Otro año más los fascistas españoles saldrán a conmemorar la muerte del mayor genocida de la historia de España. Y lo podrán hacer porque en este país ningún gobernante ha tenido las suficientes agallas para ilegalizar cualquier manifestación de homenaje a este siniestro personaje que mantuvo a España en una larga noche que duró cuarenta años
Todo hecho tiene unas causas; en este caso, además del mencionado anteriormente, la falta de coraje de buena parte de nuestra clase política; pero también del inmenso porcentaje de analfabetos funcionales que asolan nuestras tierras. No es entendible que en pleno siglo XXI en España se siga homenajeando a un ser despreciable que asesinó a más personas por su ideología política que Hitler, Mussolini, Pinochet o Videla. No es entendible que, por este genocida, España sea tras Camboya el país con más desaparecidos enterrados en las cunetas o en fosas comunes perdidas por toda la geografía española.
Y se entiende porque el franquismo no acabó con la muerte del dictador. El llamado franquismo sociológico se mantuvo en la Judicatura, en el Ejército, en la Administración. Se entiende que ocurra esto en un país en donde los jueces expulsaron de la carrera judicial a Baltasar Garzón, el único que tuvo los bemoles de intentar juzgar al franquismo por lo que fue, uno de los regímenes más siniestros de la historia de Europa.
Y por supuesto esto es posible porque la iglesia católica, la misma que fue cómplice de su genocidio en la guerra civil y hasta la muerte de su gran valedor, sigue haciendo funerales para mayor loa de los fascistas y escarnio de todas las personas de bien que pueblan nuestra hermosa piel de toro. Esa iglesia, la que supuestamente predica el amor entre las personas, la paz, y otras sanas filosofías, no tiene ningún reparo en permitir que asesinos estén enterrados en sus templos.
Por todo lo anterior es posible la conmemoración del 20-N. Porque a estos cómplices se unen una buena parte de los españoles, a los que no les preocupa que tengamos una democracia sana y respetada en todo el mundo. Porque a un buen número de españoles –con encefalograma plano- les da lo mismo que nuestra democracia sea de tercera división, pero sí claman al cielo cuando se toma alguna medida que afecte a su comodidad o interés exclusivamente personal.
Desde aquí hacemos un llamamiento a los españoles de bien, que los hay y muchos, a que salgan un día, y otro, y otro, y otro, a las calles hasta que logremos eliminar de la faz de nuestras tierras todo signo fascista. Porque los españoles nos lo merecemos; y, sobre todo, porque se lo merecen todos aquellos que dejaron su vida por defender la libertad y la justicia ante la sublevación fascista. Hay que volver a hacer resonar por todos los rincones de España el grito de ¡¡¡ NO PASARÁN!!!