Triste otoño, recuerdo al compañero Juan. Por Pilar García

En octubre del año pasado,  se nos murió Juan, nuestro compañero y amigo.

Nos pareció a todos que había vencido a su enfermedad, pero como un escalofrío nos llegó la noticia de su muerte y con ella, el dolor.

«Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.»

 Juan no era un hombre sencillo, sus intrincados procesos mentales le impedían serlo, pero es que,  además,  esa compleja personalidad no le limitaba en absoluto a la hora de mostrar su cercanía, su accesibilidad, su calidez, su inmenso sentido del humor y su ternura. Eso era precisamente lo que le hacía tan especial.

« Y… qué tal si nos dejamos de esa mandanga de contar los años con la referencia de un ser que no sabemos si nació o no nació, (ni dónde ni cuándo lo hizo) y nos ponemos a utilizar como referencia la del mayor acontecimiento conocido y con fecha específica y contrastable.
Dentro de 4 días, aniversario del bombardeo atómico de Hiroshima. Una fecha que nunca deberíamos olvidar.»

 Anticlerical y republicano convencido, seguía buscando sin descanso el lugar ideal en el que bregar en grupo,  para conquistar finalmente ese otro mundo posible que todavía se nos resiste.

«… Y mientras tanto… que quede claro que el sentido de las cosas es algo que ponemos nosotros.

Y tenga o no tenga sentido el azar, la idea de dios es algo que tiene que permanecer permanentemente alejada de la ciencia… hasta que se demuestre lo contrario.»

 Y su socarronería envidiable

«Claro. Os largáis de Madrid sin estrés, y el que queda se lo tienen que repartir entre menos. Así está Madrid de inaguantable.»

Sentía que AACCSM era su lugar, porque fuimos capaces de mantenernos firmes en unos fundamentos básicos,  a pesar de las presiones vividas en su momento y porque este grupo rezuma sentimientos de cariño entre sus componentes, que nos mantiene juntos en nuestra diversidad. Porque te puedes expresar en libertad, sin el corsé de la militancia.

«¿Soy el único que está planteando abstenerse si no se concreta una candidatura de confluencia, de unidad, o cómo diablos quieran llamarla?
¿Soy el único que se está empezando a hartar de oír que «hay que mandar obedeciendo» como si eso no significara nada?
¿Soy el único que está hasta las pelotillas de las marcas, de los protagonismos, y de los liderazgos?»

El pasado día 9 de abril, a modo de preludio de esa fecha que él siempre recordaba, como el ferviente republicano que era, su familia decidió homenajearle. Allí estuvimos, los de AACCSM, los que le queríamos.

Una sala en uno de sus locales favoritos, repleta de familiares, compañeros y amigos de Juan. Con cervezas y pinchos, como a él le hubiera gustado.

Su hermana Inma, su hija Carla y Elena, su pareja, nos emocionaron hablándonos de Juan, de su infancia, de su testarudez, de su a veces exasperante persistencia en contradecir, de su habilidad para activar nuestra capacidad de razonamiento, de su preocupación como amigo, como compañero y como padre.

Compartieron con los que las escuchábamos, entre llorosos y sonrientes, momentos divertidos e íntimos de nuestro amigo.

Y Carla nos cantó, le cantó y le dedicó una de sus favoritas.

Su querida hija Carla.

«Padre… tan divertido, revolucionario y simpático»

Intercalados, los amigos fuimos desgranando momentos compartidos con Juan. Y nos volvimos a emocionar.

Hubo unanimidad en la presunción de que a él le hubiera enfadado ese homenaje, pero concluimos, viendo el contenido del mismo, que hubiera disfrutado y reído a carcajadas escuchando las cosas que de él decíamos. También se hubiera sentido feliz viéndonos a todos juntos, conociéndonos, entre charlas y risas.

Y terminamos el homenaje, con la seguridad de que alguien como Juan jamás se borrará de nuestra memoria, porque a cada uno de nosotros nos fue trasmitiendo, de una manera u otra, parte de su esencia que ya forma parte de nosotros.

Y no perdonamos a la vida que te dejara ir tan temprano, sin permitirnos disfrutar de ti por más tiempo.

 

«Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada»

 

Nos quedaron temas pendientes y conversaciones inconclusas,  que ojalá algún día podamos retomar. Quizás, quién sabe.

Hasta entonces, si es que llega, que seas feliz compañero.

 

«A las aladas almas de las rosas…
de almendro de nata te requiero,:
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.»

 

 

Nota: Los entrecomillados en negrita y cursiva, corresponden a versos de

«ELEGIA A RAMÓN SIJÉ», de Miguel Hernández, uno de los cantos más hermosos sobre la profunda tristeza que produce la muerte de un amigo. Juan no se merece menos.

También intercalo una frase de amor de su hija Carla,  que escribió el otro día en facebook  y varias más de él mismo, que ayudan a definirle

Y por supuesto textos suyos que estarán siempre con nosotros.

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