un ejemplo para la clase obrera posterior, demostrando que se podía tomar el poder para crear una sociedad más justa, igualitaria y fraternal. Incluso el “exceso” de libertad, que tanto se criticó, no deja de ser un ejemplo de que intentaron hacer un nuevo mundo que no estuviera basado en la represión que ellos mismos habían sufrido en sus vidas.
Como anécdotas hay que comentar que fue un comunero quien simbolizó la bandera roja internacional del socialismo, frente a las banderas nacionales, así como también el inicio de la famosa canción de la Internacional. En 1936 se llamó “Commune de Paris” al principal batallón francés de la XI Brigada Internacional que luchó en la Guerra Civil española.