Alba Smith era la capitana jefa de la expedición al satélite de Júpiter llamado Europa, que tuvo lugar el 30 de octubre del año 2.105.
El día antes de la salida se encontraba en su casa reflexionando y tranquilizándose para el viaje, porque sabía que esta expedición era muy importante para la humanidad y que solo tendría esta oportunidad una vez en la vida.
Además, Alba tenía una presión añadida, esta expedición era la primera que se realizaba al mando de la nueva confluencia de agencias espaciales, y que si la operación fallaba la coalición se rompería y volveríamos a invertir dinero en guerras en vez de en exploraciones espaciales, como pasó a lo largo del siglo XXI.
Alba al final consiguió conciliar el sueño y dormir un par de horas antes del despegue. A la mañana siguiente, ya con sus compañeros de viaje, Alba transmitió ánimo a cada uno de ellos y los acompañó rumbo a la nave espacial. De camino a la nave todo eran nervios hasta que salieron de las instalaciones y una multitud de gente les vitoreó para apoyarles, eso les dio confianza y orgullo, que es, justamente lo que necesitaban.
Llegó el momento, Alba y sus compañeros se embarcaron en la nave llamada Júpiter II, en recuerdo de Galileo, y cerraron la compuerta. Cada uno se sentó en su posición según su especialidad, como si fuera una película de Star Trek, pues se habían dado cuenta que era la mejor opción.
La expedición estaba formada por 6 especialistas y la capitana. Los especialistas correspondían a los siguientes departamentos: Departamento de Biología Marina, Departamento de Tecnología Superior, Departamento de Ciber-moléculas, Departamento de Especialistas en Lunas de Júpiter y Departamento de Atmósferas de las Lunas de Júpiter.
El viaje duró casi dos años, dos años en los que los astronautas no pudieron contactar con sus familias, dos años que parecían hacerse interminables pero dos años fundamentales para la humanidad y, eso es lo que les motivaba día tras día.
Por fin, el día 30 de octubre de 2105, llegaron a Europa. El equipo se puso manos a la obra y se preparó para su llegada. Ya estaban en destino, habían llegado al helado satélite de Júpiter llamado Europa. El aterrizaje fue un éxito. Alba fue la primera en bajar y se quedó asombrada por el paisaje.
La celebración en La Tierra fue impresionante y los astronautas se quitaron un peso de encima. Una vez en tierra, la nave se convertiría en centro de investigación. La misión no tenía fecha límite, era una expedición única y había que dedicarle todo el tiempo del mundo. Europa era el único lugar del sistema solar en donde podría existir vida, y no solo microbios fósiles como los que se encontraron en la colonia de Marte en 2089.
Después de varios días de radio escáneres para analizar la atmósfera y el clima de Europa, Alba y su equipo decidieron salir a explorar. El clima era frío, debido a que Europa está bastante lejos del sol, aunque eso no era realmente un problema, ya que habían diseñado unos trajes que se auto calentaban. Lo primero que hicieron fue ver de qué estaba hecha la superficie de Europa. Después de varios estudios descubrieron que la superficie de Europa estaba hecha de hielo, lo que aseguraba que había agua.
Alba y su equipo no solo descubrieron el primer día que había agua, sino que también algo parecido a nuestras bacterias. Ya que las bacterias podían vivir si había agua, y si había bacterias, ¡había seres vivos! Alba corrió hacia la nave y redactó un informe que posteriormente enviaría a la tierra. La operación estaba yendo mejor de lo que esperaban, pero, nada sale del todo bien.
Unas semanas más tarde, después de analizar las bacterias, decidieron seguir con la investigación y pasar con la siguiente fase de la expedición. Ésta consistía en descubrir nuevas formas de vida en las profundidades del oceáno que había bajo el hielo.
El equipo salió a la superficie y con ayuda de una tuneladora consiguieron abrir una brecha en la superficie helada. El siguiente paso fue sumergir en el océano un dron acuático que les permitiría ver imágenes sin tener el riesgo de perder la vida. Todo iba bien hasta que las imágenes del dron empezaron a fallar. De repente la pantalla se volvió negra y se perdió la señal.
Los días pasaron y el equipo ya daba por perdido el dron y la misión. La única esperanza que tenían era la de poder adentrarse en el océano ellos solos. Pero ni la valentía ni el coraje los acompañaba en esos momentos.
El ánimo del equipo había decaído hasta que de repente el ordenador de a bordo les avisó de que la señal del dron acuático había vuelto. Corrieron hacia las pantallas y observaron detenidamente lo que estaban divisando en aquellos momentos. Al principio todo parecía una especie de gelatina, pero poco a poco descubrieron que se trataba de una especie de estómago de un ser poco desarrollado y transparente.
El ánimo del equipo estaba por los nubes. Pero nada dura para siempre. Después de que el equipo hubiera hecho algo que la humanidad nunca había alcanzado, decidieron mandar un informe a la Tierra con el descubrimiento de los nuevos seres vivos, pero, algo pasaba, la señal se había perdido.
Al cabo de unos minutos descubrieron que era una tormenta solar la cual dañaba cualquier aparato electrónico. Afortunadamente la Tierra no estaba en el radio de la tormenta. Los nervios aumentaron cuando se produjo una onda de calor. ¡Estaban perdidos! El equipo sabía que la superficie se descongelaría y que la nave y el laboratorio serían absorbidos por el océano, iban a morir. La única opción que les quedaba era huir en la nave de salvamento y que un equipo de rescate les recogiera en medio del espacio dos años más tarde. Si tomaban la decisión de huir perderían todos los datos obtenidos y el viaje esperado durante décadas no habría valido para nada. Pero ellos eran valientes, ellos eran astronautas, ellos representaban lo que la humanidad deseaba durante siglos, conocer nuevas formas de vida.
Se llenaron de coraje e idearon el siguiente plan: se hundirían con la nave, y pondrían una cámara grabando y lo grabado se enviaría automáticamente cuando la tormenta pasara. Su idea era que al hundirse la nave la cámara grabara lo que hay en el océano para demostrar que hay vida en Europa.
La nave empezó a hundirse, se miraron todos y gritaron: ¡por la humanidad! Los siguientes 5 minutos fueron de silencio total, hasta que el agua empezó a colarse por la nave, sabían que iban a morir, pero, aun así, sonreían contentos porque sabían que habían hecho el mayor descubrimiento de la humanidad. La cámara captó muchas imágenes de los seres vivos del océano de Europa y los envió instantáneamente a La Tierra. Esta fue la primera de las muchas expediciones a Europa.