Recientemente ARBA (Asociación por la Recuperación del Bosque Autóctono) ha elaborado un informe que deja en evidencia el débil compromiso del actual gobierno, con los deberes adquiridos por España en el acuerdo de París contra el cambio climático: Grandes palabras para actos muy pequeños cristalizadas en el borrador del PNIEC (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima), nada nuevo bajo el Sol.
Hemos contactado con ARBA para que nos cuenten un poco sobre el tema:
AD – ¿Que es exactamente ARBA? ¿Quiénes lo formáis?
ARBA –Arba es un movimiento asociativo que surge en los años 80 para frenar la conversión de Monfragüe en un eucaliptal. A partir de ese momento se ha ido desarrollando en torno a actividades de educación ambiental y sensibilización, divulgación, restauración y reivindicación y defensa de la vegetación autóctona y del medio natural.
En este momento está formada por más de 40 núcleos que funcionan especializándose en las necesidades de la zona en la que actúan, ya que tanto los ecosistemas como las circunstancias sociales y las características de cada grupo son diferentes en cada caso.
La vegetación autóctona es la base de los ecosistemas. La lucha por su conservación es la lucha por mantener la biodiversidad y la salud ambiental de la naturaleza que nos da soporte y de la que dependemos y pensamos que se puede aportar positivamente abordando el problema desde sus diferentes facetas, cada uno de acuerdo a sus posibilidades.
AD – ¿Cuales son los objetivos marcados para los países de la UE dentro del marco de los compromisos adquiridos en el acuerdo climático de París?
ARBA –A través de distintos instrumentos formales elaborados a partir de la Cumbre de París, por ser breve, la política se materializa en la obligación de los países miembro de establecer a final de 2019 unos “planes integrados de energía y clima” que garanticen para 2030 :
- Reducción de 40% de emisiones de gases de efecto invernadero
- Una penetración de energías renovables superior al 32%
- Más de un 32,5% de eficiencia energética
Otros objetivos subsidiarios que se han incluido en los PNIECs, no relacionados con la Cumbre de París, son la seguridad energética, la integración de las redes y la investigación en materia de energía.
AD – Habéis redactado un informe en el que solicitáis la retirada del borrador del PNIEC elaborado por el gobierno, por ser insuficiente para alcanzar estos objetivos. ¿España está, actualmente, preparada a nivel técnico y económico para ser más ambiciosa en el contenido del PNIEC?
ARBA –España, a pesar del parón de las renovables decretado por anteriores gobiernos, que hundió a un sector que en la primera década del siglo fue líder mundial en energías renovables, es una potencia mundial. Empresas españolas siguen siendo referencia en energía eólica, y solar; no solo en tecnología sino en la construcción de instalaciones llave en mano, bienes de equipo de grandes plantas y de pequeños sistemas aislados que pueden jugar un papel importante en el futuro.
Económicamente tenemos la ventaja que con la caída del coste de las energías renovables hay presión económica por realizar instalaciones de fotovoltaica y eólica, y pronto, de concentración solar porque no necesitan depender de subvenciones. Es una oportunidad única para realizar el cambio y desplazar la generación contaminante y cara que con su elevado precio marginal determina que la factura eléctrica esté siempre en el ranking de las más caras de Europa.
Es evidente que hay que adaptar la red de distribución y forzar el desarrollo de almacenamiento eléctrico pero ahí está REE que, al parecer, está sobrada de recursos ya que compró a principios de año HISPASAT a Abertis por casi 1.000 millones, saliéndose del marco de su negocio.
En cualquier caso, el Estado tiene mecanismos para fomentar la tecnología e infraestructuras a las que el capital privado no pueda o no deba llegar. Sin entrar en el debate del New Green Deal, la emisión de bonos verdes está más que justificada para financiar el cambio y, cuando exista un sustrato de proyectos materializables y socialmente rentables puede ser beneficiosa para la economía.
AD – Aún (a pesar de la gravedad de la situación actual) existen voces que menosprecian el problema del cambio climático. Ya llegan alarmas que insinúan que hemos sobrepasado el punto de no retorno (como el deshielo del permafrost en el norte, que supone un torrente de emisiones descontrolado). ¿Cómo pensáis que se puede llegar a esas personas expuestas a voces interesadas y escasas de información?
ARBA – Por una parte corremos el riesgo de saturar a la gente normal con las alarmas continuas y de insensibilizarla; de otro lado está que es urgente que cambiemos de modelo de vida y para ello hay que informar y contar las previsiones, que no son buenas. Es un tema difícil para el que no hay receta.
El asunto de la información interesada no es de ahora ya que hay grandes intereses en mantener el modelo y recientemente han aparecido grandes intereses (económicos) en cambiarlo y, además, está la incertidumbre que tiene toda previsión, que es utilizada por unos y otros. Llevamos más de tres décadas de negacionismo climático, siempre ha habido intoxicación alrededor de las noticias de cambio climático y da la sensación que en este contexto de lucha de intereses, puede empeorar.
AD – Uno de los problemas que se plantean más frecuentemente es que la generación de energías renovables es mucho más cara y menos rentable que la que resulta de la generación convencional (petróleo, carbón, nuclear), ¿es en todos los casos así?
ARBA –La generación con renovables se ha abaratado hasta competir con ventaja, con la generación con combustibles fósiles. Están la bioenergía, la energía geotérmica y la hidráulica, que son conocidas por su producción a coste reducido pero las instalaciones de energía eólica terrestre y fotovoltaica adjudicadas para 2020 podrán producir a costes inferiores a los de producción con combustibles fósiles. Las instalaciones modernas de energía eólica marina producen en el mismo rango de coste y se espera que en poco tiempo lo hagan sistemáticamente más barato. Ya existen instalaciones solares de concentración, muy interesantes porque pueden acumular energía y generar electricidad fuera de su ventana de producción, produciendo en el mismo rango de costes que las energías con emisión de CO2 y se espera que lo hagan más económicamente muy próximamente.
Por otra parte, en el caso económico deberíamos incluir la sangría que supone la importación continua de gas y petróleo. En este momento tenemos una dependencia energética exterior del 74%. (la media europea actual de es de un 50%). Cuando el mercado está caro supone cerca de 40.000 millones de euros al año. Esta cantidad es varias veces superior a la cantidad necesaria para dar cobertura a las pensiones, por poner un ejemplo dentro de las múltiples necesidades de nuestra sociedad. La sustitución de la energía generadora de CO2 por energías renovables acabaría con dicha dependencia económica exterior y no tiene ningún sentido económico mantener esta dependencia en el 59% en 2030, bajando solo 15 puntos porcentuales.
AD – Habláis en el informe, de “Bombeo reversible” en los embalses, ¿puedes explicarnos en que consiste este sistema? casi suena a la “batería” definitiva, como una máquina de movimiento perpetuo o algo así, demasiado bonito para ser verdad.
ARBA –El bombeo reversible consiste en aprovechar la energía que se produce en momentos de no consumo, por ejemplo en situaciones de viento nocturno, para bombear agua desde un embalse inferior a otro de mayor cota. Cuando existe demanda eléctrica se libera el agua del embalse superior hacia la turbina y se genera energía hidroeléctrica. No es una máquina de movimiento perpetuo porque la energía de bombeo hacia arriba es mayor que la que se genera, además de las pérdidas de transporte pero tiene mucha capacidad de acumulación y el abanico actual de alternativas es limitado.
Con todo, aunque es posible superar la capacidad de bombeo reversible consignada en el PNIEC, en el mejor de los escenarios no es suficiente para respaldar toda la penetración de renovables y hay que recurrir a otras técnicas.
AD – ¿Son las alternativas renovables en si mismas suficientes para mantener la demanda actual de energía? (la energía solar solo funcionaría de día, la eólica depende del viento,…)
ARBA –Efectivamente el cuello de botella está en poder acumular energía limpia para verterla a la red cuando se den los picos de demanda eléctrica. De momento la mayor parte de las instalaciones son de bombeo. Las baterías para instalaciones aisladas se han abaratado un 50% en el último lustro y se espera que para 2030 se abaraten mucho más y la capacidad instalada iguale a la de bombeo.
Por otra parte está la acumulación térmica con sales fundidas fuera del escenario de las centrales solares de concentración, con rendimientos piloto que se acercan a los del bombeo reversible y la hidrólisis de agua para generar hidrógeno que en escenarios de las renovables más baratas se acerca al precio del obtenido a partir de hidrocarburos y se espera que entre en rango en la segunda mitad de la próxima década, convirtiéndose en uno de los elementos más importantes en el transporte de energía limpia.
AD – En el informe mencionáis que evitáis contabilizar la absorción debida a la absorción de GEI por agricultura y silvicultura (LULUC), ¿puedes explicar un poco por encima en que consiste esto y como se estiman?
ARBA –Lo que queremos decir es que nos centramos en las emisiones de las fuentes de energía que generan CO2 para ver el monto a sustituir prioritariamente por energías limpias en la lógica de que van apareciendo sistemas económicamente viables para realizarlo. No queremos descontar la parte fijada por la agricultura y silvicultura de la cantidad a sustituir.
Por otra parte, las emisiones de los procesos industriales requieren tratamientos específicos muy diversos aplicando soluciones tecnológicas diferentes que se deben abordar sectorialmente. Aquí sí es coherente empezar por los sectores cuya sustitución sea sencilla y trabajar las próximas décadas hasta 2050 en soluciones no sólo tecnológicas sino de limitación de competencia ilícita de industria ubicada en terceros países que, pudiendo hacerlo, están dispuestos a utilizar el amparo legal de naciones poderosas con intereses contrarios, o de países débiles, cuyas economías frecuentemente están en sus manos, para no cumplir con las recomendaciones de reducción de CO2 de la Cumbre de Paris.
AD – Comentáis que la lucha contra el cambio climático mediante la reforestación supone mucho tiempo, sacrificios (de tierras dedicadas a cultivos) y es insuficiente. ¿Que medidas o combinación de medidas creéis que podrían ser más eficaces?
ARBA –La mejor medida es conservar la vegetación autóctona y, donde proceda, realizar reforestaciones muy estudiadas con una buena diversidad de especies.
Seguramente es posible tener una industria forestal pero no de monocultivo e intensiva como la establecida el siglo pasado, cuyas consecuencias estamos padeciendo todos los días y que, con la excusa de la fijación del CO2, presiona nuevamente para replicar el modelo.
Reproducir los patrones forestales del siglo XX podría ser catastrófico como estamos viendo con los monocultivos de pinos alóctonos del País Vasco, las plagas de las repoblaciones monoespecíficas de Extremadura y Andalucía, los incendios continuos de plantaciones alóctonas de Galicia, la cornisa cantábrica y Portugal etc.
Las plantaciones masivas se podrían convertir en un desastre ecológico además de que no se conseguiría fijar el CO2 que preconizan los que ven en ello un negocio inmediato.
Por otra parte, no tenemos superficie suficiente para neutralizar el nivel actual de emisiones así que es claro: ante este problema la solución es evitar emisiones, no plantar árboles.
AD – ¿Quien creéis que se podría beneficiar de un Proyecto tan limitado como el presentado por el gobierno?
ARBA –El proyecto del Gobierno, veinte puntos por debajo de los objetivos europeos de reducción de CO2, es una carta de continuidad a los actores actuales del panorama energético, principalmente las compañías de gas, petróleo y eléctricas que podrán amortizar sus inversiones hasta bien entrado el siglo porque un ridículo 20% de reducción en 2030 significa una garantía de producción de energía contaminante las siguientes décadas.
Otros actores interesados son, sin duda, los países productores de gas y petróleo, alguno de ellos poderosísimos, que ven peligrar la continuidad de sus ingresos y que tienen un inmenso potencial para doblar voluntades e intoxicar los escenarios para lograr sus fines.
En la actualización del informe de “Perspectiva de la Transición Energética” de agosto, Mckenzie, líder en consultoría estratégica, identifica estas políticas de actuaciones de baja intensidad para cambiar el modelo con un escenario de incremento de la temperatura media de 3ºC.
Los próximos tiempos serán de una lucha entre los intereses de poderosas figuras y los de la gente que queremos conservar un mundo habitable para nuestros hijos.
AD – Muchas gracias por dedicarnos estos minutos de tu tiempo.