“Lo que arde” – Crítica cinematográfica

Hablamos hoy de una de esas películas que poco a poco van llegando a la gente a través del bocaoreja. Recibida hace unos meses en Cannes con varios premios, ya está en cines esta pequeña gran película, rodada en gallego y con unos preciosos escenarios.

Es una sensación muy agradable la de acercarse al cine a ver una película de la que prácticamente no sabes nada más allá de su título y de saber que tiene buena acogida de crítica y público. En esta era de sobreinformación, donde las películas son vendidas con trailers que cuentan prácticamente toda el argumento (justo antes de nuestra sesión, no hemos podido evitar cómo sendos trailers nos reventaban buena parte de la trama de “Parásitos” y de “Retrato de una mujer en llamas”, películas que antes del visionado del trailer ya teníamos muchas ganas de ver), se agradece que nos dejemos llevar y sorprender por relatos que son todo un enigma. Y “Lo que arde” lo era.

Como queremos que nuestros lectores tengan una experiencia lo más parecida a la nuestra al enfrentarse a la película, evitaremos hablar de su trama y explicaremos a continuación por qué la recomendamos.

Se trata del tercer largo del francoespañol Óliver Laxe, también premiado en Cannes por sus anteriores obras, siendo esta la primera ambientada en Galicia, donde él se crió y de donde procede su familia. Laxe huye de la Galicia urbana y nos mete de lleno en el mundo rural, en una aldea apartada en Lugo. Allí, en mitad del bosque, una madre y un hijo se reencuentran tras varios años y arman juntos lo que es la primera parte de la película.

Son Armando y Benita, interpretados por dos actores no profesionales de mismo nombre. Armando es un hombre débil, con un pasado del que se avergüenza y del que nos cuentan que no ha tenido una vida fácil. En cambio Benita, a pesar de su aparente fragilidad física, es quien sostiene a Armando. Es una mujer de campo, fuerte, que a pesar de su edad no duda en llevar a pastar sus vacas al monte a pesar de las inclemencias del terreno y de las fuertes lluvias. Tampoco, queda bastante claro, tiene otro remedio.

Laxe nos deja acompañar en esa primera parte de la película a Armando y Benita en esos quehaceres, y nos llenamos de ese mundo rural, de esa España que algunos tendemos a olvidar que existe, donde hombres y mujeres viven en un mundo duro que poco a poco se vacía. Vemos ese mundo en el que viven de una forma realista, muy alejado del bucolismo, pero no de una manera cruda, ya que a cambio somos testigos de la ternura con la que tratan a sus animales y cómo ellos mismos son parte de la naturaleza, siendo parte del bosque y de la lluvia. Y el director refuerza esa ternura con bonitos paisajes y con una sensibilidad especial cuando, en varias ocasiones a lo largo de la cinta, nos acerca a los ojos de esos animales en largos planos que nos llevan muy lejos.

Pero el drama tiene que llamar a la puerta y lo hace de una forma brutal y prácticamente sin avisar en el tramo final de la película, con unas escenas técnicamente impecables que nos dejan destrozados. Y es aquí, cuando parece que la historia va a llevarnos por caminos que ya creemos haber visto o leído antes, cuando de repente aparecen los títulos de crédito, dejándonos huérfanos mucho antes de lo que hubiésemos querido, pero evitando esos lugares comunes y creándonos una desazón mucho mayor.

Por todo ello, “Lo que arde” es una película corta de duración y pequeña en medios, pero con muchos recursos y con una mirada apasionante al mundo rural y a quienes forman parte de él, especialmente Benita, a la que ojalá nos hubiesen dejado conocer mejor.

Trailer de la película:

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