Al hablar de Clodia en el artículo anterior, ya mencioné a una de las figuras más importantes de la literatura antigua greco-latina, Safo de Lesbos, admirada por muchos y en honor a la cual el poeta Catulo llamó a su amada en sus poemas.
Safo de Lesbos o Safo de Mitilene fue una poetisa lírica griega de época arcaica. Aunque de su vida sabemos poco y en su mayoría solo hay conjeturas, fue la única mujer que ya los mismos griegos antiguos incluyeron en la lista de los “nueve poetas líricos”, aquellos que merecían ser estudiados, además de ser considerada la “Décima Musa” según Platón y, desde luego, la mejor poetisa de Grecia antigua.
Nacida en la isla de Lesbos, según la creencia más extendida en la ciudad de Mitilene, situamos a esta poetisa entre los siglos VII y VI a.C. Perteneciente a una familia noble, probablemente de comerciantes, fue instruida en la música y las letras, algo raro en aquella época y mucho más para una mujer.
Durante un tiempo, Safo estuvo exiliada en Siracusa cuando el tirano Mirsilo subió al poder, probablemente debido a rivalidades políticas. A su regreso a Lesbos se dedicó a la poesía lírica. Se debe destacar que paralela a la historia de Safo, se encuentra el mito, y que difícilmente se pueden separar lo uno de lo otro.
Para muchos es conocida la escuela de Safo, una escuela o academia que dirigía la poetisa en la que instruía a mujeres jóvenes en la música y la poesía antes de que contrajeran matrimonio. Esta “escuela” era un tíaso, asociaciones o comunidades religiosas y culturales que se hallaban bajo el amparo de un dios, en este caso de Afrodita, y las disciplinas aquí enseñadas eran sobre todo el canto y la poesía. Dirigió la escuela durante aproximadamente una década.
Cómo no, según lo que nos relata la leyenda, el fin de los días de una de las autoras más influyentes de la antigüedad llegó a causa de un amor no correspondido, Faón, por el que se suicidó, y del que se enamoró la propia diosa Afrodita, aunque lo más probable es que esta historia sea inventada.
En cuanto a su obra, cabe destacar que se cree que apenas nos ha llegado un 10%, y que esto nos ha sido transmitido a través de la tradición indirecta, citas tardías, y de papiros. Y de aquí es de donde han salido las conjeturas a cerca de su vida.
Para todos es conocido el término “lesbiana” o “lésbico” (sí, viene de aquí). Pues bien, este en un principio era el gentilicio de la isla de Lesbos, pero se creía según la interpretación de sus poemas, que Safo mantenía relaciones con sus discípulas, ya que dedicaba algunos de estos poemas a mujeres, aunque no se sabe si atendían a la realidad, era tan sólo componente artístico o si incluso se debía al componente religioso del tíaso, que no debemos olvidar que estaba dedicado a la diosa del amor.
Es necesario recordar que la sexualidad en la antigua Grecia no se entendía como hoy día, como la relación entre los componentes de la pareja, sino como una relación entre una parte dominante y una sumisa, normalmente ésta ocupada por la mujer, como es lógico por ser el sexo “débil” (sí, va con sarcasmo).
Pero esto no queda aquí, pues otros de sus poemas iban dirigidos a hombres, por lo que se nos plantea el problema anterior de nuevo. De hecho, algunos de sus comentaristas afirman que también tuvo amantes masculinos, llegando a estar casada, y que incluso llegó a tener una hija. Además, siempre estaba el hecho de que algunos de esos poemas pudieran estar hechos por encargo.
Dicho esto, la verdadera sexualidad de Safo nos es desconocida. Se sabe que, en algunos ámbitos, las relaciones homosexuales entre hombres estaban ligadas al estatus, un hombre más mayor, el erastés, instruía en el sexo a uno más joven, el erómenos.
Por lo que podemos ver hasta aquí, Safo era una mujer independiente que decidió crear su propio centro para instruir a jóvenes, se la tenía en gran consideración en el mundo antiguo y muchos autores la admiraban tanto a ella como a su obra.
Pero ya hemos hablado de lo poco que nos ha llegado de su obra y es que, además de los numerosos incendios que tuvieron lugar en la Biblioteca de Alejandría, donde se conservaban muchos de sus manuscritos, la Iglesia persiguió su obra por considerarla inmoral.
En el siglo IV, Gregorio Naciaceno, arzobispo de Constantinopla, hizo quemar públicamente la obra de Safo que tenía bajo su poder. En el siglo IX, el papa Gregorio VII ordenó que cualquier copia que se encontrase de sus poemas se destruyera, pues, una vez más, eran inmorales.
Lo que motivó este intento de condena al olvido, pues a pesar de todo no funcionó, fue que se trataba el amor lésbico, fuera cierto o no, pues se consideraba verdadero y la Iglesia lo condenaba.
Y es cierto que el tema de la obra de Safo era el amor, pero los poemas eróticos no eran la mayoría, pues fue una de las primeras en abordar la subjetividad y la complejidad de los sentimientos del poeta en su obra.
Safo no habló solo del amor hacia otra persona, sino de lo que le hacía sentir, de los celos, la pasión, el desamor, la felicidad, el anhelo y la pérdida, todo tratado desde una perspectiva subjetiva en la que era ella quien sufría todo eso.
Ella trasmite ese anhelo por la pérdida de la persona amada o esa sensación de celos y angustia que se siente cuando ves a dicha persona con otra. Es una obra que ya en su momento no dejaba indiferente y que sigue sin hacerlo.
Como dije al principio, Catulo llama a Clodia Lesbia en sus poemas en honor a Safo, pero es que incluso “versiona” alguno de sus poemas. Y en una época en la que la mujer estaba muy infravalorada, en la que se la desestimaba, Safo ganó el título de “Décima Musa”, consiguió así ser modelo para la poesía de corte lírico en la que, los sentimientos del propio autor, es sujeto de sus poemas.
Safo ha llegado hasta nuestros días conocida por la mayoría por ser círculo de discípulas y su obra en la que habla del amor entre mujeres, como la que dio origen al término “lésbico” o “lesbiana”, y es que hoy, incluso en la novela, se encuentra el género “sáfico”.
Aun así, Safo logró mucho en su tiempo, pues incluso popularizó una estrofa que hoy día se conoce como “estrofa sáfica”, así como sigue haciéndolo hoy en día a través de estudiosos que se dedican a ella o quien simplemente la lee por placer. Pues, aunque se la intentó callar con la cacería arriba referida, curiosamente otro ejemplo más de una mujer silenciada por hombres, aunque fuera en siglos posteriores y a través de la Iglesia, no lo consiguieron.
Safo sigue hoy en día influyendo, a pesar de una condena al olvido que, claro está, no salió como se esperaban por ese mínimo 10% que no pudieron destruir.