Aparte de las murallas, las puertas y el entramado urbano, quedan todavía restos de su legado en algunos edificios. Estos son los principales:
Iglesia de San Nicolás de los Servitas
La iglesia de San Nicolás es la más antigua de cuantas existen en Madrid. En el Fuero de Madrid de 1202 ya aparece citada como una de las diez parroquias que existían en aquella época. El descubrimiento del origen islámico de la torre se debe a Elías Tormo quién, en 1927, pudo estudiar el interior de la torre, contemplando las arquerías y el tipo de techos, lo que le llevó a establecer su factura mudéjar.
Se ha discutido sobre si la torre era anteriormente un alminar. Favorables a esta tesis son Elías Tormo o Jesús Riosalido; por el contrario entre los que piensan que ya desde su origen es cristiana están Manuel Gómez Moreno, Pavón Maldonado, y yo mismo. Pavón Maldonado nos da una serie de razones para apoyar su teoría (PAVÓN, 1984), estas las intenta refutar Jesús Riosalido (RIOSALIDO, 1984), a mi modo de ver sin demasiada fortuna. Algunos de los puntos en que se apoya Pavón Maldonado son:
– Debido a la ruptura sobre la que se eleva el chapitel –siglo XVI- es
improbable que anteriormente existiera una terraza, como era común en los minaretes.
– De la cara oeste de la torre parte un muro que tenía los restos de un ábside
mudéjar –el ladrillo utilizado, 30x19x4- es igual al usado en la torre.
– El estilo tiene claras características del mudéjar toledano y sevillano.
– Yo añadiría que la cronología establecida, posterior a la conquista cristiana, abunda en el origen cristiano de la iglesias. Una cosa es que los cristianos permitieran a los mudéjares conservar sus templos, y otra que les permitieran construir otros nuevos si no era para sustituir a una mezquita que hubiera sido rehabilitada para el culto cristiano.
La torre, del siglo XII, es la edificación cristiana más antigua de Madrid. Es
claramente mudéjar, totalmente construida en ladrillo. La parte primitiva llega hasta el cuerpo de campanas, el resto es del siglo XVII. En cada cara dispone de tres arquerías de formas claramente islámicas, con arquillos de dibujo diferentes en cada piso. Los arquillos descasan sobre finas columnas de mármol blanco.
Los arquillos de la arquería más baja, no visible desde la calle, son de una sola herradura, los de la fila intermedia son polilobulados –cinco herraduras-, los de la última son de una sola herradura; la dos primeras contienen tres, la más alta cuatro.
La torre conserva una ventanita, similar a la de la torre de San Pedro,
compuesta por una ranura vertical de aspillera, dentro de un arco ciego de herradura, enmarcado en un arrabá; seguramente su finalidad era dar luz al arranque de la escalera (HIDALGO, 1998). La planta de la torre es cuadrada, de 3,70 m de lado, con un machón de 1,13 m. La altura, hasta la salidiza donde descansa el cuerpo de campanas, es de 15,26 m. Está totalmente construida en ladrillo.
Dentro del templo, original del siglo XV, sólo se conserva de origen mudéjar la parte que unía al templo con la torre, el resto es de distintas épocas y estilos. Estos restos mudéjares son unos trabajos en yeso, en los muros de la capilla mayor, con unas arquerías similares a las de la torre.
Iglesia de San Pedro el Viejo
En cuanto a la iglesia de San Pedro, aparece mencionada en el Fuero de 1202, pero no sería la misma que nos ocupa. La primigenia iglesia ocuparía un lugar distinto a la actual, posiblemente se encontrara en las proximidades de Puerta Cerrada, entre la Cava Baja y la calle del Nuncio. El traslado a su actual ubicación correspondería a una orden dada por Alfonso XI para celebrar su victoria en la toma de Algeciras en 1345.
La torre es del siglo XIV, con grandes similitudes con el mudéjar toledano. La fábrica es totalmente de ladrillo, conservándose completa hasta la cubierta. La ornamentación es muy sencilla: aspilleras inscritas en arquitos ciegos de herradura, abarcados por un arrabá. Dispone de una ventana por cada lado a distintas alturas, de esta forma proporcionan luz al interior conforme se va ascendiendo. Dos impostas, con friso intermedio, dan paso al campanario: con dos ventanas de medio punto por cada cara, de estilo románico, ligeramente abocinado y decorados por una línea de cuñas de ladrillo.
En el interior de la iglesia, de estilo gótico-mudéjar, no queda prácticamente
nada; lo que se puede ver en la actualidad es del siglo XVII.
Casa y Torre de los Lujanes
La última reminiscencia que nos queda en el centro urbano de Madrid de su pasado andalusí, es el edificio sito en la actual plaza de la Villa. Son una de las casas más antiguas que se conservan en Madrid.
De finales del siglo XV, construidas por don Alvaro de Luján en 1494. Son
ejemplos de arquitectura civil mudéjar. Construidas en ladrillo con bandas horizontales de mampostería –argamasa y pedernal- también conocido como aparejo toledano.
Lo que más destaca de estas edificaciones son dos de sus puertas, de clara
factura mudéjar. Ambas tienen un arco de herradura. La primera de ellas se ubica en el nacimiento de la calle del Cordón; la segunda, que corresponde a la torre, se encuentra en el callejón del Codo. En el remate de la torre también podemos observar unos arquillos ciegos de herradura.
Ermita de Santa María la Antigua
El último de los restos que nos recuerdan el pasado islámico de Madrid, se
encuentra en las afueras del casco urbano, concretamente en los aledaños de la antigua cárcel de Carabanchel, cerro de Almodóvar. Se trata de la capilla del Cementerio Parroquial de Carabanchel Bajo. Es la única ermita mudéjar que se conserva completa en la Comunidad de Madrid. Su construcción se sitúa a comienzos del siglo XIII.
La ermita aparece mencionada en un códice escrito en el año 1275 por Juan Gil Zamora; en él narra la vida de San Isidro –dentro del edificio existe un pozo del que, supuestamente, extraía agua San Isidro para regar los campos cercanos. En 1981 fue declarada monumento histórico artístico de la Comunidad de Madrid. A partir de ese momento contó con la debida protección, que conllevó labores de restauración dado el mal estado en que se encontraba.
El edificio es de planta casi rectangular, ocupa una extensión de unos 240 m2, tiene orientación este-oeste y está formada por cuatro cuerpos: la nave. Al ábside, la sacristía y la torre. Los muros son de mampostería con verdugadas de ladrillo.
Posiblemente lo más destacado del edificio sea la portada de ladrillo de la
fachada sur. Esta portada dispone de tres arcos rehundidos apuntados, enmarcados por un alfiz. El arco central está ornamentado con elementos lobulados a sardinilla. Según estudiosos del edificio: “El esquema decorativo de esta portada se puede considerar clásico dentro del mudéjar y se encuentran paralelos tanto en el norte de Castilla –San Lorenzo de Toro-, como en el propio Toledo –Santiago el Nuevo de Talavera de la Reina-” (VVAA, 2003: 45).
El ábside es semicircular precedido de un tramo recto. Cuenta con una saetera en la zona central enmarcada en un arco de herradura; la parte superior se remata con una hilada de canecillos. Un arco apuntado, de tres centros con el central lobulado, separa de la nave.
La torre, uno de los elementos singulares del edificio, tiene 20 m de altura.
Dispone de dos cuerpos: un primer cuerpo macizo realizado en ladrillo y mampostería, el segundo, que corresponde al campanario, es de ladrillo horadado por seis vanos, para las campanas, y una cubierta de bóveda generada por aproximación de hiladas. Con las mismas características –planta rectangular y maciza en su parte inferior- sólo existe otro ejemplo en la Comunidad de Madrid, la de la iglesia de Valdilecha, de cronología posterior.
La sacristía, situada en la parte oeste, está adosaba al ábside formando un cuerpo independiente. Su cronología es muy posterior, siglo XVII o XVIII, siendo, por tanto, un añadido posterior a la primera construcción del edificio.
En el interior de la nave destaca el coro, apoyado en 245 vigas paralelas, todo ello de madera decorada con pinturas mudéjares que se encuentran en muy mal estado de conservación. Este conjunto de pinturas mudéjares, datado en el siglo XIII, es uno de los más importantes que aún se conservan en la Comunidad de Madrid. Detrás del retablo existen unas pinturas románicas datadas en el siglo XIII.
Conclusiones
Desgraciadamente son pocos los restos que aún se conservan y que sirvan para poder darnos una idea más precisa de cómo fue aquel Madrid que formaba parte de al- Andalus. La fragilidad de los materiales con que estaban hechas algunas construcciones sin duda ha influido en que no hayan llegado hasta nosotros más huellas del pasado islámico de la capital del reino.
Pero no ha sido solamente la fragilidad de los materiales lo que ha provocado esta pérdida. También ha tenido mucho que ver la salvaje especulación urbanística que padece Madrid desde tiempos inmemoriales; y, por supuesto, la falta de interés de las autoridades por su conservación y protección, demostrando, una vez más, que el fomento de la cultura, en este país, sigue siendo una asignatura pendiente.
Confío en que esta modesta aportación a la historia medieval de Madrid, sirva para que algunas personas que desconocían el pasado islámico madrileño tengan noticia de él, y que les empuje a animarse a hacer un recorrido por esta pequeña medina andalusí que se llamó Mayrit.