Tras el fracaso para aislar Madrid en febrero, los mandos sublevados cambian de estrategia e intentarán una nueva táctica para tomar la Capital. Así, tras los intentos por el sur (Defensa de Madrid), noroeste (Carretera de la Coruña) y este (Batalla del Jarama), el nuevo frente se creará en el noreste con la intención de asediar Madrid tomando Guadalajara, y cortar y avanzar por la carretera que la unía a Alcalá de Henares (la Nacional II), vital para la defensa republicana por su posición estratégica.
El Ejército del Centro republicano, al mando de Enrique Jurado, Líster y Víctor Lacalle, que contaban con unos 20.000 hombres, se enfrentará a un ejército formado por el Corpo di Truppe Voluntarie (CTV), los soldados italianos mandados por Mussolini , y comandados por Mario Roatta Mancini, militar con experiencia en Abisinia y que participaban con 35.000 combatientes.
Se contó con ellos por el desgaste del ejército rebelde tras la batalla del Jarama, y el éxito italiano en la toma de Málaga. Disponían de muchísimo material bélico recién enviado por Italia, sobre todo blindados de todo tipo. Junto a ellos la División Soria comandada por el general Moscardó, elevado a altos mandos tras su resistencia en el Alcázar de Toledo. Lo formaban unos 10.000 soldados.
Como en anteriores batallas del cerco a Madrid, los acontecimientos bélicos fueron seguidos ampliamente en el extranjero gracias a periodistas como Gerda Taro, Ernest Hemingway o John Rodrigo Dos Passos. Fue lo que llamaríamos ahora unos acontecimientos “mediáticos”. Y al igual que en el Jarama se experimentaron nuevas formas de hacer la guerra que más tarde se implementarían en la II GM.
El 8 de marzo de 1937 los comandantes italianos al mando lanzan un brutal ataque frontal sobre Brihuega con artillería, tanques y aviación, en lo que sería una versión italiana de la futura Blitzkrieg (guerra relámpago alemana) . Pronto rompen las líneas republicanas y el avance parecía que iba a ser rápido, sin embrago, la presencia de lluvia y , sobre todo la niebla, hizo que el avance fuera muchísimo más lento ante la falta de visibilidad.
Aun así la CTV llegará el 11 de marzo hasta Trijueque, a tan solo 20 km de Guadalajara. Este hecho atmosférico hizo que los republicanos pudieran retirarse a posiciones más protegidas y reagruparse con nuevos refuerzos desde Madrid, entre ellos la XI y XII BI y los tanques T-26 de Pavlov, todos ellos dirigidos ahora personalmente por el propio Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor del Ejército Popular.
Las tropas de Moscardó también se quedaron atascadas en Copernal. Sin saber tomar decisiones alternativas su división quedó casi inutilizada para el resto de la ofensiva. Este hecho le costaría su carrera militar a Moscardó, y ya no tuvo responsabilidades el resto de la guerra.
La noche del 11 de marzo una intensa lluvia, seguida de frío y nieve, dejó un campo de batalla muy desfavorable a los fascistas italianos, que dejaba la mayoría de sus carros de combate y blindados inutilizados en el barro y en el asfalto congelado de la N-II. Justo en la mañana del día 12 se inicia el contraataque republicano.
Tuvo una vital importancia en la ofensiva la aviación republicana, que se mantuvo en todo momento activa gracias a que los aeropuertos de Alcalá y Barajas tenían pistas de cemento y podían despegar y aterrizar sin problemas, además estaban a escasos kilómetros del frente. Todo lo contrario a los aeródromos de los sublevados situados en Soria o Burgos , que al ser de tierra lo hacían impracticable por la nieve y barro. Tan solo pudieron tener apoyo desde la lejana Zaragoza, lo que hacía imposible la superioridad aérea, dejando libre los cielos a los aviadores gubernamentales.
En el mayor ataque aéreo hasta el momento por parte de la República, bombardean durante todo el día las columnas de la CTV en Trijueque, aniquilando los batallones. Al día siguiente un ejército al mando de Líster se encargará de retomar las bolsas de resistencia fascista italiana, obligados a resistir ante la negativa de Franco a retirarse como castigo por la previsible derrota. La aviación bombardeará continuamente a las columnas atrapadas en la N-II, dejando un ingente material bélico en el terreno.
El 14 de marzo es enviada la XII BI a Brihuega para retomarla de un batallón de “camisas negras” que se había hecho fuerte en un edificio cerca de Brihuega (Palacio de los Ibarra). En esa XII BI se encontraba el Batallón Garibaldi, formado por los antifascistas italianos, lo que provocó el primer enfrentamiento entre italianos. Antes del asalto se dio una nueva forma de guerra que hasta entonces no se había visto, la guerra psicológica. El batallón Garibaldi montó grandes altavoces y se tiraron miles de octavillas en italiano intentando convencerles de que se rindieran. Esto no sucedió y los antifascistas italianos lanzaron un ataque contra sus propios compatriotas en un muy cruento combate cuerpo a cuerpo, tomando finalmente el caserón.
Tras decenas de escaramuzas se decide que el 18 de marzo sea el día de la ofensiva final para reconquistar Brihuega, en manos todavía de un contingente italiano. Las divisiones de Líster, del anarquista Cipriano Mera y las dos brigadas internacionales se lanzarán a tomar la estratégica localidad alcarreña. Con el apoyo de artillería y aviación retoman la ciudad tras fuertes combates. A la vanguardia volvieron a estar los italianos del Batallón Garibaldi, que volvieron a luchar contra sus compatriotas. Este avance sin contemplación produjo la retirada en desbandada del resto del ejército de la CTV.
Cuando Brihuega fue “liberado” se vio la tremenda represión de los guardias civiles y falangistas enviados por Franco para hacer “limpieza”. Brihuega y su comarca era un territorio predominante de la CNT y UGT, y la mayoría de la población defendía la República. Esto era sabido por los sublevados, y a pesar de estar poco tiempo en poder fascista, fusilaron a decenas de personas, muchas de ellas por simple venganza.
El 22 de marzo Franco autoriza la retirada y el frente volverá a estar prácticamente igual que antes de la ofensiva, y así seguirá hasta el final de la guerra.
Las bajas
A pesar de la victoria de los republicanos el Ejército del Centro tuvo más de 2.000 muertos (de los cuales unos 530 brigadistas internacionales), 4.000 heridos y 455 prisioneros. El bando faccioso, la CTV y la División Soria, perdió unos 800 hombres, casi 2.300 heridos y unos 300 prisioneros.
Los italianos
Si algo caracterizó esta batalla fue el enfrentamiento directo entre italianos de diferente bando. El Corpo di Truppe Voluntarie lo formaban una heterogénea población. Había “camisas negras” convencidos de luchar contra el comunismo, militares profesionales que buscaban méritos para escalar en la jerarquía, pero también soldados de reemplazo obligados y que pensaban que iban a rodar películas militares o hacer maniobras. Tras su fracaso casi todos los oficiales fueron cesados, y a su vuelta a casa no recibieron ninguna condecoración e incluso fueron repudiados.
Los brigadistas internacionales italianos eran antifascistas convencidos, casi todos exiliados en Francia y que su lucha en España era su forma de luchar contra Mussolini. Al igual que el resto de los brigadistas tuvieron altísimas bajas por luchar siempre en vanguardia.
A parte de los combates directos entre ellos destacó la guerra psicológica, con mensajes por grandes altavoces y panfletos para convencer al enemigo de entregarse.
Las consecuencias
La batalla de Guadalajara fue realmente la única batalla que la República ganó clara y contundentemente. El efecto sobre el recién creado Ejército Popular fue un soplo de moral grandísimo, pues ganaron a un auténtico ejército profesional. Eso sí, a costa de grandísimas bajas humanas, más incluso que el ejército perdedor.
A esto se unió la repercusión mundial, en donde por primera vez el ejército fascista italiano recibió una clara derrota, fue un golpe mortal a su “credibilidad” militar. Desde entonces Franco los relegó a un nivel supeditado a su Estado Mayor y ya no tendrían ninguna autonomía hasta su retirada.
Para Mussolini y su régimen fue un golpe tremendo a nivel de prestigio, y ya no se le tomó tan en serio a nivel internacional como antes de la batalla.
Para Franco significó abandonar definitivamente tomar Madrid, centrando sus esfuerzos en la bolsa republicana del frente norte.
Para los brigadistas la guerra continuará en más frentes, como en Brunete.