Los verdugos de Franco en la Guerra Civil. Los verdugos de Andalucía (IV) Díaz Criado, Corrales Romero, Cuesta Monereo, etc…

En la mayoría de los trabajos relacionados con la represión franquista se ha incidido en las víctimas, estos artículos ponen nombres y caras a los responsables directos de las atrocidades que cometieron


CORRALES ROMERO, Rafael. Comandante del Ejército, miembro de la columna comandada por Castejón. Fue el designado por Castejón para que llevara a cabo la «limpieza» de Puente Genil. Antes de entrar en la población cordobesa recibió una orden del jefe del Estado Mayor de Queipo, con instrucciones de lo que debía hacer una vez entrara en Puente Genil: […] Cuando el comandante Castejón haya entrado en el pueblo (en la plaza), la columna que va de Sevilla [la de Corrales] invadirá el pueblo por su parte norte. Terminada la limpieza de Puente Genil se pondrá en comunicación con este Cuartel General, de donde recibirá órdenes […] Procure a toda costa evitar los saqueos de los domicilios de familias de derechas y gente de orden. Sevilla, 31 de julio de 1936. De orden de S.E el Jefe del E.M de servicio[1].

Una anécdota demuestra el carácter de Corrales. Teniendo a un grupo de prisioneros en la Venta de las Flores –a las afueras de Puente Genil-, se presentó el comandante Castejón preguntando a los prisioneros quién era don Fernando Cámara; al identificarse este, Castejón le dijo que quedaba libre y que se marchara a su casa. Una vez que Castejón se había marchado de la ciudad, por la noche se presentaron en su domicilio diciéndole antes de asesinarlo: Ya no está aquí Castejón. Ahora estamos nosotros.

En el periódico sevillano La Unión, se publicó el 6 de agosto noticia de la labor llevada a cabo por Corrales: […] dio las órdenes oportunas para la rápida pacificación de Puente Genil, cosa que logró en veinticuatro horas. Y se cumplió sin piedad la justicia militar[2].

Puente Genil fue uno de los pueblos andaluces en los que más personas fueron asesinadas; según datos aportados por el historiador Francisco Moreno, en la ciudad cordobesa hubo 995 víctimas; fuentes del PSOE aumentan esta cifra hasta los 1.500, y del PCE a 1.700.

CUESTA MONEREO, José. Desde su puesto como comandante de Estado Mayor de Sevilla, fue el verdadero cerebro de la sublevación en Sevilla. A partir de diciembre de 1936, ya como teniente coronel, fue designado por Queipo Jefe del Estado Mayor del Ejército del Sur.

En la foto Cuesta Monereo a la izquierda de Queipo.

Para el historiador Francisco Espinosa, Cuesta Monereo, junto a Francisco Bohórquez, fue el que diseñó como debía ser llevada a cabo la represión en Andalucía. Para Paul Preston[3], fue la pieza más importante en la represión ordenada por Queipo.

José Cuesta Monereo.

Para encubrir las matanzas que estaba dirigiendo ordenó a la prensa que los asesinatos se disfrazaran con eufemismos como se cumplió la justicia, se llevaron el castigo merecido, o se cumplió la ley También fue el que ordenó que en la prensa se «suavizaran» las proclamas que daba Queipo desde la radio.

CUEVAS RODRÍGUEZ, Francisco. Sargento de la Guardia Civil. Cuando en marzo de 1936 llegó destinado a Brenes (Sevilla) se iba jactando por el pueblo de haber participado en la represión de Asturias en 1934. Pronto empezó a hacer de las suyas en la localidad sevillana. En las manifestaciones del 1 de mayo, Cuevas ordenó cargar sin miramientos; él mismo relató la hazaña: […], actué con toda energía contra los marxistas como se demuestra por el hecho de que los primeros días de mayo del año mil novecientos treinta y seis, disolviera a tiros una multitud que daba mueras a la Guardia Civil, causándole más de treinta bajas[4]

Cuevas, mujeriego empedernido, cuando estuvo destinado en Real de la Jara (Sevilla), a pesar de estar casado, tuvo como amante a Francisco Álvarez Hoyo “La Pura”, con la que tuvo dos hijos, y a la que llevó con él cuando fue trasladado a Brenes.

Tal era la violencia de este individuo que hasta sus propios correligionarios presentaron denuncias contra su actuación. La primera la hizo el capitán Cervera, sin que tuviese consecuencia alguna. La segunda la presentó el industrial, y presidente de la Junta Gestora del Ayuntamiento, José Gispert; acusó a Cuevas de acosar a su esposa y de quedarse con dinero recaudado para el Ejército. En las diligencias efectuadas contra él, no se le inculpó por la terrible represión que llevó a cabo contra decenas de vecinos de Brenes. El terror que infundía a sus convecinos provocó que nadie declarase en su contra, por lo que la sentencia le exculpó aduciendo que Gispert había actuado por rencor personal.

Cuando fue trasladado y ascendido a brigada, el Jefe de la Brigada Especial de la Guardia Civil, ordenó investigar las actuaciones de Cuevas en Brenes. Ahora si hablaron los vecinos; fue acusado de quedarse con parte de las recaudaciones que se hacían para el Ejército, y de abusar de tres muchachas a las que obligaba a mantener relaciones sexuales con él amenazándolas con fusilarlas si se negaban (finalmente la amenaza se llevó a cabo). Fue condenado a dos años de prisión por actitud indecorosa y quedarse con dinero, lo que ensuciaba la imagen de la Guardia Civil; pero en la condena se puso que era por Auxilio a la Rebelión. Ver para creer.

DÍAZ CRIADO, Manuel. Este capitán de la Legión era conocido como «Criadillas». La actuación de este despiadado individuo comenzó muy pronto, en concreto con el asesinato de cuatro obreros que se llevó a cabo en el Parque de María Luisa de Sevilla, el 23 de julio de 1931, a los que se aplicó la «ley de fugas». Por aquel entonces estaba al mando de la Guardia Civil de Sevilla, cargo al que había accedido por la presión ejercida por varios terratenientes.

En mayo de 1936 fue acusado de atentar contra Manuel Azaña junto a otros sicarios a las órdenes de Mauricio Carlavilla[5]. Desde los primeros momentos del golpe estuvo acompañando a Queipo, procediendo el mismo a la detención del general Fernández de Villa-Abrile.

Manuel Díaz Criado.

Díaz Criado, con fama de borracho y putero, no admitía recibir a personas que fueran a pedir clemencia para algún familiar excepto si se trataba de mujeres jóvenes; fue nombrado por Queipo, delegado militar de Orden Público de Sevilla.

Díaz Criado se instaló en un despacho de la Comisaría de Investigación y Vigilancia, situada en la calle Jesús del Gran Poder nº 40[6]. Desde este lugar diseñaba como se debía llevar a cabo la represión y el trato que había que dispensarles a los detenidos.

La comisaría de la calle de Jesús del Gran Poder se convirtió en uno de los lugares más sórdidos y terroríficos de toda Sevilla. El patio número 3 era el elegido para torturar a los presos, para muchos aquí pasaron sus últimas horas antes de ser asesinados: […] la última morada de los condenados a muerte. Siempre lleno de gente y siempre diferente, puesto que los que entraban por la mañana habían de ser fusilados por la noche[7]

En este patio se encontraba el cuarto del piano. El cuarto de torturas llamado cuarto del piano, que es donde se interrogaban a los presos. Era la antigua clase de Filosofía. En la antigua tarima del profesor hay un esqueleto de mujer, al que habían puesto un gorro de cuartel y un puro en la boca; hay también un piano y un cencerro muy grande; la misión de los cuales es que no se oigan los interrogatorios […]. Las víctimas, llenas de varas de acebuche y de vergajos[8].

Desde estas instalaciones Díaz Criado creó la conocida como Brigadilla de Ejecuciones. Esta brigadilla destacó por el gran número de detenciones, el brigada Ángel Macua, que asesinó a varias personas cuando iban a ser detenidas, como al bombero sevillano, afiliado a la UGT, Rafael Roldán Díaz, o a Prudencio Garrido Salomón.

Edificio donde estaba situada la comisaría de Jesús del Gran Poder.

Las listas elaboradas por Díaz Criado de las personas que debían ser asesinadas –camufladas como orden de traslado- eran enviadas a la Brigadilla de Ejecuciones, dirigida por el maestro de obras Pablo Fernández Gómez[9]. Otros «insignes» colaboradores de Díaz Criado fueron el alférez de la Guardia Civil José Rebollo, al mando de la Brigada de Información de la Guardia Civil; y el cabo José María Plaza, antiguo guardia de asalto.

Su impiedad no tenía límites. En una ocasión fueron a visitarle dos frailes, que se dedicaban a confesar a los condenados a muerte, para pedirle que parara la carnicería que estaba llevando a cabo. Díaz Criado les despidió sin dejarles hablar. Tras esta visita frustrada fueron a visitar a Queipo de Llano, que les prometió que serían tomadas medidas. Las medidas fueron trasladar a los frailes a no se sabe dónde[10]. Para evitar que se intercediese por los presos el 12 de agosto de 1936 envió una nota para su publicación en la prensa en la que hacía una seria advertencia: Serán considerados como enemigos beligerantes no sólo aquellos que se opongan a la causa, sino los que los amparen o recomienden[11].

Entre el 25 de julio de 1936 y el 12 de noviembre del mismo año; Díaz Criado instauró un régimen de terror, difícilmente igualable, en Sevilla.

Orden de traslado firmada por Díaz Criado.

Díaz Criado era uno de los que marcaba con la fatídica nota X-2 los expedientes de las personas que debían ser ejecutadas. Firmada unas sesenta al día, en la mayoría de las ocasiones de forma arbitraria; este sí, este no. Con frecuencia las resolvía mientras estaba de juerga con sus amigos. De su afición a las fiestas y de su macabra personalidad nos dejó testimonio Edmundo Barbero[12] en su obra El infierno azul (seis meses en el feudo de Queipo[13]. Cuenta Barbero que una noche estaban Díaz Criado, Rebollo y Doña Margarita, decidiendo que ofertas sexuales y económicas eran válidas para salvar prisioneros. En un momento dado Díaz decidió que sus acompañantes fueran a ver una ejecución. Montó en cólera al ver que cuando llegaron ya habían sido fusilados los condenados de esa noche; el jefe del pelotón, para aplacarlo, ofreció que las mujeres que le acompañaban dieran el tiro de gracia a las víctimas; acto seguido un sargento de Regulares se dedicó a sacarles los dientes de oro a los cadáveres, machacándoles la cabeza con una piedra.

Hasta el 5 de septiembre de 1936, sólo en Sevilla capital, había firmado oficialmente 11.000 penas de muerte. Según Antonio Bahamonde[14], Díaz Criado, es el responsable directo de la muerte de 20.000 personas. En una hora y a veces en menos tiempo, despachaba los expedientes; firmaba las sentencias –unas sesenta diarias- […] Para acallar su conciencia, o lo que fuera, estaba siempre borracho […] Él decía que puesto en el tobogán le daba lo mismo firmar cien sentencias que trescientas, que lo interesante era ·limpiar” bien a España de marxistas […] No admitía visitas, sólo mujeres jóvenes eran recibidas en su despacho. Se da casos de mujeres que salvaron a sus deudos sometiéndose a sus exigencias […][15]

Gonzábez Ruiz que fue gobernador civil franquista de Murcia también dejó sus impresiones sobre Díaz Criado: A altas horas de la noche, rodeado de prostitutas, después de la orgía, y con un sadismo inconcebible, marcaba a voleo, con la fatídica fórmula “X2”, los expedientes de los que, con este simplísimo procedimiento, quedaban condenados a la inmediata ejecución[16]

Tras un incidente que tuvo con el vicecónsul portugués Franco ordenó su cese inmediato en noviembre de 1936 siendo enviado a la V Bandera de la Legión entonces en Talavera de la Reina.

Este despiadado asesino que en una ocasión dijo la frase: aquí en treinta años no hay quién se mueva, y causante de miles de asesinatos, falleció el 7 de julio de 1947 tras haber recibido la bendición apostólica del papa Pío XII.


Bibliografía reseñada en el capítulo

BAHAMONDE, Antonio (2005): Un año con Queipo, Sevilla.

GARCÍA MÁRQUEZ, José Mª (2010): El triunfo del golpe militar: el terror en la zona ocupada, en Francisco Espinosa (coord.): Violencia roja y azul. España, 1936-1939, Barcelona, pp. 81-151.

GARCÍA MÁRQUEZ, José Mª (2014): El centro del terror: la comisaria de la calle Jesús del Gran Poder, en López Fernández, Rafael y Sánchez-Boniga, (coord.): Lugares de la memoria. Golpe militar, resistencia y rebelión en Sevilla, Sevilla, pp. 145-149.

MORENO GÓMEZ, Francisco (2009): 1936: el genocidio franquista en Córdoba, Barcelona.

PRESTON, Paul (2011): El holocausto español, Barcelona.

[1] Tomado de Moreno, 2009: 424.

[2] Tomado de Moreno, 2009: 433.

[3] Ver Preston, 2011: 58.

[4] Ver García Márquez, 2010.

[5] Se escapó gracias a que le busco un escondite una prostituta sevillana conocida como doña Margarita.

[6] En la actualidad el edificio es propiedad de la Compañía de Jesús.

[7] Ver García Márquez, 2014: 149.

[8] Ver García Márquez, 2014: 147.

[9] Pablo Fernández Gómez dirigió el asesinato de unas 800 personas. Por su cuenta asesinó a otras tres personas, a una de ellas por encargo; esto es lo que provocó que años después fuera procesado y condenado a muerte. Ya no era útil y había que eliminar a los testigos de las atrocidades que se habían llevado a cabo (ver García Márquez, 2010).

[10] Ver Bahamonde: 111.

[11] Tomado de Preston, 2011: 208.

[12] Actor de la compañía de Margarita Xingú y director teatral.

[13] Publicado en Madrid en 1937; ver la página 28.

[14] Era delegado de propaganda con Queipo de Llano, estuvo un año en el cargo tras el que se exilió de España.

[15] Ver Bahamonde: 166.

[16] Tomado de Preston, 2011: 208.

José Luis Garrot Garrot
José Luis Garrot Garrothttps://asambleadigital.es
Historiador y arabista. Profesor de la UCM

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