Una vez más siento una mezcla de vergüenza, repugnancia, pena, asco y dolor, al ver cómo un juez se dirige a la víctima como si fuera el verdugo y la mala del cuento, acorralada contra las cuerdas en el interrogatorio por un delito sexual o maltrato…
Sí, así es cómo debía sentirse la actriz Elisa Muliá, siendo «cuestionada» por el juez que lleva el caso por el supuesto delito sexual cometido por el señor Errejón. Y digo presunto porque está siendo juzgado y probablemente salga impune como otros tantos, ya que al acosador se le concede el beneficio de la duda y más tratándose de alguien con sobrenombre.
¿Así merecemos que nos traten cuando por fin nos decidimos a denunciar un maltrato, un acoso o una violación?
¿Así queremos que nuestras hijas sean tratadas el día de mañana cuando se encuentren ante alguna de estas situaciones por las que tanto advertimos que estén en alerta y por las que intentamos inculcar que «sólo sí es sí»?
Es el dolor el que me lleva a decir que «¡¡así no señores, por favor, tengan piedad!!», así no debemos ser tratadas de una vez por todas.
Así nos sentimos humilladas y con miedo, no entienden que así se ven respaldados los maltratadores e inflan el ego de los que nos pisan.
Así nos hacen sentir cuando con el miedo, y el bloqueo aún en el cuerpo, nos decidimos a confiar en la justicia más injusta.
No hay más que decir…