España pasó por una larga y trágica noche que duró casi cuarenta años. En esos años cualquier opinión que estuviera en contra del régimen, ilegalmente establecido tras un golpe de Estado que conllevó una trágica guerra de tres años, era represaliado con la cárcel, si tenías suerte y no te “caías por una ventana de la DGS”
Tras la muerte del dictador y genocida Francisco Franco, parecía que había llegado el día de la libertad política y de expresión. Y en esta creencia llevamos otros cuarenta años. Y parece ser que el número mágico es el cuarenta, pues tras este nuevo período, todo apunta a que la libertad de expresión y la libertad de pensamiento político vuelven a estar al margen de la ley.
Hoy, permitidme, queridos lectores, voy a hablar del segundo pensamiento que ha vuelto a ser perseguido: el político. Sí, han leído bien, en España se ha vuelto a encarcelar a personas que tienen un ideal político contrario al que ordena que se tenga el Gobierno de la nación. Porque, y lo digo alto y claro, la veintena de políticos catalanes que están en prisión, o han estado, o se han visto obligados a marchar al exilio, son presos políticos. Personas que están siendo perseguidas por su ideario, con el que se podrá estar de acuerdo o no, pero que es totalmente respetable.
A estas personas se les han achacado unos delitos, en algunos casos delirantes, como el de rebelión –varios jueces se han pronunciado dudando de la legitimidad de esta imputación-. Una rebelión en la que no ha habido violencia armada, condición sine qua non para que este delito sea real. Sean sinceros, queridos lectores, y pregúntense: si estas personas no estuvieran defendiendo el derecho a decidir si quieren independizarse de España, ¿estarían en la cárcel? Si sois personas cabales –lo cual no pongo en ningún momento en duda- , la respuesta será: no.
Alguno de vosotros dirá: es que han faltado a la ley. Bien. A los que estábamos en la lucha antifranquista también nos encarcelaban porque íbamos contra la ley entonces vigente, por lo que aplicando los mismos parámetros, también era legal que nos persiguieran y nos encarcelaran. Algunos contestaréis a esta reflexión: pero es que el régimen franquista era ilegal y por tanto no tenía legitimidad.
Y este en el que estamos ahora ¿es legal? Porque quiero recordaros que viene impuesto por una Ley de Asociaciones Políticas, pergeñada por un señor que había sido secretario general del Movimiento, que al que sería nuevo jefe de Estado lo puso Franco y que para legalizar a algunos de los partidos políticos se les obligó a acatar dichas realidades si querían salir de la clandestinidad.
Para terminar, por favor decidme si O. Junqueras, J. Turull, J. Rull, M. Borrás, R. Romeva, C. Mundó, D. Bassa, J. Forn, S. Vila, C. Puigdemont, J. Sánchez, J. Cuixart, C. Forcadell, L. Guinó, M. Rovira, A. Comin, L. Puig, M. Serret, C, Pontasí, y A. Gabriel –y pido perdón por si se me ha olvidado alguno- deben estar en la cárcel, mientras hemos visto hace unos pocos días cómo personas han festejado el triunfo del fascismo en Estaña un trágico 1 de abril de 1939; cómo la Fundación Francisco Franco –con subvenciones públicas- hace un día sí y otro también apología del fascismo sin que pase nada –que hicieran esto en Alemania o Italia-. Pero los franquistas sí pueden expresarse, los independentistas no.
Un país no puede declararse demócrata mientras sus cárceles alberguen a personas que están ahí por sus ideas políticas.