Trump y sus alumnos españoles


El asalto al Capitolio por parte de las huestes trumpianas es la última prueba, por si quedaba alguna duda, del carácter fascista del todavía presidente de los EEUU. Si el amable lector se fija en algunas de las poses de Mussolini tras soltar sus arengas y las de Trump verán la semejanza. Desgraciadamente el fascismo del siglo XXI representado por Trump tiene alumnos aventajados en diversas partes del mundo, y como no podía ser menos en España.

Este fascismo, que algunos edulcoran llamándole populismo, que se basa en mentiras, tergiversaciones, racismo, machismo, entre otras cosas no menos deleznables, ha aparecido –aunque lo han intentado disimular- en algunos de los líderes políticos españoles. Basta con ver las reacciones de estos remedos hispanos de Franco, Hitler, Mussolini, etc., al asalto violento al supuesto templo de la democracia norteamericana.

Pablo Casado hizo una condena muy rimbombante del asalto; pero no se crean nada, posteriormente en un discurso de campaña en Lérida dejó claro cuál era su verdadero discurso. Un discurso al hilo de las instrucciones internas que les dio a los miembros del PP para que en la «condena» que debían hacer del asalto no se olvidaran de compararlo con actitudes de protesta –totalmente pacíficas- que se llevaron a cabo ante el Parlamento español, la Generalitat y la sede del Parlamento andaluz. Fue más allá el líder pepero al compararlo con las marchas de la Dignidad, sobre todo la primera, en cuanto a actitud violenta por parte de los manifestantes. Lo que no dijo Casado fue que la violencia comenzó ya terminada la marcha, y que la comenzó con un ataque salvaje de los antidisturbios, justo en el momento en el que las cadenas televisivas conectaban en directo para dar la noticia en sus informativos.

Pero lo peor de todo esto no es que algunos políticos tengan un discurso fascista; lo más peligroso es que en España también hay muchos congéneres de los «paletos sureños norteamericanos», que, o bien por su incapacidad intelectual, o bien porque son mala gente, jadean estos discursos a la vez que enarbolan entusiásticamente banderitas borbónicas

Siguiendo fielmente las directrices de su amo, el número dos del PP, Teodoro García Egea manifestó: los que rodearon el Congreso en 2016 y lanzaban piedras a diputados y los que se manifestaron ante el Parlamento andaluz en 2019 contra la alternancia política: los radicales que hoy gobiernan. Es decir; de condenar al asalto al Capitolio poquito, en lo que había que incidir era en la actitud violenta de los «rojos», que yo sepa, igual estoy tonto y no me acuerdo, en estas actuaciones no se requisaron armas cortas y largas, y no hubo muertos. Pero da igual, miente que algo queda.

Prosigamos con estos «falangistas valerosos». Albert Rivera se apuntó a las teorías comparativas: Esto de enviar seguidores a rodear las instituciones para evitar la investidura o proclamación de presidentes legítimos es antidemocrático, lo que hoy está haciendo Trump es lo que ya hizo Podemos en el Congreso en 2016 y el PSOE en el parlamento andaluz en 2019. Que viene a decir; de que se quejan las izquierdas si ellos hacen lo mismo. O sea que es lo mismo esgrimir una pancarta que entrar en una institución con un fusil de asalto. En similares términos se pronunciaron Anna Grau, número dos en la lista de Barcelona para las elecciones autonómicas; y Carlos Carrizosa, candidato por Cd’s a la Generalitat.

Dejo para el final a Santiago Abascal. De sus frases sobre el asalto al Capitolio marco en negrita una que no tiene desperdicio, y que demuestra que Abascal, como su ídolo José Antonio Primo de Rivera, es un ferviente partidario de la dialéctica de los puños: «Me extraña que a la izquierda progre le parezca tan mal asaltar el Congreso. Aquí tenemos a una Generalidad [sic] gobernada por los que asaltaron el parlamento catalán» «quizá lo que les molesta a los comunistas y socialistas es que en otros países las izquierdas hayan perdido el monopolio de la violencia» Posiblemente este abyecto individuo no dudaría en otorgar una medalla al individuo que ayer en el metro llamó a una mujer de origen latino sudaca de mierda, y que no contento con eso espetó a los viajeros al que se le ocurra decir algo le reviento la cabeza.

Pero lo peor de todo esto no es que algunos políticos tengan un discurso fascista; lo más peligroso es que en España también hay muchos congéneres de los «paletos sureños norteamericanos», que, o bien por su incapacidad intelectual, o bien porque son mala gente, jadean estos discursos a la vez que enarbolan entusiásticamente banderitas borbónicas.

José Luis Garrot Garrot
José Luis Garrot Garrothttps://asambleadigital.es
Historiador y arabista. Profesor de la UCM

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