Alarife: Proviene del árabe andalusí al ‘arif, que a su vez deriva del árabe clásico ‘arif: el experto. Este nombre se les daba a los arquitectos o maestros de obras árabes. Es de sobra conocida la gran maestría que tenían los árabes en el arte de la construcción. Incluso cuando terminó la denominada Reconquista, los alarifes eran los preferidos de los reyes y señores cristianos para que dirigieran sus construcciones.
Alarije: Deriva del árabe hispano al ‘aris que a su vez proviene del árabe clásico ‘aris. Se trata de un tipo de uva blanca, que se da en Extremadura, de donde proviene.
Alaroz: Del árabe ‘arud, que literalmente significa poste de tienda. También se utiliza para denominar un larguero fijo, generalmente horizontal que divide el hueco de una puerta o una ventana.
Alaroza: Esta bella palabra, proveniente del árabe hispano al arusa, que deviene del árabe clásico ‘arus: define a otra bella imagen, la de una novia o recién casada musulmana.
Alatar: Del andalusí al ‘attár, que deriva del árabe clásico ‘attar. El alatar era el que vendía los perfumes y las especias en los zocos árabes. Esos maravillosos puestos que impregnan de aromas y dan colorido a los bellos mercados árabes. Por cierto, no tiene nada que ver con magos o cosa parecida, como algunos pueden interpretar al darse ese calificativo a algunos personajes de ficción como Gandalf, el mago del Señor de los Anillos.
Alatrón: Del árabe hispano annatrún, que deriva del árabe clásico natrun, que a su vez parece estar tomado del griego virpov nitron. Es simplemente espuma de nitro.