Vida
Agripina la Menor o Julia Agripina vivió entre el 15 d.C. y el 59 d.C. y fue hija de Germánico y Agripina la Mayor, de quien ya hablamos anteriormente en esta columna. Fue sobrina y esposa del emperador Claudio, hermano de su padre, hermana del emperador Calígula y madre del emperador Nerón, el último emperador de la dinastía Julio-Claudia. También es bisnieta de Marco Antonio y Octavia la Menor, hermana del emperador Octavio Augusto y del propio Augusto por parte de madre.
Ya conocemos las conjuras que hubo por parte de la familia imperial contra Germánico y Agripina la Mayor y cómo murieron estos dos. Mientras tanto, Agripina la Menor, al ser solo una niña cuando murió su padre y ser separada de su madre a una joven edad, no se la consideró una amenaza, por lo que el emperador “permitió” que se casara con trece años con Gneo Domicio Enobarbo (porque una niña de trece años debía estar deseando casarse, se podría tratar mucho de estas edades y “tradiciones”, pero el artículo que hoy nos ocupa no hablará de eso).
Su propio marido vaticinó que de esa unión sólo podría salir un “monstruo”, según lo que se cuenta, y así nació Lucio Domicio Enobarbo, el que sería el futuro Nerón y al que le sobran presentaciones. Apenas unos años después, en el 40 d.C., Agripina enviudaría por primera vez.
Con Calígula
Cuando enviudó, ella se encontraba en el exilio debido a un complot que llevó a cabo junto son su hermana Livila y Lépido, el viudo de su hermana Drusila, que era la favorita de Calígula, hermano de las tres, y con la que mantenía una relación.
De hecho, Suetonio nos cuenta en su obra Vidas de los Doce Césares, que Calígula mantenía relaciones incestuosas con todas sus hermanas, poniéndolas por encima incluso que a su propia esposa. Incluso agregó sus nombres a los juramentos y sus rostros a las monedas.
Esto cambiaría a la muerte de Drusila, tras la cual el emperador caería en una profunda tristeza y degradaría a sus dos hermanas restantes, “prestándoselas” a sus amigos. Por supuesto, ni que decir cabe que nadie le preguntó ni a Agripina ni a Livila qué les parecía esto. Quizá eso fue precisamente lo que las llevó a aliarse con Lépido, a quien veían como su protector, contra Calígula.
Finalmente, tras ser descubierto, como ya he mencionado, Agripina y Livila fueron acusadas de adulterio y obligadas a exiliarse, mientras que Lépido fue ejecutado.
Por si esa humillación de ser acusada en público y obligada a dejar su hogar, se decidió que aún se la podía humillar un poco más, total, era una mujer, así que la obligaron a iniciar su exilio portando públicamente las cenizas de uno de sus amantes.
A la muerte de Calígula, y con la subida de Claudio al poder, se les permitió el regreso a Roma a Agripina y Livila.
Poco después, Agripina se casaría con Gayo Salustio Pasieno Crispo, emparentado por adopción con el sobrino-nieto del historiador Salustio. Este matrimonio le ofreció estabilidad y protección a Agripina, pero duró hasta el 44 d.C.
En ese año, su segundo marido fallecería, incitando, como no, rumores acerca de que fue ella quien le envenenó para quedarse con su fortuna. Por supuesto, estos rumores probablemente se dieran entre sobre todo entre la capa más alta de la sociedad romana, es decir, una capa creada por hombres, así como quien nos lo transmite, que es Suetonio.
Además, estamos hablando de una época en la que la mujer tenía dos formas de actuar: 1) callada y sumisa para con su marido, entonces era un modelo por seguir para las demás mujeres; 2) cualquier cosa que se saliera de la primera opción, en cuyo caso era una manipuladora, conspiradora, malvada, adúltera, agresiva, o incluso homicida. Y eso solo si se atrevía a hablar o a luchar por su familia.
Con Claudio
Finalmente se casaría con Claudio, aunque fuera su tío, por instancias de este. O como dicen otros (repito que esos otros son los testimonios que nos han llegado sobre la época, y que los suelen escribir hombres), debido a las malas artes y manipulaciones de Agripina para conseguir el poder.
Durante este último matrimonio, Claudio adoptó a Lucio como heredero, beneficiándole incluso por encima de sus hijos propios, y dándole el nombre de Nerón Claudio César Druso Germánico. Claro, lo que no se cuenta tanto es que su hijo biológico era bastante más joven que Nerón, por lo que, si Nerón tenía 16 años cuando accedió al poder, Británico, como se conocía al hijo de Claudio, era aún menor.
Durante estos años, Agripina recibió el título de Augusta, al igual que Livia, solo que esta última tuvo que esperar a la muerte de Octavio para ello. Además, se convirtió en una de las consejeras de mayor confianza de Claudio.
Además, convenció a Claudio para que trajera de su exilio a Séneca y puso a Nerón bajo su cuidado.
Con Nerón
Agripina, al igual que el resto de las mujeres dentro de la familia imperial, ejerció una gran influencia sobre su hijo. Este se convirtió en emperador a los 16 años, como ya he mencionado.
Los primeros años de su gobierno, las fuentes describen a Nerón como moderado y justo, incluso un buen gobernante, coincidiendo cuando estaba todavía bajo la mirada e influencia de Séneca y Agripina.
Pero a medida que pasaba el tiempo, el emperador fue degenerando. Cada vez se fue alejando más de su maestro y de su madre, ordenando al primero a quitarse la vida.
La llegada de Popea Sabina fue la que provocó el mayor cambio. Esta llegó como pareja de Nerón, con la intención de influir también en el emperador, pero se dio cuenta de que ese papel ya lo ocupaba Agripina, y que ella misma no le daba la bienvenida a la recién llegada.
Con el tiempo, Popea convenció a Nerón de que su madre sobraba allí, pues era ella quien le controlaba, y Nerón, que ya rumiaba hacía tiempo que le querían usurpar el trono, se dejó convencer.
Lo que pasó a continuación fue algo parecido a lo que se puede ver en los cómics de Astérix entre Bruto y César. Nerón intentó envenenar a su madre varias veces, sin éxito. Intentó derribar su habitación mientras ella dormía, sin éxito también, aunque lo que sí consiguió es que ella se enfadara bastante, por lo que sea. Por último, la invitó a una reconciliación en barco, a lo que ella aceptó, ya que no quería estar a malas con su hijo, pero la verdadera intención era hundir el barco. Ella huyó a nado.
Como último recurso, sin más opciones, Nerón la acusó de una conjura ficticia, por lo que fue ejecutada, y esta vez sí consiguió su muerte.
Ya en su momento, le vaticinaron a Agripina que su hijo reinaría, pero que la mataría, a lo que ella contestó: “Que me mate con tal de que reine”.
Agripina
Este último apartado lo voy a utilizar para hablar de la propia Agripina, sin estar ligada a ningún hombre.
Tenemos constancia de que Agripina fue una mujer instruida y culta. Consiguió llevar por el buen camino a su hijo durante los primeros años de reinado, hasta que este empezó a rechazarla. No debemos olvidar tampoco los desplantes que le hicieron anteriormente en su vida, sobre todo su hermano, o la pérdida de sus padres siendo tan joven.
Lo que sí vio fue a su madre luchar por su familia a la muerte de su padre, y ella parece ser que heredó ese mismo espíritu de lucha y al igual que su madre, le tocó vivir en una época que no la acompañaba, en la que la mujer era solo vista como un medio para lograr un fin, y como tal era tratada como un instrumento.
No se valoró su capacidad política, tachándola de manipuladora y engatusadora de hombres, al igual que tampoco se valoró su capacidad intelectual. Agripina la Menor es de los pocos nombres de mujeres que nos han llegado como autoras, ya que ella escribió una autobiografía de la que, desgraciadamente, no se ha conservado nada. Quizá si se hubiera conservado y pudiéramos leerla ahora, nos aclararía que no todo es como unos varones de hace 2000 años nos cuentan que fue la vida y vivencias de una mujer atrapada en una sociedad patriarcal.
Pero, una vez más, quienes han escrito y transmitido la historia hasta hace relativamente poco, han sido hombres en una época y con una mentalidad que no permitía ver con valor las memorias de una mujer, a menos que fueran contadas desde el punto de vista de un hombre que, muchas veces, ni siquiera la conoció.
