Su obra fundamental, El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas preferidas en la lucha por la vida, publicada en 1859, estableció que la explicación de la diversidad que se observa en la naturaleza se debe a las modificaciones acumuladas por la evolución a lo largo de las sucesivas generaciones.
El origen de las especies mediante la selección natural o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida (conocido bajo el título abreviado de El origen de las especies) fue muy bien acogido por el público. Más tarde, en El origen del Hombre, 1871, el sesudo estudio de Darwin introduce los tradicionales argumentos sobre la inferioridad de la mujer. El científico nada dice de la marginación cultural histórica a la que había sido sometida. Veamos:
“El hombre es más valiente, combativo y enérgico que las mujeres, y tiene una genialidad más inventiva. Su cerebro es absolutamente más grande”. Charles Darwin, El origen del hombre (1871), Cap. XIX: «Hombre – Diferencias sexuales», página 557.
“En todo lo que toma, de lo que la mujer puede —ya sea la exigencia de una profunda reflexión, razón o imaginación, o simplemente el uso de los sentidos y manos—. Si se hicieran dos listas sobre los hombres y mujeres más eminentes en la poesía, la pintura, la escultura, la música (inclusive tanto en composición como en interpretación), la historia, la ciencia y la filosofía, con media docena de nombres en cada materia, las dos listas no podrían ser comparadas.
También podemos inferir, a partir de la ley de la desviación de los promedios, tan bien ilustrada por el Sr. Galton, en su obra sobre «Genio hereditario», que si los hombres son capaces de una determinante preeminencia sobre las mujeres en muchos temas, el promedio de la facultad mental en el hombre debe estar por encima de la de la mujer (…). Así, el hombre ha llegado a ser finalmente superior a la mujer”. Charles Darwin, El origen del hombre (1871), Cap. XIX: Hombre – Diferencias sexuales. pág. 564-565
Darwin expone que el tamaño del cerebro es clave en el desarrollo de las facultades intelectuales y para ello se apoya en la comparación de los cráneos de las razas salvajes y las razas civilizadas, de los pueblos antiguos y modernos y, por la analogía, de toda la serie de vertebrados.
“A fin de que la mujer pueda llegar al mismo nivel que el hombre, ella debería, cuando sea casi adulta, ser entrenada con energía y perseverancia, y tener su razón e imaginación entrenada al punto más alto, y entonces ella probablemente transmitiría estas cualidades sobre todo a sus hijas adultas.
Todas las mujeres, sin embargo, no podrían crecer de esta manera, a menos que durante muchas generaciones aquellas que destacaran en las virtudes más vigorosas se casaran, y produjeran descendencia en un mayor número que las demás mujeres”. Charles Darwin, El origen del hombre y la selección en relación al sexo (1871), Capítulo XIX: «Hombre – Diferencias sexuales», pág. 565.
Darwin argumentaba que la mujer tiene una disposición mental muy diferente del hombre. Consideraba que era más intuitiva y que su capacidad de imitación estaba mucho más marcada en las mujeres que en los hombres, para decir a continuación que eran características de las razas inferiores y, en consecuencia, de un estado de civilización inferior:
“La principal distinción en las facultades intelectuales de los dos sexos queda evidenciada por la eminencia que alcanza el hombre en todo cuanto emprende, que es superior a la de la mujer, tanto si la empresa requiere un pensamiento profundo como si se trata de razón, imaginación o simplemente el uso de los sentidos y las manos”.
La tesis darwiniana de la naturaleza humana, fueron acusadas de racistas, ya que sirviendo de inspiración para el darwinismo social en el libro, El origen del hombre, (Parte I, págs. 54-55) donde Darwin expone sobre las razas humanas, dividiéndolas en dos clases principales. Darwin expone que el tamaño del cerebro es clave en el desarrollo de las facultades intelectuales y para ello se apoya en la comparación de los cráneos de las razas salvajes y las razas civilizadas, de los pueblos antiguos y modernos y, por la analogía, de toda la serie de vertebrados.
Robert Darwin afirmaba que hay dos razas: “raza inferior” y “superior” a la vez que comenta lo que él consideraba como obstáculos importantes para el incremento numérico de “hombres de cualidades superiores”.
Y se basa en las investigaciones del Dr. J. Barnard Davis, el cual estudió la capacidad interna media en el cráneo de los europeos, dando como resultado que era de 92,3 pulgadas cúbicas, mientras que en los americanos era de 87,5 y en los asiáticos es de 87,1; los australianos llevaban la peor parte, que era sólo de 81,9 pulgadas cúbicas.
También se apoyó en el profesor Broca, el cual encontró que en el siglo XIX los cráneos de las tumbas en París eran mayores que las de las tumbas del siglo XII, en el periodo de 1484 a 1426, y que el aumento de tamaño, comprobados por mediciones, era exclusivamente en la parte frontal del cráneo la sede de las facultades intelectuales.
Robert Darwin afirmaba que hay dos razas: “raza inferior” y “superior” a la vez que comenta lo que él consideraba como obstáculos importantes para el incremento numérico de “hombres de cualidades superiores”.
“La lucha perpetua por la existencia habría prevalecido la raza inferior, y menos favorecida sobre la superior, y no en virtud de sus buenas cualidades, sino de sus graves defectos”. Charles Darwin, El origen del hombre (1871), 1ª parte, Cap. V, p.186
Darwin llegó a escribir sobre eugenesia activa, argumentando que en un futuro no muy distante, la exterminación de las “razas salvajes” del hombre generaría sin duda alguna un estado más civilizado. Representantes del movimiento eugenésico y el darwinismo social a nivel político tomaron como bases teóricas dichas ideas. De hecho, varios de los hijos de Darwin destacaron como líderes del movimiento. En 1911, su hijo Leonard se hizo presidente de la Sociedad Eugenésica, y en el mismo año, se formó un grupo eugenésico en Cambridge, en el cuál figuraban tres de los hijos de Darwin.