En muchas ocasiones, determinados hechos sirven para colocar a cada uno en su sitio. En esta ocasión la lamentable decisión del gobierno italiano negando el desembarco de los 629 migrantes rescatados del mar Mediterráneo, aparte de para “retratar” a los señores que gobiernan Italia –sobre todo a su vicepresidente y ministro de Interior, Mateo Salvini-, también ha servido para ver la catadura moral de algunos políticos españoles
Hay que recordar que cuando se producía la emigración masiva de sirios, el gobierno del PP negó la autorización necesaria a ciudades para que, como Barcelona, Valencia o Madrid, acogieran a refugiados. Todo lo contrario que ha hecho el gobierno de Pedro Sánchez. Ante este gesto de pura humanidad, la reacción de algunos dirigentes del PP, ha sido la que cabía esperar.
Alberto Fernández – antiguo presidente del PP en Cataluña y último candidato a la alcaldía de Barcelona por su partido- ha dicho que esta acción tendría un efecto llamada. Similares han sido las declaraciones de Martínez Maillo: puede ser un coladero para la inmigración ilegal.
Pero como casi siempre, ha sido su portavoz Rafael Hernando el que ha hecho las declaraciones más lamentables, quien ha declarado que dar facilidades a quienes trafican con personas puede acrecentar el problema. Y como es incapaz de entender que alguien pueda hacer algo por el simple hecho de que es lo honesto, acusa al PSOE de haberlo hecho por intereses partidistas: no debería utilizar gestos humanitarios con objetivos propagandísticos.
Quizás estas declaraciones las han hecho porque les remuerde la conciencia –creer que tienen conciencia puede que sea un verdadero auto de fe-, ya que ellos en similar situación negaron la acogida de personas que lo habían perdido todo a causa de una cruel guerra. De esta conceptuación habría que eliminar a la expresidenta del Congreso, Ana María Pastor que ha apoyado sin ambages la actuación del gobierno socialista.
Por su lado, los líderes de Ciudadanos han tomado una posición en la que parecen encontrarse a gusto, la de ni si, ni no, sino todo lo contrario. Fernando del Páramo, admitiendo que un país democrático no puede dejar morir a cientos de personas en el mar, avisa de que no se pueden normalizar las excepciones. Pues sí, señor Páramo, algunas situaciones sí deben normalizarse. El caudillo del partido, Albert Ribera, mantiene una línea similar: los flujos migratorios tienen que llegar a España de manera ordenada.
Se puede ser de izquierdas, derechas, centro o mediopensionista, pero lo que no se puede dejar de ser es HUMANO. Esta afirmación tan simple, desgraciadamente, algunos políticos, miembros de la derecha más casposa de Europa, parece que les es difícil de entender.