El mundo de la Alta Edad Media. Parte II: La etapa Carolingia, el primer Renacimiento (Siglos IX y X)

Artículos dedicados al historiador George Duby, auténtico inspirador y alma de estos párrafos, y con el que descubrí la importancia de entender la vida económica y social de nuestros antepasados


En el año 800, el rey de los francos, Carlos (“Carlomagno”), el más poderoso de su época, fue coronado por el Papa León III como “Romanum gubernas Imperium”, es decir, como los antiguos emperadores del Imperio de Occidente, aceptado como igual incluso por el emperador de Oriente, el Basileus bizantino.

Uno de los principales efectos de esta reconstrucción política fue el intento de enlazar con la tradición administrativa romana. Esto desarrolló y restauró el uso de la escritura en los ámbitos administrativos, prácticamente olvidada para la gran mayoría de la población y que se mantuvo en las bibliotecas de los monasterios e iglesias, lo que explica aún más el poder de la jerarquía religiosa.

Este pequeño “Renacimiento” estimuló una economía estancada. Un nuevo orden más pacífico trajo una cierta expansión comercial y demográfica, aunque el rígido sistema señorial era un impedimento tan injusto como improductivo para la mayor parte de la población.

  • Las nuevas tendencias demográficas

La creación de las marcas (territorios fronterizos defendidos para evitar invasiones) dio una seguridad no vista desde hacía siglos. Esto se tradujo en una cierta confianza general al reducirse ampliamente los saqueos, aumentaron las cosechas y por ende la población. Esta mayor seguridad también facilitó la movilidad y por ello la emigración a nuevas zonas de roturación.

Sin embargo, este leve aumento de la población pronto entró en las propias contradicciones del sistema, que hizo que la economía se volviera a estancar por una superpoblación y la crónica subalimentación de las personas por la baja productividad.

Las causas parecen claras, este desarrollo demográfico ha roto el frágil equilibrio entre la población y el marco socioeconómico que lo sustenta. A pesar de roturarse nuevas tierras, o aprovechar tierras abandonadas, técnicamente era imposible alimentar a esta nueva población. Así el retraso tecnológico y la presión del sistema señorial harán que se vuelva al estancamiento económico y, por tanto, demográfico.

  • El Gran Dominio

Durante los años del imperio carolingio y su posterior división en reinos, el sistema señorial fue adueñándose definitivamente del “Orbe cristiano” occidental. La representación más importante de este poder era sin duda el “Gran Dominio”, auténtico poder económico y social. Éste no era homogéneo en toda Europa, pero compartieron unas características comunes.

El territorio solía ser “donado” por el rey a algún gran señor, casi siempre por favores militares. Estaba formado muchas veces por miles de hectáreas y la tierra solía hallarse dividida en múltiples explotaciones. La mayor parte estaba reservada al dueño mientras el resto eran variables, aunque siempre mucho más reducidas, y se otorgaba a familias campesinas.

Estas explotaciones campesinas reciben el nombre de “mansos”, así habrá mansos del señor o “reservas”, explotados directamente por él, y mansos libres, trabajados por campesinos que viven en esa parcela, aunque dependientes del señor. El manso del señor solía consistir en una serie de edificios que estaban cercados, llamado “corte”, en este espacio se encontraba el palacio o castillo; había establos, cocinas, corrales, molinos y sobre todo graneros donde se guardaban las cosechas y tributos del señor. También había bosques y tierras de cultivo.

El manso campesino podía ser libre o servil, dependiendo del estado jurídico del que lo trabajaba, libre o siervo. Sin embargo, este detalle fue perdiendo importancia a lo largo de los años, las divisiones hereditarias (pues la tradición germánica era dividir todo en partes iguales para los herederos, frente al modelo romano de heredar sólo el varón primogénito), las compraventas y la movilidad campesina de estos años hicieron que en muchos casos no coincidiera el estatuto del manso con el del campesino que lo explotaba. Colonos libres trabajan en mansos serviles mientras que en muchos mansos libres trabajaban siervos.

La explotación económica del Gran Dominio se producía de dos formas. Los mansos libres dependientes de un señor estaban obligados a pagar una renta (“censo”), podía ser parte de la cosecha, así como animales o dinero (el uso de la moneda fue mayor en esta época).

Para el manso señorial el señor exigía a los campesinos de su propiedad ciertas horas de trabajo diarias, las “corveas”, para lo cual estaban obligados a dejar las labores en sus tierras personales. También trabajaban en los mansos señoriales jornaleros estacionales, un auténtico ejército de desamparados que rondaban en los alrededores del Dominio. Y como no, los esclavos, sin embargo, los no libres no se adaptaban bien a las grandes explotaciones, debido a la poca productividad histórica de los esclavos y que fue el origen del desastre económico de los últimos siglos del imperio romano, esto provocó que poco a poco fueran igualándose al resto de los campesinos en un estatus medio.

Es precisamente este sistema, el de poder requisar el señor gratuitamente la mano de obra, tanto en corveas como en esclavos, el que impedía un desarrollo tecnológico de la tierra. La mano de obra era gratis, las mejoras técnicas no.

Aunque el gran señorío se fue asentando poco a poco en Europa occidental, no todas las explotaciones agrícolas estaban dominadas por aristócratas. El aumento de la documentación, sobre todo eclesiástica, como donaciones o limosnas, nos revela que también existía una gran parte de campesinado libre que poseía sus propias tierras, así como los que trabajaban cerca de ciudades “libres” o dependientes del rey, es decir, que no dependían jurídicamente de ningún señor.

El uso más amplio de la moneda transformó radicalmente las relaciones socioeconómicas entre el señor y el campesinado en muchos lugares. El señor adquiría dinero de los censos, con el cual pasó a pagar a los jornaleros que trabajaban en sus mansos, en vez obligar a trabajar gratuitamente a los campesinos del dominio, con lo que se aumentaba la productividad.

El poder medir el trabajo en dinero será una pequeña revolución para el campesinado esclavo, que definitivamente se fusionará al resto del campesinado libre.

En definitiva, el Gran Dominio se convirtió sobre todo en el gran elemento de poder de la nobleza. Por un lado, era el motor de esta economía rural, una economía al servicio de la aristocracia, la cual consumía la mayor parte de la producción, aunque repartiera parte entre los famélicos campesinos. Pero por otro lado este sistema, basado en la agricultura extensiva, provocaba que los señores quisieran asegurarse la mano de obra y la tierra que necesitaban para su nivel de vida, esto fue a costa de aumentar sus derechos sobre la tierra y los hombres que vivían en ella. Esta lucha entre los derechos del señor y del campesino libre o comunal serán la característica no sólo de este periodo, sino que se alargó hasta el siglo XIX y las revoluciones liberales, cuando se abolieron definitivamente los derechos feudales.

Son los señores y sus administradores los que decidían quienes podía quedarse con alguna casa del dominio, sus graneros siempre estaban llenos, por lo que en épocas de hambruna el señor repartía parte entre los hambrientos campesinos, lo que les hacía ser más dependientes. Pero sin duda el poder más relevante era el de repartir justicia, el señor se convertía en el que decidía sobre la vida de sus campesinos, solamente se podía recurrir al rey, lo que evidentemente no era fácil para un pobre campesino.

  • El Comercio

Una de las principales consecuencias de la restauración política carolingia fue el aumento del comercio. Esta actividad económica fue de gran importancia para los nuevos reyes. El comercio necesitaba una estabilidad y paz para poder desarrollar las transacciones, lo que era proporcionado por los monarcas, a cambio por supuesto de los tributos correspondientes, que hicieron aumentar el tesoro real. Pronto se notaron las consecuencias, el interés de los reyes en recaudar hizo que se promovieran nuevos mercados comarcales y regionales. Para este tipo de intercambio era necesario una moneda, que pronto se apresuraron los monarcas en acuñar.

Pero también aumentó mucho el comercio a larga distancia, con materias importadas del extranjero. Este tipo de comercio solo era posible con un gran apoyo institucional, así a los mercaderes, para ser protegidos, les fue dado un estatuto especial, además, la mayoría de los grandes viajes solían estar patrocinados por el rey, a través de caravanas comerciales, por lo que muchos viajes eran mezcla de comercio y actividad diplomática. El nuevo estado carolingio imitó el sistema de fronteras tributarias de los bizantinos para cobrar un impuesto a los mercaderes. Estos productos de lejanas tierras eran siempre productos de lujo, si exceptuamos la sal, pues era la única forma de ser rentables. Así este comercio internacional estaba al servicio y consumo de los reyes y grandes señores, estando la gran mayoría de la población fuera de este mercado.

El principal producto de importación eran los paños, es decir, los trajes con los que se vestía la aristocracia, para así diferenciarse más de los campesinos que se tenían que hacer su ropa. Destacaban en esta época los paños holandeses y de Oriente. Este será el principal producto de comercio durante muchos siglos, lo que explica que la industria textil de calidad fuera una de las pocas actividades productivas en la Edad Media.

Las ciudades por las que pasaban caravanas comerciales fueron las más dinámicas de su tiempo, el movimiento de dinero provocó un crecimiento de éstas, también las ciudades que celebraban grandes mercados revitalizaron mucho la vida urbana.

Tuvo también gran importancia en este tiempo una nueva moralidad que influyó en la actividad económica. La amplitud del nuevo imperio hizo que dejaran de ser rentables las expediciones de saqueo, pues las zonas que podían ser saqueadas cada vez estaban más lejos. Este cambio fue también una de las causas de que los nuevos reyes francos se convirtieran en una realeza pacífica, y que a imitación del Basileus bizantino, se dedicara sobre todo en la defensa de sus súbditos. Al no ser rentables las guerras era mucho más lucrativo invertir en el comercio, además, evitaba tener que pedir la ayuda a los ejércitos de los grandes señores, a los que después de las campañas militares tenía que compensar.

Una de las consecuencias de este aumento de la actividad económica fue que Europa se convirtió en un nuevo y apetecible centro de pillaje, unos nuevos guerreros, venidos del norte, causarán el terror durante un siglo …. los Vikingos.

Francisco Javier García Martínez
Francisco Javier García Martínezhttps://asambleadigital.es
Licenciado en Historia. Técnico superior en electromedicina. Activista, defensor de los DDHH y la justicia social

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