Miles fueron las mujeres que fueron asesinadas tanto en la guerra como en la posguerra. En la mayoría de los casos su único delito era ser las esposas, hermanas, hijas, de hombres que de alguna manera habían defendido la legalidad republicana. El asesinato planificado que se llevó a cabo por los mandos franquistas no se contentó con asesinarlas, también se ocupó de vejarlas de las maneras más infames. Solo apuntaré algunos casos que servirán como ejemplo de la barbarie que llevaron a cabo unos individuos que tenían muy poco de seres humanos.
Seguro que conocen los sucesos de Casas Viejas acaecidos entre los días 10 y 12 de enero de 1933. De aquella sangrienta matanza logró escapar María Silva Cruz «La Libertaria». En julio de 1936 fue detenida en Ronda, le arrebataron a su hijo de pocos meses y la llevaron a las afueras del pueblo donde la asesinaron vilmente.
En El Carpio, municipio de Córdoba, los fascistas asesinaron a 200 obreros, cuando terminaron las ejecuciones avisaron a sus familiares para que pudieran despedirse de ellos. Cuando las esposas, madres, hermanas, hijas estaban ante los cadáveres, el jefe local de Falange ordenó que dispararan sobre ellas. En otra población cordobesa, Morón, cuando las tropas republicanas recuperaron el pueblo se encontraron a muchas mujeres a las que habían cortado los pechos; estos salvajes habían escrito en una tapia: Nosotros moriremos, pero vuestras mujeres parirán fascistas.
Según el periódico Solidaridad Obrera del 15 de septiembre de 1936 en Granada se fusiló a 25 mujeres por el simple hecho de ser compañeras de milicianos que habían podido huir de la capital antes de que cayera en manos de los sublevados. Una de ellas estaba embarazada y le dispararon junto al vientre.
En Sevilla la represión sobre las mujeres alcanzó unos inimaginables niveles de salvajismo. En Fuentes de Andalucía, cargaron un camión con mujeres, las llevaron a una finca llamada El Aguaucho –cercana al pueblo La Campana-. Entre ellas había cuatro niñas de entre 14 y 18 años. Antes de ser violadas y asesinadas les obligaron a servir la comida a sus asesinos. Al regresar al pueblo los asesinos desfilaron con la ropa interior de las mujeres asesinadas «adornando» sus fusiles En Arahal en julio/agosto de 1936 se asesinó a 28 mujeres –ninguna fue inscrita en el Registro Civil-; en Villanueva del Rio 26 mujeres son asesinadas y no inscrita su defunción; en Paradas, 24; en Utrera, 13; en Marchena, 36; en Morón de la Frontera, 20. En total 164 mujeres asesinadas en siete pueblos sevillanos. Sólo en la provincia de Sevilla se han documentado 500 mujeres que perdieron la vida a manos de los franquistas.
Todos conocemos el brutal asesinato en Madrid de las conocidas como Las Trece Rosas, fusiladas en el cementerio de la Almudena madrileño el 5 de agosto de 1939. Pero hubo otras muchas rosas asesinadas en distintas poblaciones de la geografía española. En principio debería haber sido catorce, pero por un error burocrático se salvó, momentáneamente, Antonia Torres Vera, asesinada el 19 de febrero de 1940.
El tribunal que ordenó el asesinato de las 13 rosas madrileñas estaba compuesto por el teniente coronel Isidro Cerdeño Gurich como presidente, como vocales actuaron los capitanes Remigio Sigüenza Plata, Fernando Ruiz Feingespan y el teniente José Sastre Juliá, el ponente fue el capitán García Marco.
Fueron acusadas de haber participado en el asesinato del comandante de la Guardia Civil, Isaac Gabaldón, su chófer y su hija de 18 años, en la carretera de Oropesa a Talavera de la Reina. Las acusadas no tuvieron absolutamente nada que ver con el atentado. En el juicio participó en los interrogatorios Arias Navarro. Se sospecha que los instigadores del atentado fueron unos oficiales franquistas sobre los que Gabaldón tenía informes comprometedores.
Sobre las Trece Rosas hemos tenido que escuchar las palabras de dos individuos que con las declaraciones que han efectuado demuestran la nula calidad humana que tienen. El responsable de prensa de Vox, Juan E. Pflüger publicó un artículo titulado Desmontando las mentiras de los rojos: las Trece Rosas, otro mito de la izquierda que gusta a la clase política. En esta basura acusa a las Trece Rosas de terroristas, asesinas y chequistas. Esta asquerosa descripción la suscribió uno de los líderes del partido neofascista Ortega Smith. Esta basura la publicaron El Correo de Madrid, La Gaceta.es, y El Nuevo Acción.
Las Trece Rosas eran jóvenes entre 18 y 29 años: Carmen Barrero Aguado (20 años), Martina Barroso García (24), Blanca Brisac Vázquez (29), Virtudes González García (18), Ana López Gallego (21), Joaquina López Laffite (23), Dionisia Manzanero Salas (20), Victoria Muñoz García (18), Luisa Rodríguez de la Fuente (18), Pilar Bueno Ibáñez (27), Julia Conesa Conesa (20), Adelina García Casillas (19) y Elena Gil Olaya (20).
En Guillema (Sevilla) diecisiete rosas fueron asesinadas entre el 6 y el 8 de noviembre de 1937. Fueron detenidas en septiembre de 1937. Rapadas y paseadas por el pueblo el 4 de noviembre se las trasladó en un camión a Gerena para ser asesinadas en el cementerio del pueblo. Hubo un testigo de la masacre, José Domínguez Núñez, que contó lo ocurrido y gracias al cual se localizó la fosa en las que fueron enterradas. Según el testigo, el «Maestro Empedradu» sacó con un cuchillo el hijo que una de las asesinadas llevaba en el vientre.
La mayoría de ellas tenían hijos y dos estaban embarazadas. Fueron exhumadas el 23 de enero de 2012. Sus nombres: Natividad León Hidalgo, Rosario Liañez González, Trinidad López Cabeza, Ramona Manchón Merino, Manuela Méndez Jiménez, Ramona Navarro Ibáñez, Dolores Palacios García, Mª Josefa Peinado López, Tomasa Peinado López, Ramona Puntas Lorenzo, Manuel Sánchez Gandullo «La Serrana», Eulalia Alania García «La Cunera», Ana Mª Fernández Ventura, Antonia Ferrer Moreno, Ana Granada Garzón «La Gitana», y Granada Hidalgo Garzón.
En el pueblo gaditano de Grazalema se asesinó a quince rosas. La mayoría fueron asesinadas por no decir el paradero de sus familiares. Antes de asesinarlas las vejaron como solían tener por costumbre, rapadas, obligadas a tomar ricino y paseadas por el pueblo. Sus asesinos fueron los falangistas del pueblo, todos conocidos por ellas. Aparte de las armas de fuego se utilizaron armas blancas. A varias de ellas les aplastaron la cabeza con una pala. Una vez asesinadas –en una curva de la carretera de Grazalema a Ronda- las arrojaron a la fosa sin taparlas, obligando a los familiares a que acudieran a enterrarlas y ver el dantesco espectáculo.
Una de las víctimas, Catalina Alcaraz, escribió una nota a su amiga Adelina para que se hiciera cargo de sus tres hijos de 8, 5 y 3 años de edad: Adelina le agradeceré que atienda usted a mis pequeños y les de comer [sic]. La comida me la dejé en la puerta. Pueden dormir en mi casa y ustedes echarle una miradita que, como son tan malos, no quiero que les den mucha guerra. A ver si pudiera ser que pronto me dejaran salir, puesto que yo no tengo culpa, […], gracias y le queda muy agradecida su amiga. Catalina Alcaraz.
Eran: Teresa Castro Ramírez, Salud Alberto Barea (estaba embarazada), Catalina Alcaraz Godoy, Isabel Atienza Gómez (embarazada), Josefa de Jesús Gómez, Isabel Barea Rincón, María Barea Rincón, Ana Fernández Ramírez (embaraza y con tan solo 18 años), Cristina Carrillo Torres, Lolita Gómez, Mª Josefa Nogales Castro, Teresa Menacho, Antonia Pérez vega, Mª Isabel Romás Montes, Natividad Vilches, también asesinaron en el mismo acto a un crio de 12 años Francisco Peña García «El Bizarrito».
A otras quince rosas les segaron la vida en Puebla de Guzmán (Huelva), unas asesinadas en el cementerio y otras en el callejón de la Fuente Vieja; María San Blas Álvarez Cano (esposa de Diego Domínguez primer teniente de alcalde, también asesinado), Beatriz Álvarez Gómez, Mercedes Álvarez Pérez, Sampedro Álvarez Rodríguez, Antonia Beltrán, Dolores Clemente Martín, María Rodrigo Domínguez Ponce (su hermano también fue asesinado), María Peña Domínguez Suarez (esposa de Juan Mora, primer secretario del PSOE), Catalina García Márquez, María Márquez González «La Mora» (tenía dos hijas, una de ellas lactante, ambas se hicieron monjas), Concha Orta Blanco, Concepción Orta, Dolores Ponce Barbosa 8asesinaron a dos hermanos), María Dolores Rodríguez, María Roldán García.
Otro pueblo onubense, Zufre, sufrió la pérdida de 16 rosas asesinadas en Higuera de la Sierra. Antes habían sido rapadas, purgadas y paseadas por el pueblo, y algunas de ellas violadas. El comandante militar de Zufre era el cabo de la Guardia Civil Eduardo Novoa que dijo que Había llegado el momento de ajustar todas las cuentas pasadas. Como la gran mayoría no tuvieron ningún tipo de juicio. El supuesto delito era que habían desnudado y tirado unos comestibles que llevaba a Rosario Expósito por haber votado a las derechas. Las víctimas fueron; Dominica Rodríguez, Felipa Rufo, Antonia Blanca, Josefa Labrador, Fátima Ventura, Carlota Garzón, Remedios Gil, Mariana Sánchez, Amadora Sánchez, Encarnación Méndez, Elena Ramos, Bernadela Rodríguez, Alejandra Garzón, Teodora Garzón, Amadora Rodríguez «La Pasionaria».
En Huelva, como en Sevilla, la represión sobre las mujeres fue brutal. En Puebla de Guzmán fueron asesinadas quince mujeres, tras ser paseadas y purgadas. En este pueblo fueron asesinadas 78 personas. A José Domínguez Álvarez le asesinaron a su padre Diego Domínguez y a su madre María San Blas Álvarez Cano. José recuerda el asesinato Ordenaron el asesinato de aquellas mujeres y hombres sólo por satisfacer el instinto criminal fascista, esa ansia de destrucción de la vida que tenían. Ninguna de las mujeres tenía filiación política. Incluso después de muertas fueron vejadas, José Domínguez cuenta: uno del pelotón levantó la falda a una de las que acababa de fusilar y le hizo gestos obscenos.
Las quince mujeres fueron asesinadas en septiembre de 1937. Solamente se inscribió en el Registro Civil la muerte de ocho, seis de ellas a partir de 1979.
Para terminar con esta relación de rosas asesinadas por las hordas franquistas, mencionaré a las nueve aceituneras de San Juan de Aznalfarache. Estaban afiliadas a la UGT, algunas de ellas vivían en un barrio de chabolas conocido como el Mandrón, situado a las afueras de la localidad sevillana. El 10 de agosto de 1936 fueron arrestadas y enviadas al buque Cabo Carvoeiro, anclado en el puerto de Sevilla. Estuvieron prisioneras en este buque prisión 66 días. El 24 de octubre el siniestro capitán Manuel Díaz Criado, sacó del barco a 43 personas, 21 hombres y 13 mujeres para asesinarlos en las tapias del cementerio de San Fernando de Sevilla.
Las aceituneras asesinadas eran: Rosario González Rodríguez (28 años), Victoria Quintanilla Muñoz (24), Josefa Romero Barberán (28), antes de ser asesinada la violaron y le cortaron los pechos. La conocían por «La Rojilla» porque siempre llevaba un pañuelo rojo anudado al cuello, Leonisa Panadero Maya (19), las hermanas Gabina Isabel y Francisca Parro Domínguez, de 36 y 43 años, Guadalupe Sánchez López (34), (también asesinaron a su marido Antonio Anillo Marín) dejó un hijo de 10 años; Josefa Tierno García (24). Otras asesinadas del pueblo fueron Serafina Vela Vela (36), poco después mataron a su hijo José Vela de 18 años de edad, y Carmen Bermúdez Pavón de 21 años.
El 24 de octubre de 2017 se inauguró el Paseo de las Nueve Aceituneras –antes la calle se llamaba Cardenal Segura-. A las pocas horas la inscripción con el nombre de las nueve aceituneras y el resto de personas asesinadas por los franquistas fueron destruidas.