Los verdugos de Franco en la Guerra Civil. Los verdugos de Andalucía (VIII) Sáinz de Buruaga, Sánchez Ramírez, Santos Velasco, Vadillo Cano, etc…

En la mayoría de los trabajos relacionados con la represión franquista se ha incidido en las víctimas, estos artículos ponen nombres y caras a los responsables directos de las atrocidades que cometieron



SÁENZ DE BURUAGA Y POLANCO, Eduardo. Este coronel del Ejército, apodado «El Rubio» dirigió el golpe de estado en Tetuán. Las tropas bajo sus órdenes protagonizaron varias matanzas en pueblos cordobeses; Montilla, Espejo, Castro del Río, Fuente de Baena, en la entrada de este pueblo asesinaron a cinco mujeres que estaban lavando la ropa. Pero sobre todo es recordado por las barbaridades que cometió en Nueva Carteya y en Baena.

Eduardo Sáenz de Buruaga

Nueva Carteya fue tomado por los sublevados en dejando sus calles teñidas de sangre. El ABC de Sevilla del día 30 de julio se hacía eco de la «hazaña» de Saénz de Buruaga: Al paso de la columna por Nueva Carteya, y como fueron hostilizados por algunos sujetos, éstos sufrieron el peso de la ley[1]. El pueblo fue vuelto a tomar por fuerzas republicanas, manteniéndolo en su poder hasta el 29 de agosto, volviendo a manos de los facciosos que repitieron la matanza llevada a cabo la primera vez. Se estima en 70 las víctimas mortales en esta localidad cordobesa.

En Baena se había dado muerte a ocho personas por sus ideas derechistas, caro pagaron este hecho los baenenses, ya que al menos fueron asesinadas por las tropas facciosas al menos 700 personas [2]. Según Moreno Gómez la matanza de Baena fue uno de los mayores genocidios llevados a cabo durante la guerra civil [3].

  1. Moreno Gómez [4] hace un espeluznante relato de lo acaecido en Baena:  Nada más llegar Buruaga a la plaza, se fusiló una primera tanda de 80 personas, tendidos en el suelo, boca abajo, matadas personalmente por el teniente Pascual Sánchez. Aquella mañana hubo varias tandas más, y otras el día 29 y alguna más el día 30. Después comenzaron a llevarlos al cementerio [5].
Baenenses asesinados en plena calle

Un «persona de orden» reconocía: De haber actuado con más prudencia y sin tanto afán sanguinario, los de izquierdas no hubieran matado a nadie´. Este comentario tiene su importancia, porque en el momento de entrar los sublevados en el pueblo, los derechistas se encontraban detenidos en el Asilo de San Francisco, y no fue hasta después de conocerse la matanza que se estaba llevando a cabo en la plaza, cuando fueron asesinados por los milicianos, antes de emprender la retirada. Moreno Gómez se pregunta ¿por qué no se liberó el Asilo de San Francisco antes de iniciar la masacre llevada a cabo en la plaza del pueblo, y que provocó el asesinato de los derechistas prisioneros en el asilo?[6]

Una de las formas que tenían de elegir a sus víctimas era obligar a los hombres a salir de sus casas con un pañuelo blanco en el brazo, si los derechistas del pueblo le quitaban el pañuelo era conducido a la plaza para su ejecución a plena luz del día y en presencia de toda la población.

Arcángel Biedmar también[7] nos informa sobre la actuación de las tropas de Sáenz de Buruaga: Además de dedicarse a asesinar, las fuerzas de Buruaga avanzaron por los pueblos apresando a muchos vecinos, a los que arrastraron por las calles, andando o en camiones para darles el paseo.

Mientras ocurría el genocidio de Baena, éste estaba tomándose plácidamente una cerveza en el casino del pueblo.

Su sangrienta carrera le dio sus frutos. El 31 de julio de 1937 es ascendido a general de brigada a la vez que es nombrado gobernador militar de Cáceres, y el 29 de agosto de 1939 gobernador civil de Madrid. Ya como teniente general es nombrado en 1957 director general de la Guardia Civil.

Como en otros muchos casos, para mayor vergüenza de la historia de España, el 28 de julio de 1936, cuando aún estaban calientes los cadáveres de los asesinados, es nombrado hijo adoptivo de Baena. Afortunadamente el 26 de noviembre de 2015 este título le fue retirado, pero no por unanimidad. Votaron a favor de la retirada los cuatro concejales de IU, ocho del PSOE, se abstuvieron otros cuatro del PSOE –vergüenza les tenía que dar- y el concejal de Ciudadano; los ediles del PP votaron en contra.

También en julio de 2015 el Ayuntamiento de Madrid decidió quitar su nombre de una calle. Este hecho no gustó mucho a un descendiente de este inmisericorde verdugo, el periodista Ernesto Sáenz de Buruaga que publicó un artículo en el diario El Mundo, elevando una protesta: Los militares Sáenz de Buruaga fueron honestos, leales, patriotas, buena gente y combatían en el bando de los que ganaron en la guerra civil. Me siento orgulloso de mis antepasados y sí tuvieran una calle me parecería un acierto. Y me sentiría ofendido si se la quitaran. A ustedes, queridos lectores, no se que les parecerá que este señor se ofenda, a mi sinceramente, y como se dice vulgarmente «me la trae al pairo».

SÁNCHEZ RAMÍREZ, Pascual. Sí ya hemos señalado a Eduardo Sáenz de Buruaga como el máximo responsable de la matanza llevada a cabo en Baena, conoceremos ahora al que fuera el máximo ejecutor. Pascual Sánchez era teniente de la Guardia Civil y ex legionario. Con un grupo de unos cien hombres formado por guardias civiles, falangistas y propietarios, proclamó el bando de guerra en Baena el mismo 18 de julio. La rápida organización de los campesinos, junto a la ayuda prestada por unos mineros llegados de Linares, hizo que el golpe no prosperara, y que Sánchez Ramírez tuviera que atrincherarse en el cuartel de la Guardia Civil. Antes de encerrarse cogió a cinco personas como rehenes, a los que mantenía amarrados en la azotea del edificio.

El 28 llegaron las tropas mandadas por Sáenz de Buruaga que tomaron rápidamente el pueblo, comenzando los asesinatos. Los primeros fueron cuatro los rehenes[8] que mantenía detenidos Sánchez Ramírez en la azotea del cuartel.

A los que tenían tendidos boca abajo en la plaza los iba matando el propio Pascual Sánchez. Según el testimonio de un carabinero que entró en Baena con la columna de Sáenz de Heredia; Sánchez Ramírez le dijo a un guardia que también estaba ejecutando a los prisioneros: Le prohíbo que dispare un tiro más. Soy yo quién tiene que disparar.

Pascual Sánchez Ramírez

Entre las víctimas había varios menores, incluso menores, como el niño de ocho años Lázaro Gálvez Flores; a otro de 14 años lo asesinó el propio Sánchez Ramírez por negarse a gritar ¡Viva el fascismo! De la actuación en Baena de Sánchez Ramírez quedaron testimonios de testigos presenciales, como el de Antonio Gómez Tienda, testimonio que dejó plasmado en sus memorias: […] Después el gran criminal del teniente Pascual Sánchez Ramírez comenzó a matar a diestro y siniestro, de los que había abajo. Y las mujeres de los civiles y muchas señoras de la burguesía, asomada a los balcones daban gritos de que los mataran a todos. El teniente seguía matando «hasta que le saliera callo en el dedo de tanto disparar», según decía él […][9]

Sobre el genocidio de Baena, el historiador Francisco Moreno[10], hace algunas reflexiones:

  • Que sus crímenes se cometieron con la aprobación del coronel Sáenz de Buruaga, que dio instrucciones y contemplaba complacido los hechos, a solo unos metros, desde el Casino, mientras se tomaba un refrigerio, al lado de todos los mandos de la columna,
  • Que la masacre de Baena, se comete con la aprobación de la gran burguesía agraria y la Falange local, todos allí presentes.
  • Que el gran furor vengativo fue tan ciego que los golpistas antepusieron la matanza en la plaza a la liberación del Asilo de San Francisco, olvidando a los 80 presos derechistas que allí estaban, permitiendo con ello que durante la noche los mataran los anarquistas.
  • Que el genocidio de Baena ejecutado materialmente por la Guardia Civil, respondía plenamente al programa exterminador del franquismo, ya que el teniente ejecutor fue condecorado poco después con la medalla militar[11]

El informe oficial de la Guardia Civil reconocía que bastaba la más leve acusación por parte de un defensor para que se dispare contra el acusado[12].

SANTOS VELASCO, Ambrosio. Brigada de la Guardia Civil, ejerció de comandante depuesto de La Puebla de Cazalla (Sevilla) hasta septiembre de 1936. El día 5 de agosto comenzó a llevar a cabo sacas de presos para ser ejecutados. En su labor represora tuvo la ayuda de Ángel Fuentes Fuerte, jefe de Falange; el también falangista José Gómez Barreo; Juan Raya Mármol, jefe de Milicias; y José Coto Romero, presidente de la Gestora municipal.

En los bandos que emitía Santos no ocultaba cuáles eran sus intenciones: Seré durísimo en la aplicación de la pena de muerte en que incurran los que no cumplan lo ordenado, una vez hechos los registros pertinentes, pues con este nuevo plazo no habrá justificación alguna[13].

A partir del día 8 de agosto dio la orden de no inscribir la muerte en el Registro Civil de las personas asesinadas. Durante su estancia en La Puebla de Cazalla fueron ejecutadas más de cien personas.

Tampoco se quedaron atrás sus sucesores en el puesto: la brigada Juan Sánchez Tercero, hasta el 25 de agosto; y el sargento Julio del Álamo que continuaron la represión en la población sevillana. En octubre de 1938, 65 vecinos que habían huido de La Puebla el 31 de julio de 1936, retornaron a su localidad de origen, muchos de ellos fueron fusilados tras pasar por un consejo sumarísimo de guerra. Se calcula que en La Puebla de Cazalla hubo un total de 161 asesinados.

VADILLO CANO, Juan. Cabo de la Guardia Civil, estaba destinado en Vejer de la Frontera cuando estalló la sublevación. Íntimamente ligado al falangista Fernando Zamacola –del que hablaremos en otro capítulo- con el que estuvo entre los meses de agosto y octubre de 1936 en Benamahoma, una pedanía de Grazalema (Cádiz), siendo Vadillo el comandante de puesto. En esta población Vadillo, junto a Zamacola, llevaron a cabo asesinatos, violaciones, saqueos, y todo tipo de tropelías que se puedan imaginar.

Vadillo pasó por varios procesos judiciales, el primero en 1937, para determinar la supuesta responsabilidad delictiva en orden al Movimiento Nacional. El 31 de enero de 1939 se ordena su detención, siendo encarcelado en el castillo de Santa Catalina el 3 de febrero de 1939. Fue juzgado por reuniones con elementos marxistas. Fue absuelto de los cargos y puesto en libertad el 5 de marzo.

En mayo de 1939 es destinado a la Comandancia de Jaén, en donde permanece un mes, tras su estancia en Jaén es trasladado a Jerez de la frontera, y tres meses después a Barcelona.

El 4 de marzo de 1940, el alférez provisional de Infantería Dionisio García Cubillo –destinado en El Bosque, población próxima a Benamahoma, envió un informe en su condición de juez titular del Juzgado de Instrucción nº 24, sobre las actividades de Vadillo: Dados los insistentes y mal contenidos rumores que en esta Villa y Aldea de Benamahoma circulan sobre la mala actuación del cabo… D. JUAN VADILLO CANO, sobre asesinatos perpetrados por él mismo en personas menores de edad o de reconocida buena ideología, varios de ellos en personas del bello sexo con el exclusivo fin de violación por parte del citado JUAN VADILLO CANO, y sobre saqueos e incautaciones verificadas con el solo objeto de lucro…[14] El 22 de mayo de 1940 se ordena su detención, siendo encarcelado en el castillo de Santa Catalina el 3 de junio.

Veamos alguno de los testimonios de ese juicio porque merece la pena, para conocer mejor al personaje del que tratamos. Declararon don mujeres, una de 30 años, que declaró haber sido violada varias veces por Vadillo; otra de 23 años que aseguró haber sido violada por Zamacola con la ayuda de Vadillo: […] e inmediatamente le propuso el coito recomendándole que no chillara ni llorara y como ella comprendía que era imposible evitarlo dada la mayor fortaleza física de Vadillo lo dejó hacer, que llevaba correaje y pistola Vadillo en aquel momento aún cuando no la amenazó con armas… Que seguidamente Zamacola le levantó…, dejándola desnuda y abusando de ella… Que el padre de la dicente no [denuncio] el hecho entonces por estar todo el pueblo atemorizado y además le aconsejó el alcalde Pepe Castro no hicieran gestión alguna porque sería inútil[15].

El industrial de Benamahoma, Salvador Ferrazzano Valenzuela, acusó a Vadillo y Zamacola de haber saqueado su casa y su fábrica de láminas de cobre Martinete, mientras él se encontraba detenido en Ubrique. El enterrador del pueblo, Sebastián de la Rosa Castro, declaró: Que Vadillo empleaba la palabra fusilar por sistema y a cada momento teniendo en su época a la gente de Benamahoma aterrorizada. Por su parte un subordinado de Vadillo declaró que era él quién se encargaba de señalar a los que debían ser fusilados.

Cuando le tocó el turno de declarar a Vadillo, éste echó la culpa de todo lo ocurrido a Zamacola, y sus Leones de Rota:  Que los elementos de la falange de Rota eran gente indeseable y obraban de forma arbitraria sin obedecer órdenes del declarante puesto que en una ocasión al llamarle la atención el declarante al Almendro[16]por haber sido saqueadas casas clausuradas por el dicente, le contestó diciendo que allí no mandaba nadie más que él y tiene noticias de que robaron alhajas y cubiertos de plata así como ropas[17]. El robo de la fábrica Martinete también se lo achacó a los falangistas, así como que eran ellos los que elaboraban las listas de los que debían ser fusilados. Sobre esto último uno de los miembros de los Leones de Rota declaró que era Vadillo, y no Zamacola el que ordenaba los fusilamientos.

Manuel López Mateos declaró que en Benamahoma se había fusilado a cincuenta personas. El guardia municipal Antonio Florido Fénix, atestiguó que vio como en el cuartelillo de la Guardia Civil se torturaba a personas; sobre Vadillo dijo: era un individuo de mal proceder y aficionado al juego de las cartas que por comentarios sabe que el citado Vadillo se aprovechaba de los registros para apropiarse de objetos[18]

Vadillo fue condenado a 17 años de cárcel solamente por el asesinato de una mujer; del resto de los asesinatos quedó impune al haber sido realizados, según sentencia del propio tribunal, por aplicación del bando de guerra. En la exhumación de la fosa de Benamahoma se encontraron los restos de 67 víctimas, tres de ellas mujeres, y varios pre adultos.

Parque de la Memoria de Benamahoma


Bibliografía reseñada en el capítulo

BÉDMAR GONZÁLEZ, Arcángel (2008): Baena roja y negra. Guerra civil y represión (1936-1943), Lucena (Córdoba).

GARCÍA MÁRQUEZ, José Mª (2007): La represión militar en la Puebla de Cazalla (1936-1943), disponible en https://www.centrodeestudiosandaluces.es/datos/publicaciones/ediciond_cazalla.pdf

MORENO GÓMEZ, Francisco (2009): 1936: el genocidio franquista en Córdoba, Barcelona.

NÚÑEZ CALVO, Jesús Narciso (2015): La Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz en la Guerra Civil de España (1936-1939), Tesis doctoral.

PRESTON, Paul (2011): El holocausto español, Barcelona.


[1] Tomado de Moreno, 2009: 209.

[2] Algunos testigos de los hechos afirman que fueron entre 1500 y 2000. El periódico republicano Venceremos, contabilizaba 1200 víctimas.

[3] Ver Moreno, 2009: 379.

[4] Moreno, 2009: 381.

[5] Hubo tres fechas momentos especialmente sangrientos: los días 28 y 29 de julio –se asesinó al menos a 135 personas-, y a partir del 6 de agosto.

[6] Moreno, 2009: 379.

[7] Biedmar, 2008.

[8] Se salvó Isabel Gómez Tienda, que estaba embarazada; no así su hermano al que mató Pascual Sánchez a la vez que le decía: ¿Qué te parece?

[9] Tomado de Moreno, 2009: 382.

[10] Moreno, 2009: 385.

[11] El propio Sáenz de Buruaga le impuso la Medalla al Mérito Militar delante de una imagen de Jesús Nazareno, en un altar improvisado que se levantó en la misma plaza en la que el teniente Sánchez Ramírez había protagonizado la matanza.

[12] Tomado de Preston, 2011: 240.

[13] Tomado de García Márquez, 2007: 74.

[14] Tomado de Núñez Calvo: 390.

[15] Tomado de Núñez Calvo: 391-392

[16] Manuel Almendro López, uno de los subjefes de los Leones de Rota. Antes del golpe trabajaba como cartero en el Puerto de Santa María.

[17] Tomado de Núñez Calvo, 2015: 393.

[18] Tomado de Núñez Calvo, 2015: 395.

José Luis Garrot Garrot
José Luis Garrot Garrothttps://asambleadigital.es
Historiador y arabista. Profesor de la UCM

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